26/9/17

Jorge Luis Borges: Alfonso Reyes, Teotihuacán y Rulfo, imanes que lo atrajeron a México







La primera vez que Jorge Luis Borges visitó México —diciembre de 1973— quiso sólo tres cosas: encontrarse con Juan Rulfo, visitar Teotihuacan y la Capilla Alfonsina, la casa en la que vivió su amigo entrañable, Alfonso Reyes.
De su relación con el diplomático nació su “amor por México” y por su literatura. De las conversaciones con el ensayista mexicano, Borges comenzó incluso soñó con las tierras mexicanas.
Un día soñó que iba en un barco y que Alfonso Reyes, desde el muelle, se despedía de él con una banderita mexicana, por eso decidió venir a México en 1973 por invitación del escritor Miguel Capistrán, para recibir el Premio Internacional Alfonso Reyes.
El galardón era lo de menos, él quería conocer las entrañas de la nación azteca y a sus literatos: Salvador Elizondo, Juan José Arreola, Adriano González y Juan García Ponce. Pero, pidió con ahínco: “Quiero conversar con mi amigo Rulfo”, una charla que se reconstruyó en la revista Fractal.
También al autor de El aleph le interesaba el pasado prehispánico. A sus 74 años, caminó durante cuatro horas por Teotihuacán. No se vistió como el turista usual: bermudas, gorra y camisa; sino todo lo contrario, portó un traje azul oscuro, corbata amarilla y camisa blanca.
Visitó ese lugar para sentirse “inmerso en esta gran cultura, que no puedo ver, pero sí tocar y sentir”, relatan crónicas de la época. El argentino comenzaba a perder la vista como consecuencia de una enfermedad congénita que ya había afectado a su padre.
De la estancia de Borges en México, quedan como recuerdo las fotografías de Rogelio Cuéllar y Paulina Lavista; y los relatos de la prensa.
Cuéllar se convirtió en la sombra del autor de El libro de arena, y consiguió las imágenes más íntimas de ese viaje.
“A mí lo que me atraía mucho, sabiendo de su ceguera, eran sus ojos. Tengo toda una serie de fotografías de sus ojos”, sostuvo el fotógrafo en una entrevista con La Razón, en 2014 con motivo de los 115 años de su nacimiento.
Por su parte, Paulina Lavista retrató a Borges en Teotihuacán. Son unas imágenes “cargadas de mucha emoción”, rememoró.
La segunda visita tres años después, pero ahora acompañado de María Kokama. En 1978, realizó su tercera visita para grabar un programa para Canal 13 con Octavio Paz. Y se dio tiempo para conocer el Tepozteco.
Su última visita fue en agosto de 1981 para recibir el Premio Ollin Yoliztli de manos del entonces presidente José López Portillo.
“Le debo a México tantas cosas y puedo decir que si enumero nombres se notarán omisiones; pero no puedo olvidar a Octavio Paz, a Arreola, a Rulfo… a López Velarde, Alfonso Reyes, Othón, y sin duda faltan muchos”, dijo en aquella ocasión, de acuerdo con un texto de la periodista María Idalia, publicado en Excélsior.
El escritor también rememoró que el primer libro de historia que leyó fue Historia de la Conquista de México, de William H. Prescott; pero antes de este texto había descubierto el chocolate maya, esos “fueron los primeros dones, y después llegaron otros tantos… Leí una Antología de la Poesía Mexicana y hubo un tiempo en que yo sabía de memoria Suave Patria [de López Velarde]”.
De tal manera, tal como lo expresó María Kodama en 2014: “México ha sido siempre muy bueno y generoso con él; él lo decía. Así que fue amor correspondido”. Y fue así, para Borges esta nación fue “el arquetipo de valor, de cortesía, de inteligencia y conmigo de una incomparable generosidad”.
Tres décadas unidas por el humor 
Alfonso Reyes y Jorge Luis Borges se conocieron personalmente en la casa de Pedro Henríquez Ureña en 1927: “Pedro había llegado a Argentina hace algunos años y muy pronto conoció a Borges. Fue el primero en reseñar un libro suyo, Inquisiciones, en una publicación de importancia como la Revista de Filología Española que publicaba en Madrid el Centro de Estudios Históricos. Previo a este encuentro, se había dado un intercambio de libros entre Alfonso Reyes y Jorge Luis Borges, a través de Guillermo de Torre, cuñado de éste y a quien aquél conocía y con quien tuvo correspondencia”, narra Alfonso Castrejón en un texto publicado en abril en el suplemento cultural de La Razón.

De inmediato tuvieron diversas afinidades, entre las cuales sobresale el sentido del humor, recordó el poeta, narrador, ensayista y periodista Roberto Alifano, quien fue amanuense de Borges durante 11 años (1974-1985), y con el cual tradujo las Fábulas, de Robert Louis Stevenson, la poesía de Hermann Hesse, relatos de Lewis Carroll y a otros autores de poesía y literatura fantástica.
Durante la charla que ofreció el pasado 13 de abril en la Capilla Alfonsina, acompañado por Adolfo Castañón, miembro honorario de la Academia Mexicana de la Lengua, recordó anécdotas de dos grandes de la literatura latinoamericana.
“Una de las cosas que atraía a Borges de Alfonso Reyes era su sentido del humor, nunca se sabía si hablaba en serio o en broma”, explicó el académico argentino. “A Borges le fascinó la agilidad mental de Reyes. Por ejemplo, cuando le preguntó, casi incrédulo, si había conocido realmente al poeta Manuel José Othón, el regiomontano le contestó indirectamente citando un verso del poema Memorabilia de Robert Browning: ‘Did you ever see Shelley plain?’ (‘¿Acaso vio a Shelley cara a cara?’), para arriesgar una traducción utilitaria”, detalló.
“Eran dos seres literarios, dos hombres por los que toda la vida, todas las experiencias humanas pasaban por la literatura, se tamizaban por la literatura”, expresó Alifano. A ambos escritores, señaló Castañón, nunca les interesó la fama. “Si Borges no recibió el Premio Nobel de Literatura fue porque sabía demasiado, pues estudió las antiguas literaturas germánicas”, concluyó.

Texto e imagen en La Razón, México, 14 de junio de 2016

No hay comentarios.:
Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...