La primera edición de El Jardín de senderos que se bifurcan, que edita Sur en 1941, está compuesta de tan sólo cinco relatos. En 1944 una segunda edición, de Sur también, modifica el título, lo que es una lástima, y se llama Ficciones. Se recogen allí, las cinco piezas de 1941, se agregan unos cuantos textos más, entre ellos El acercamiento a Almotásim o en lugar de a Almotásim, de Almotásim. Las dos versiones del título son válidas, nos parece. Ana María Barrenechea nos dice "que es el comentario de un libro ficticio con un subtítulo imaginativo, significativo: A Game Whit Shifting Mirrors". La estudiosa de Borges lo aproxima a La Biblioteca de Babel por su tema. Almotásim sigue apareciendo en El jardín de senderos que se bifurcan hasta 1953. En las ediciones, al menos en las que conocemos, hechas en inglés, por ejemplo la de Allen Lane. The Penguin Press, se sigue, con buen criterio, al colocar al texto sobre Almotásim como una ficción y no como un ensayo. Se la ignora en Labyrinths (Penguin Books, 1970) con prólogo de Andre Maurois. La edición es de Donald Yates y James Irby. El mismo Borges en su Nueva antología personal (1967), entre los diez relatos que elige, se encuentra El acercamiento a Almotásim. Aun cuando creo que en Borges, su obra, ya sean sus poemas, sus ensayos, sus narraciones, hasta sus críticas y prólogos, parecen coincidir en un único punto, ese que es el esencial en la concepción borgiana del mundo y del hombre en ese mundo de laberintos, espejos, amores, tigres y juegos con la filosofía, nos parece que la historia de Almotásim es un relato. ¿Por qué en las nuevas ediciones se lo vuelve a incluir en Historia de la eternidad? Lo ignoro. ¿Acaso una disposición de Borges? No lo creemos, cuando, como apuntamos, el autor lo incluye entre sus relatos.
Recordemos las palabras de Borges: "Mi cuento siguiente (el primero, es sabido, fue Hombre en la esquina rosada), El Acercamiento de Almotásim, escrito en 1935, es a la vez un invento y un pseudo ensayo. Fingía ser la reseña de un libro publicado por primera vez en Bombay, tres años antes. Doté a su segunda y apócrifa versión como un editor real, Víctor Gollancz, y con un prefacio de Dorothy Sayers. Pero autor y libro son enteramente de mi invención. Aporté el argumento y ciertos detalles de algunos capítulos pidiendo cosas prestando a Kipling e introduciendo a un místico persa del siglo XII y luego puntualicé cuidadosamente sus limitaciones. El cuento apareció al año siguiente en un volumen de ensayos, Historia de la eternidad, junto a un artículo sobre el Arte de injuriar. Quienes leyeron El acercamiento a Almotásim, creyeron en lo que decía, y uno de mis amigos llegó a ordenar la compra de un ejemplar en Londres. No fue hasta 1942 que lo publiqué abiertamente como cuento en El jardín de senderos que se bifurcan. Quizá fui injusto con ese texto; ahora me parece que pronostica y hasta fija la pauta de otros cuentos que de alguna manera me estaban esperando, y en las que se basó mi reputación como cuentista".
Es curioso agregar que el amigo que pidió el libro a Gollancz era nada menos que Adolfo Bioy Casares. En lo que hace al relato me parece indudable que no se trata de que él (Borges) es el que lo omita. ¿Quién? Tal vez no interese demasiado. Pero una declaración como la de Borges (que hace en su autobiografía) es demasiado clara para que ese, su segundo cuento, sea eliminado de las ediciones de El jardín de senderos que se bifurcan.
Cuando Borges hablaba de aquellos escritos que Kafka había pedido a su amigo Max Brod que los quemara, dice que Brod cometió, al publicarlos, una desobediencia feliz. Con Borges, luego de muerto, se publicaron obras que él no quiso reeditar en vida. Creo que ha sido importante esa reedición. Con Borges entiendo que se han cometido desobediencias felices. Pero en ocasiones se ha utilizado un criterio equivocado. El relato sobre Almotásim pertenece mucho mas al mundo de las ficciones borgianas que al de sus ensayos.
Tal vez quien utilizó los apócrifos de Borges con mayor talento fue José Saramago en El año de la muerte de Ricardo Reis. No sólo juega con los apócrifos (que son más que eso, como el Abel Martín y Juan de Mairena de Machado o el Fradique Mendes de Eça de Queiroz) sino que uno de los protagonistas se encuentra leyendo un apócrifo de Borges. Alguien podrá decir que se trata de un juego intrascendente. Podría agregarse que no ha sido superado. Se podría decir que es un complicado ajedrez (quizá mas complicado que el inventado por Xul Solar) y que en realidad nadie sabe quién es el que en realidad mueve las piezas. Y eso, mejor así, nunca lo sabremos. Quizá solamente Almotásim.
Texto y retrato de Borges (sin atribución)