He sospechado alguna vez que las obras completas son un error de origen comercial o profesoral. Un hombre tiene derecho a que lo juzguen por su más clara página, no por las distracciones de su pluma o por cartas casuales. Yo querría ser juzgado por los nueve textos que siguen o por el eco de esos textos en la memoria.
El muerto puede ser una alegoría, sin que yo lo supiera. A todos nos dan todo y nos quitan todo. De mis cuentos, Ulrica es el que prefiero, quizás porque es el menos borgeano. Ni laberintos, ni armas blancas, ni tigres.
El episodio que relata La espera ocurrió en Rosario. El protagonista era turco: lo hice italiano, porque mis lectores no ignoran que sé poco o nada de turcos. La muralla y los libros atestigua esta veneración de un imperio que me fue revelado por tantos signos, por el Unicornio y Confucio, por la mariposa de un sueño y por los ideogramas grabados en una alta campana de bronce. De La intrusa debo decir que no soy los hermanos Nilsen y que condeno el crimen que ejecutaron. Dedico El Golem a la querida memoria de la baronesa de Stummer, que me llevó al libro de Meyrink y con la que traduje, en tardes que no olvidaré, el Somnium Scipionis de Cicerón. Los Fragmentos de un evangelio apócrifo bien pueden ser el texto que me justifique ante Dios, si es que hay un Dios, como lo demostró san Anselmo. La luna afirma una verdad, con algún exceso retórico: no hay un instante que no lleve la carga de pasado infinito. La Utopía de un hombre que está cansado no requiere mayores aclaraciones: yo soy ese hombre.
Toda mi gratitud a los generosos conspiradores que han urdido este libro, los señores Eduardo Mayer y César Palui, y a Roberto Alifano, mi amigo y colaborador de tantas páginas.
Buenos Aires, 11 de noviembre de 1985
En Utopía de un hombre que está cansado, Ed. Andrés Bello, Sgo. de Chile, 1988
Primera publicación en El País, Madrid, 25 de junio de 1986
El diario El País publicó este prólogo a pocos días de la muerte de Jorge Luis Borges y antes de que se editara la antología a la que estaba destinado. El artículo adjunto al texto se tituló Un escrito de Borges presenta sus obras completas, aunque de su lectura surge con claridad que se trataba del prólogo a una antología de nueve textos: "Madrid, 25 de junio de 1986. La agencia Efe difundió ayer a todos los medios de comunicación lo que posiblemente sea la última pieza literaria de Jorge Luis Borges. Se trata de un prólogo para sus obras completas que escribió en noviembre de 1985 y que se reproduce en esta misma página. Dicho texto fue dictado por el escritor argentino -recientemente fallecido en Ginebra- a su secretario particular, Roberto Alifano. Es una corta y entrañable presentación de nueve textos del autor de El Aleph. El muerto, Ulrica, La espera, La muralla y los libros, La intrusa, El Golem, Fragmentos de un evangelio apócrifo, La luna y Utopía de un hombre que está cansado son los nueve textos que prologó Jorge Luis Borges en noviembre del pasado año. Roberto Alifano, el secretario particular del escritor argentino, cedió a la agencia Efe la exclusiva de la difusión mundial de este corto texto de Borges. Jorge Luis Borges falleció el pasado sábado 14 de junio en Ginebra, ciudad a la que se había trasladado a finales de diciembre del pasado año. Un cáncer de hígado segó la vida del escritor argentino, que contaba 86 años de edad y una de las obras más importantes del siglo XX en lengua española. Sus poemas y sus cuentos lo convirtieron en una figura esencial del siglo. La enfermedad llevó a Jorge Luis Borges hasta la ciudad suiza de Ginebra, en la que vivió voluntariamente aislado los últimos seis meses, sólo acompañado de su esposa, María Kodama, con la que contrajo matrimonio el pasado mes de abril. El prólogo que hoy se da a conocer fue dictado por Borges en Buenos Aires, y es muy posible que no hubiera escrito nada más desde entonces" [Nota de Florencia Giani]
En imagen, portada e índice del libro