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16/10/18

Borges profesor (final): Apéndice. El alfabeto rúnico




El futhorc o alfabeto rúnico anglosajón


  Las runas, antiguo alfabeto de las gentes germánicas, fueron utilizadas durante más de diez siglos para escribir formas arcaicas del sueco, el danés, el noruego, el frisio, el inglés, el franco y el gótico.[570] Abundan las inscripciones en cuchillos, fíbulas, anillos, medallones y piedras.

  Las runas nunca fueron un alfabeto literario. Se las utilizó mayormente para escribir conmemoraciones, epitafios o lacónicas declaraciones de autoría, propiedad o herencia. Las inscripciones suelen ser breves; la siguiente, grabada sobre el cuerno de Gallehus, es un buen ejemplo:

  «Yo, Hlewagastir, [hijo] de Holti, hice [este cuerno]»

  Si bien hay excepcionalmente inscripciones largas y hasta muy largas, la mayoría consta sólo de una o dos palabras, como la que sigue, tallada en una especie de cartuchera de madera:

  «Hagidarar hizo [esta caja]»

Las inscripciones más extensas fueron talladas en Suecia durante la era vikinga. Veamos por ejemplo la siguiente, grabada en una piedra por órdenes del rey Harald el del Diente Azul:

  «El rey Harald hizo erigir este monumento en memoria de su padre Gorm y su madre Thorvi. Éste era el Harald que ganó toda Dinamarca para sí y Noruega, e hizo a los Daneses cristianos».

  Una piedra cerca de Veda, en Uppland, Suecia, reza:

  «Torsten hizo [esta piedra] en memoria de Arnmund, su hijo, y compró esta granja, y se enriqueció en el este, en Garðaríki».

  Una piedra en Grípsholm recuerda a una expedición vikinga que tuvo un final poco feliz:

  «Tóla levantó esta piedra en memoria de su hermano Harald, hermano de Ingvar.

  Como hombres viajaron lejos a buscar el oro
  Y en el este alimentaron al águila.
  Murieron en el sur, en Serkland»

  De las inscripciones rúnicas de la Inglaterra anglosajona, la más excepcional es la que aparece en la cruz de Ruthwell. Consiste en un fragmento, escrito en runas, del poema anglosajón titulado La Visión de la Cruz, que Borges menciona en su sexta clase.


  Procedencia y orígenes

  El origen de este alfabeto ha sido siempre un tema de debate entre los estudiosos; existen varias teorías diferentes. Algunos autores han intentado demostrar que las runas proceden del alfabeto latino o del griego. Más recientemente se ha sugerido que descienden de los alfabetos noritálicos utilizados por los etruscos. El investigador danés Erik Moltke ha sugerido asimismo que el alfabeto rúnico puede ser obra de tribus germánicas que habitaban al sur de Jutlandia, en Dinamarca. Ninguna de estas hipótesis ha podido ser demostrada aún.

  Con respecto a la época de su creación, la mayoría de los investigadores coincide en afirmar que el alfabeto rúnico debe de haber sido inventado en algún momento cercano a los comienzos de nuestra era.

 La mayoría de las inscripciones han sido encontradas en Suecia; las hay también en Noruega, Dinamarca y Alemania y ha habido también hallazgos en lugares distantes como Rumania o Hungría. Anglos y sajones las llevaron desde el continente a Inglaterra a través del Canal de la Mancha; los vikingos llevaron consigo el alfabeto rúnico a regiones aún más remotas. En el suelo de mármol de la catedral de Hagia Sophia, en Estambul, un hombre del norte talló una inscripción. Los siglos la han borrado, pero todavía puede leerse su nombre escrito en letras rúnicas: Halfdan.

  Las runas comenzaron a perder terreno en las distintas regiones en que eran utilizadas con la llegada del Cristianismo, a medida que crecía la influencia del alfabeto romano. En Inglaterra se las abandonó cerca del año 1000; en Escandinavia continuaron en uso hasta entrada la Edad Media y se las siguió utilizando con fines anticuarios hasta nuestros días.


  Forma y características

  Las runas deben su apariencia angular al hecho de que fueron inventadas para ser talladas en superficies duras. Muy probablemente, la madera era el material más utilizado para escribir con runas. Sin embargo, la madera no se conserva bien y ésta es probablemente la razón por la que la mayoría de las inscripciones en este alfabeto que han llegado hasta nosotros son aquellas que fueron realizadas en materiales más resistentes, como el metal o la piedra.

  El alfabeto rúnico recibe el nombre de futhark por las seis primeras letras que lo conforman.[571] Como muchos otros alfabetos, el rúnico sigue el principio acrofónico. Esto significa sencillamente que a cada runa le corresponde un nombre cuyo primer sonido es —en la mayoría de los casos— el de la runa a la que está asociado.

  Estos nombres aparecen por primera vez en manuscritos medievales, pero en realidad son mucho más antiguos: los nombres escandinavos coinciden en gran parte con los anglosajones; esto hace suponer que se remontan a un origen germánico común.

  El orden de las letras es peculiar, y es posible que obedezca a alguna herramienta mnemónica que se ha perdido.


Notas
[570] El texto de este apéndice está en parte basado en el artículo titulado «Escrito en la Piedra», por Martín Hadis, aparecido en Idiomanía, año 4, N° 39, agosto 1995.
[571] En Inglaterra, una nueva runa que correspondía al sonido [o] reemplazó en el cuarto lugar del alfabeto rúnico anglosajón a la runa que correspondía a la [a] germánica. El alfabeto rúnico anglosajón recibe por esta razón el nombre de futhorc



Traducciones del inglés antiguo por Martín Hadis

La mayoría de los textos anglosajones a los que Borges hace referencia durante este curso han sido traducidos por él mismo al castellano (esto se indica en cada caso a pie de página ante la primera mención de cada poema).

Varios de los poemas que el profesor menciona no se encuentran, sin embargo, en ninguno de sus libros. Este anexo intenta complementar las clases con traducciones de aquellos textos anglosajones que no han sido traducidos por Borges y que son de hecho muy difíciles —si no imposibles— de encontrar en castellano. Estos textos son:

• Fragmento final de la Gesta de Beowulf: La batalla de Brunanburh (con la traducción de Tennyson, «The Battle of Brunanburh»)
• La «Batalla de Maldon»
• La «Elegía del Hombre Errante»
• «La Visión de la Cruz»
• Tres conjuros anglosajones

Siguiendo el ejemplo de Borges, estas traducciones intentan ser literales; el uso de la prosa tiene la ventaja de preservar, además del sentido, la sencillez y la fuerza del verso original.

En Borges, profesor
Curso de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires
Edición, investigación y notas: Martín Arias & Martín Hadis
Buenos Aires © María Kodama, 2000



12/10/18

Borges profesor: Anexo anglosajón. "La visión de la cruz"






Este poema, tradicionalmente considerado el mejor de toda la poesía cristiana anglosajona, ha sido justamente alabado por la riqueza de su contenido y la complejidad de su composición. El poema narra una experiencia mística basada en la personificación de la Cruz; en el relato se funden asimismo la naturaleza divina y humana de Cristo. El texto original pertenece al Libro de Vercelli, pero se han encontrado además varios versos de este poema tallados en letras rúnicas sobre la cruz de piedra de Ruthwell (Véase el apéndice sobre el alfabeto rúnico -en breve en este blog-). Se traducen aquí las líneas 1-77. Muchos autores afirman que la segunda parte del poema es un agregado posterior compuesto por otro autor.
  
  Sí, quiero relatar el mejor de los sueños, que acudió a mí a medianoche, cuando aquellos capaces de voz dormían en sus lechos. Me pareció ver a un maravilloso madero bañado en luz extenderse en el aire, el más resplandeciente de los árboles. Todo ese estandarte estaba cubierto de oro, y hermosas gemas relucían en los extremos de la Tierra; otras cinco había donde los ejes se encontraban. Todos miraban, por eterno decreto, al ángel de Dios; no era aquél por cierto el castigo de un malhechor, sino aquel que observaban los santos espíritus y los hombres en la tierra, y la gloria entera de la Creación. Maravilloso era aquel árbol de victoria y yo, condenado por mis pecados, manchado por mis culpas, vi al árbol de gloria, cubierto con ropajes, brillar con júbilo, revestido de oro, adornado con espléndidas gemas, el árbol del Señor.

  Mas pude percibir a través de ese oro el sufrimiento que debieron soportar aquellos desventurados, cuando comenzó a fluir la sangre por su lado derecho. Yo estaba atribulado, atemorizado por esa hermosa visión. Vi aquel signo cambiante mudar colores y ornamentos —por momentos cubierto de sangre, por momentos revestido de tesoros—. Mas permanecí allí largo rato, contemplé angustiado el árbol del Salvador, hasta que lo escuché pronunciar palabras. La mejor de las maderas comenzó a hablar:

  «Sucedió hace mucho tiempo. Pero recuerdo aún que fui talada en un lindero del bosque, arrancada de mi tronco. Se apoderaron de mí fuertes enemigos; me convirtieron en un espectáculo para sus propios fines; me ordenaron sostener a sus criminales. Me llevaron los soldados sobre sus hombros hasta que me irguieron en una colina. Suficientes enemigos[564] me fijaron allí. Entonces vi al rey de los hombres avanzar con valentía para subir a mí. No me atreví entonces a doblarme o quebrarme, a desafiar la palabra del Señor, aunque vi temblar a la misma superficie de la tierra. Podría haber derribado a todos sus enemigos, mas debí permanecer firme.

  «Se desvistió entonces ese joven héroe que era Dios Todopoderoso. Ascendió entonces al alto madero, valiente a la vista de muchos, el que luego liberaría a la humanidad. Temblé cuando me abrazó, mas no me atreví a dejarme caer sobre el suelo, a precipitarme sobre la tierra: debí mantenerme firme.

  «Cruz fui levantada. Alcé al poderoso Rey, al Señor de los Cielos; no me atreví a inclinarme. Me atravesaron con oscuros clavos, en mí son aún visibles aquellas heridas, esas dentelladas maliciosas. Pero no me atreví a herir a ninguno de ellos.

  «Se mofaban de ambos, de nosotros dos juntos, yo estaba bañada en la sangre que había manado del lado de aquel Hombre, después de que hubo dado el espíritu. Tremendas aflicciones debí soportar sobre esa colina: vi al Señor de las Gentes sufrir tormento. Las tinieblas envolvieron con nubes el cuerpo del Señor, a su luz resplandeciente. Las sombras avanzaron, oscuras, bajo el cielo. Toda la Creación lloró, lamentando la muerte del Señor. Cristo estaba en la Cruz.

  «Mas vinieron luego desde lejos hombres ansiosos hacia el Príncipe[565]; yo vi todo aquello.

  «Dolorida estaba yo, angustiada por mis pesares, mas me incliné humildemente hacia las manos de esos guerreros, con gran fervor. Se llevaron de allí al Todopoderoso Dios, lo bajaron de esa cruel tortura. Me abandonaron los hombres cubierta de sangre, herida por las flechas.[566]

  «Acostaron allí al hombre extenuado, se colocaron a los lados de la cabeza de su cuerpo, observaron allí al Señor de los Cielos, y éste descansó un tiempo allí, agotado por la terrible pugna.

  «Comenzaron entonces esos hombres a prepararle un sepulcro a la vista de quien le había dado muerte.[567] Tallaron un ataúd de piedra reluciente y colocaron en su interior al Señor de las Victorias. Cantaron entonces una canción doliente, tristes en el atardecer, y partieron luego exhaustos, dejándolo allí en poca compañía.

  «Mas nosotras[568] permanecimos allí largo rato, fijas en ese lugar. Las voces de los hombres ascendieron[569]; el cuerpo se enfrió, esa maravillosa morada de la vida. Entonces nos derribaron, caímos todas a la tierra —ése fue un horrible destino— y fuimos enterradas en un pozo profundo.

  «Mas los sirvientes del Señor, sus amigos, se enteraron de ello y me encontraron, y me cubrieron luego de oro y de plata.»


Notas

[564] Quiere decir «gran cantidad de enemigos».
[565] Los «hombres ansiosos» son los apóstoles, José y Nicodemo; el Príncipe, Cristo. 
[566] «Las flechas» son una metáfora para los oscuros clavos que atravesaron la cruz. 
[567] La Cruz se refiere a sí misma, ya que se siente responsable de la muerte de Cristo. 
[568] Al decir «nosotras», la Cruz se refiere a ella misma y a las otras dos cruces que había sobre la colina.  «Las voces ascendieron» significa que el canto de los apóstoles cesó.


Traducciones del inglés antiguo por Martín Hadis

La mayoría de los textos anglosajones a los que Borges hace referencia durante este curso han sido traducidos por él mismo al castellano (esto se indica en cada caso a pie de página ante la primera mención de cada poema).

Varios de los poemas que el profesor menciona no se encuentran, sin embargo, en ninguno de sus libros. Este anexo intenta complementar las clases con traducciones de aquellos textos anglosajones que no han sido traducidos por Borges y que son de hecho muy difíciles —si no imposibles— de encontrar en castellano. Estos textos son:

• Fragmento final de la Gesta de Beowulf: La batalla de Brunanburh (con la traducción de Tennyson, «The Battle of Brunanburh»)
• La «Batalla de Maldon»
• La «Elegía del Hombre Errante»
• «La Visión de la Cruz»
• Tres conjuros anglosajones

Siguiendo el ejemplo de Borges, estas traducciones intentan ser literales; el uso de la prosa tiene la ventaja de preservar, además del sentido, la sencillez y la fuerza del verso original.

En Borges, profesor
Curso de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires
Edición, investigación y notas: Martín Arias & Martín Hadis
Buenos Aires © María Kodama, 2000


Imagen: Captura Borges. Encuentro con las Artes y las Letras -1976 RTVE


24/9/18

Borges profesor: Anexo anglosajón. "Elegía del hombre errante"






Como las demás elegías anglosajonas, este poema subraya el carácter transitorio y efímero de los placeres de este mundo. El protagonista es un guerrero que ha conocido la felicidad en el pasado, pero que luego lo ha perdido todo. Triste y solitario, se ve obligado a recorrer los «caminos del exilio» pensando en glorias pasadas, esperando encontrar a alguien que consuele su dolor. Sus recuerdos de un esplendor perdido sirven para ejemplificar la impermanencia de la existencia humana. El poema termina con una exhortación cristiana a buscar seguridad y estabilidad en el Padre de los Cielos.

A menudo el hombre solitario implora piedad, la misericordia del Creador, aunque deba recorrer siempre los caminos del exilio, acuciado por pesares, atravesar largamente las aguas, agitar con las manos[559] los mares helados. El destino ha sido cumplido.
De esta forma habló el viajero, recordando sus pesares, crueles matanzas, la caída de sus gentes:
«Cada madrugada me veo obligado a decir mis penas en soledad. No hay ya nadie entre los vivos a quien yo me atreva a decir mis sentimientos. Sé que es de hecho una noble virtud en un hombre el sujetar su pecho, retener su corazón, piense éste lo que piense.
No podrá un espíritu cansado enfrentar al destino, ni una mente atribulada servir de ayuda, y es por ello que aquellos ansiosos de fama retienen sus pesares en su propio corazón. Así, yo también debo encadenar mi sentir —atormentado y triste, alejado de mi hogar, extrañando a mi gente— desde que hace ya años la oscura tierra envolvió a mi señor y yo debí partir, miserablemente, desolado como el invierno, sobre las olas, buscando un dador de tesoros, un lugar donde —cerca o lejos— pudiera encontrar en la sala a aquel que conozca a los míos,[560] a un señor que consuele a este hombre falto de amigos y lo agasaje con júbilo.
Sabe el que conoce la adversidad cuán cruel es la angustia como compañera para aquel que tiene pocos confidentes. Lo reclaman siempre los caminos del exilio, nunca el oro forjado; siempre el corazón helado, nunca las glorias de esta tierra. Sus pesares le hacen recordar a los hombres en la sala, la entrega de tesoros, y cómo en su juventud lo agasajaba su señor. Pero todos esos goces se han ido.
Sabe esto bien quien se ve forzado a dejar atrás los consejos de su querido señor: que cuando la pena y el sueño aquejan juntos al triste viajero, imagina éste que abraza y besa a su señor y deposita en su rodilla su cabeza y su mano como hacía antaño, en días pasados, cuando disfrutaba de los beneficios del trono. Pero luego despierta el hombre sin amigos, ve ante sí las flavas olas, las aves marinas que se bañan peinando sus plumas, la escarcha que cae y la nieve que se arremolina en el granizo. Se vuelven entonces aún más profundas las heridas de su corazón, doliente por su querido señor; sus penas se renuevan.
Cada vez que la memoria de su gente pasa por su mente, el viajero saluda con júbilo, observa ansioso a los compañeros de los hombres, pero éstos siempre se alejan. Las mentes de los que flotan no traen palabras conocidas.[561] Los pesares regresan a aquel que debe enviar siempre a su espíritu sobre las olas.
No debo por ende preguntarme, mientras atravieso este mundo, cómo es que mi mente no se ennegrece cuando pienso en la vida entera de los earls, cuán bruscamente han abandonado el suelo[562] los orgullosos caballeros. Así también en esta tierra media, cada uno de los días perece y decae.»
Es así que ningún hombre se vuelve sabio antes de haber tenido en este mundo su porción de inviernos. El hombre sabio debe ser paciente: no debe ser iracundo, ni apresurado en su hablar, ni un guerrero débil, ni precipitado, ni temeroso, ni resignado, ni codicioso, ni jactancioso antes de saberlo todo. Cada vez que hace una promesa, el guerrero de espíritu firme debe esperar hasta saber exactamente hacia dónde tienden los pensamientos de su mente.

El guerrero sabio podrá comprender cuán horrible será cuando todas las riquezas de este mundo se hayan consumido, de la misma forma en que en muchos lugares sobre la tierra se yerguen hoy mismo edificios en ruinas, antiguas paredes golpeadas por el viento, cubiertas de hielo. Las salas se han desmoronado; sus señores yacen despojados de toda alegría; su séquito ha caído orgulloso ante el muro. La guerra mató a muchos de ellos, los llevó más allá: a uno lo arrastró un pájaro sobre el alto mar, a otro le dio muerte el canoso lobo,[563] a otro lo escondió un guerrero de rostro entristecido en una fosa en la tierra. Así dañó a esta morada terrena el Creador, hasta que cesó el regocijo de los hombres y las antiguas obras de los gigantes quedaron vacías y en silencio.

Aquel que observara pausadamente esos viejos muros y reflexionara en profundidad sobre nuestra oscura vida, recordaría un sinnúmero de lejanas batallas, y éstas serían sus palabras:
"¿A dónde se ha ido el caballo?
¿A dónde las gentes?
¿Dónde está el distribuidor de tesoros?
¿A dónde se han ido los lugares de las fiestas?
¿Dónde está la algarabía de la sala?
¡Ay, la brillante copa!
¡Ay, el guerrero de armadura!
¡Ay, la majestad del caballero!
Cómo el tiempo ha pasado, oscurecido bajo el yelmo de la noche, como si todo ello jamás hubiera sido. Se yergue ahora tras la partida del amado séquito una alta pared, decorada maravillosamente con formas de serpientes. Los guerreros han sido tomados por la fuerza de las lanzas de fresno —esa arma deseosa de matanzas—; ilustre es su destino. Las laderas de piedra son castigadas por las tormentas, contra la tierra se estrellan terribles nevadas. Así llega entonces la oscuridad, la sombra de la noche, y desde el norte envía al terrible granizo que hostiga a los hombres.
Todo es perecedero en esta tierra; las operaciones del destino cambian al mundo bajo los cielos. La riqueza es pasajera, los amigos se pierden, el hombre es efímero, los parientes perecen; algún día desaparecerán los mismos cimientos de este mundo".

Así habló el sabio de corazón, y se sentó a meditar.

Justo es aquel que mantiene su fe; el hombre no debe dejar salir la aflicción de su pecho demasiado pronto, hasta saber cuál es su remedio y conocer la forma de llevarlo a cabo con coraje.

Tendrá fortuna aquel que busca la misericordia y el consuelo del Padre de los cielos, en quien reside para nosotros toda permanencia.


Notas

[559] «Agitar con las manos»: remar.
[560] Para que un señor otorgara su protección y confianza a un guerrero, era necesario que el señor conociera los orígenes y filiación tribal del candidato.
[561] «Los compañeros de los hombres» y «los que flotan» son expresiones ambiguas. El protagonista parece estar hablando a un tiempo de sus compañeros muertos (a quienes ve aparecer ante sí en su imaginación y sus recuerdos) y de las aves marinas, que son su única compañía en la realidad.
[562] «Cuán bruscamente han abandonado el suelo (de la sala)»: cuán bruscamente han dejado este mundo.
[563] «Bestias de la batalla», animales que aparecen con frecuencia en la épica anglosajona. Compárese con la mención del cuervo, el águila y el lobo en el poema de Brunanburh.


Traducciones del inglés antiguo por Martín Hadis

La mayoría de los textos anglosajones a los que Borges hace referencia durante este curso han sido traducidos por él mismo al castellano (esto se indica en cada caso a pie de página ante la primera mención de cada poema).

Varios de los poemas que el profesor menciona no se encuentran, sin embargo, en ninguno de sus libros. Este anexo intenta complementar las clases con traducciones de aquellos textos anglosajones que no han sido traducidos por Borges y que son de hecho muy difíciles —si no imposibles— de encontrar en castellano. Estos textos son:


• Fragmento final de la Gesta de Beowulf: La batalla de Brunanburh (con la traducción de Tennyson, «The Battle of Brunanburh»)
• La «Batalla de Maldon»
• La «Elegía del Hombre Errante»
• «La Visión de la Cruz»
• Tres conjuros anglosajones

Siguiendo el ejemplo de Borges, estas traducciones intentan ser literales; el uso de la prosa tiene la ventaja de preservar, además del sentido, la sencillez y la fuerza del verso original.


M.H.


En Borges, profesor
Curso de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires
Edición, investigación y notas: Martín Arias & Martín Hadis
Buenos Aires © María Kodama, 2000

Imagen: Borges en caricatura de Pablo Pino


12/9/18

Borges profesor: Anexo. Tres conjuros anglosajones






Wið ymbe
Conjuro contra un enjambre de abejas

La primera parte de este conjuro consiste en una declaración del poder de la tierra. La segunda parte insta al enjambre a bajar al suelo. Según R. K. Gordon, la expresión "mujeres de la victoria" es un elogio destinado a propiciar a las abejas: el propósito de este conjuro no sería impedir que se forme el enjambre, sino evitar que éste se aleje. 

Contra un enjambre de abejas. Toma tierra, arrójala con tu mano derecha bajo tu pie derecho y di:
¡Lo atrapo bajo mi pie, lo he encontrado! 
¡Sí! La tierra tiene poder contra todas las criaturas
y contra la malicia y contra la negligencia,
y contra el poder de la lengua de los hombres.
Arrójales tierra, cuando formen un enjambre, y di:
¡Detenéos, mujeres de la victoria, descended a la tierra!
¡No seáis salvajes, no escapéis más al bosque!
Pensad tanto en mi bienestar
como cada uno de los hombres piensa en su hogar y su sustento.


Wið færstice
Conjuro contra un dolor repentino


Este conjuro tiene como propósito curar el dolor causado por una 'pequeña lanza', clavada en el paciente por elfos, viejas brujas o dioses paganos. Debe recitarse después de preparar un líquido con distintas hierbas curativas. Pronunciado en voz alta, logrará que la aflicción deje el cuerpo del paciente y huya hacia las montañas. El conjuro se refiere vagamente a antiguas tradiciones germánicas de elfos y herreros mágicos; las "poderosas mujeres" de las que habla son probablemente las valquirias. 

Contra una puntada repentina: Manzanilla y la ortiga roja, que crece a través de la casa, y llantén mayor; hervir en manteca.
Resonantes eran ellas, sí, resonantes, cuando cabalgaban sobre la colina.
Resueltas eran, cuando cabalgaban sobre la tierra.
¡Protégete ahora, para que puedas escapar de esta aflicción!
¡Fuera, pequeña lanza, si estás adentro!
Yo estuve bajo los tilos, bajo una liviana coraza
donde las poderosas mujeres alistaban sus fuerzas
y arrojaban gritando sus lanzas. Yo les devolveré otra:
una flecha voladora contra ellas.
¡Fuera, pequeña lanza, si es que está adentro!
Un herrero se sentó, forjó un pequeño cuchillo,
con el hierro lo hirió gravemente:
¡Fuera, pequeña lanza, si estás adentro!
Seis herreros se sentaron, forjaron lanzas de muerte:
¡Fuera pequeña lanza! ¡No estés adentro, lanza!
¡Si hay adentro algo de hierro, obra de viejas brujas, se derretirá!
Si fuiste herido en la piel, o fuiste herido en la carne
O fuiste herido en la sangre, o fuiste herido en el hueso
O fuiste herido en la pierna, que nunca se dañe tu vida.
Si es un dardo de los dioses o un dardo de los elfos
O un dardo de las brujas, yo te ayudaré ahora:
Esto para curarte de un dardo de los dioses, esto para curarte de un dardo de los elfos,
Esto para curarte de un dardo de las brujas: ¡yo te ayudaré!
Escapa hacia la cumbre de la montaña;
¡Sánate! ¡Que Dios te ayude!
Tomar luego el cuchillo, colocar en el líquido.


Æcerbot
Conjuro para un campo yermo


Este conjuro tiene por objetivo restaurar la fertilidad de un campo y lograr una buena cosecha. La primera parte consiste en una compleja ceremonia que involucra bendecir tierra, ramas y hierbas del campo con agua bendita y misas cristianas. La segunda parte, que traducimos aquí, combina elementos cristianos y paganos: Invoca a Cristo y a la Virgen, pero también a Erce, madre de la tierra.

He aquí el remedio con el que puedes mejorar tus tierras, si éstas no producen bien, o si algún daño les ha sido causado por hechicería o brujería... 

Gira tres veces siguiendo el trayecto del sol, luego acuéstate en el suelo y repite las letanías; luego di: sanctus, sanctus, sanctus, hasta el final. Canta luego el Benedicte con los brazos extendidos, y el Magnificat y el Paternoster tres veces, y entrégalo a la alabanza de Cristo y Santa María y la Sagrada Cruz y al beneficio del dueño de este campo, y de todos aquellos que estén bajo su mando. Una vez hecho esto, hay que tomar de los mendigos semillas desconocidas y devolverles luego el doble de la cantidad tomada. Junta luego todas las herramientas del arado; coloca la rama en incienso e hinojo y jabón santo y santa sal. 

Toma luego las semillas, colócalas en el cuerpo del arado y di: 
Erce, Erce, Erce, madre de la tierra
Que el Todopoderoso, el Señor, te otorgue
Campos que crezcan y produzcan
Fértiles y prósperos
Abundancia de cosechas de mijo
Y de amplias cosechas de cebada
Y de blancas cosechas de trigo
Y de todas las cosechas de la tierra.
Que el eterno Señor
Y sus santos que están en el cielo
Protejan a su campo de todos los enemigos
Y contra todo mal
Y contra todas las hechicerías que se siembran
A lo largo y a lo ancho de la tierra.
Ahora ruego al Poderoso que creó a este mundo
Que no haya mujer con tal elocuencia
Ni hombre con tales poderes
Que alcancen a distorsionar estas palabras.
Debe empujarse entonces el arado para abrir el primer surco.
Luego di:
¡Salve, oh Tierra, madre de los hombres!
Sé fértil en los brazos de Dios,
Llena de alimento para dar a los hombres. 
Luego toma comida de todo tipo y haz que horneen un pan tan ancho como las palmas de las manos y amasado con leche y con agua bendita, y colócalo en el primer surco. Luego di:
Un campo repleto de alimento para la humanidad
Oh, campo que creces reluciente, bendito seas
en el santo nombre de Aquel que creó el cielo
y la tierra en la que habitamos.
Que el Dios que creó estas tierras nos otorgue
Prósperos regalos, que cada una de las semillas
Nos sirva de sustento.
Di luego tres veces: "Crescite, in nomine patris sit benedicti. Amen" y recita el Paternoster tres veces.



Traducciones del inglés antiguo por Martín Hadis

La mayoría de los textos anglosajones a los que Borges hace referencia durante este curso han sido traducidos por él mismo al castellano (esto se indica en cada caso a pie de página ante la primera mención de cada poema).

Varios de los poemas que el profesor menciona no se encuentran, sin embargo, en ninguno de sus libros. Este anexo intenta complementar las clases con traducciones de aquellos textos anglosajones que no han sido traducidos por Borges y que son de hecho muy difíciles —si no imposibles— de encontrar en castellano. Estos textos son:


• Fragmento final de la Gesta de Beowulf: La batalla de Brunanburh (con la traducción de Tennyson, «The Battle of Brunanburh»)
• La «Batalla de Maldon»
• La «Elegía del Hombre Errante»
• «La Visión de la Cruz»
• Tres conjuros anglosajones

Siguiendo el ejemplo de Borges, estas traducciones intentan ser literales; el uso de la prosa tiene la ventaja de preservar, además del sentido, la sencillez y la fuerza del verso original.

M.H.


En Borges profesor
Curso de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires
Edición, investigación y notas: Martín Arias & Martín Hadis
Buenos Aires © María Kodama, 2000

Imagen arriba: Borges (s/atrib). Captura video de su cuarta conferencia 
en Harvard: "La música de las palabras y la traducción"






















30/3/18

Borges profesor. Epílogo*






«Creo que la frase “lectura obligatoria” es un contrasentido; la lectura no debe ser obligatoria. ¿Debemos hablar de placer obligatorio? ¿Por qué? El placer no es obligatorio, el placer es algo buscado. ¡Felicidad obligatoria! La felicidad también la buscamos. Yo he sido profesor de literatura inglesa durante veinte años en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y siempre les aconsejé a mis estudiantes: si un libro les aburre, déjenlo; no lo lean porque es famoso, no lean un libro porque es moderno, no lean un libro porque es antiguo. Si un libro es tedioso para ustedes, déjenlo; aunque ese libro sea el Paraíso Perdido —para mí no es tedioso— o el Quijote —que para mí tampoco es tedioso—. Pero si hay un libro tedioso para ustedes, no lo lean; ese libro no ha sido escrito para ustedes. La lectura debe ser una de las formas de la felicidad, de modo que yo aconsejaría a esos posibles lectores de mi testamento —que no pienso escribir—, yo les aconsejaría que leyeran mucho, que no se dejaran asustar por la reputación de los autores, que sigan buscando una felicidad personal, un goce personal. Es el único modo de leer.»






* En Borges para millones. Entrevista realizada en la Biblioteca Nacional en 1979
Director: Ricardo Wullicher
Writers: Vlady Kociancich, Ricardo Monti
Stars: Margarita Bali, Jorge Luis Borges, Vlady Kociancich


Luego en Borges profesor 
Curso de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires 
Edición, investigación y notas: Martín Arias 
& Martín Hadis 
Buenos Aires © María Kodama, 2000


Imágenes:
Arriba: Captura de Borges en "La mandrágora" (1999)
Abajo tapa de la edición mencionada


§§§


En próximas publicaciones agregaremos el Anexo anglosajón, traducciones del inglés antiguo por Martín Hadis, incluidas en el final de Borges profesor.

"La mayoría de los textos anglosajones a los que Borges hace referencia durante este curso han sido traducidos por él mismo al castellano (esto se indica en cada caso a pie de página ante la primera mención de cada poema). 

Varios de los poemas que el profesor menciona no se encuentran, sin embargo, en ninguno de sus libros. Este anexo intenta complementar las clases con traducciones de aquellos textos anglosajones que no han sido traducidos por Borges y que son de hecho muy difíciles —si no imposibles— de encontrar en castellano.

Estos textos son:

• Fragmento final de la Gesta de Beowulf
• La «Balada de Maldon»
• La «Oda de Brunanburh» (junto con la traducción de Tennyson, «The Battle of Brunanburh»)
• La «Elegía del Hombre Errante»
• «La Visión de la Cruz»
• Tres conjuros anglosajones

Siguiendo el ejemplo de Borges, estas traducciones intentan ser literales; el uso de la prosa tiene la ventaja de preservar, además del sentido, la sencillez y la fuerza del verso original."




29/9/17

Borges profesor. Clase 25: Obras de Robert Louis Stevenson y Oscar Wilde







Obras de Robert Louis Stevenson: New Arabian Nights, 
«Markheim», The Strange Case of Dr. Jekyll and Mr. Hyde. Jekyll y Hyde en el cine.
The picture of Dorian Gray, por Oscar Wilde 
«Requiem», por Stevenson





Prob. miércoles 14 de diciembre


Hoy voy a ocuparme de Las Nuevas Mil y Una Noches.530 En inglés no se dice «Mil y Una Noches» sino Noches Árabes. Cuando Stevenson, muy joven, llegó a Londres, sin duda fue una ciudad fantástica para él. Stevenson concibió la idea de escribir unas Mil y Una Noches contemporáneas, basándose sobre todo en aquellas noches de Las Mil y Una Noches en que se habla de Harún el Ortodoxo, que disfrazado recorre las calles de Bagdad. Él inventó un príncipe, Florizel de Bohemia, y a su edecán, el coronel Geraldine. Los hace disfrazarse y los hace recorrer Londres. Y les hace correr aventuras fantásticas, aunque no mágicas, salvo en el sentido del ambiente, que es mágico.
De todas esas aventuras, creo que la más memorable es la del «Club del Suicidio».531 Allí Stevenson imagina a un personaje, una especie de cínico, que piensa que puede aprovecharse de un modo industrial del suicidio. Es un hombre que sabe que hay muchas personas deseosas de quitarse la vida pero que no se atreven. Entonces él funda ese club. En ese club se juega semanalmente o quincenalmente —no recuerdo— a un juego de naipes. El príncipe entra en ese club por espíritu de aventura, y él tiene que jurar no revelar los secretos, de modo que él mismo se encarga después de hacer justicia por una falta que había cometido su edecán. Hay un personaje muy impresionante. Se llama el Señor Malthus, paralítico. A ese hombre ya no le queda nada en la vida, pero ha descubierto que de todas las sensaciones, de todas las pasiones, la más fuerte es el miedo. Y entonces él juega con el miedo. Y él le dice al príncipe, que es un hombre valiente: «Envídieme señor, yo soy un cobarde». Juega con el miedo perteneciendo al Club de los Suicidas.
Todo esto ocurre en una quinta de los alrededores de Londres. Los jugadores toman champagne, se ríen con una risa falsa, hay un ambiente muy parecido al de algunos cuentos de Edgar Allan Poe, sobre el cual escribió Stevenson. El juego se juega de esta manera: hay una mesa tapizada de verde, el presidente da las cartas, y del presidente se dice —por increíble que parezca— que es una persona a quien no le interesa el suicidio. Los miembros del club deben pagar una cuota bastante alta. El presidente tiene que tener plena confianza en ellos. Se tiene mucho cuidado para que no intervenga ningún espía. Si los socios tienen fortuna, dejan como heredero al presidente del club, que vive de esta industria macabra. Y luego se van dando las cartas. Cada uno de los jugadores al recibir su carta —la baraja inglesa consta de cincuenta y dos cartas— la mira. Y hay en la baraja dos ases negros, y aquel a quien le toca uno de los ases negros es el encargado de que se cumpla la sentencia, es el verdugo, tiene que matar al que ha recibido el otro as. Tiene que matarlo de modo que el hecho parezca un accidente. Y en la primera sesión muere —o queda condenado a muerte— el Señor Malthus. Al Señor Malthus lo han llevado a la mesa. Está paralítico, no puede moverse. Pero de pronto se oye un sonido que casi no es humano, el paralítico se pone de pie y luego recae en su sillón. Luego se retiran. Ya no se verán hasta la otra reunión. Al día siguiente se lee que el señor Malthus, un caballero muy estimado por sus relaciones, ha caído desde el muelle en Londres. Y luego sigue la aventura, que concluye con un duelo en el cual el príncipe Florizel, que ha jurado no delatar a nadie, mata de una estocada al presidente del club.
Luego hay otra aventura, la del «Diamante del Rajah»,532 en que se ven todos los crímenes cometidos por la posesión del diamante. Y en el último capítulo de esa serie el príncipe conversa con un detective y le pregunta si el otro viene a arrestarlo. El detective le dice que no, y el príncipe le cuenta la historia. Le cuenta la historia a orillas del Támesis. Luego él dice: «Cuando yo pienso toda la sangre que se ha derramado, todos los crímenes causados por esta piedra, pienso que a ella misma debemos condenar a muerte». Entonces la saca rápidamente del bolsillo y la arroja al Támesis, y se pierde. El detective dice: «Estoy arruinado». El príncipe contesta: «Muchos hombres envidiarían su ruina». El detective dice: «Creo que mi destino es ser sobornado». «Creo que sí», le dice el príncipe.
Este libro, Las Nuevas Mil y Una Noches, no es sólo importante por el encanto que pueda darnos su lectura, sino porque cuando uno lo lee, uno entiende que de algún modo toda la obra novelística de Chesterton ha salido de allí. Allí tenemos el germen de El hombre que fue jueves.533 Todos ellos, aunque más ingeniosos que los de Stevenson, tienen el ambiente de los cuentos de Stevenson. Luego Stevenson hace otras cosas. Ya cuando Stevenson escribe su novela policial, The Wrecker, hay un ambiente completamente distinto, todo sucede en California, luego en los mares del sur. Además, Stevenson creía que el defecto del género policial que él cultivó es que, por ingenioso que sea, tiene algo de mecanismo, le falta vida. Dice Stevenson que en su novela policial él les da más realidad a los personajes que a la trama, que es lo contrario de lo que suele ocurrir en la novela policial.
Vamos a ver ahora un tema que le preocupó siempre a Stevenson. Hay una palabra psicológica muy común que es la palabra «esquizofrenia», la idea de la división de la personalidad. Esa palabra no había sido acuñada entonces, yo creo. Ahora es de uso común. A Stevenson le preocupó ese tema. En primer término, porque le interesaba mucho la ética, y luego porque en su casa había una cómoda hecha por un ebanista de Edimburgo, un artesano respetable y respetado, pero que de noche, en ciertas noches, salía de su casa y era ladrón. Ese tema de la personalidad partida en dos le interesó a Stevenson, y con Henley escribió dos piezas de teatro tituladas La doble vida.
Pero Stevenson sintió que él no había cumplido con el tema. Entonces escribió un cuento que se llama «Markheim»,534 que es la historia de un hombre que llega a ser ladrón, y de ladrón llega a ser asesino. La noche de la víspera de Navidad, él entra en casa de un prestamista. A este prestamista Stevenson lo presenta como una persona muy desagradable, y que desconfía del ladrón porque sospecha que las alhajas que le ha vendido Markheim son robadas. Llega esa noche. El otro le dice que tiene que cerrar temprano y que tendrá que pagar por el tiempo. Y Markheim le dice que él no viene a vender nada, que él viene a comprar algo, algo que está en el fondo de la tienda del prestamista. Al otro le parece raro, y hace alguna broma, porque Markheim le dice que todo lo que le ha vendido es una herencia de un tío de él. El otro le dice: «Supongo que su tío le habrá dejado dinero, ahora que usted quiere gastar». Markheim acepta la broma, y cuando están en el fondo de la tienda mata al prestamista de una puñalada. Cuando Markheim pasa de ladrón a asesino el mundo cambia para él. Él piensa, por ejemplo, que pueden haberse suspendido las leyes naturales, ya que él, cometiendo ese crimen, ha infringido la ley moral. Y luego, por una invención curiosa de Stevenson, la tienda está llena de espejos y de relojes. Y esos relojes parecen estar corriendo una carrera, vienen a ser como un símbolo del tiempo que pasa. Markheim le saca las llaves al prestamista. Sabe que la caja de fierro está en el piso alto, pero tiene que apresurarse porque la sirvienta ha salido, y al mismo tiempo él ve su imagen multiplicada y moviente en los espejos. Y esa imagen que él ve viene a ser como una imagen de toda la ciudad. Porque desde el momento en que él ha matado al prestamista, él supone que la ciudad entera lo persigue o lo perseguirá.
Sube a la habitación posterior, siempre perseguido por el tictac de los relojes y por las cambiantes imágenes de los espejos. Oye unos pasos. Piensa que esos pasos pueden ser los de la sirvienta que vuelve, que habrá visto a su amo muerto y que lo denunciará. Pero la persona que sube la escalera no es una mujer, y Markheim tiene la impresión de conocerlo. Y lo conoce, porque es él mismo, de modo que estamos ante el antiguo tema del doble. En la superstición escocesa, el doble se llama «fetch», que quiere decir «buscar». De modo que cuando alguien ve a su doble es porque se ve a sí mismo.
Ese personaje entra y se pone a conversar con Markheim, se sienta y le dice que él no piensa denunciarlo, que hace un año le hubiera parecido mentira ser ladrón, y que ahora no sólo es un ladrón sino un asesino. Que le hubiera parecido increíble hace unos meses. Pero ya que ha matado a una persona, qué le cuesta matar a otra. «La sirvienta va a llegar—le dice—, la sirvienta es una mujer débil. Otra puñalada y ya podrás salir de aquí, porque no pienso denunciarte.» Ese «otro yo» es sobrenatural, y significa el reverso malvado de Markheim. Markheim se pone a discutir con él. Le dice: «es verdad que soy un ladrón, es verdad que soy un asesino, tales son mis actos, pero ¿acaso un hombre es sus actos? ¿No puede haber algo en mí que no corresponda a esas definiciones tan rígidas y tan insensatas de “ladrón” y de “asesino”? ¿Acaso no puedo yo arrepentirme? ¿Acaso no estoy ya arrepintiéndome de lo que he hecho?» El otro le dice que «esas consideraciones filosóficas están bien, pero piensa que la sirvienta va a llegar, que si te encuentra aquí va a denunciarte. Tu deber ahora es salvarte».
El diálogo es largo y se estudian todos los problemas éticos. Markheim le dice que él ha matado, pero que eso no quiere decir que él sea un asesino. Y entonces, el personaje que hasta entonces ha sido un personaje sombrío se convierte en un personaje resplandeciente. Ya no es el ángel malvado sino el bueno. El doble desaparece, la sirvienta sube. Markheim está con el puñal en la mano y le dice que vaya a buscar a la policía, porque él acaba de matar a su amo. Y así Markheim se salva. Este cuento impresiona mucho cuando uno lo lee porque está escrito con deliberada lentitud y con deliberada delicadeza. El protagonista, como ustedes ven, está en una situación extrema: van a llegar, van a descubrirlo, van a denunciarlo, posiblemente lo manden a la horca. Y sin embargo la discusión que tiene con ese otro que es él, es una discusión de delicada y honesta casuística.
El cuento fue aplaudido, pero Stevenson pensó que no había cumplido todavía con ese tema, el tema de la esquizofrenia. Y Stevenson, muchos años después, estaba durmiendo al lado de su mujer y gritó. Ella lo despertó, él estaba con fiebre, había escupido sangre ese día. Él le dijo: «¡Qué lastima que me despertaste, porque estaba soñando una hermosa pesadilla!» Lo que él soñó —aquí podemos pensar en Caedmon y el ángel, en Coleridge—, lo que él había soñado es aquella escena en que el doctor Jekyll bebe el brebaje y se convierte en Hyde, que representa el mal. La escena del médico que bebe algo preparado por él y luego se convierte en su reverso es lo que le dio el sueño a Stevenson, y él tuvo que inventar todo lo demás.
Actualmente, El extraño caso del Doctor Jekyll y el Señor Hyde tiene una desventaja, y es que la historia es tan conocida que casi todos la conocemos antes de leerla. En cambio, cuando Stevenson publicó El extraño caso del Doctor Jekyll y el Señor Hyde, en el año 1880 —es decir mucho antes de El retrato de Dorian Gray,535 que está inspirado en la novela de Stevenson—, cuando Stevenson publicó su libro, lo publicó como si fuera una novela policial: sólo al final sabemos que esos dos personajes son dos caras de un mismo personaje. Stevenson procede con suma habilidad. Ya en el título tenemos una dualidad sugerida, se presentan dos personajes. Luego, aunque esos dos personajes nunca aparecen simultáneamente, ya que Hyde es la proyección de la maldad de Jekyll, el autor hace todo lo posible para que no pensemos que son el mismo. Empieza distinguiéndolos por la edad. Hyde, el malvado, es más joven que Jekyll. Uno es un hombre oscuro, el otro no: es rubio y más alto. De Hyde se dice que no era deforme. Si uno miraba su rostro no había ninguna deformidad, porque estaba hecho puramente de mal.
Con este argumento se hicieron muchos films. Pero quienes han hecho films con este cuento han cometido un error, y han hecho que Jekyll y Hyde sean representados por un solo actor. Además, vemos la historia desde adentro. Vemos al médico, al médico que tiene la idea de una bebida que pueda separar lo malvado de lo bueno en el hombre. Luego asistimos a la idea de la transformación. Entonces todo queda reducido a algo muy subalterno. En cambio, yo creo que habría que hacerlo con dos actores. Entonces tendríamos la sorpresa de que esos dos actores ya conocidos por el público fueran el mismo personaje al final. También habría que cambiar los nombres de Jekyll y de Hyde, ya demasiado conocidos. Habría que darles nombres nuevos. En todas las versiones se muestra al doctor Jekyll como un hombre severo, puritano, de costumbres intachables, y a Hyde como a un borracho, a un calavera. Y para Stevenson el mal no consistía esencialmente en la licencia sexual o en el alcoholismo. Para él el mal consistía ante todo en la crueldad gratuita. Hay una escena al principio de la novela en la cual un personaje está viendo desde una alta ventana el laberinto de Londres, y ve que por una calle viene una niña y por la otra viene un hombre. Los dos caminan hacia una esquina. Cuando se encuentran en la esquina el hombre pisotea deliberadamente a la niña. Eso era el mal para Stevenson, la crueldad. Luego vemos a ese hombre que entra en el laboratorio del doctor Jekyll, soborna con un cheque a quienes lo persiguen. Podemos tener la idea de que Hyde es hijo de Jekyll, que él conoce algún secreto infame de la vida de Jekyll. Y sólo en el último capítulo sabemos que es él mismo, cuando leemos la confesión del doctor Jekyll.
Se ha dicho que la idea de que un hombre es dos es un lugar común. Pero como ha señalado Chesterton, la idea de Stevenson es la idea contraria, es la idea de que un hombre no es dos, la idea de que si un hombre incurre en una culpa, esa culpa lo mancha. Y así al principio el doctor Jekyll bebe el brebaje —que si hubiera habido en él una mayor parte de bien que de mal, lo hubiera convertido en un ángel—y queda convertido en un ser que es puramente malvado, cruel y despiadado, un hombre que ignora todos los remordimientos y los escrúpulos. Se entrega a ese placer de ser puramente malvado, de no ser dos personas, como somos cada uno de nosotros. Al principio, le basta con tomar el brebaje, pero luego hay una mañana en la cual él se despierta en su cama y se siente más chico. Y luego mira su mano y esa mano es una mano hirsuta de Hyde. Luego toma el brebaje, vuelve a ser un hombre respetable. Pasa algún tiempo. Él está sentado en Hyde Park. De pronto siente que la ropa le queda grande, y ya se ha convertido en otro. Luego, para la preparación del brebaje hay un ingrediente que no puede encontrar, equivale a la trampa que hace el diablo. Finalmente uno de los personajes se mata y con él muere el otro.
Esto ha sido imitado por Oscar Wilde en el último capítulo de El retrato de Dorian Gray. Ustedes recordarán que Dorian Gray es un hombre que no envejece, es un hombre que se sume en el vicio, pero va envejeciendo su retrato. En el último capítulo de Dorian Gray, Dorian, que es joven, que tiene aspecto de pureza, ve su propia imagen en ese espejo del retrato. Y entonces mata al retrato y él muere. Cuando lo encuentran, encuentran al retrato tal como lo pintó el pintor, y él mismo es un hombre viejo, enviciado, monstruoso, y sólo lo reconocen por la ropa y por los anillos.
Les propongo a ustedes que lean un libro de Stevenson que se llama El reflujo,536 pero que en español se llama La resaca, muy bien traducido por Ricardo Baeza. Hay un libro inconcluso, escrito en escocés, de difícil lectura.537
Pero al hablar de Stevenson me he olvidado de algo muy importante, y es la poesía de Stevenson. Hay muchos poemas de nostalgia. Hay un poema breve que se llama «Requiem». Este poema, traducido literalmente, no impresiona mucho. El sentido del poema está dado más por la entonación. Literalmente no impresiona mucho, como ocurre con todos los buenos poemas.
Dice así:

Under the wide and starry sky,
Dig the grave and let me lie.
Glad did I live and gladly die,
And I laid me down with a will.

This be the verse you grave for me:
«Here he lies where he longed to be;
Home is the sailor, home from sea,
And the hunter home from the hill».

Bajo el vasto y estrellado cielo,
Cavad la tumba y dejadme yacer ahí.
Viví con alegría y muero con alegría,
Y me he acostado a descansar con ganas.

Sea éste el verso que ustedes graben para mí:
«Aquí yace donde quería yacer;
Ha vuelto el marinero, ha vuelto del mar,
Y el cazador ha vuelto de la colina».

En inglés los versos vibran como una espada, predominan los sonidos agudos desde el primer verso, la triple aliteración al final del verso. No están en dialecto escocés pero se puede apreciar cierta música escocesa en ellos. Luego hay [en la obra de Stevenson] versos de amor, versos dedicados a su mujer. Hay uno en que él compara a Dios con un artífice y dice que la ha hecho a ella como una espada para él. Luego versos de amistad, versos de paisajes, versos en los que él describe el Pacífico, y otros versos en que describe Edimburgo. Esos versos son más patéticos porque él escribe sobre Edimburgo, sobre Escocia y las sierras de Escocia sabiendo que él no volverá nunca allí, que está condenado a morir en el Pacífico.





Notas


530 New Arabian Nights (1882). Este libro de Stevenson fue editado como el volumen 53 de la colección Biblioteca personal, en traducción de R. Durán, bajo el título de Las nuevas noches árabes.
531 Primer relato del libro.
532 Segundo relato del libro.
533 The man who was Thursday, novela de G.K. Chesterton publicada en 1908.
534 Relato publicado por primera vez en The Broken Shaft: Tales of Mid-Ocean. Unwin’s Christmas Annual, editado por Sir Henry Norman, Fisher-Unwin, London, 1885. Incluido en el libro The Merry Men and Other Tales and Fables, de 1887. También recogido en el volumen 53 de la colección Biblioteca personal.
535 El libro de Oscar Wilde The Picture of Dorian Gray fue publicado en 1890.
536 The Ebb-Tide, por Robert Louis Stevenson y Lloyd Osbourne, publicado en 1894.
537 El libro inconcluso se titula Weir of Hermiston. Stevenson escribió las últimas frases que tenemos el mismo día de su muerte. La novela, cuya acción transcurre en la Escocia del siglo XIX, fue publicada póstumamente en 1896.




En Borges profesor 
Curso de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires 
Edición, investigación y notas: Martín Arias 
& Martín Hadis 
Buenos Aires © María Kodama, 2000


Imágenes:
Stevenson en su cama en Samoa tocando el fagot (o dulzaina) / Corbis 
Retrato de Oscar Wilde por Henri de Toulouse-Lautrec (1895) 


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