Sábado, lº de enero. Contratapas para «El Séptimo Círculo». Visito
a Borges. Le digo a su madre que, si Borges quiere ir a los Estados Unidos,
me ofrezco para acompañarlo.
Borges me cuenta que Margarita Bunge le dijo: «Usted tiene que
pensar que si pierde el ojo, pierde muy poco. Lo importante es usted, no
su ojo». BORGES: «Qué falta de imaginación. O qué fe en el pensamiento.
Bueno, los estoicos parecen creer lo mismo. Dicen: "El hombre virtuoso
es feliz y no se preocupará de lo que le pasa". O tal vez todo eso equivalga
a decir que mientras uno piensa en una cosa no puede pensar en otra;
que mientras uno piensa en una de esas frases no puede pensar en su
desgracia. Lo mismo sería decir: Babebibobu. En Alice in Wonderland hay un
personaje que dice: "piense que está sentado, piense que tiene piernas,
que tiene cuerpo, y no pensará: soy desdichado"».(1)
Sobre el comunismo, dice: «A la gente le gusta, porque les da un carácter
y un grupo de amigos. En cuanto a las opiniones, también las dan
desde Moscú, y como esas opiniones cambian según los momentos, nadie
se aburre».
Lunes, 3 de enero. Visita a Borges: Silvina, Mastronardi, Victoria.
Martes, 4 de enero. A las cuatro y media, con los Borges en el consultorio
de Malbrán. Mientras lo revisan, la madre me cuenta que, después
de una operación, Borges dio un grito porque desde su cuarto vio
el número 10 de un tranvía que pasaba por la calle Quintana: «¡Madre,
veo el 10!». Cuando vio por primera vez las estrellas, dijo: «¡Cuántas estrellas!
»; la noche siguiente, con tristeza: «No creo que la operación dé
gran resultado; ya no veo las estrellas». No había estrellas esa noche.
Luego de doce años de ceguera, el médico preguntó al padre de Borges,
ya operado: «¿Qué ve?». «Las manos de Leonorcita.» «Ahora mire
para arriba, vea la cara.»
Malbrán anuncia que lo operarán el jueves. BORGES: «Mejor que me
operen. Estoy viendo muy mal».
Jueves, 6 de enero. Silvina y yo buscamos a los Borges a las ocho menos
cuarto de la mañana. En el sanatorio hay signos de que operarán a
Borges hoy mismo. Entra una enfermera y pregunta: «¿Ya lo premedicaron?» A continuación, la misma enfermera, un médico brusco, una inyección.
Borges vuelve a decirme que va a escribir sobre mi libro;(2) lo compara
con Don Segundo Sombra. Es el mismo mito; pero como hoy puede escribirse.
Habla también del mito de la pelea a cuchillo y de la desilusión que
tuvo cuando comprendió que sus antepasados habían peleado con sables
y con lanzas.
Me cuenta de un payador de Lomas de Zamora, al que oyó con un
señor Castro y con un doctor Fonrouge; dijo el payador:
Y yo que apenas me arrastro
saludo a Felipe Castro
y también con mucho orgullo
saludo al doctor Fonrullo.
La operación duró unos cuarenta minutos. Malbrán me dijo: «Este
hombre va a andar bien». La madre de Borges se echó a temblar.
Sábado, 8 de enero. Borges ve: vio ayer la mano de Malbrán; a través
de la ventana, percibe la luz.
Domingo, 9 de enero. Por la mañana, vamos con Silvina a visitar a Borges; está dictando un poema sobre Cervantes.(3) Lo visito otra vez por
la tarde.
Lunes, 10 de enero. Por la mañana estoy con Borges y con Delfina
Mitre.
Martes, 11 de enero. Borges me refiere sueños que se repiten: desciende
por una caverna o por un cilindro vertical; en las paredes hay
puertas de bronce, cerradas; a medida que él desciende, la oscuridad aumenta.
Otro sueño: camina por los alrededores de La Plata, entre casitas
con corredor (veranda, dijo), cerradas; él va hundiéndose en el barro; la
penumbra se acentúa.
Viernes, 14 de enero. Borges ha pasado una noche bastante mala.
Voy a visitarlo; están Fernández Latour y César Dabove. Hablan de un tal
Pancho Posse que, para dar un espectáculo a unas visitas, soltó en su estancia
cuatro caballos incendiados, que corrieron profiriendo gritos. Comentan
la progresiva mansedumbre del país: en el 90 la gente cazaba vigilantes;
éstos, desesperados, preguntaban (como los judíos) el motivo:
«¿Por qué nos matan?». Dabove —o Fernández Latour— habla de un gobernador
Martínez de Hoz, que se atrincheró en La Plata contra un posible
ataque del gobierno central; el jefe de las fuerzas explicaba: «Por
aquí no pueden entrar porque tenemos el piquete; por aquí tampoco
porque están las ametralladoras; etcétera». Martínez de Hoz preguntó:
«¿Y por esta calle?». «No —le contestaron—, por esa calle no, porque es
contramano.» Borges imagina a un hombre perseguido por un oso que
de pronto empieza a gritar, para detenerlo: «¡Contramano! ¡Contramano!
».
Sábado, 15 de enero. Visito a los Borges.
Domingo, 16 de enero. Visito a Borges antes del almuerzo. Están Peyrou, César Dabove, Margarita Bunge, Adela Grondona.
Lunes, 17 de enero. Vamos con Silvina a Galería Bonino. Aparece
Mujica Láinez, que opina, bromea y, mirándose en el espejo, declara que
esta mañana está particularmente contento consigo mismo. Cuando nos retiramos, pregunta: «¿A dónde van?» BIOY: «A ver a Borges». MUJICA LAINEZ: «Los acompaño si me invitan a almorzar». Visitamos —los tres— a
Borges. BIOY: «Alicia Jurado sigue llamándome para venir, conmigo, a visitarte.
¿Qué hago?» BORGES: «Postergarla».
BORGES: «Mallea tiene el secreto del error para elegir nombres para
personajes de novelas; cree que los nombres son infinitos, que puede poner
Gúmez en vez de Gómez. He descubierto que la repugnancia contra
ciertas asociaciones de letras cacofónicas proviene de una costumbre visual;
si uno no ve las palabras, sin dificultad pronuncia un final con s seguido
de un comienzo con s». Advierto que Manucho no ha oído hablar
de estas minucias: despreocupado de la 5, serpiente del jardín del poeta,
llamó Lucio Sansilvestre al único personaje con apellido de Los ídolos.
Martes, 18 de enero. Hablamos de Dickens, por teléfono, con Borges.
Éste se refiere a la superstición de su familia con respecto a Bleak
House. cuando alguien lo lee, alguien muere: «¿Qué se podría hacer con
eso en un relato? Tal vez mostrar el sorpresivo odio de un personaje por
otro; tal vez, el último consuelo de un tirano en el destierro. Unas personas
que viven en Inglaterra, exóticas por la bebida que toman y por
ciertas mantas: Rosas disponiéndose a leer, echa una extraña mirada sobre
su querida hija o sobre su noble amigo el doctor X. O un tirano antiguo,
pomposamente nombrado Hijo del Trueno, Hermano del Sol, etcétera,
furtivamente echa mano al libro en un momento de descuido de
su esclavo».
Llegan nuevas pruebas de Los orilleros y El paraíso de los creyentes.
Miércoles, 19 de enero. Visito a Borges. Me dice que ha descubierto
que algunas comparaciones con flores llevan otra comparación implícita;
en su poema sobre la batalla de Junín,(4) en que se compara la batalla con
una rosa:
...para él había florecido esa rosa:
la encarnada batalla de Junín.
¿Qué otra comparación hay implícita? Con una mujer. BORGES: «Parece
vanidoso citar unos versos míos, ha de haber miles de ejemplos, sólo
se me ocurre éste. Cuando el poema habla de "los días que uno espera olvidar, los días que uno sabe que olvidará", aludo a los días que pasé en
el sanatorio; cuando digo "había florecido esa rosa", celebro el amor con
Margarita Guerrero».
También me refiere un proyecto de poema: Dante ve en una jaula, en
Florencia, una onza o leopardo; después la describe en el comienzo de la
Divina Comedia. La cautividad de esa onza sería para que el animal entrara
en el poema; tal vez, en un sueño olvidado, como una brusca iluminación
podrá llegar a la onza la revelación de su destino (la justificación de su
cautiverio); del mismo modo, tan secreta e incomprensiblemente como
para la onza el destino en el poema, para Dante, la Divina Comedia y todas
las penas de su vida, habría un destino más alto.(5)
Jueves, 20 de enero. Visito a Borges. De vuelta en casa, corrección de
pruebas de Los orilleros.
Viernes, 21 de enero. Visito a Borges.
Domingo, 23 de enero. Corrijo El paraíso de los creyentes. Encuentro
que hay escenas demasiado breves; casi abruptas. Creo que en la imprenta
han omitido alguna línea del original. Cotejo los textos: son iguales.
Visito a Borges.
Lunes, 24 de enero. De doce a una visito a Borges; en general, no encuentra
indispensable introducir correcciones, como yo temía, en varias
escenas de El paraíso de los creyentes. Corregimos algo, me da un ejemplar
de Labyrinthes,(6) afirma que Clemente, al revisar sus obras (de Borges)
para Emecé, acepta cualquier cosa —aun frases con erratas flagrantes—
y que Dondo se ufana de poseer la colección completa de las plaquettes de
Molinari.
Martes, 25 de enero. A la mañana, diligencias y visita a Borges: mejora
de la vista y empeora de las úlceras. Malbrán le ha permitido que se
saque las vendas, que se siente en la cama, y aun que se levante un rato;
el período de quietud y de ceguera ha concluido; ya se habla de la próxima
operación de las úlceras.
Miércoles, 26 de enero. Visito a Borges. Silvina me comunica que los
análisis de Borges revelan que las úlceras están mal y que hay que operar
cuanto antes. Me dice también que la madre de Borges me llamó hace
un rato, desesperada. Silvina opina que Borges debería consultar con Beretervide. Le pido que llame a la madre, le proponga eso; que en caso de
aceptación, hable con Beretervide y le pida que examine a Borges antes
de irse a Mar del Plata.
Jueves, 27 de enero. Visito a Borges. Me dice que los norteamericanos
no saben ser realistas. Pueden ser románticos, como Poe, pueden
ser Melville, Hawthorne o Faulkner, pero cuando quieren ser realistas
no son convincentes y son sentimentales. Cuando quieren ser muy duros
—ser Hernández o Ascasubi— se vuelven indefectiblemente lacrimosos.
Practican el sob-stuff..., la dulzura de Nervo. Hay una vasta zona
intermedia casi inexplorada. La acumulación de horrores debe imponerse
como en una pesadilla (así, el final de Gulliver, con los yahoos cagando
desde arriba de los árboles,(7) así Faulkner); en Tennessee Williams
la acumulación de horrores parece deliberada y no oculta el sentimentalismo.
BORGES: «Nuestro mito es la pelea a cuchillo. En Estanislao del
Campo está muy de paso; en Hidalgo no está; tal vez tampoco en Ascasubi.
No pusieron pelea a cuchillo y se jodieron. Hernández la puso y los
jodió. Los uruguayos inventaron un duelo a caballo, con lanzas; ha de ser
decorativo, como un torneo, pero uno siente que es un pretexto para no
pelear a cuchillo, un hombre contra otro, que es la verdad, the real thing.
En tu libro esa pelea salva a todos, incluso al doctor Valerga. Está bien
que sea Valerga contra Gauna y que los muchachos no intervengan. La
pelea de Fierro contra la partida no se cree; Vicente Rossi dijo que los
soldados de la partida son como actores, que pelean sucesivamente, para
que se luzca Martín Fierro.(8) La batalla de Chacabuco, todas las guerras
con lanzas y cargas de caballería, los cuatro años de guerra del Brasil, satisfacen
menos que un duelo a cuchillo. Qué raros son los mitos: inexplicables.
Así eran los piratas para Stevenson. Tuvo que ponerlos —si no
tenía los tricornios y el sable de abordaje no estaba satisfecho— en el Master of Ballantrae, lo que es absurdo». Habla también de un capítulo
que habría que agregar al Quijote, un capítulo que Cervantes cuidadosamente
evitó: Quijote se pasa la vida peleando, pero no mata a un hombre.(9) ¿Qué pasaría si matara a alguien? ¿Enloquecería del todo o se curaría
de la locura? ¿O entendería que su locura fue simulada? Sancho se
entusiasmaría; le diría que ha matado a un caballero de nombre impresionante;
Quijote, con tristeza, le replicaría que no, que mató a su vecino
fulano de tal, hijo de tal y casado con tal; y que haberlo matado es horrible.
No habría que escribir ese capítulo con afectación arcaica —diz que,
etcétera—; a Cervantes no le interesaban esas cosas; habría que escribirlo
lisamente.
Dice que los germánicos (los escandinavos) no tenían la obsesión de
su cultura; en Normandía se hicieron franceses; en Inglaterra, ingleses.
Los ingleses siguen con esa tradición: no quieren imponer su cultura.
Tienen Cultural Inglesa porque todos los países tienen instituciones así;
pero cuando él habla en ella a nadie asombra que diga que lo mejor de
Chaucer viene de Italia; en cambio en una institución francesa está mal
visto no enfatizar el lado francés. Tal vez inspirados por la Germania de
Tácito, los alemanes, que no saben casi nada de su mitología ni de sus
orígenes, se aferran a la idea del germanismo. Es bastante patético: ellos,
que fueron el campo de batalla en que se encontraron todos los ejércitos
del mundo, la encrucijada, el quilombo del mundo, hablan de raza
pura. Va a preparar un libro de estudios medievales: ocho dantescos,
ocho germánicos, alguno sobre el Mabinogion.
Vuelvo a visitarlo, con Lucio García. Lo revisa: no hay que operar
ahora las úlceras y no es urgente operarlas.
Viernes, 28 de enero. En casa de Borges, con Lucio.
Domingo, 30 de enero. Visita a Borges. Me habla del patético destino
de un tal Thorkelín(10), erudito danés que dedicó su vida a tareas equivocadas.
Borges dictó a su madre una nota sobre Thorkelín para el libro de
estudios germánicos.
Lunes, 31 de enero. Paso por lo de Borges. Le entrego los dos mil pesos
de Emecé (mil de pago de deuda, mil de sueldo; cada uno recibe dos
mil por mes). Comentamos el tema de la tesis de Alicia Jurado, para su
doctorado en ciencias: la descripción de los molares de una familia de roedores
(que incluye los cuises), según su distribución geográfica; parece
ser que primero había pensado escribir sobre los incisivos, pero descubrió
que éstos eran poco diferenciados; luego eligió otro tema, las protáceas, árboles de aquí, de Australia y de otras regiones. BORGES: «Qué
humilde. Trabaja para personas conjeturales (que un día conjetural
aprovecharán también sus trabajos). Habría que decirle: "And so what" o
"Enton" (pronunciar ento: con una n portuguesa, casi muda, después de la o), como Xul. No hay enton».
Notas
1. Carroll, L., Through the Looking-Glass (1871), V. La reina blanca dice a Alicia, que
llora: «Consider what a great girl you are. Consider what a long way you've come today. Consider what
o'clock it is. Consider anything, only don't cry!».
2. Su reseña de El sueño de los héroes se publicó en S, nº 235 (1955).
3. «Parábola de Cervantes y el Quijote» (1955).
5. «Inferno, I, 32» (1955).
6. Labyrinthes [París: Gallimard, 1953]. El volumen reúne traducciones de R. Caillois de cuentos de El Aleph.
7. Gulliver's Travels (1726), IV, 1.
8. «[La pelea] parece un campeonato "de eliminación"; los aspirantes van desfilando a oscuras y en riguroso orden y el gaucho Martín los va despachando jugándole risa [Rossi, V, Folletos lenguaraces (1945)]
9. Cf. «Un problema» (1957).
10. Dedicó veintiún años a preparar una traducción latina del Beowulf; en 1807 perdió el manuscrito en un ataque inglés a Copenhague; lo rehízo y lo publicó en 1815. Hoy, esa obra «casi no tiene otro valor que el de una curiosidad literaria» [B-V (1965)].
En Bioy Casares, Adolfo: Borges (1999)
Edición al cuidado de Daniel Martino
Barcelona: Ediciones Destino ("Imago Mundi"), 2006
Imagen: Bioy Casares (foto original color, sin atribución de autor ni fecha)