31/3/18

Jorge Luis Borges: «The road to Hell», de Hilda Roderick Ellis [Cambridge University Press, 1945]







De los paraísos que ha proyectado la imaginación de los hombres, ninguno más singular, ninguno menos duplicable, diremos, que el paraíso militar que ha descrito, a principios del siglo XIII, el polígrafo islandés Snorri Sturluson. Es una casa bajo tierra (Valhala, Valhöll); espadas y no lámparas la iluminan; tiene quinientas puertas y por cada puerta saldrán, el último día, ochocientos hombres; van a dar ahí los guerreros que murieron en la batalla; cada mañana se arman, combaten, se dan muerte y resurgen; luego se embriagan de aguamiel y comen la carne de un jabalí inmortal. Hay paraísos contemplativos, paraísos voluptuosos, paraísos que tienen la forma del cuerpo humano (Swedenborg), paraísos de aniquilación y de caos, pero no hay otro paraíso guerrero, no hay otro paraíso cuya delicia esté en el combate. Mil y un doctores alemanes lo han invocado para demostrar el temple viril de las viejas tribus germánicas. Fuera de algunas líneas de César y de Cornelio Tácito, los alemanes han perdido toda memoria de su mitología; nadie ignora que se han acogido a la de los vikings.

Miss Roderick Ellis investiga, en este volumen, la escatología escandinava. Mantiene que Snorri simplificó, en gracia del rigor y de la coherencia, la doctrina de las fuentes originales, que datan del siglo VIII o del siglo IX. Ha comprobado que muy pocos textos mencionan la hoy famosa Valhala. Sólo cuatro veces la nombra la Edda Mayor; la Historia Danica de Saxo Gramático habla de un hombre a quien una mujer misteriosa conduce bajo tierra; ve ahí una batalla; la mujer dice que los combatientes son hombres que perecieron en las guerras del mundo y que su conflicto es eterno. En la Saga de Thorsteinn, Uxafótr, el héroe penetra en un túmulo; adentro hay bancos laterales; a la derecha hay doce hombres bizarros, de traje rojo; a la izquierda, doce hombres abominables, de traje negro; se miran con visible hostilidad; luego pelean y se infieren crueles heridas, pero no logran darse muerte… Dicho sea con otras palabras: el paraíso militar no fue nunca, ni siquiera entre vikings, una esperanza general de los hombres. Fue una cambiante y nebulosa leyenda, quizá más infernal que paradisíaca. Friedrich Panzer la juzga de origen celta.*

Sea lo que fuere, el concepto de que el infierno (o el paraíso) consta de la infinita repetición de un acto esencial es, innegablemente, asombroso. El undécimo libro de la Odisea lo prefigura; también lo publica el terrible cuento Where Their Fire is not QuenchedDonde su fuego nunca se apaga— de May Sinclair. (Cabe sospechar, sin embargo, que el impulso que llevó a los poetas a representar a Judas en el infierno, vendiendo eternamente a Jesús, es el mismo que los lleva a representarlo con una barba roja o con la bolsa de los treinta dineros; corresponde a la necesidad de caracterizarlo de una manera vívida.)

Otros capítulos estudian los ritos funerarios del Norte, el culto de los muertos, la necromancia y el concepto del alma.


*La séptima narración de los Mabinogion habla de dos guerreros que, año tras año, se batirán por una princesa, el primer día de mayo, hasta que los separe el Juicio Final. Por lo demás, todo aniversario comporta una idea parecida. ¿No se repite que Jesús muere el viernes santo y resucita el sábado de gloria?


1 [N. del E.] En Jorge Luis Borges, Antiguas literaturas germánicas, México, Fondo de Cultura Económica, 1951, puede encontrarse este fragmento que comienza aquí y llega hasta la nota de Borges inclusive. Véase también Jorge Luis Borges, Literaturas germánicas medievales, “La Edda Mayor”, páginas 150-152, Buenos Aires, Emecé Editores, 1978 y 1996.
 En: Los Anales de Buenos Aires, Buenos Aires, Año I, Nº 3, marzo de 1946.
Luego en: Textos recobrados 1931-1955 (2001)
Retrato de Jorge Luis Borges por el artista plástico Hermenegildo Sabat


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