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8/3/18

Jorge Luis Borges: Whitman y Herman Melville








Quienes pasan de la obra poética de Whitman a su biografía se sienten algo defraudados. Ello se debe a la circunstancia de que el nombre de Whitman corresponde realmente a dos personas: el modesto autor de la obra y su semidivino protagonista. Ya veremos la razón de esta dualidad. Empecemos por considerar al primero. De linaje inglés y holandés, Walter Whitman (1819-92) nació en Long Island. Su padre era constructor de casas de madera, oficio que él también ejerció. Desde niño lo atrajeron la naturaleza y los libros. Así leyó las Mil y una noches, las obras de Shakespeare y, naturalmente, la Biblia. En 1823, su familia se había trasladado a Brooklyn. Whitman fue impresor, maestro de escuela, periodista y, a los veintiún años, director del Águila Diaria de Brooklyn, cargo que desempeñó con algún desgano. Lo perdió en 1847. Hasta entonces, su labor literaria había sido insignificante; sus biógrafos recuerdan una novela antialcoholista y unos versos mediocres. En 1848 viajó con su hermano a Nueva Orleans. Allí ocurrió algo. Hay quienes hablan de una experiencia amorosa, otros de una revelación que lo transformó hondamente. En 1855 publicó la primera edición de Leaves of Grass (Hojas de hierba), que constaba de doce poemas y que le valió una entusiasmada y justa carta de Emerson. A lo largo de su vida, Whitman publicó doce ediciones de Leaves of Grass, enriqueciéndolas cada vez con nuevas poesías. A partir de la tercera edición, que data de 1860, la obra incluyó composiciones cuya franqueza erótica, acaso jamás igualada, escandalizó a no pocos lectores. En una larga caminata, Emerson quiso disuadirlo; Whitman admitiría años después que las razones de su amigo eran irrefutables, pero no se dejó convencer. 

Durante la Guerra Civil, Whitman actuó como enfermero en los hospitales de sangre y aun en los campos de batalla. Se cuenta que su sola presencia calmaba los sufrimientos de los heridos. A principios de 1873 un ataque de parálisis lo postró. Hacia el 76 pudo viajar al Canadá y al Oeste, pero el 85 su salud volvió a decaer. Mientras tanto, su renombre se extendió por América y había llegado a Europa. Tuvo muchos discípulos, que anotaban sus menores palabras. Murió en Camden, pobre y famoso. 

Whitman se propuso una obra mesiánica, la epopeya de la democracia de América. El poeta de su predilección era Tennyson, pero su obra exigía, le pareció, un lenguaje distinto: el inglés oral de las calles americanas y de las fronteras. Intercaló además, en general de un modo incorrecto, palabras de las lenguas indígenas, del español y del francés, para que su epopeya abarcara todas las regiones del continente. En cuanto a la forma, rechazó el verso regular y la rima y optó por largas estrofas rítmicas, inspiradas por los salmos de la Escritura. 

En la épica anterior un solo héroe predominaba: Aquiles, Ulises, Eneas, Rolando o el Cid. Whitman resolvió, en cambio, que su héroe serían todos los hombres. Escribió así: 

Estos son los pensamientos de todos los hombres 
en todas las épocas y países—no me son propios; 
si no son tan tuyos como míos, son nada o casi nada; 
si no son el enigma y la solución del enigma, son nada; 
si no son tan cercanos como lejanos, son nada.

Esta es la hierba que crece donde hay tierra y hay agua; 
éste es el aire común que rodea la esfera. 

El Walt Whitman del libro es un personaje plural; es el autor y es a la vez cada uno de sus lectores, presentes o futuros. Así se justifican ciertas aparentes contradicciones; en un pasaje, Whitman nace en Long Island; en otro, en el Sur. "Partiendo de Paumanok" empieza con una biografía fantástica: el poeta refiere sus experiencias como minero, oficio que nunca ejerció, y el espectáculo de las manadas de bisontes en las praderas donde jamás estuvo.

"Salut au monde" encierra una visión total del planeta, con el día y la noche simultáneos. Entre las muchas cosas que ve, está nuestra llanura: 

Veo al gaucho atravesando los llanos, 
veo al incomparable jinete de caballos arrojando el lazo, 
veo sobre las pampas la persecución de hacienda salvaje... 

Whitman cantó como desde una aurora; John Brown ha escrito que Whitman y sus continuadores representan la idea de que América es un nuevo acontecimiento que deben celebrar los poetas, en tanto que Edgar Allan Poe y los suyos la ven como una mera continuación de Europa. La historia de la literatura americana sería el incesante conflicto de esas dos concepciones.






Como Mark Twain, como Jack London, como tantos otros escritores americanos, Herman Melville (1819-91) llevó el tipo de vida aventurera que el sedentario Whitman soñó y que le fue negado por su destino. Nació en Nueva York. La bancarrota de su padre, de antiguo linaje escocés, dejó a Melville en la indigencia a los quince años. Fue sucesivamente empleado de banco, peón, maestro de escuela y, en 1839, grumete. Así empezó su larga amistad con el mar. En 1841 navegó en una ballenera por el Pacífico. Desertó en las Islas Marquesas, fue capturado por caníbales y convivió algún tiempo con ellos. Se casó en 1847 y se estableció en Nueva York. De esta ciudad pasó a una granja en Massachussetts. Ahí entabló amistad con Nathaniel Hawthorne, que influyó en la escritura de su obra capital, Moby Dick. Durante sus últimos treinta y cinco años fue empleado de aduana. 

La obra de Melville consta de libros de navegaciones y aventuras, de novelas fantásticas y satíricas, de poemas, cuentos y la prodigiosa novela simbólica Moby Dick. Entre los cuentos recordaremos a Billy Budd, cuyo tema esencial es el conflicto de la justicia y de la ley; "Benito Cereno", que de algún modo prefigura El negro del Narciso de Conrad, y "Bartleby", cuyo ambiente coincide con el de ulteriores libros de Kafka. En el estilo de Moby Dick se advierte la influencia de Carlyle y de Shakespeare; hay capítulos concebidos como escenas de un drama. Abundan las frases inolvidables; en uno de los capítulos iniciales se habla de un predicador que se arrodilla en el púlpito y reza con tal devoción "que parecía un hombre arrodillado y rezando desde el fondo del mar". Moby Dick es el nombre de una ballena blanca, emblema del Mal, y la persecución insensata de esa ballena es el argumento de la obra. Es curioso observar que la ballena como símbolo del Demonio figura en un bestiario anglosajón del siglo IX y que el concepto de que la blancura es horrible constituye uno de los temas del Arthur Gordon Pym de Poe. Melville, en el texto mismo de la obra, niega que ésta sea una alegoría: la verdad es que podemos leerla en dos planos: como relato de hechos imaginarios y como símbolo. 

La importancia y la novedad profunda de Moby Dick no fueron inmediatamente reconocidas. En 1912, la Enciclopedia Británica no veía en ella otra cosa que una novela de aventuras. 

El lustro 1850-1855 es uno de los más significativos de las letras americanas. En 1850 aparecen La letra escarlata de Hawthorne y Hombres representativos de Emerson; en 1851, Moby Dick; en 1854, Walden de Thoreau, y en 1855, Hojas de hierba de Walt Whitman.



En Introducción a la literatura norteamericana (1967)
En colaboración con Esther Zemborain de Torres

Imágenes
Walt Whitman. Camden, 1891. Foto Samuel Murray
Herman Melville. Photo in the Hulton Archive/Getty Images

27/9/17

Jorge Luis Borges: Trascendentalismo




Uno de los acontecimientos intelectuales más importantes que se han dado en América fue el trascendentalismo. No formó una escuela cerrada sino más bien un movimiento; incluyó escritores, granjeros, artesanos, comerciantes, mujeres casadas o solteras. A partir de 1836, floreció durante un cuarto de siglo. Su centro estaba en Nueva Inglaterra, en la ciudad de Concord. Fue una reacción contra el racionalismo del siglo XVIII, contra la psicología de Locke y contra el unitarianismo. Este sucesor del calvinismo ortodoxo negaba, según lo define su nombre, la Trinidad, pero afirmaba la verdad histórica de los milagros obrados por Jesús.

Sus fuentes fueron múltiples: el panteísmo hindú, las especulaciones neoplatónicas, los místicos persas, la teología visionaria de Swedenborg, el idealismo alemán y los escritos de Coleridge y de Carlyle. Heredó también la preocupación ética de los puritanos. Edwards había enseñado que Dios puede infundir una luz sobrenatural en el alma de los electos; Swedenborg y los cabalistas, que el mundo externo es un espejo del mundo espiritual. Tales ideas influyeron en los poetas y prosistas de Concord. La inmanencia de Dios en el universo fue acaso la doctrina central. Emerson repitió que no hay un ser que no sea un microcosmos, un mundo minúsculo. El alma del individuo se identifica con el alma del mundo, las leyes de la física se confunden con las leyes morales. Si en cada alma está Dios, toda autoridad externa desaparece. A cada hombre le basta su profunda y secreta divinidad.

Emerson y Thoreau son ahora los nombres más conspicuos del movimiento, que influyó asimismo en Longfellow, en Melville y en Whitman.

El más ilustre ejemplo individual del movimiento que estudiamos fue Ralph Emerson (1803-82). Nació en Boston, hijo y nieto de pastores protestantes. Siguió el destino de sus mayores y, después de ordenarse, se hizo cargo de una iglesia unitaria en 1829. Ese mismo año se casó. En 1832, al cabo de una crisis espiritual, en la que sin duda influyó la muerte de su mujer y de sus hermanos, renunció al sacerdocio. Pensaba que "ya había pasado el día de una religión formal". Poco después hizo su primer viaje a Inglaterra. Conoció a Wordsworth, a Landor, a Coleridge y a Carlyle, de quien se creía entonces discípulo. En realidad, los dos eran esencialmente distintos.

Emerson siempre se señaló como anliesclavista; Carlyle era partidario de la esclavitud. De vuelta a Houston, se dedicó a giras y conferencias que le hicieron conocer todo el país. La tribuna tomó el lugar del púlpito. Su fama fue extendiéndose, no sólo por América sino por Europa. Nietzsche escribió que se sentía tan cerca de Emerson que no se atrevía a elogiarlo, porque ello hubiera sido como si se elogiara a sí mismo. Fuera de algunos viajes, Emerson vivió siempre en Concord; en 1853 se casó por segunda vez. Murió el 27 de abril de 1882.

Emerson escribió que nadie ha sido convencido jamás por un razonamiento (Arguments convince nobody) y que basta enunciar una verdad para que ésta se imponga. Esta convicción da a su obra un carácter discontinuo. Abunda en memorables sentencias, a veces llenas de sabiduría, que no proceden de la anterior ni preparan la que vendrá. Sus biógrafos refieren que antes de pronunciar una conferencia o de redactar un ensayo, acumulaba frases sueltas que ordenaba después, un poco al azar. Nuestra exposición del trascendentalismo resume sus doctrinas. Es curioso observar que el panteísmo, que lleva a los hindúes a la inacción, llevó a Emerson a predicar que no hay límites para lo que podemos hacer, ya que en el centro de cada uno de nosotros está la divinidad. "Debes saberlo todo, debes atreverte a todo". La hospitalidad de su espíritu era asombrosa. Bástenos recordar los nombres de las seis conferencias que dictó en 1845: Platón o el filósofo, Swedenborg o el místico, Shakespeare o el poeta, Napoleón o el hombre de mundo, Goethe o el escritor, Montaigne o el escéptico. De los doce volúmenes de su obra, acaso el más curioso es el que incluye sus poemas. Emerson es un gran poeta intelectual. No le interesa Poe, a quien apodó, no sin desdén, the jingle man (el hombre del retintín). Traducimos el poema "Brahma": Si el rojo matador piensa que mata, o el muerto que lo han muerto, no conocen mis sutiles caminos; yo paso y vuelvo. Para mí lo remoto y lo olvidado están cerca, sombra y sol son lo mismo; los desvanecidos dioses están presentes, la vergüenza y la fama son iguales. Calculan mal quienes me omiten; si huyen de mí yo soy las alas; soy el que duda y soy la duda y soy el himno que canta el brahmán. Los fuertes dioses anhelan mi morada, en vano los sagrados siete la anhelan, pero tú, humilde amante del Bien, encuéntrame y da tu espalda al cielo.






El ensayista, naturalista y poeta Henry David Thoreau (1817-62) nació en Concord. En la Universidad de Harvard estudió griego y latín, también le interesaron el Oriente y la historia y hábitos de los pieles rojas. Quería bastarse a sí mismo; sin comprometerse a tareas de largo plazo, fue constructor de botes y de cercos y agrimensor. Dos años vivió en casa de Emerson, a quien se parecía físicamente. En 1845 se retiró a una choza en las orillas del solitario estanque de Walden. La lectura de los clásicos, la composición literaria y la precisa observación de la naturaleza ocuparon sus días. Le gustaba la soledad. En una de sus páginas leemos: "El hombre que encuentro suele ser menos instructivo que el silencio que rompe".

Su más lacónica biografía ha sido trazada por Emerson. "Pocas vidas contienen tantas renunciaciones. No ejerció profesión alguna, no se casó, vivió solo, nunca fue a la iglesia, jamás votó, se negó a pagar impuestos, no comía carne, no probó el vino, no conoció el tabaco y, aunque naturalista, prescindió de trampas y fusiles. No tuvo tentaciones que vencer, no tuvo apetitos, carecía de pasiones, no le atrajeron las elegantes fruslerías".

Su obra comprende más de treinta volúmenes; el más famoso es Walden or Life in the Woods (Walden o la vida en los bosques), publicado en 1854.

En 1849, un año antes de la aparición del Manifiesto Comunista de Marx, había publicado el ensayo Desobediencia civil, que influiría en el pensamiento y el destino de Gandhi. Las primeras líneas afirman que el mejor gobierno es el que gobierna menos y mejor aún es el que no gobierna. Así como rechazaba la idea de un ejército permanente, rechazó la de un gobierno permanente. Creía que el gobierno estorbaba el desarrollo natural del pueblo americano. La única obligación que aceptaba era la de hacer en cada momento lo que le parecía más justo. Prefería obedecer al derecho y no a las leyes. Creía que la lectura de los diarios era superflua, ya que basta leer la noticia de un solo incendio, un solo crimen, para conocerlos todos. Le parecía inútil la acumulación de casos esencialmente idénticos.

Dejó escrito: "Alguna vez perdí un lebrel, un bayo y una tórtola y todavía sigo buscándolos. He interrogado a muchos viajeros; uno había oído el ladrido del lebrel, otro el galope del caballo, otro había visto el vuelo de la tórtola, y todos compartían mi ansiedad". En estas palabras, inspiradas acaso por la memoria de alguna fábula oriental, sentimos la melancolía de Thoreau más que en sus versos. Los historiadores del anarquismo suelen omitir el nombre de Thoreau; esto acaso se debe a que su anarquismo, como casi toda su vida, fue de orden negativo y pacífico.







Ahora un poco olvidado, Henry Wasdwokim Longfellow (1807-82) fue durante su vida el poeta más querido de América. Nació en Portland, Maine. Dictó la cátedra de Lenguas Vivas, en la Universidad de Harvard. Su actividad mental era infatigable. Vertió al inglés a Jorge Manrique, al poeta sueco Elias Tegner, a trovadores provenzales y alemanes y anónimos cantores anglosajones. Versificó pasajes de la Historia de los reyes de Noruega, de Snorri Sturluson. A lo largo de los azarosos años de la Guerra de Secesión, consoló su espíritu ejecutando una de las mejores traducciones inglesas de la Divina comedia, enriquecida de curiosas notas. Escribió en hexámetros el extenso poema Evangeline (1847) y, con el metro de la epopeya finlandesa Kalevala, el Hiawatha, cuyos personajes son pieles rojas que presienten la llegada del hombre blanco. Muchas composiciones de su libro Voices of the Night (Voces de la noche) le valieron el afecto y admiración de sus contemporáneos y perduran aún en las antologías. Releídas ahora, nos dejan la impresión de que sólo les falta un último retoque.





Lejos del trascendentalismo, Henry Timrod (1828-67) cantó las esperanzas, las victorias, las vicisitudes y la final derrota del Sur. Nació en Charleston, New Carolina. Era hijo de un encuadernador alemán; se alistó en las fuerzas confederadas, pero la tuberculosis le vedó el destino militar que anhelaba. En sus versos hay fuego y un sentido clásico de la forma. Murió a los treinta y ocho años.







En Introducción a la literatura norteamericana (1967)
En colaboración con Esther Zemborain de Torres




11/8/17

Jorge Luis Borges: El Oeste







A medida que los Estados Unidos crecen hacia el poniente y el sur, a medida que la guerra de Méjico y la conquista del Oeste dilatan sus ya vastas fronteras, surge una nueva generación de escritores, del todo ajenos al puritanismo de Nueva Inglaterra o al trascendentalismo de Concord. Longfellow y Timrod pertenecen aún a la tradición de las letras británicas; los nuevos hombres cuyas voces nos llegan desde el Mississippi o las soledades de California ni siquiera tienen que rebelarse contra esa tradición.

El primero fue SAMUEL LANGHORNE CLEMENS (1835-1910), que dio fama mundial a su pseudónimo Mark Twain. Clemens fue tipógrafo, periodista, piloto fluvial, subteniente de las fuerzas del Sur, buscador de oro en California, autor humorístico, conferenciante, director de un diario, novelista, editor, hombre de negocios, doctor honoris causa de universidades americanas e inglesas y, los últimos años de su vida, una celebridad. Nació en Florida, pequeña aldea de Missouri. La población era de cien almas; Mark Twain se jactó de haberla aumentado en uno por ciento, "cosa que muchos personajes insignes no hubieran podido hacer por su patria". Poco después, su familia se mudó a Hannibal a orillas del Mississippi. Durante su vida entera lo acompañaron la imagen y la nostalgia del río, que le inspiró sus mejores libros, Tom Sawyer y Huckleberry Finn. A los veintiún años concibió el proyecto de explorar las fuentes del Amazonas, pero al llegar a Nueva Orleans, resolvió ser piloto del Mississippi. Esta época le reveló los más diversos tipos de humanidad; años después escribiría: "Cada vez que en la ficción o en la historia encuentro un personaje bien definido me intereso personalmente en él, porque ya nos conocemos, porque nos hemos encontrado en el río". En 1861 la Guerra de Secesión cerró la navegación fluvial; Mark Twain, al cabo de unos quince días de andanzas militares, acompañó a su hermano al Oeste. Hicieron la larga travesía en diligencia. En San Francisco de California, Brett Harte y el humorista Artemus Ward lo iniciaron en la literatura; desde entonces usó el pseudónimo de Mark Twain, que, en el lenguaje de los pilotos del río, significa dos brazas. En 1865, un breve relato, The Celebrated Jumping Frog of Calaveras County (La célebre rana saltarina del partido de Calaveras), le dio fama continental. Luego vendrían las giras de conferencias, los viajes por Europa, por Tierra Santa, por el Pacífico, los libros que se traducirían a todas las lenguas, el casamiento, el bienestar, los reveses económicos, la muerte de la mujer y de los hijos, el renombre, la soledad secreta y el pesimismo.
Mark Twain fue para sus contemporáneos un humorista, un hombre cuyas menores ocurrencias eran divulgadas por él telégrafo de un confín a otro del planeta. Esas bromas, ahora, nos llegan un poco gastadas. Queda y quedará, sin embargo, Huckleberry Finn, de la que surgió, según Hemingway, toda la novela americana. El estilo es oral, los dos protagonistas, un chico travieso y un negro prófugo, navegan en una balsa, de noche, por las anchas aguas del Mississippi y nos muestran así la vida del Sur antes de la Guerra Civil. Movido por un sentimiento generoso que no acaba de comprender, el chico ayuda al esclavo, pero lo acosa el remordimiento de hacerse cómplice de la fuga de un hombre que es propiedad de una señorita del pueblo. De este gran libro, que abunda en admirables evocaciones de la mañana, de los atardeceres y de las pobres costas del río, han nacido, con el tiempo, otros dos cuyo esquema es el mismo: Kim (1901) de Kipling y Don Segundo Sombra (1926) de Ricardo Güiraldes. Se publicó en 1884; por primera vez un escritor de América usaba, sin afectación, el lenguaje de América. John Brown ha escrito: "Huckleberry Finn enseñó a hablar a toda la novela americana".
El cometa de Halley brilló en el cielo cuando nació Mark Twain; éste predijo que no acabarían sus días hasta que volviera el cometa. Así ocurrió: en 1910 volvió la estrella y murió el hombre.
El novelista Howell ha escrito: "Emerson, Longfellow y Holmes —los he conocido— se asemejaban unos a otros, pero Clemens era único, incomparable, el Lincoln de nuestra literatura".
La vastedad de las desiertas regiones ganadas para los Estados Unidos en el Oeste obligó a sus pobladores a ejercer las más diversas actividades.

Así BRETT HARTE (1836-1902), nacido en Albany, amigo y protector de Mark Twain, fue sucesivamente maestro de escuela, empleado de farmacia, minero, mensajero, tipógrafo, reportero, autor de cuentos cortos, colaborador regular del Golden Era y, a partir de 1868, director de la importante revista The Overland Monthly. En sus páginas aparecieron esas breves y patéticas obras maestras "The Luck of Roaring Camp" (La suerte de Roaring Camp), "The Outcasts of Poker Fiat" (Los expulsados de Poker Fiat), "Tennessee's Partner" (El socio de Tennessee), que el autor reuniría bajo el título de The Californians Sketches (Bocetos californianos) y que fueron, acaso, una primera revelación del Oeste. Un poema humorístico, The Heathen Chinese (El chino pagano), lo hizo famoso desde el Pacífico al Atlántico. En 1878, a pedido suyo, fue nombrado cónsul en la ciudad de Crefeld, en Prusia, y luego en Glasgow. Sus últimos años los pasó en Londres. Brett Harte y Mark Twain, típicos escritores del Oeste, procedían de otras regiones; JOHN GRIFFITH LONDON (1876-1916), que tomó el nombre de Jack London, nació en San Francisco de California. Su destino no fue menos heterogéneo que el de los anteriores; conoció la pobreza, fue peón de granja, peón de estancia, vendedor de diarios, vagabundo, jefe de una pandilla y marinero. No fueron extrañas a su experiencia la mendicidad y la cárcel. Resolvió educarse, en tres meses dio las materias de dos años de estudio y entró en la Universidad de California. En 1897 ocurrió el descubrimiento de oro en Alaska. London se lanzó a la aventura y, en pleno invierno, atravesó el paso de Chilkoot. No halló el tesoro que buscaba y emprendió con dos compañeros la travesía del canal de Behring, en un bote abierto. Publicó en 1903 su novela The Call of the Wild (El llamado de la selva), de la que vendió un millón y medio de ejemplares. Es la historia de un perro que ha sido lobo y vuelve al fin a serlo. Un libro anterior, The God of his Fathers (El Dios de sus padres), no había logrado un éxito igual. Durante la guerra ruso-japonesa en 1904 fue enviado como corresponsal. Murió a los cuarenta años, dejando unos cincuenta volúmenes, de los que recordaremos aquí The People of the Pit (La gente del abismo), para el cual exploró personalmente los bajos fondos de Londres, The Sea Wolf (El lobo de mar), cuyo protagonista es un capitán que predica y ejerce la violencia, y Before Adam (Antes de Adán), novela prehistórica. Su narrador recobra en sueños fragmentarios los azarosos días que ha vivido en una encarnación anterior. Jack London escribió también admirables cuentos de aventureros y algunos relatos fantásticos, entre ellos "The Shadow and the Flash" (La sombra y el destello), que refiere la rivalidad y el duelo final de dos hombres invisibles. Su estilo corresponde a la realidad pero a una realidad recreada y exaltada por él. La vitalidad que animó su vida anima su obra, que seguirá atrayendo a las generaciones más jóvenes.

FRANK NORRIS (1870-1902) nació en Chicago, pero su obra pertenece al Oeste. Se educó en San Francisco, estudió arte medieval en París y fue sucesivamente corresponsal de guerra en África del Sur y en Cuba. Sus primeros trabajos fueron románticos, pero a fines del siglo XIX se convirtió al naturalismo de Zola y publicó la novela Me Teague (1899), cuyo escenario son los bajos fondos de San Francisco. Dejó inconclusa una trilogía cuyo protagonista es el trigo, desde su producción hasta las especulaciones de bolsa y su exportación a Europa. A diferencia de su maestro, que se documentaba en bibliotecas, Frank Norris, antes de emprender la redacción de su triple novela, trabajó como peón en una chana californiana. Creyó que ciertas fuerzas impersonales —el trigo, los ferrocarriles, la ley de la oferta y la demanda— son más importantes que el individuo y acaban por dominarlo, pero también creyó en la inmortalidad. Se lo considera precursor de Theodore Dreiser, a quien ayudó a publicar su primera novela, Sister Carne.


En Introducción a la literatura norteamericana (1967)
En colaboración con Esther Zemborain de Torres
Foto: Jorge Luis Borges y María Kodama en la Mark Twain Cave, Missouri,
Antes Mc Dougal´s Cave, sitio donde transcurre el relato de Las aventuras de Tom Sawyer



21/2/17

Jorge Luis Borges: Los expatriados




El primero y más ilustre de los expatriados fue Henry James (1843-1916), hermano menor del filósofo y psicólogo William James (1842-1910), que fundó el pragmatismo. El padre quería que sus hijos fueran, a la manera de los estoicos, ciudadanos del mundo y no formaran hábitos prematuros de conducta o de pensamiento. No creía en las escuelas y universidades; por lo tanto, William y Henry fueron educados en Italia, Alemania, Suiza, Inglaterra y Francia por preceptores particulares, siguiendo los cursos que les interesaban. Hacia 1875, al cabo de breves estudios jurídicos en Harvard, Henry partió definitivamente de Nueva Inglaterra y se fijó en Europa. En 1871 había publicado su primera novela, Watch and Ward; en 1877, The American, cuyo protagonista, hondamente agraviado, renuncia en el capítulo final a una fácil venganza. James reescribió esa obra; en una versión, el acto se debe a la nobleza del carácter del héroe; en la otra, al sentimiento de que la venganza sería un eslabón que lo ataría aún más a sus enemigos, que ha resuelto olvidar. 

Henry James fue amigo personal de Flaubert, Daudet, Maupassant, Turguenieff, Wells, Kipling. A principios de nuestro siglo su situación era curiosa; todos lo alababan, todos lo llamaban maestro y nadie lo leía. Harto de la fama, anhelaba la popularidad y la buscó en la redacción de piezas de teatro, con adversa fortuna. En 1915 adoptó la ciudadanía británica para significar así su adhesión a la causa de los aliados, ya que los Estados Unidos no habían entrado aún en la guerra. Había nacido en Nueva York; sus cenizas descansan en un cementerio de Massachussetts.

A diferencia de Emerson y de Whitman, James opinaba, bajo el influjo de Flaubert que una civilización antigua y compleja es indispensable para el ejercicio del arte. Creía que el americano era moralmente superior al europeo, pero intelectualmente más simple. El tema de sus primeras obras (a una de las cuales nos hemos referido) es el contraste de ambos tipos humanos. Lambert Strether, protagonista puritano de la novela The Ambassadors (1903), emprende un viaje a París para salvar de su corrupción al joven Chad, a pedido de su madre viuda, Mrs. Newsome, a quien discretamente festeja. Acaba por rendirse al encanto de aquella ciudad y por comprender que ha vivido en vano. Vuelve a América sin embargo, incapaz de vivir plenamente y olvidar su pasado. Harto distinta es la novela What Maisie Knew (Lo que supo Maisie), de 1897, que nos deja entrever un conjunto de hechos abominables a través de la mente de una niñita que los refiere y no los sospecha. 

Los relatos de James son no menos densos que las novelas y de harto más interesante lectura. El más famoso, "The Turn of the Screw" (Otra vuelta de tuerca), es deliberadamente ambiguo y está lleno de horror sutil; ha suscitado tres interpretaciones, todas justificadas por el texto. "The Jolly Corner" (La alegre esquina) es la historia de un americano que vuelve al cabo de los años a su casa de Nueva York. La recorre y persigue en la penumbra a una forma humana que huye. Esa forma doliente y mutilada y parecida a él es el hombre que él mismo hubiera sido, de haber permanecido en América. "The Figure in the Carpet" (El dibujo en la alfombra) refiere el caso de un novelista en cuya vasta obra hay un propósito central, invisible al principio, como el dibujo de una intrincada alfombra persa; el escritor muere y un grupo de críticos dedican su vida a descubrir esa forma secreta que nunca encontrarán. En "The Lesson of the Master" (La lección del maestro) aparece también un gran novelista; éste disuade a su secretario de casarse con una joven heredera australiana porque esa unión puede alejarlo de la obra que debe realizar. El secretario asiente, el maestro se casa con la australiana y no se sabe si el consejo ha sido o no sincero. "The Tree of Knowledge" (El árbol de la ciencia) es la historia de un hombre que se dedica a impedir que el hijo de un amigo, escultor, se dé cuenta de la extraordinaria mediocridad de su padre, que ha muerto; en el último párrafo se revela que el hijo siempre ha desdeñado su obra. Es sintomático de James que en "The Great Good Place" (El gran lugar bueno) nos muestre el paraíso bajo la forma de un sanatorio costoso; evidentemente era incapaz de concebir otra felicidad. En "The Private Life" (La vida privada) hay dos protagonistas: uno es un personaje que cuando no está presidiendo un congreso o recibiendo delegaciones o pronunciando un elocuente discurso, desaparece totalmente porque no es nadie; el otro es un poeta que lleva una activa vida social y, sin embargo produce una obra considerable. El narrador descubre que el poeta ha dominado el arte de estar, como Pitágoras, en dos sitios a un tiempo. Asiste a una fiesta y mientras tanto está en su habitación escribiendo. De las perplejidades del americano en Europa, James pasó al tema de la perplejidad humana en el universo. Descreyó de una solución ética, filosófica o religiosa de los problemas esenciales; su mundo ya es el inexplicable mundo de Kafka. Pese a los escrúpulos y delicadas complejidades de James su obra adolece de un defecto capital: la ausencia de vida. 






Gertrude Stein (1874-1946) es quizá menos importante por su obra, ilegible a veces y cuidadosamente obscura, que por su influjo personal y sus curiosas teorías literarias. Nació en Alleghenny, Pennsylvania, fue discípula del psicólogo William James y estudió medicina y biología. A partir de 1902 se estableció en París. Acompañó a su hermano Leo, entendido en pintura, que la vinculó a Picasso, Braque y Matisse, que con el tiempo fueron famosos. Sus cuadros le sugirieron que los colores y las formas pueden impresionarnos de un modo ajeno a los temas que representan. Gertrude Stein resolvió aplicar este principio a las palabras, que nunca fueron para ella meros símbolos ideológicos. Las conferencias que dictó en Estados Unidos, al cabo de treinta años de ausencia, explican su filosofía de la composición y se basan en las teorías estéticas de William James y en el concepto bergsoniano del tiempo. Sostiene que el propósito de la literatura es la expresión del instante presente y compara su técnica personal con el cinematógrafo. No hay dos escenas de la pantalla que sean exactamente iguales, pero su secuencia presenta a los ojos una continuidad que fluye. Prodiga los verbos y se abstiene del uso de sustantivos, que pueden interrumpir esa continuidad. Influyó en tres generaciones de artistas, entre los cuales nombraremos a Sherwood Anderson, Hemingway, Ezra Pound, Elliot y Scott Fitzgerald. Su obra consta principalmente de Three Lives (Tres vidas), de 1908, del libro de versos Tender Buttons (Tiernos botones) (1914), de How to Write (Cómo escribir), de 1931, y de la Autobiography of Alice Toklas






Francis Scott Key Fitzgerald (1896-1940) nació en St. Paul, Minnesota, de origen irlandés y católico. Se educó en Princeton, que dejó en 1917 para alistarse en el ejército norteamericano. Una de sus primeras ambiciones fue la de ser valiente, pero la guerra terminó antes que él pudiera entrar en acción. Su vida entera fue una busca de perfecciones; las buscó en los conceptos de juventud, de belleza, de aristocracia y de riqueza, que permiten a los hombres una mayor generosidad, un mayor desinterés y una más espontánea cortesía. Sus personajes corresponden a su experiencia personal, a las primeras ilusiones y al desengaño último. En su obra múltiple sobresalen dos libros: The Great Gatsby (El gran Gatsby), de 1925, la historia de un hombre que intenta en vano recobrar un amor juvenil, en el cual se trasluce la nostalgia del antiguo sueño americano de un mundo nuevo. Daisy y Buchanan, su marido, los muy ricos, los invulnerables, permanecen unidos; Gatsby es destruido. Técnicamente superior, Tender is the Night (Tierna es la noche), de 1934, analiza la vida de un expatriado que regresa a América para ocultar su fracaso íntimo. Más que ningún otro escritor de su generación, Scott Fitzgerald representa los años que sucedieron a la Primera Guerra Mundial. 






Pariente lejano de Longfellow, Ezra Loomet Pound (1885) ha suscitado los juicios más contradictorios. Para Elliot, que lo ha llamado el mejor artífice —il miglior fabbro—, es un maestro; para Robert Graves, un simulador. Nació en Haineiyen, en el Estado de Idaho. Se graduó en la Universidad de Pennsylvania, donde fue profesor. En 1908 publicó en Venecia su primer libro, A Lume Spento. Desde 1908 hasta 1920 vivió en Londres. Solía presentarse en los círculos literarios vestido de cowboy, para acentuar su condición de norteamericano, y armado de una fusta que hacía restallar cada vez que lanzaba un epigrama contra Milton. Fue discípulo del filósofo Hulme, con el cual inauguró el imagismo, destinado a purificar la poesía de todo lo sentimental y retórico. En 1928 le fue otorgado el premio Dial por su contribución a las letras norteamericanas. Vivió en Rapallo, Italia, desde 1924, donde se convirtió al fascismo y contribuyó por medio de conferencias radiales a la propaganda de esa doctrina. Cuando los Estados Unidos entraron en la guerra, persistió en dicha actividad. En 1946 fue llevado a su patria y juzgado como traidor. El tribunal lo absolvió por irresponsable y fue recluido durante años en un hospicio para enfermos mentales. Hay quienes han visto en ese dictamen una estratagema para salvarlo; otros, un diagnóstico acertado. Pese a todo ello, recibió en 1949 el premio Bollinger por sus Pisan Cantos, redactados mientras estaba encarcelado en Italia por el ejército norteamericano. Extrañamente, Pound creía que la democracia, tal como Jefferson la entendió, no es incompatible con el fascismo. Actualmente vive en Rapallo, en el castillo de una de sus hijas, casada con un aristócrata italiano. 

La obra de Pound consta de poemas, ensayos polémicos y traducciones del chino, el latín, el anglosajón, el provenzal, el italiano y el francés. Estas últimas han sido severamente censuradas por los eruditos, que parecen no haber comprendido los fines buscados por Pound. A éste le importa menos el sentido del texto original que el sonido de las palabras y la reproducción del ritmo. La obra capital de Pound son los Cien Cantos, que ahora está concluyendo y de los que ha publicado más de noventa. Según declaran sus exégetas, la unidad del poeta era, antes de Pound, la palabra; ahora puede ser un extenso pasaje ajeno. Así, el primer canto consta de tres páginas traducidas, en admirable verso libre, del libro XI de la Odisea y de un juicio sobre Guido Calvacanti, con interpolaciones de este poeta en italiano. En los últimos cantos abundan citas de Confucio, en caracteres chinos no traducidos. Este curioso procedimiento ha sido definido como una ampliación de las unidades poéticas. Pound declara que le fue sugerido por los ideogramas de la escritura china, donde una línea horizontal sobre un círculo representa el ocaso. La línea horizontal es la rama de un árbol, y el círculo, el sol poniente. Los últimos cantos son menos poéticos que didácticos. La obra es de difícil o imposible lectura. Pound encierra ternuras imprevisibles y, a veces, reminiscencias de Whitman. 






Thomas Stearn's Eliot (1888-1965) nació en St. Louis, Missouri, a orillas del Mississippi, del cual diría: The river is a strong, brown god (El río es un fuerte dios moreno). Su familia procedía de Nueva Inglaterra. Eliot estudió en Harvard, en la Sorbona y en Oxford. Colaboró en diversas publicaciones: The Harvard Advocate (1909-1910), Poetry (1915), el Egoist (1917), que corresponde al imagismo, y finalmente Criterion (1922-1939), que dirigió. Trabajó en el Banco de Lloyd's. En 1918 trató de enrolarse, sin éxito, en la marina norteamericana. En 1927 se hizo súbdito británico. Regresó al cabo de dieciocho años a los Estados Unidos y dictó en Harvard la cátedra de Poesía. En 1922 recibió el premio Dial por el poema The Waste Land (La tierra yerma); en 1947 el premio Nobel de literatura y la Orden del Mérito. 

Eliot ejerció la crítica literaria, el arte dramático y la poesía, pero al pensar en él tendemos a olvidar lo múltiple de sus actividades y lo vemos ante todo como poeta y como crítico. En sus primeros ensayos críticos, redactados en una prosa muy límpida, exaltó a Ben Jonson, Donne, Dryden y Matthew Arnold, y atacó a Milton y a Shelley. Estos trabajos ejercieron y siguen ejerciendo un influjo considerable, así como su largo estudio sobre Dante. Sirvieron para que Eliot se descubriera a sí mismo y fueron un estímulo para los poetas más jóvenes. En su ensayo sobre la posibilidad del drama poético, dice: "La labor de la inteligencia consistió sobre todo en una purificación, en abstenerse de la reflexión, en incluir en la exposición lo suficiente para que la reflexión sea innecesaria". Su teatro, acaso sin otra excepción que Murder in the Cathedral, (Asesinato en la catedral), no deja en la memoria un solo personaje vívido. Eliot, en sus piezas teatrales, ha querido crear para nuestro tiempo un verso de una libertad casi oral, análogo al de la última época de Shakespeare y de sus continuadores, Webster y Ford. Emplea también elementos clásicos como el mensajero y el coro. Este último, en The Family Reunion, desempeña un curioso papel: corresponde a la subconciencia. Los personajes, que hablan de manera realista, interrumpen su diálogo para decir a un tiempo lo que sienten; luego retoman la conversación, sin darse cuenta de los extraños versos que han recitado. En Murder in the Cathedral, el coro declara la impotencia y el presentimiento del pueblo ante la obscura voluntad del rey y su trágica consecuencia. En el prólogo de su antología de Ezra Pound, Eliot declara que éste partió de Whitman, Browning y poetas provenzales y chinos, en tanto que él llegó al verso libre por la lectura de Laforgue y Tristán Corbière. La tierra yerma simboliza en The Waste Land (1922) un estilo de vida del cual han sido excluidos los conceptos del bien y del mal, y corresponden a la desilusión de los años inmediatamente posteriores a la guerra de 1918. Ash Wednesday (Miércoles de Ceniza) apareció en 1930 y lo integran seis poemas. Las últimas líneas, que nos muestran el viento y el mar pero no aún las naves, significan la entrega del alma a la voluntad divina. Quizá la obra más importante de Eliot son los Four Quartets, reunidos bajo este nombre en 1944. Si bien publicados aisladamente a partir de 1940, forman una unidad que es de afirmación, no de negación. Los cuatro títulos son cuatro lugares de Inglaterra y América. La palabra cuarteto no es arbitraria; la estructura de los cuatro poemas es la equivalencia poética de una sonata en la que cabe distinguir cinco movimientos. El tema central, ya prefigurado en Family Reunion, es la posibilidad cristiana de una fusión de lo temporal con lo eterno. 

Literariamente, Eliot se ha definido como clasicista, políticamente como monárquico; en cuanto a religión, como anglicano. 






El poeta Edward Estlin Cummings (1894-1963) nació en Cambridge, Massachussetts, y estudió en Harvard. Durante la Primera Guerra Mundial sirvió como conductor de ambulancias en el ejército francés; un error administrativo lo condenó a sufrir injustamente varios meses de encierro en un campo de concentración. Su libro más famoso, The Enormous Room (El enorme cuarto), publicado en 1922, refiere su encarcelamiento como si fuera una peregrinación y se basa, con acopio de circunstancias autobiográficas, en la alegoría puritana El progreso del peregrino de Bunyon, compuesta en el siglo XVII. La obra poética da Cummings abunda en excentricidades de toda suerte y comprende muchos volúmenes. Recordemos aquí el principio de uno de sus sonetos: "El terrible rostro de Dios, más brillante que una cuchara, reúne la imagen de una sola palabra fatal, hasta que mi vida, que gustó del sol y de la luna, se parece a algo que no ha sucedido. Soy un collar en busca de un perro, una jaula sin pájaro". 






Nacido en Brooklyn, suburbio de Nueva York, Henry Valentine Miller (1891) ha llevado, como otros escritores americanos modernos, una vida llena de experiencias directas. Fue empleado, sastre, mensajero postal, corredor de comercio, patrón de un bar clandestino, cuentista, redactor de avisos y, paradójicamente, pintor de acuarelas. En 1928 fue a Europa con su segunda mujer y volvió solo en 1930. A partir de entonces fue corrector de pruebas, escritor a sueldo, profesor de inglés en Dijon. En 1932 escribió Tropic of Cancer, que aparecería en París en 1934 y cuya venta sería prohibida en los Estados Unidos, por su exuberante obscenidad. En 1933 vivió con Alfred Pérlès en Clichy, donde escribió Black Spring (Primavera negra), que se publicaría en París en 1936. Ya lo rodeaba un amplio círculo de escritores, entre ellos Blaise Cendrars y Céline. En 1939 terminó y publicó, siempre en París, Tropic of Capricorn. Ese mismo año viajó por Grecia que para él es un país viviente, no un museo arqueológico. La segunda guerra europea determinó su regreso a América en enero de 1940. Su viaje a Grecia le inspiró el libro The Colossus of Maroussi (1941). Su vida oscila siempre entre el Viejo y el Nuevo Mundo; ahora reside en California y se dedica plenamente a las letras y a la pintura. 

Según su propio autor, Tropic of Cancer no es un libro sino un libelo, un prolongado insulto a Dios, al hombre y a su destino. Black Spring, que consta de diez capítulos inconexos, es una serie de pesadillas, de exageraciones burlescas, de afirmaciones vanidosas, de exploraciones de sí mismo y de nostálgicas memorias de Brooklyn. Tropic of Capricorn está dominado por la negrura; Mara, su heroína, es morena y está vestida de negro: a un tiempo es Circe, es Lilith, es América encarnada en una mujer erguida, alada y sexual, un demonio que lo mutila y anula. La rodean serpientes, monstruos y máquinas. Miller se arroja a ese río de destrucción, urgido por la esperanza de renacer. En The Air Conditioned Nightmare, América es una pesadilla provista de aire acondicionado, el autor está enamorado de su reverso, París, y de las regiones del Mediterráneo. La trilogía The Rosy Crucifixión (Sexus, Plexus, Nexus) consta de cinco tomos a la vez mesiánicos y sardónicos; el tema general es la alegría y la redención por el sufrimiento; el judaísmo es una de las muchas obsesiones que pueblan sus volúmenes. La obra entera de Miller constituye una vasta autobiografía fantasmagórica, no exenta de voluntarias trivialidades y fealdades, entre las que se traslucen, a veces, destellos mágicos. Miller fue anarquista, pacifista e incrédulo de toda política. ¿Seguirá siéndolo?








En Introducción a la literatura norteamericana (1967)

4/11/16

Jorge Luis Borges: Novela policial, "science-fiction" y el lejano Oeste







En 1840, Edgar Allan Poe enriqueció la literatura con un género nuevo. Este género es, ante todo, ingenioso y artificial; los crímenes, por lo común, no se descubren mediante razonamientos abstractos sino por obra del azar, de informaciones o delaciones. Poe inventa el primer detective de la literatura, el caballero Charles Auguste Dupin, de París. Inventa asimismo el artificio, clásico después, de que las hazañas del héroe sean referidas por un amigo, admirativo y mediocre. Recordemos al ulterior Sherlock Holmes y a su biógrafo, el doctor Watson. Poe ha dejado cinco cuentos de índole policial, insuperados, según Chesterton. En el primero, "The Murders in the Rue Morgue" ("Los crímenes de la calle Morgue"), se investiga la muerte atroz de dos mujeres cometida en una bohardilla aparentemente cerrada; el culpable es un mono. "The Purloined Letter" ("La carta robada") inaugura la idea de esconder un objeto precioso, exhibiéndolo a la vista de todos, para que nadie se fije en él. "The Mystery of Marie Roget" ("El misterio de Marie Roget") se reduce a la discusión abstracta y a la solución probable de un crimen, sin aventura alguna. En "Thou are the Man" ("Tú eres el hombre"), el culpable, como en cierto relato de Israel Zangwhile, resulta ser el propio detective. En "The Gold Bug" ("El escarabajo de oro"), el investigador descifra un texto criptográfico, que le revelará el preciso lugar de un tesoro escondido. Poe ha tenido muchos continuadores; bástenos mencionar por ahora a su contemporáneo Dickens, a Stevenson y Chesterton. 
La tradición intelectual del género iniciado por Edgar Allan Poe ha encontrado continuadores más puros en Inglaterra que en su patria. Recordaremos entre los norteamericanos algunos nombres. 

WILLARD HUNTINGTON WRIGHT (1888-1939) nació en Charlotiesville, Virginia. Estudió en California y en Harvard, en París y en Munich. Dirigió, con Mencken, y con Nathan, la famosa revista The Smart Set. Su destino literario es curioso: sus libros serios, Lo que Nietzsche enseñó, Pintura moderna, El porvenir de la pintura, pertenecen hoy al olvido; las novelas policiales que escribió para distraer una convalecencia lo hicieron célebre. Las publicó bajo el pseudónimo de S. S. Van Dine. Recordemos El caso Benson, El crimen de la Canaria, El Crimen del casino. El héroe Filo Vanee es, por su urbanidad y pedantería, una evidente proyección del autor. 

ERLE STANLEY GARDNER nació en 1889 en Maiden, Massachussetts. Como Jack London, fue minero en Alaska. Se recibió de abogado en California, donde ejerció con brillo su profesión durante más de veinte años. También es abogado Perry Mason, protagonista de la larga serie de sus novelas. Citaremos El obispo tartamudo, El canario rengo, La vaca musical, El cadáver en fuga, Asesinato imperfecto, El cómplice nervioso. Su obras fueron traducidas a dieciséis idiomas. Su fama en los Estados Unidos superó a la de Conan Doyle. Muchas veces empleó el pseudónimo de A. A. Fair. 

Frederick Dannay y Lee Manfred, su primo, han hecho famoso el pseudónimo de ELLERY QUEEN, que es asimismo el protagonista de sus novelas, redactadas en tercera persona. Iniciaron su conjunta carrera con The Roman Hat Mystery (El misterio del sombrero romano) (1929), que ganó un premio. De sus muchos libros mencionaremos The Egyptian Cross Mystery (El misterio de la Cruz egipcia), The Chinese Orange Mystery (El misterio de la naranja china), The Greek Coffin Mystery (El misterio del féretro griego), The Siamise Twin Mystery (El misterio de los hermanos siameses), The Spanish Cape Mystery (El misterio de la capa española). Sus libros se distinguen por la escrupulosa probidad, los vívidos rasgos dramáticos y la resolución ingeniosa de los problemas. Han sido elogiados por Priestley. 

DASHIELL HAMMETT nació en Maryland en 1894. Fue vendedor de diarios, mensajero, estibador, agente de publicidad y durante siete años detective en la famosa agencia Pinkerton. La novela policial, hasta él, había sido abstracta e intelectual; Hammett nos hace conocer la realidad del mundo criminal y de las tareas policiales. Sus detectives no son menos violentos que los forajidos que persiguen. Citemos Red Harvest (Cosecha roja) (1929), The Dain Curse (La maldición de los Dain), The Maltese Falcon (El halcón maltés), The Glass Key (La llave de vidrio), The Thin Man (El hombre flaco). El ambiente de su obra es desagradable. 

La novela policial ha sido desplazada gradualmente por la novela de espionaje y por las ficciones científicas (science-fiction). Ciertos relatos de E. A. Poe ("El caso del señor Valdemar", "La mistificación del globo") ya prefiguran este último género, pero sus más indiscutibles creadores son europeos: en Francia, Julio Verne, cuyas anticipaciones han resultado, en buena parte, proféticas; en Inglaterra, H. G. Wells, cuyos libros tienen mucho de pesadilla. K. Amis ha definido así la science-fiction: "es un relato en prosa cuyo tema es una situación que no podría presentarse en el mundo que conocemos, pero cuya base en la hipótesis de una innovación de cualquier orden, de origen humano o extraterrestre, en el campo de la ciencia y de la tecnología, o, si se quiere, de la pseudo-ciencia o de la pseudo-tecnología". 

Los primeros medios de difusión de la science-fiction fueron revistas y no libros. En abril de 1911 aparece en Modern Electrics el folletín "Ralph 124 C 4: novela del año 1966". Lo escribió el fundador de la revista, Hugo Gernsback y mereció el premio Hugo, creado ulteriormente, que sigue recordando su nombre y que se destina a este género literario. En 1926 Gernsback fundó Amazing Stories, actualmente existen en los Estados Unidos más de veinte revistas análogas. No se trata de un género popular; los lectores son, en general, ingenieros, químicos, hombres de ciencia, tecnólogos y estudiantes, con un predominio notable de hombres. Su entusiasmo suele llevarlos a agruparse en clubs que abarcan todo el ámbito del país y se cuentan por decenas. Una de estas federaciones se llama no sin humorismo "Los pequeños monstruos de América". 

HOWARD PHILLIPS LOVECRAFT (1890-1937) nació en Providence, Rhode Island. Muy sensible y de salud delicada, fue educado por su madre viuda y sus tías. Gustaba, como Hawthorne, de la soledad y aunque trabajaba de día lo hacía con las persianas bajas. 
En 1924 se casó y fijó su residencia en Brooklyn; en 1929 se divorció y volvió a Providence, donde retomó su vida de soledad. Murió de cáncer. Detestaba el presente y profesaba el culto del siglo XVIII. 
Lo atraía la ciencia; su primer artículo trataba de astronomía. En vida publicó un solo libro; después de su muerte, sus amigos reunieron en volúmenes su obra considerable, antes dispersa en antologías y revistas. Estudiosamente imitó el patético estilo y las resonancias de Poe y escribió pesadillas cósmicas. En sus relatos hay seres de remotos planetas y de épocas antiguas o futuras que moran en cuerpos humanos para estudiar el universo o, inversamente, almas de nuestro tiempo que, durante el sueño, exploran mundos monstruosos, lejanos en el tiempo y en el espacio. Entre sus obras recordaremos The Colour Out of Space (El color que cayó del cielo), The Dunwich Horror (El horror de Dunwich), The Rats in the Wall (Las ratas en la pared). 
Dejó asimismo un epistolario copioso. Al influjo de Poe cabe agregar el del cuentista visionario Arthur Machen. 

ROBERT HEINLEIN (1907) nació en Bulton. Su vida es heterogénea; ensayó la aviación, la marina, la física, la química, la venta de propiedades, la política, la arquitectura y, a partir de 1934, las letras. Su precaria salud lo obligó a esos cambios. Heinlein opina que, después de la poesía, la science-fiction es el más arduo de los géneros literarios y el único capaz de reflejar el espíritu genuino de nuestro tiempo. Su obra múltiple está destinada principalmente a los jóvenes. Ha abordado la radio, la televisión y el cinematógrafo. De su labor, que ha sido traducida a muchos idiomas, mencionaremos los siguientes títulos: Beyond the Horizon (Más allá del horizonte) (1948), Red Planet (Planeta rojo) (1949), Farmer in the Sky (Granjero en el cielo), The Man who Sold the Moon (El hombre que vendió la luna) (1950), Between the Planets (Entre los planetas) (1951), Assignement in Eternity (Nombramiento en la eternidad). 

De ascendencia holandesa, ALFRED ELTON VAN VOGT (1912) nació en el Canadá. Se crió en las praderas de Saskatchawara; desde niño tuvo la extraña certidumbre de ser una persona común, rodeada de personas comunes, lejos de toda posible grandeza. A los doce años inició su carrera literaria con la publicación de un cuento autobiográfico al cual siguieron otros análogos o de carácter sentimental. Siempre lo atrajo la science-fiction, pero sus primeros ensayos en este género datan de 1939. Uno de sus temas preferidos es el de un hombre que no sabe quién es y que va en busca de sí mismo sin lograr del todo su intento. Lo mecánico le interesa menos que lo mental. Su obra se inspira en las matemáticas, en la lógica, en la semántica, la cibernética y la hipnosis. Lo heterogéneo de estas fuentes ha hecho que los puristas de la science-fiction lo acusen de heterodoxia. Van Vogt ha escrito que basta liberarse de falsos preconceptos para lograr metas más altas. Ha publicado un libro sobre la eficacia terapéutica de la hipnosis. Mencionaremos sus relatos Slan (1946), The Book of Ptah (El libro de Ptah) (1948), epopeya de un orbe imaginario, The World of A (El mundo de A) (1948), basado en la semántica general. En colaboración con Hedna May Hull, su mujer, escribió Out of the Unknown (Desde lo desconocido) (1948). 

Mayor renombre que los anteriores ha alcanzado RAY BRADBURY (1920). Nació en Waulkegan, Illinois. Desde niño las aventuras de Tarzán y el ejercicio de la prestidigitación lo habían acostumbrado a vivir en un mundo fantástico. La temprana lectura de Amazing Stories lo llevó a la science-fiction. A los doce años le regalaron una máquina de escribir. En 1935, mientras estaba en el colegio, siguió un curso sobre la técnica del relato. Desde entonces se habituó a escribir cada día mil o dos mil palabras. A partir de 1941 colaboró en diversas revistas del género así como en el American Mercury. En 1946 ganó el premio de The Best American Short Stories, que había sido el ideal de su niñez. Su primer libro, Dark Carnival (Carnaval obscuro) data de 1947; Crónicas marcianas, de 1950; The Illustrated Man (El hombre ilustrado), de 1951; Farenheit 451, de 1953; The Golden Apples of the Sun (Las manzanas de oro del Sol), de 1953, título tomado de Yeats; Switch on the Night (Encienda la noche), de 1955. Estos libros han sido traducidos a casi todos los idiomas. 
"La science-fiction es un martillo maravilloso; me propongo usarlo para que los hombres vivan como quieran", ha escrito Bradbury. Amis, que censura su sentimentalismo, admite su excelencia literaria y su fuerza irónica. Bradbury ve en la conquista del espacio una extensión de la mecanización y del tedio de nuestra cultura contemporánea. En su obra asoman la pesadilla y a veces la crueldad, pero ante todo la tristeza. Los porvenires que anticipa nada tienen de utópicos; son más bien advertencias de peligros que la humanidad puede y debe eludir. 

Pasemos ahora al Western. Aunque de otro linaje, el cowboy no habrá diferido mayormente del gaucho. Los dos fueron jinetes de la llanura; los dos lucharon con el indio, con los rigores del desierto y con la hacienda brava. Fueron desangrándose en guerras que acaso no acabaron de comprender. Pese a esta identidad fundamental, las literaturas que inspiraron son muy distintas. Para los escritores argentinos —recordemos el Martín Fierro y las novelas de Eduardo Gutiérrez— el gaucho encarna la rebeldía y no pocas veces el crimen; la preocupación ética de los norteamericanos, basada en el protestantismo, los llevó a representar en el cowboy el triunfo del bien sobre el mal. El gaucho de la tradición literaria suele ser un matrero; el cowboy puede ser un sheriff o un hacendado. Ahora ambos personajes son legendarios. El cinematógrafo ha difundido en el mundo entero el mito del cowboy, curiosamente Italia y el Japón se han dedicado a producir películas del Oeste, del todo ajenas a su historia y a su cultura. 

La literatura del cowboy tiene su humilde origen en los dime novels o novelas de diez centavos cuya circulación empezó hacia 1860 y duró hasta fines del siglo. Los temas eran históricos, y en general su estilo se asemejaba a la manera romántica de Dumas. Agotada la historia de la Colonia, de la Independencia y de la Guerra Civil, abordaron la conquista del Oeste, the Winning of the West. Como figura representativa de la frontera surge entonces el cowboy

De los cultores de este género, el más conocido es ZANE GREY (1872-1939). Nació en Zanesville, Ohio. Fue hijo de un hachero, se educó en una Universidad de Pennsylvania y ejerció la profesión de dentista antes de dedicarse a las letras. Sus primeras publicaciones datan de 1904. De las sesenta novelas que ha dejado mencionaremos El último de los llaneros (1908), Oro del desierto (1913), El jinete misterioso (1921). Muchas de éstas fueron llevadas al cinematógrafo. De su obra, que ha sido traducida a casi todos los idiomas y sigue siendo muy leída, en particular por los niños y los jóvenes, se han vendido en conjunto más de trece millones de ejemplares. 

A diferencia de la poesía gauchesca, que nació poco después de la revolución de 1810, el western norteamericano es un género subalterno y tardío. Fuerza es admitir, sin embargo, que es una forma de la épica y que ha legado un símbolo al mundo, el cowboy solitario, justo y valiente.



En Introducción a la literatura norteamericana (1967)
En colaboración con Esther Zemborain de Torres
Imagen: Exposición 30 años de la muerte de Borges en el Teatro Colón 
Fotos seleccionadas por Amanda Ortega (Incluidas las propias)


15/2/16

Jorge Luis Borges: Los poetas






En 1855, Whitman había declarado que su obra no era otra cosa que un conjunto de sugestiones y de apuntes y que los poetas venideros la justificarían y cumplirían. Medio siglo tardada su patria arrebatada por la delicada música de Tennyson y de Swinburne en recoger la herencia de Leaves of Grass

Uno de los primeros innovadores fue Edgar Lee Masters (1868-1950). Nació en Garnett, Kansas, ejerció la abogacía en Chicago y a partir de 1898 publicó libros poéticos y dramáticos, sin mayor resonancia. En 1915 lo hizo bruscamente famoso la Spoon River Anthology, que le fue sugerida por una lectura casual de la Antología griega. Integran este libro, que es una suerte de comedia humana, doscientos cincuenta epitafios o, mejor dicho, confesiones de otros tantos muertos de un obscuro pueblo de provincia, que nos revelan su intimidad. Ahí está Anne Rutledge, "adorada en vida por Abraham Lincoln, desposada con él no por la unión sino por la separación"; ahí está el poeta Petit, que, insensible a la vida que lo rodea, fabrica polvorientos triolets, "mientras Homero y Whitman rugían en los pinos"; ahí está Benjamín Pantier, a quien ha sostenido siempre el amor de su mujer, que no lo quería. La obra está escrita en verso libre y es la única importante que nos ha legado este autor. 

Edwin Arlington Robinson (1869-1935) nació en Head Tide, Maine, se educó en Harvard y fue inspector municipal. Teodoro Roosevelt, impresionado por la lectura de sus poemas, le dio en 1905 un cargo en la aduana de Nueva York. Obtuvo tres veces el premio Pulitzer: la primera en 1922, por una reedición de poemas anteriores publicados a partir de 1896; la segunda en 1924, por The Man Who Died Twice (El hombre que murió dos veces); la última en 1927, por Tristram, que forma parte de una serie de obras sobre la leyenda del rey Arturo. Muchas de sus poesías son, como las de Masters, retratos psicológicos de personas imaginarias, pero ejecutados bajo la compleja influencia de Browning. Su estilo es tradicional; Robinson es un poeta elocuente en el buen sentido de la palabra. Ahora, casi olvidado, salvo por las historias de la literatura, ha sido juzgado por el crítico John Crowe Ransom uno de los tres mayores poetas de Norteamérica entre 1900 y 1950. Los otros dos eran T. S. Eliot y Robert Frost. En su obra perdura la severidad puritana, que lo llevaría después a un pesimismo materialista. 

Sin duda, el más respetado y querido de los poetas de su patria, Robert Lee Frost (1874-1963) no pertenece a la efusiva tradición de Walt Whitman sino más bien a la reticente pero no menos sensible de Emerson. Aunque nacido en San Francisco de California, es por su linaje, por su carácter y por los temas de su obra un poeta de Nueva Inglaterra, es decir de aquella región de los Estados Unidos de cultura más antigua y más asentada. Trabajó en una hilandería, estudió en Harvard, donde no se graduó, fue sucesivamente maestro, zapatero, periodista y, al fin, granjero. En 1912 se estableció con su familia en Inglaterra, donde se hizo amigo de Rupert Brooke, Lascelles Abercrombie y otros poetas. Descubrió tardíamente su vocación. Su primera obra importante, North of Boston (Al norte de Boston), data de 1914 y se publicó en Inglaterra. A este libro, que fijó su fama, siguieron muchos otros. En 1915 regresó a los Estados Unidos y fue nombrado profesor de Poesía en Harvard. Norteamérica ya reconocía en él a su poeta. Recibió cuatro veces el premio Pulitzer de poesía; en 1938, la medalla de la Academia Americana de Artes y Letras, y en 1941, la de la Sociedad de Poesía de América. Dieciséis universidades lo hicieron doctor honoris causa

Frost se ha definido como poeta de la sinécdoque o sea de aquella figura retórica que usa la parte por el todo. En efecto, hay composiciones de Frost, a primera vista triviales, que encierran un sentido complejo. Pueden leerse así, en varios planos, el de lo declarado y el de lo sugerido y latente. Ese procedimiento corresponde al understatement, al no decir del todo las cosas, que es tan característico de Inglaterra y de Nueva Inglaterra. Lo rural y lo cotidiano le sirven para la suficiente y lacónica sugestión de realidades espirituales. Es a la vez tranquilo y enigmático. Desdeñoso del verso libre, ha cultivado siempre las formas clásicas y las maneja con secreta maestría y sin apariencia de esfuerzo. Los poemas no son obscuros; cada uno de los planos que encierran y que podemos interpretar de diverso modo satisface nuestra imaginación, pero su número es indefinido. Así, para un lector Acquainted with the Night (Que ha conocido la noche) es una confesión de antiguas experiencias clandestinas en barrios bajos; para otro, la palabra noche puede no ser un emblema del mal sino de la miseria, de la muerte o del misterio. Stopping by Woods on a Snowy Evening (Detención entre los bosques una tarde de nieve) refiere un episodio verdadero o imaginarlo, de innegable gracia visual; es lícito leerlo literalmente, pero también como una larga metáfora. Lo mismo cabría decir del poema The Road not Taken (La senda no tomada), cuyo primer verso nos muestra un bosque amarillo, que empieza por ser real, y que al fin es también un símbolo de la nostalgia que hay en toda elección. 

Muerto Robert Frost, Carl Sandburg (1878), que de algún modo es su reverso, es ahora el poeta más conocido de los Estados Unidos, si bien una parte de su nombradía se debe a la monumental Vida de Abraham Lincoln en seis volúmenes, que le valió en 1950 el premio Pulitzer. Hijo de inmigrantes suecos, nació en Galesburg, Illinois. Fue sucesivamente repartidor de leche, camionero, albañil, cosechero, lavaplatos, soldado en Puerto Rico durante la guerra con España, periodista y estudiante de letras. Su primera obra In Reckless Ecstasy (En intrépido éxtasis), publicada en 1904, no halló eco. Diez años después le dieron fama sus colaboraciones en la revista Poetry de Harriet Monroe en Chicago. En 1916 dio a conocer sus Chicago Poems. Fue premiado por la Sociedad de Poesía de América en 1919 y 1920. Recorrió luego el país cantando, recitando y recogiendo coplas populares que reuniría en 1927 en el American Song Bag (Bolsa de los cantares americanos). Entre sus muchos libros citaremos Smoke and Steel (Humo y acero) (1920), Good Morning America (Buenos días, América) (1928), The People, Yes (El pueblo, sí) (1936). En 1950 sus Poesías completas merecieron el premio Pulitzer. 

En toda su obra es evidente el influjo de Whitman. Ambos manejan el verso libre y el slang, si bien éste último, en Sandburg, es más espontáneo y más rico. Al principio fue poeta de la energía y aun de la violencia y la vulgaridad; después lo fue de la melancolía y la nostalgia. Este proceso se cifra en una de sus páginas más famosas, Cool Tombs (Frescas sepulturas). 

Como Masters y Sandburg, Nicholas Vachel Lindsay (1879-1931) nació en Springfield, Illinois, patria de Lincoln, cuyo ferviente culto compartieron. Siguió clases en el Instituto de Arte de Chicago; de día trabajaba en una tienda. Continuó esos estudios en la Facultad de Arte de Nueva York sin lograr vender sus dibujos. Abordó entonces la poesía. Hasta 1913, fecha de la publicación de su más famoso poema, General William Booth Enters into Heaven (El general Booth entra en el reino de los cielos), por Harriet Monroe, recorrió a pie el Oeste, ganándose la vida como juglar, recitando sus propios versos a cambio de comida y de teatro. En 1925 se casó y vivió en Spokane, Washington; seis años después se dio muerte en Springfield. Sus obras incluyen Handy Guide for Beggars (Guía para mendigos), The Chinese Nightingale (El ruiseñor chino), The Golden Whales of California (Las ballenas de oro de California) y Every Soul is a Circus (Cada alma es un circo). 

Lindsay quiso ser el poeta del Ejército de Salvación. Fue versificando una mitología de personajes populares: Andrew Jackson, héroe de la Guerra de la Independencia y de las guerras contra los indios; el abolicionista John Brown; Lincoln y Mary Pickford. Su obra es muy despareja; influyeron en ella el fervor religioso de los spirituals y el jazz. En ciertos poemas el autor indica los instrumentos y la melodía que deben acompañar las palabras. 

Hasta ahora, la contribución de los negros americanos a la poesía ha sido menos importante que su contribución a la música. Citaremos en primer término a James Langston Hughes (1902), nacido en Joplin, Missouri, que, como Sandburg, desciende literariamente de Whitman. Su obra, que usa ritmos de jazz, incluye Dear Lovely Death (Querida hermosa muerte), The Dream Keeper (El guardián de sueños), Shakespeare in Harlem, One Way Ticket (Pasaje de ida) y la autobiografía Big Sea (El mar grande). Sus versos son patéticos y no pocas veces sardónicos. 

Más trabajada y más sensible es la labor de Countee Cullen (1903-1946), que estudió en Nueva York, su ciudad natal, y en la Universidad de Harvard. Publicó entre otros libros, Copper Sun (Sol de cobre), The Black Christ (El Cristo negro) y una versión de la Medea de Eurípides. Compiló dos antologías de poesía negra, pero lo racial le interesó menos que lo íntimo. La crítica ha advertido en sus poemas el influjo de Keats.



En Borges, J. L.- Esther Zemborain de Torres Duggan:
Introducción a la literatura norteamericana (1967)
Incluido Obras completas en colaboración
© María Kodama, 1995
© Emecé Editores, 1979, 1991 y 1997
Barcelona,1997

Imagen: Caricatura de JLB por Hermenegildo Sábat
en The New York Times, septiembre 1970
Incluida en Horacio Jorge Becco:
J.L.Borges Bibliografía total 1923-1973
Buenos Aires, Casa Pardo, 1973



29/10/15

Jorge Luis Borges: La poesía oral de los pieles rojas








Es acaso una lástima que la mejor antología inglesa de esta poesía, The Path on the Rainbow (El sendero sobre el arco iris) de George Cronyn, date de 1918, fecha que corresponde a la difusión de la escuela imagista. El influjo de esta escuela sobre los traductores nos parece evidente, salvo que postulemos un influjo retrospectivo de Ezra Pound sobre los pieles rojas. Sea lo que fuere, traducir un poema es trasladarlo no sólo a un idioma distinto sino a otras circunstancias históricas y a otra cultura. 

La poesía que ofrece a nuestra curiosidad The Path on the Rainbow sorprende por su contemplativa percepción del mundo visual, por su delicadeza, por su magia y por su laconismo. Hay composiciones que constan de un solo verso; por ejemplo, este sortilegio de un hechicero:

                                                 Mato, cantando. 

O: 

                          ¿Son hombres o son dioses los que salen de la espesura? 

O estas líneas dichas por un indio, al morir: 

Toda mi vida estuve buscando, buscando. 
                                      En los cantares mágicos, el hombre se identifica con la divinidad. 
                Soy el que lleva en la frente el lucero de la mañana. 

Los filólogos no han descubierto aún la métrica del indio; cada poema corresponde a una danza e incluye sílabas sin sentido. Por su diverso ritmo, los oyentes saben si una canción es amorosa, épica o mágica, aunque no entiendan el idioma. Sus metáforas no se justifican lógicamente pero son eficaces; un cantar invoca los zorros de plata de la luna. 

Hemos hablado de sortilegios que podían causar la muerte de un hombre; también los irlandeses atribuyeron ese poder al género satírico. Los pieles rojas poseían canciones curativas, canciones para alcanzar el amor o para alcanzar la victoria. Compusieron versos que un hombre solamente podía confiar a otro en la hora de la muerte. Según la frase de Baudelaire, estas cosas son como el eco de un mundo ausente, lejano, casi difunto. 

Finalmente citemos este cantar de los indios navajos: 

                                                                   ¡La urraca! ¡la urraca! 
                     En la blancura de las alas están las huellas del alba.
 ¡Amanece! ¡Amanece! 

A juzgar por el testimonio de Parkmang por las traducciones, los iroqueses cultivaron con éxito la oratoria política.




En Introducción a la literatura norteamericana (1967)
En colaboración con Esther Zemborain de Torres
Foto:  Jorge Luis Borges y Esther Zemborain de Torres (sentados)
De pie: Joaquín Piñeros Corpas, Ramón de Zubiría, Danilo Cruz Vélez
Pedro Gómez Valderrama, Jorge Rojas, Aurelio Arturo
Arturo Camacho Ramirez y Jaime Paredes Pardo
Universidad de los Andes, Colombia,  Julio de 1965
Publicada por Umberto Cobo, Diatribas, 1996



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