Martes, 16 de septiembre. Por la mañana, hablamos por teléfono. BORGES: «Entonces como, esta noche, en tu casa... A Di Giovanni no le digo nada, porque tiene la manía inexplicable de querer saber lo que hago, hora por hora... And what will you be doing this afternoon at (voz de bajo profundo) six o'clock?... Otra vez le dije que menos averigua Dios y perdona. Es meterete y quiere tener un completo dominio sobre las personas».
Por la noche, en casa, me cuenta que estuvo con el autor de La Marcha de la Libertad, un tal Rodríguez Ocampo, una persona muy antipática. BORGES: «En un poema sobre el campo emplea la palabra merienda. Habla de una techumbre de teros: demasiados. Por suerte no hay tantos pájaros, fuera de un film de Hitchcock. Le expliqué que si uno habla del campo no hay que usar palabras de otro ambiente, no hay que decir canteros bordados, no hay que comparar la naturaleza con muebles, porque si no se corre el riesgo de que aparezca una alfombra, como en el Santos Vega de Obligado.* En cuanto a la versificación no se dio mucho trabajo. Como Mastronardi, eligió los versos más largos, los alejandrinos, y ni siquiera los rimó. Escribe en alejandrinos asonantados. Es anti-peronista for the wrong reasons, porque es un señor de horca y cuchillo; porque está en contra del lado "populachero y guarango del peronismo". Dijo que él, ante todo, es monárquico y carlista. ¿Por qué, un señor argentino, tiene que ser monárquico y carlista? Cantó una milonga. En seguida le dije que era suya. Una milonga popular no podía estar tan llena de términos técnicos para designar elementos del apero; no podía estar tan interesada en sastrería. Le dije que la clase media era lo mejor de un país y que tal vez Sarmiento fuera el más gran hombre que este país haya producido. El carlista objetó que pensara así cuando mi abuelo había muerto peleando contra Sarmiento y en favor de Mitre en la batalla de La Verde. Nunca se me había ocurrido pensar en eso, ni cuando era chico, como una razón para condenar a Sarmiento. Esa gente habrá tenido sus motivos, pero yo no me siento como un traidor por admirar a Sarmiento».
*«[...] la melancólica sombra/ huye besando su alfombra/ con el afán de su pena» [Santos Vega (1885), I, w. 8-10].
Edición al cuidado de Daniel Martino
Barcelona: Ediciones Destino ("Imago Mundi"), 2006
Encabezamiento membretado y manuscrito
Carta del Presidente Domingo F. Sarmiento
Al Cnel. Francisco Borges, abuelo de JLB,
Fondo Documental del Archivo General de la Nación