Montevideo, 1933.
Este libro, curiosa antología del error, agota las maneras más diversas de eludir la poesía. El escritor (de algún modo hemos de llamarlo) exhuma los errores peculiares de Julio Herrera y Reissig, como si los actuales no le bastaran. Maneja con igual naturalidad la cursilería de pasado mañana y la de anteayer.
Suele cultivar las variantes:
El buen oído se goza en el silencio;
en la fina y serena comarca del silencio,
en la honda y sedante caricia del silencio,
en la quieta guitarra del silencio,
en la fresca cisterna del silencio,
en la copa de oro del silencio.
También las voces matemáticas para simular precisión:
Un ángulo de garzas en el azul metálico
progresando hacia el decaimiento de la tarde
por el camino ideal de un paralelo
me sumerge en la conciencia del Transcurso.
También la deliberada pedantería (ya acometida victoriosamente en la estrofa anterior, norma de versos indecibles):
Ah! Tender las velas desde el cono de sombra propicia
atravesando torvos océanos de luces herméticas,
islas radiantes, cruzar toda la leche de Hera
singlando a más distantes nébulas extragalácticas!
También el mero balbuceo de palabras goteadas, que quiere ser confundido con laconismo:
Tarde de plata.
Anteojos. Péndulos. Acanto.
Camino de palmeras hacia la fuente.
Física del mundo.
Vivir ahí. Lila de las glicinas.
Rostro de puras líneas frescas y ruborosas.
Tu grácil elegancia arqueada sobre el agua.
Dueños aquí, por siempre. Olvidar lo pasado
Cada semana. Claveles y silencio.
También la alegoría en todo su horror:
Atravesaba a nado el mar de los problemas
para aspirar la flor de una hermosura nueva...
Sus brazadas medían las concavidades,
y desde la garrocha de una hipótesis
adornaba los montes de parábolas.
También las órdenes despóticas, de ejecución más bien improbable:
Alma mía, decanta la esencia de tu goce,
depura la rudeza de la forma prístina,
decora de elegancia tu recia varonía.
También los imprudentes consejos:
Confía en el motor de tus razonamientos,
en el goniómetro de tu agudeza,
en la esencia de tu cultura,
e impulsa tus aviones a todas las estrellas,
y hazlos dar saltos y "loopings" sobre lo absurdo.
También el helenismo y la sastrería:
Quisiera ir al país de la alegoría
para tenderme bajo los sombríos matorrales
a acariciar mis pensamientos sobre lo bello;
para usar una túnica como la de Mercurio,
y hundir mis manos en las cabelleras de naranja
de las gracias danzantes, y competir con el dios aéreo
en el juego elegante que entreabre las gasas.
De otros errores es espejo y norma el señor Villamil, pero no puedo transcribir todo el libro. Recomiendo su examen apasionado a los curiosos y amateurs del mal gusto, entre quienes me cuento. Casi descreo del placer de los libros buenos; prefiero el de los otros.
Primera publicación en Crítica, Revista Multicolor de los Sábados
Buenos Aires, Año 1, N° 20, 23 de diciembre de 1933
Luego en Borges en Revista Multicolor (1995)
Y en Textos Recobrados 1931-1955 (2001)
Caricatura de Borges por Manuel Loayza