1
Alto en la cumbre
todo el jardín es luna,
luna de oro.
Más precioso es el roce
de tu boca en la sombra.
2
La voz del ave
que la penumbra esconde
ha enmudecido.
Andas por tu jardín.
Algo, lo sé, te falta.
3
La ajena copa,
la espada que fue espada
en otra mano,
la luna de la calle,
¿dime, acaso no bastan?
4
Bajo la luna
el tigre de oro y sombra
mira sus garras.
No sabe que en el alba
han destrozado un hombre.
5
Triste la lluvia
que sobre el mármol cae,
triste ser tierra.
Triste no ser los días
del hombre, el sueño, el alba.
6
No haber caído,
como otros de mi sangre,
en la batalla.
Ser en la vana noche
el que cuenta las sílabas.
*He querido adaptar a nuestra prosodia la estrofa japonesa que consta de un primer verso de cinco sílabas, de uno de siete, de uno de cinco y de dos últimos de siete. Quién sabe cómo sonarán estos ejercicios a oídos orientales. La forma original prescinde asimismo de rimas.
En El oro de los tigres (1972)
Foto: Borges in Villa Palagonia. Bagheria, Sicily, 1984
By Ferdinando Scianna / Magnum
y en nuestro grupo participativo en FB
Así está en todas las ediciones, pero el verso "han destrozado un hombre" debe ser "han destrozado a un hombre"
ResponderBorrarPatricia, después de leerte me quedé con la duda, así que consulté a la RAE.
ResponderBorrarCopio la respuesta.
"Lo normal es que el complemento directo de persona, cuan dones específico, se construya con preposición: "Han destrozado a un hombre". La expresión sin preposición, en este caso constituiría una licencia propia del lenguaje literario: "...han destrozado un hombre".
Borges decía que si algo suena bien está bien.
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