En el prefacio de Dorian Gray se niega que un libro pueda ser inmoral, pero en el texto se refiere que Dorian fue envenenado por un libro, como otros por un abanico o por una antorcha. (El apólogo entero, por lo demás, nada significa si no hay leyes morales). Para casi toda la gente, los conceptos de moralidad e inmoralidad se reducen a lo sexual; no se piensa que un libro es inmoral porque enseña crueldad (Hemingway) o vanidad (Baudelaire). Si no me engaño, existe una razón de orden psicológico para que la menos peligrosa de las buenas o malas literaturas sea la pornográfica. En el Adonis de Marino se describen cinco palacios consagrados al goce de los cinco sentidos, pero nuestra memoria es menos rica que los palacios del poeta y sólo es capaz de recrear percepciones auditivas y visuales, pero no el placer o el dolor, de los que apenas sobreviven las circunstancias. De ahí procede la ineficacia de los infiernos literarios, que prodigan vanamente lagos de fuego y montones de afilados cuchillos; de ahí también la de las escrituras eróticas. Su mejor instrumento es la sugestión; harto más vivido que el blanc couple nageur de Mallarmé es el But ye loveres, that bathen in gladnesse de Chaucer.
«El caso Lolita», 1959
En Borges A/Z
A. Fernández Ferrer y J. L. Borges, 1988
Véase también Pornografía y censura
Foto: Borges por Claudio López
Casa de América
Portada del libro Borges A/Z
Colección La Biblioteca de Babel