Interrogante: La velocidad es una conquista de nuestra época. ¿Cree usted que es útil?
Jorge Luis Borges: La pregunta me conmueve. Tiene el peculiar, el patético, el casi intolerable sabor de 1924, año en que el futurismo, tardía reedición italiana de ciertas inflexiones de Whitman, fue tardíamente reeditado en Buenos Aires. Pero ¿a qué alegar fechas tan próximas? Hace más o menos un siglo, De Quincey publicó un artículo titulado: “The glory of motion” (La gloria del movimiento), que declaraba que un insospechado placer, la velocidad, había sido revelado a los hombres mediante la invención de las diligencias.
Hace veinticuatro siglos, Zenón de Elea demostró que para que una distancia fuera infinita, bastaba subdividirla hasta lo infinito. Las velocidades, ahora, propenden a ser infinitas; el mundo, infinitesimal. Las técnicas para lograr la velocidad son admirables como medios; empobrecedoras como fines. Hay quienes creen haber circunnavegado el planeta; en verdad, no han hecho otra cosa que pasar de un hotel a otro hotel idéntico.
Hay quienes creen hablar por teléfono; en verdad, no hacen otra cosa que decir ¡hola! por teléfono. Hay quien mantiene, para comunicarse con Londres, un aparato receptor de onda corta; en verdad, no hace otra cosa que oír detonaciones, campanadas, cacofonías, gárgaras y zumbidos producidos en Londres. Viajar, ahora, es una de las formas más costosas de la inmovilidad.
Inventar o comprender una máquina es meritorio; manejarla es indiferente. Un hombre puede ser maestro en el arte de viajar en tranvía y ser harto menos complejo que un tranvía.
7 de septiembre de 1945
En Miscelánea (Ed. Mondadori)
© 1995, 2011, María Kodama
También en: Borges en El Hogar (2000)
Publicación original en revista El Hogar
Año 41, N° 1873, 7 de septiembre de 1945
Foto Borges en la Librería Casares
Propiedad de Alberto Casares
27 de noviembre de 1985, Vía
También en: Borges en El Hogar (2000)
Publicación original en revista El Hogar
Año 41, N° 1873, 7 de septiembre de 1945
Foto Borges en la Librería Casares
Propiedad de Alberto Casares
27 de noviembre de 1985, Vía