31/8/17

Adolfo Bioy Casares: "Borges" (Jueves, 15 de diciembre de 1955)






Jueves, 15 de diciembre. Comen en casa los Mallea, Gustavo Casares, Alicia Jurado, Borges. Gustavo pondera a España: «Qué lujo. Y qué miseria. En la iglesia de no sé qué pueblito, había que ver la plata del altar y las diademas de la Virgen y uno salía ¡y qué miseria! La gente no había cambiado: era la misma del tiempo del Greco. Había un cura flaco, vestido de negro, y seguido de otro cura, de colorado, y de no sé cuántos monaguillos. Y estaban —están por todas partes, en España— los enanos y las meninas de Velázquez: los quasimodos más horrorosos. El dominio de la Iglesia es impresionante: tienen a la gente en un puño, se meten en todo y embuchan el dinero». BORGES: «Enumera horrores como si fueran ventajas y virtudes». 
HELENITA MALLEA: «A María Elena Walsh la corrieron porque bajó de pantalones. Qué maravilla un pueblo que conserva así la manera de ser». BORGES: «Entre los esquimales encontrará aún más prejuicios ». HELENITA: «No me hable de esquimales: viven en lugares fríos y a mí el frío —brrrrr— me horroriza». Hablaron de lugares en donde uno viviría; yo menciono Inglaterra, Francia, Italia, Suiza, España; Borges está de acuerdo: Inglaterra, Suiza, España le gustan para vivir, pero «¿quién puede vivir fuera de Buenos Aires?», agrega. Helenita y Gustavo consideran que vivir en Inglaterra no sería posible. HELENITA: «Los ingleses no son hombres; ni muertos, son muertos». Se habla de fantasmas. Todos quisieran creer. Se habla del almirante Martínez, que se suicidó. GUSTAVO: «Le iban a hacer un tribunal de honor». HELENITA: «¿Qué es un tribunal de honor?». GUSTAVO: «Es la degradación, que le hicieron a Toranzo Calderón, antes, y ahora a Perón y a Teisaire. Yo no sé por qué se la iban a hacer a Martínez. Él se apenó mucho por lo de Teisaire. Era amigo de Teisaire y de Remorino. No se metía mucho en política. Lo que él quería era ser lo que ahora es Rojas: jefe de la flota. Fue eso: jefe de la flota. Era un hombre modesto. Le dieron la dirección de la [fábrica de cerveza] Quilmes, con veinticinco mil pesos mensuales». MALLEA: «No era tan modesto entonces». GUSTAVO: «Sí. Siguió en el mismo departamento». BORGES: «Además de peronista y de voraz, avaro». GUSTAVO: «Yo siempre digo: se puede ser peronista, allá ellos, pero lo que no es posible es ser peronista y estar en sociedad».



Texto y foto de Bioy Casares y Borges en Librería de la Ciudad en 1979
En Bioy Casares, Adolfo; Borges
Edición al cuidado de Daniel Martino
Barcelona: Ediciones Destino ("Imago Mundi"), 2006


30/8/17

Jorges Luis Borges: La Recoleta









Convencidos de caducidad
por tantas nobles certidumbres del polvo,
nos demoramos y bajamos la voz
entre las lentas filas de panteones,
cuya retórica de sombra y de mármol
promete o prefigura la deseable
dignidad de haber muerto.
Bellos son los sepulcros,
el desnudo latín y las trabadas fechas fatales,
la conjunción del mármol y de la flor
y las plazuelas con frescura de patio
y los muchos ayeres de la historia
hoy detenida y única.
Equivocamos esa paz con la muerte
y creemos anhelar nuestro fin
y anhelamos el sueño y la indiferencia.
Vibrante en las espadas y en la pasión
y dormida en la hiedra,
sólo la vida existe.
El espacio y el tiempo son formas suyas,
son instrumentos mágicos del alma,
y cuando ésta se apague,
se apagarán con ella el espacio, el tiempo y la muerte,
como al cesar la luz
caduca el simulacro de los espejos
que ya la tarde fue apagando.
Sombra benigna de los árboles,
viento con pájaros que sobre las ramas ondea,
alma que se dispersa en otras almas,
fuera un milagro que alguna vez dejaran de ser,
milagro incomprensible,
aunque su imaginaria repetición
infame con horror nuestros días.
Estas cosas pensé en la Recoleta,
en el lugar de mi ceniza.



En Fervor de Buenos Aires (1923)

Foto: Isaías Garde: Cementerio de La Recoleta, 2012 
Fuente: Visto en Baires


29/8/17

Jorge Luis Borges: Ante la ley [Traducción de «Vor dem Gesetz» de Franz Kafka]






Hay un guardián ante la Ley. A ese guardián llega un hombre de la campaña que pide ser admitido a la Ley. El guardián le responde que ese día no puede permitirle la entrada. El hombre reflexiona y pregunta si luego podrá entrar. ‘Es posible’, dice el guardián, ‘pero no ahora’. Como la puerta de la Ley sigue abierta y el guardián está a un lado, el hombre se agacha para espiar. El guardián se ríe, y le dice: ‘Fíjate bien: soy muy fuerte. Y soy el más subalterno de los guardianes. Adentro no hay una sala que no esté custodiada por su guardián, cada uno más fuerte que el anterior. Ya el tercero tiene un aspecto que yo mismo no puedo soportar’. El hombre no ha previsto esas trabas. Piensa que la Ley debe ser accesible en todo momento a todos los hombres, pero al fijarse en el guardián con su capa de piel, su gran nariz aguda y su larga y deshilachada barba de tártaro, resuelve que más vale esperar. El guardián le da un banco y lo deja sentarse junto a la puerta. Ahí, pasa los días y los años. Intenta muchas veces ser admitido y fatiga al guardián con sus peticiones. El guardián entabla con él diálogos limitados y lo interroga acerca de su hogar y de otros asuntos, pero de una manera impersonal, como de señor poderoso, y siempre acaba repitiendo que no puede pasar todavía. El hombre, que se había equipado de muchas cosas para su viaje, se va despojando de todas ellas para sobornar al guardián. Éste no las rehusa, pero declara: ‘Acepto para que no te figures que has omitido algún empeño.’ En los muchos años el hombre no le quita los ojos de encima al guardián. Se olvida de los otros y piensa que éste es la única traba que lo separa de la Ley. En los primeros años maldice a gritos su destino perverso; con la vejez, la maldición decae en rezongo. El hombre se vuelve infantil, y como en su vigilia de años ha llegado a reconocer las pulgas en la capa de piel, acaba por pedirles que lo socorran y que intercedan con el guardián. Al cabo se le nublan los ojos y no sabe si éstos lo engañan o si se ha obscurecido el mundo. Apenas si percibe en la sombra una claridad que fluye inmortalmente de la puerta de la Ley. Ya no le queda mucho que vivir. En su agonía los recuerdos forman una sola pregunta, que no ha propuesto aún al guardián. Como no puede incorporarse, tiene que llamarlo por señas. El guardián se agacha profundamente, pues la disparidad de las estaturas ha aumentado muchísimo. ‘¿Qué pretendes ahora?’, dice el guardián; ‘eres insaciable’, ‘Todos se esfuerzan por la Ley’, dice el hombre. ‘¿Será posible que en los años que espero nadie ha querido entrar sino yo?’ El guardián entiende que el hombre se está acabando, y tiene que gritarle para que le oiga: ‘Nadie ha querido entrar por aquí, porque a ti solo estaba destinada esta puerta. Ahora voy a cerrarla’.



En El Hogar, 27 de mayo de 1938.
Luego en  Antología de la literatura fantástica, en col. con A.Bioy Casares y S. Ocampo (1977)
Versión castellana de Kafka, Franz; «Vor dem Gesetz», Berlín, junio de 1914
Mural Borges Kafka, por Leonardo Polesello, II Bienal Borges - Kafka, Buenos Aires, mayo de 2010

28/8/17

Jorge Luis Borges encuestado. «¿Cree usted en Dios?»





¿Cree usted en Dios?
—Si por Dios se entiende una personalidad unitaria o trinitaria, una especie de hombre sobrenatural, un juez de nuestros actos y pensamientos, no creo en ese ser. En cambio, si por Dios entendemos un propósito moral o mental en el universo, creo ciertamente en Él. En cuanto al problema de la inmortalidad personal que Unamuno y otros escritores han vinculado a la noción de Dios, no creo, ni deseo ser personalmente inmortal.
Que hay un orden en el universo, un sistema de periodicidades y una evolución general, me parece evidente. No menos innegable es para mí la existencia de una ley moral, de un sentimiento íntimo de haber obrado bien o mal en cada ocasión.
¿Quiere decir entonces que en esencia todo eso probaría la existencia de Dios, o que Él haya sido el creador, el principio y el fin de las cosas?
—No sé si Dios está en el principio del proceso cósmico, pero posiblemente está en el fin. Dios es tal vez algo hacia lo cual tiende el universo.
¿Y por qué cree usted de esta manera en Dios?
—Creo por intuición y además porque sería desesperante no creer. Si suponemos que hay un ser perfecto y omnipotente que está al principio de la historia universal, y suponemos que creó el mundo, entonces no comprendemos por qué existe el dolor o la maldad; en cambio si suponemos un Dios que está creándose a través del proceso cósmico o de nuestros destinos personales, en esa única forma podemos creer en Él, es decir, como canalización evolutiva hacia la perfectibilidad.
¿Y cómo aplica su creencia a la vida práctica cotidiana?
—Trato de aplicarla. Dentro de la vida para la cual estoy condicionado hago lo más que puedo. Además no exijo a la finitud de mi ambición más de lo que el proceso natural de mi propia evolución podrá darme. Trato de ser un hombre justo, pero no siempre lo consigo.


* En Mundo Argentino, Buenos Aires, Año XLVI, Nº 2.369, 11 de julio de 1956

[*] Responden esta encuesta: Fidel Alsina Fuertes (científico), Francisco Petrone (actor), Risieri Frondizi (filósofo), Irineo Leguisamo (jockey), Carlos Kristof (obrero anarquista).
Unos años después, Borges responde a una encuesta organizada por el diario Clarín, 18 de diciembre de 1969, titulada “El escritor y la fe”.


Luego en Textos recobrados 1956-1985
Edición al cuidado de Sara Luisa del Carril y Mercedes Rubio de Zocchi 
© 2003 María Kodama 
© Emecé editores Buenos Aires, 2003

Imagen: Retrato de Borges por Kostas Koutsoukos (1999)



27/8/17

Jorge Luis Borges: Entrevista con Fietta Jarque [Madrid, junio de 1985]






Jorge Luis Borges firmó 333 ejemplares de su libro Los conjurados, durante su última visita a la Feria del Libro de Madrid, los primeros días de junio del año pasado. Borges concedió un entrevista a este periódico, de la que no se publicó un fragmento en el que el escritor argentino comenta los versos de uno de sus poemas más extraños, Cristo en la cruz. Para esta entrevista, Borges esperaba sentado en un sillón solitario de un salón en el Hotel Palace. Apoyado en su bastón como si bajo él mantuviera pisado al mundo, Jorge Luis Borges se inclinaba peligrosamente al hablar. Era capaz de someterse a varias entrevistas seguidas, una tras otra, sin demostrar cansancio o aburrimiento. Hablar era para él la manera de mantener al día su pasado, de no perder imágenes en su memoria, de revivir, de seguir viviendo.
-El orden en el que se presentan los poemas de Los conjurados sugiere una presencia constante del tema de la muerte. Hay quien comentó que este libro es su testamento literario.
-Bueno, esperemos que no -dijo, riendo, Borges. Salvo que cada libro es un testamento.
-El primer poema que incluye en este libro toca un tema poco frecuente en su literatura, se titula Cristo en la cruz.
-Sí, aunque no lo he vuelto a escuchar desde que lo escribí, ¿podría usted leérmelo?
-Cristo en la cruz. Los pies tocan la tierra. Los tres maderos son de igual altura. Cristo no está en el medio. Es el tercero. La negra barba pende sobre el pecho. El rostro no es el rostro de las láminas.
-Sería muy raro que fuera.
-Es áspero y judío. No lo veo y seguiré buscándolo hasta el día último de mis pasos sobre la tierra.
-Cierto, creo que todos tenemos ese deseo ¿no? Cristo fue para mí el personaje más vívido de la historia. Como hombre, el hombre más extraordinario de la historia. El destino más raro. Qué raro que todo eso lo sepamos a través de unos oyentes suyos. Se me ocurrió en estos días que la tarea de un escritor podría ser, aunque sea imposible, escribir un quinto testamento sin repetir los anteriores y que, sin embargo, no fuera del todo indigno de ellos. Claro que es una tarea tan ambiciosa que yo jamás emprenderé. Un quinto testamento que puede tomar una parábola, uno que otro dicho, pero cambiando los textos. Yo pensé que tenía que empezar este libro con un poema un poco extenso, y que llamara un poco la atención ¿no? Un poema con un tema extraordinario, por lo menos en mí. ¿Y cómo sigue?
-El hombre quebrantado sufre y calla. La corona de espinas lo lastima. No lo alcanza la befa de la plebe que ha visto su agonía tantas veces. La suya o la del otro. Da lo mismo. Cristo en la cruz. Desordenadamente piensa en el reino que tal vez lo espera, piensa en una mujer que no fue suya. No le está dado ver la teología, la indescifrable Divinidad, los gnósticos, las catedrales, la navaja de Occam, la púrpura, la mitra, la liturgia,
-¿Córno ha podido el papado, el Vaticano acusar de esa manera?
-...la conversión de Guthrum por la espada, la Inquisición, la sangre de los mártires, las atroces Cruzadas, Juana de Arco, el Vaticano que bendice ejércitos. Sabe que no es un dios y que es un hombre que muere con el día. No le importa. Le importa el duro hierro de los clavos. No es un romano. No es un griego. Gime.
-Claro, yo creo que no era estoico, ¿eh?. Los judíos no son estoicos.
-Nos ha dejado espléndidas metáforas y una doctrina del perdón que puede anular el pasado (Esa sentencia la escribió un irlandés en una cárcel).
-Claro, Oscar Wilde dijo: "El perdón anula el pasado". Es verdad, si uno perdona algo ni siquiera existe.
-El alma busca el fin, apresurada. Ha oscurecido un poco. Ya se ha muerto. Anda una mosca por la carne quieta.
-Bueno, eso yo lo he visto en una nieta natural de un abuelo mío que estaba muriéndose. Yo fui a verla al hospital, estaba conversando con ella, me distraje un poco, luego vi la mosca y supe que había muerto. Es una experiencia personal mía y la usé porque tengo derecho a hacerlo ¿no? Es terrible.
-¿De qué puede servirme que aquel hombre haya sufrido, si yo sufro ahora?
-Claro, ¿cómo la muerte de Cristo puede salvarnos?, es absurdo. Cada uno tiene que salvarse, eso me lo enseñó mi padre.
-El poema está fechado en 1984, en Kyoto.
-¿Kyoto? Eso hace más raro el poema, ¿no? Queda adornado con un vago paisaje japonés, que yo no vi jamás.
En El País, Madrid, 15 de junio de 1986
Retrato de Jorge Luis Borges ©PICTURE-ALLIANCE / DPA

26/8/17

Jorge Luis Borges: Utopía





Yo espero llegar a una edad sin aniversarios, sin colecciones, sin museos.

Tengo un cuento que se titula Utopía de un hombre que está cansadoen el que se supone que todo hombre se dedica a la música, que todo hombre es su propio Brahms; que todo hombre se dedica a la literatura, que todo hombre es su propio Shakespeare. Y luego, cuando muere, se destruye toda su obra, porque todo hombre es capaz de producirla. Y no hay clásicos, y no hay memoria, y no hay bibliotecas, desde luego. Porque todo hombre puede producir una biblioteca, o puede producir una galería, o puede elevar una estatua o construir una casa. Que el arte sea una preocupación, sea una ocupación de todo individuo. Y entonces ya se borrarán esas molestias: las historias de la literatura, las bibliotecas, los museos, colecciones (…). 

Yo pensaba, se me ocurrió esta mañana, que quizá el ideal sería (…) un mundo del todo anónimo. Que no hubiera nombres de países, por ejemplo, que sólo sirven de pretexto para guerras. Que no hubiera… que ningún individuo tuviera nombre. Que todo libro que se publicara fuera anónimo. Que no hubiera ni éxito ni fracaso. Y, sería mejor, que no existiera ni la pobreza ni la fortuna.


Antonio Carrizo, 1982




En Borges A/Z
A. Fernández Ferrer y J. L. Borges, 1988

La Biblioteca de Babel - 33

Foto:  Jorge Luis Borges, 1975 (Bettmann/Corbis) Detalle



25/8/17

Jorge Luis Borges: El Borametz






El cordero vegetal de Tartaria, también llamado Borametz y Polypodium Borametz, y “polipodio chino”, es una planta cuya forma es la de un cordero, cubierta de pelusa dorada. Se eleva sobre cuatro o cinco raíces; las plantas mueren a su alrededor y ella se mantiene lozana; cuando la cortan sale un jugo sangriento.

Los lobos se deleitan en devorarla. Sir Thomas Browne la describe en el tercer libro de la obra Pseudodoxia Epidemica (Londres, 1646). En otros monstruos se combinan especies o géneros animales; en el Borametz, el reino vegetal y el reino animal.

Recordemos a este propósito la mandrágora, que grita como un hombre cuando la arrancan, y la triste selva de los suicidas, en uno de los círculos del Infierno, de cuyos troncos lastimados brotan a un tiempo sangre y palabras, y aquel árbol soñado por Chesterton, que devoró los pájaros que habían anidado en sus ramas y que, en la primavera, dio plumas en lugar de hojas.





En El Libro de los Seres Imaginarios (1967)
Con la colaboración de Margarita Guerrero
Retrato de Jorge Luis Borges, Propiedad María Kodama
Al pie: Imágenes del Borametz en Museum of Garden History

24/8/17

Antonio Carrizo - Jorge Luis Borges: «Yo nací en el año 1899 en esa casa»







Borges. Bueno, claro.. La primera es una alusión* a la doctrina platónica de los arquetipos: hemos visto la luna en el mundo de las arquetipos y luego vemos como una especie de remedo de la luna, aquí en la tierra. Y la otra se refiere de un modo muy concreto a un patio, que ya no existe —bueno, puede decirse de casi todas las cosas de Buenos Aires que no existen— al patio de la casa en que yo nací, en la calle Tucumán, entre Suipacha y Esmeralda. Y ahí estaba la higuera, en el segundo patio, y el aljibe. . . en el primer patio, sí.

Carrizo. En el mismo poema.

Borges. Y yo recuerdo... Puedo decir esto, que es raro: yo nací en el año 1899 en esa casa, en el centro de Buenos Aires, en la Parroquia de San Nicolás. Esa casa, como le digo, estaba a dos cuadras de Florida, y toda la manzana, fuera del almacén de “La Figura”, que estaba en la esquina, era de casas bajas. Es decir, lo que se llama ahora San Telmo, antes abarcaba toda la ciudad, toda la ciudad era San Telmo. Pero San Telmo se ha conservado un poco más y hasta se falsifica un poco más, también.

Carrizo. Claro.

Borges. Pero yo recuerdo esa cuadra, la recuerdo muy bien, toda de casas bajas: todas con azotea —porque no había tejas por ese lado— todas con azoteas, con ventanas con barrotes de hierro, zaguanes y patios.

Carrizo. No nos vayamos de la luna...*

Borges. No nos vayamos...

(...)


[*] Aluden a su poema La luna
En El Hacedor (1960)
Luego en JLB, Obra poética 1923/1985
© María Kodama y © Emecé Editores
Buenos Aires, 1989

En Borges el memorioso. Conversaciones de Jorge Luis Borges con Antonio Carrizo 
(Tercera mañana), págs. 68-69
Mexico-Buenos Aires, FCE, 1982
Nota: En los meses de julio y agosto de 1979, Jorge Luis Borges —que cumplía 80 años— grabó estas entrevistas para el programa “La vida y el canto”. Se emitieron durante el mes de agosto. El plan de trabajo y la edición de las grabaciones fueron realizados por Antonio Carrizo, productor y locutor de dicho programa. 





Agradecemos los audios a Santiago Navarro 
y a Eduardo Mercado que nos los acercara.

Lectura y descarga del libro completo en la sección Archivos 
de nuestro grupo homólogo en FB

Imágenes:
Arriba: A. Carrizo y Borges en entrevista televisiva de 1979 (capt.)
Abajo: Cover edición 1983




23/8/17

Jorge Luis Borges: Postal a Leonor Acevedo desde Punta del Este





Señora Leonor Acevedo de Borges
Pueyrredon 2190 - V° Piso
Buenos Aires

Querida Madre:
                        Le he pedido a Márquez Miranda que oficie de cartero. En una semana estoy de vuelta. Por ahora el mediodía entrega las mejores posibilidades de un pensamiento que no se deja traducir. By the way, he llegado a la claridad de una ventana sólo para conversar con usted.

                               Georgie.


Postal de Borges a su madre s/d probablemente años treinta
© Archivo José María Lafuente
Transcripción Florencia Giani

22/8/17

Fernando Sorrentino: Borges acusado y absuelto








El número 17 de la tercera época de la revista Proa (Buenos Aires, mayo-junio, 1995) registra un breve texto inédito de Julio Cortázar titulado «Translate, traduire, tradurre: traducir».

En él, entre otros temas, compara el placer de traducir con el trabajo de traducir:
"Trujamán silencioso, en mi juventud viví tiempos de delicia mientras traducía libros como Mémoires d’Adrien, de Marguerite Yourcenar, o L’immoraliste, de André Gide, y años después los pagué con jornadas de horror o de letargo frente a los informes de algunos expertos de las Naciones Unidas en las esferas (ellos lo escriben así) de la sociología / alfabetización / regadío / medios masivos de comunicación (sic) / biblioteconomía / reactores atómicos de agua pesada, etcétera, que en general merecían su denominación de informes pero en segunda acepción."

Hay también algunas bromas sobre errores o disparates variados que se deslizan en traducciones y no falta —en su estilo de artificiosa oralidad— la simpática autotomadura de pelo:
"He palidecido al releer fragmentos de mis viejas versiones literarias, como en el caso del célebre pero olvidado estudio del abate Brémond sobre plegaria y poesía, donde me equivoqué sobre el esprit en el sentido de ingenio o agudeza y lo traduje derecho viejo como ‘espíritu’, estropeándole el pasaje al buen abate."

Pero enseguida agrega:
"Claro que peor le ocurrió a Borges que en un poema creo que de Francis Ponge tradujo sol por ‘sol’ en vez de ‘suelo’, pero ya se sabe que esas cosas pasan en las mejores familias, vide San Jerónimo."

Muy bien. Ocurre que, en toda su vida, Borges tradujo, del francés, tres poemas (o, mejor dicho, un poema y una suerte de prosa poemática):

  1. El poema es «Paysage cruel» (constituido por cuatro partes tituladas «Trame», «Moments», «Animale», «Le temps de l’insecte»); esta obra pertenece a Édith Boissonnas (1904-1980).
  2. Las prosas poemáticas pertenecen, en efecto, a Francis Ponge (1899-1988) y se titulan «De l’eau» y «Bords de mer».*
La revista Sur, en su entrega dedicada a la literatura de Francia (Buenos Aires, año 16, núm. 147-148-149, enero-febrero-marzo, 1947), incluye todos estos textos en versión bilingüe con páginas enfrentadas: en las pares se halla el original francés; en las impares, la versión española de Borges.

Por exceso de escrúpulo (Cortázar escribió «creo que de Francis Ponge») revisé también el texto de Edith Boissonnas: allí no aparecen los vocablos sol ni soleil

Tampoco se encuentran en «Bords de mer». Pero sí en «De l’eau», según este detalle:

El vocablo sol figura cinco veces (a = Ponge; b = Borges):

a. Comme le sol, comme une partie du sol, comme une modification du sol.
b. Como el suelo, como una parte del suelo, como una modificación del suelo.
a. (…) se couche à plat ventre sur le sol (…).
b. (…) se acuesta boca abajo en el suelo (…).
a. (…) dans son désir d’adhérer au sol (…).
b. (…) en su deseo de adherirse al suelo (…).

En cambio, soleil sólo se halla dos veces:

a. Cependant le soleil et la lune sont jaloux de cette influence exclusive(…).
b. Sin embargo el sol y la luna le envidian esta influencia exclusiva (…).
a. Le soleil alors prélève un plus grand tribut.
b. El sol le arranca entonces mayor tributo.

Como vemos —y no podía esperarse otra cosa—, no hay ningún error en la traducción de Borges. Queda, por lo tanto, absuelto de culpa y cargo de la acusación de haber cometido tan grosero dislate.

En cuanto a la información suministrada por Cortázar, puede considerarse un ejercicio de literatura fantástica, a la que tan afecto era el imaginativo y cosmopolita narrador.


(*) Transcurrido más de medio siglo, adviértase la abismal diferencia de magnitud literaria que 
existe hoy entre los encumbrados creadores francófonos y el humilde traductor al español de entonces.




Cortesía de El Trujamán correspondiente al 9 de octubre de 2002
Foto (s-a) Fernando Sorrentino Vía

Abajo: Cover Proa n° 17 (Buenos Aires, mayo-junio, 1995)
Sitio oficial Fernando Sorrentino


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