13/3/17

Borges profesor. Clase 21: Poemas de Rossetti. Rossetti visto por Max Nordau «The Blessed Damozel, «Eden Bower» y «Troy Town»





En la clase anterior vimos algunas de las composiciones menores —menores en extensión, no acaso en mérito— de Dante Gabriel Rossetti. Su composición más famosa, que arcaicamente se titula «The Blessed Damozel» —«damozel» es una palabra normanda, que equivale a «demoiselle»—y generalmente se traduce por «La doncella bienaventurada», corresponde, según se sabe, a una tela y a un poema de Rossetti. El argumento de «The Blessed Damozel» es un argumento extraño. Se trata de las desventuras de una persona, del alma en el Cielo. Se trata de sus desventuras porque está esperando la llegada de otra alma. La doncella bienaventurada ha pecado, su pecado ha sido perdonado, y cuando empieza el poema ella está en el Cielo, pero —y ya este primer detalle es significativo— ella está de espaldas al Cielo. Y ella se inclina sobre la baranda de oro desde la cual pueden verse abajo el Sol y la Tierra. Es decir, ella está tan arriba que ve al sol muy abajo, como perdido, y ve además al mismo tiempo como una suerte de pulso que late por todo el Universo.
Ahora, este poema, como casi todos los de Rossetti, es singularmente visual. El cielo no es vago. Todo es singularmente vívido, todo tiene un carácter gradualmente ominoso y al fin un poco terrible, nunca simplista. La primera estrofa dice:

The Blessed Damozel leaned out
From the gold bar of Heaven;
Her eyes were deeper than the depth
Of waters stilled at even;
She had three lilies in her hand,
And the stars in her hair were seven.

Es decir,

La Doncella Bienaventurada se inclinó
sobre la baranda de oro del Cielo;
sus ojos eran más profundos que la hondura
de aguas aquietadas al atardecer;
tenía tres lirios en la mano
y las estrellas de su pelo eran siete.

El poeta no dice «tenía tres lirios en la mano y siete estrellas en el pelo», sino «the stars in her hair were seven». Luego dice que a la doncella bienaventurada le parecía que apenas había pasado un día desde que llegó al Cielo, pero habían pasado años, porque el tiempo en el Cielo no corre como el tiempo en la Tierra, el tiempo es distinto. Esto nos recuerda aquella leyenda musulmana de Mahoma arrebatado al Cielo por la yegua al-Burak.399 La yegua, cuando emprende el vuelo con él —es una suerte de Pegaso alado, con plumas de pavo real, creo— empuja con el casco un cántaro con agua. Luego lleva a Mahoma al Cielo, a los Siete Cielos. Este conversa con los ángeles, atraviesa el lugar de los ángeles. Finalmente conversa con el Señor. Siente una especie de frío cuando la mano del Señor le toca el hombro, y luego él vuelve a la Tierra. Y cuando vuelve todo esto le ha parecido muy largo a él —ocurre lo contrario en el poema de Rossetti—, pero no se ha volcado todavía toda el agua del cántaro. En cambio, en el poema de Rossetti la doncella cree que ha pasado un rato en el Cielo y han pasado años. Esa doncella sabe que está en el Cielo, se habla de sus compañeros, se habla de sus nombres, se describe esa suerte de jardín o de palacios. Pero ella da espaldas al Cielo y mira hacia la Tierra, porque en la Tierra está el amante con el cual ha pecado, y ella piensa que él no tardará en llegar. Piensa que ella lo llevará de la mano ante la Virgen, que la Virgen comprenderá y que a él le será perdonada su culpa. Después va describiendo el Cielo. Entonces hay pormenores que son un poco terribles. Por ejemplo, hay un árbol que es de follaje oscuro y profundo, y a veces se siente que adentro de ese árbol mora la paloma, que es el Espíritu Santo, y las hojas parecen murmurar su nombre. El poema está interrumpido por paréntesis, y esos paréntesis corresponden a lo que siente y piensa el amante en la Tierra. El amante está en una plaza y mira hacia arriba, porque él también está buscándola como ella lo está buscando a él desde las alturas paradisíacas. Y luego ella piensa en los goces que serán suyos cuando él esté en el Cielo, y piensa que viajarán juntos a los hondos pozos de luz. Piensa que se bañarán ahí juntos a la vista de Dios. Y luego dice que «todo esto será cuando llegue, porque sin duda llegará». Pero como el poema es largo, vemos que toda esta esperanza será inútil, que él no será perdonado y que ella está condenada, digamos, al Cielo, como él será condenado al Infierno cuando muera, por su pecado. Y ella misma parece sentirlo así, porque en la última estrofa se inclina sobre la baranda de oro del Cielo y llora, y luego la estrofa concluye así: «y lloró», «and wept». Y luego, entre paréntesis, algo que corresponde a la conciencia del amante: «Yo oí sus lágrimas», «I heard her tears».
El doctor Max Nordau,400 en un libro que fue famoso a principios de este siglo, que se titula Degeneración,401 tomó este poema como prueba de que Rossetti era un degenerado. Dice que el poema es incoherente, que ya que el poeta nos ha advertido que el tiempo pasa de un modo más rápido en el Cielo, ya que han pasado años y todavía no se ha ido del todo el asombro de los ojos de la doncella, entonces ella tendrá que esperar un día o dos a lo sumo y se juntará con el amante. Es decir, el doctor Nordau leyó y analizó el poema y no comprendió que el amante no llegaría nunca, y que ése era el tema del poema: la desventura de un alma en el Cielo porque le falta la felicidad que conoció en la Tierra. El poema —según dice— abunda en rasgos circunstanciales. Por ejemplo, la muchacha está inclinada sobre la baranda de oro del Cielo hasta que —nos dice Rossetti— su pecho debe haber entibiado el metal de la baranda. Y hay otros detalles análogos: al principio todo es maravilloso y luego tenemos pormenores como aquel que dice: «de ese árbol en cuya hondura se siente la paloma». Es decir que es lo que dijo Chesterton: «delight bordering on the edges of nightmare», «delicia que bordea con la pesadilla». Hay como una sugestión de pesadilla en todo el poema, y ya en las últimas estrofas sentimos que si bien el Paraíso sería hermoso, es horrible para ella porque le falta el amante, que no llegará nunca y que no será perdonado como ella. Ahora, no sé si alguna de ustedes querrá leer en voz alta algunas de las estrofas en inglés, para que ustedes oigan la música. ¿No hay nadie aquí que se atreva?

(Pasa una alumna)

Leemos el principio del poema. Léalo lentamente, porque quizá sus compañeras no sean «bienaventuradas» y no comprendan tanto.402

The Blessed Damozel leaned out
From the gold bar of Heaven;
Her eyes were deeper than the depth
Of waters stilled at even;
She had three lillies in her hand,
And the stars in her hair were seven.403

En la primera estrofa hay lo que se llama una rima visual. Por ejemplo, «heaven» rima con «even», porque se escriben igual, y se entiende que eso es una rima. Así Byron dice por ejemplo en unos versos: «Like the cry of some strong swimmer in his agony»,404 «como el grito de un fuerte nadador en su agonía». Y recuerdo que ya de chico yo pronunciaba «agonai», y mi padre me explicó que no, que era una rima visual, que tenía primero que pronunciar «crai» y después «ágoni», porque esa convención ortográfica era aceptada por la poesía, y además se la considera como una riqueza. Por ejemplo, «come»,405 llegar, rima con «home», hogar, porque ambas palabras concluyen con «o-m-e». Y esto no se considera como un defecto, sino como una manera de aliviar, digamos, el peso de la rima. Es como si en Inglaterra no se hubieran acostumbrado del todo a la rima, y sintieran sin saberlo alguna nostalgia por la antigua poesía sajona, contada sin asonantes. Pero vamos a leer desde el principio, y prometo portarme bien y no interrumpir la estrofa.

Her robe, ungirt from clasp to hem,
No wrought flowers did adorn,
But a white rose of Mary’s gift,
For Service meetly worn
Her hair, that lay along her back
Was yellow like ripe corn.406

Hay un lindo rasgo, compara el pelo con el trigo.

Herseemed she scarce had been a day
One of God’s choristers;
The wonder was not yet quite gone,
From that still look of hers;
Albeit, to them she left, her day
Had counted as ten years.407

«Herseemed» es una forma un poco arcaica de decir «parecer». Le parecía haber pasado un solo día. «Choristers» hay que traducirlo por «coristas», palabra poco noble, pero que traduce exactamente «choristers». Rossetti, dada su ascendencia italiana, tendía a hacer agudas las palabras. Vemos aquí «choristers», que rima con «hers», cosa que no ocurre normalmente. Es una particularidad de él hacer agudas las palabras, sobre todo para la rima.

A ella le parecía haber pasado apenas un día
de que era una de las coristas de Dios;
todavía no se había ido del todo el asombro
de su tranquila mirada,
para aquellos a quienes ella había dejado,
su día había sido contado como diez años.

Es decir, habían pasado diez años pero ella creía que apenas hacía un día que estaba en el Cielo. Y ahora sigue un paréntesis: «Y para mí han sido diez años de años». Habla ahora, entre paréntesis, el amante, y dice que él ha esperado tanto que los años han sido como años hechos de años, y a él le parece sentir que «la cabellera de ella cae sobre su cara». Pero no era eso, eran las hojas del otoño que caían sobre su cara de los árboles de la plaza:

(To one, it is ten years of years....
Yet now, and in this place,
Surely she leaned o’er me, —her hair
Fell all about my face...
Nothing: the autumn-fall of leaves.
The whole year sets apace.)

It was the rampart of God’s house
That she was standing on;
By God built over the sheer depth
The which is Space begun;
So high, that looking downward thence
She scarce could see the sun.408

It lies in Heaven, across the flood
of ether, as a bridge.
Beneath, the tides of day and night
With flame and darkness ridge
The void, as low as where this earth
Spins like a fretful midge.409

Ella estaba «sobre la muralla edificada por Dios, sobre la caída, donde empieza el espacio, tan alto que mirando desde arriba apenas podía ver el sol», y el tiempo va pasando rápidamente, así como mareas, mareas oscuras y mareas claras. Y éstas son el día y la noche. En el poema fantástico todo es preciso, y lo preciso va dentro de lo metafórico, y todo es muy visual.

Around her, lovers newly met
‘Mid deathless love’s acclaims,
Spoke evermore, among themselves,
Their heart-remembered names;
And the souls, mounting up to God,
Went by her like thin flames.410

Ella está rodeada de amantes que acaban de encontrarse. Es decir, que son más dichosos que ella, que gozan de una plena felicidad en el Cielo. «Y las almas que iban subiendo a Dios», entre las cuales podía estar el alma del amante, eran «como delgadas llamas».

And still she bowed herself and stooped
Out of the circling charm;
Until her bosom must have made
The barsheleaned on warm,
And the lilies lay as if asleep
Along her bended arm.411

«Y ella seguía inclinándose» —porque estaba impaciente— «y su pecho debió entibiar el metal de la baranda», lo que he hecho notar antes. «Y los lirios estaban como dormidos.»

From the fixed place of Heaven she saw
Time like a pulse shake fierce
Through all the worlds. Her gaze still strove,
Within that gulf to pierce
Its path; and now she spoke as when
The stars sang in their spheres.412

«Y luego ella habló, como cuando las estrellas cantaron en sus esferas». Es decir, en los primeros días del Génesis. Tenemos también en este verso aliteración: stars, sang.

The sun was gone now; the curled moon
Was like a little feather
Fluttering far down the gulf; and now
She spoke through the still weather.
Her voice was like the voice the stars
Had when they sang together.413

«Y su voz era como la voz que tenían las estrellas cuando cantaron juntas.»

(Ah sweet! Even now, in that bird’s song,
Strove not her accents there,
Fain to be hearkened? When those bells
Possessed the mid-day air,
Strove not her steps to reach my side
Down all the echoing stair?)

«I wish that he were come to me,
For he will come», she said.
«Have not I prayed in Heaven? —on earth,
Lord, Lord, has he not pray’d?
Are not two prayers a perfect strength?
And shall I feel afraid?414

Hay una pregunta. Se pregunta, «¿No está tratando su voz de buscar desde la altura?» Ella dice: «Yo deseo que él venga a mí, porque él vendrá». Y este «él vendrá» es dicho ya para convencerse. Ella ya está insegura. «For he will come —she said.» «¿Acaso no he rezado al Cielo, Señor? ¿Acaso él no ha rezado?» Ella ya tiene miedo, pero dice: «¿Y debo sentir miedo?»

When round his head the aureole clings,
And he is clothed in white,
I’ll take his hand and go with him
to the deep wells of light;
As unto a stream we will step down,
And bathe there in God’s sight.415

«Cuando la aureola rodee su cabeza y él esté vestido de blanco» —es decir, cuando él haya muerto y esté perdonado—, «yo lo tomaré de la mano y lo llevaré a los hondos pozos de luz.» Aquí Nordau dijo que cómo en una imagen del Cielo podía ponerse la visión erótica de dos amantes bañándose en un pozo juntos, esto es de un degenerado.

We two will stand beside that shrine,
Occult, withheld, untrod,
Whose lamps are stirred continually
With prayer sent up to God;
And see our old prayers, granted, melt
Each like a little cloud.

We two will lie i’ the shadow of
That living mystic tree
Within whose secret growth the
Dove Is sometimes felt to be,
While every leaf that His plumes touch
Saith His name audibly.416

Bueno, mira el santuario, «cuyas luces están agitadas continuamente por las plegarias que suben hacia Dios, y veremos que las plegarias se disolverán como si fuesen nubecitas, y dormiremos a la sombra de este místico árbol viviente —aquí está— donde se dice que a veces está la paloma» —es decir, el Espíritu Santo—. «Y cada hoja que tocan sus plumas dice audiblemente su nombre.»

And I myself will teach to him,
I myself, lying so,
The songs I sing here, which his voice
Shall pause in, hushed and slow,
Finding some knowledge at each pause,
And some new thing to know.417

Y entonces ella dice que le va a enseñar las canciones que ha aprendido, y cada uno de los versos le revelará algo a él.

(Alas! we two, we two, thou say’st!
Yea, one wast thou with me
That once of old. But shall God lift
To endless unity
The soul whose likeness with thy soul
Was but its love for thee?).418

Entra ahora el amante: «Tú dices “nosotros dos”, pero nosotros somos uno». Hay en cierto modo una especie de conversación entre ellos dos, porque lo que él dice parece que contestara a lo que ella dice. Aunque desde luego él no puede oírla. Sin embargo, parece que siguen unidos como en la Tierra. Ahora, ustedes ven que este poema es en cierto modo un cuento también. Es decir, felizmente para nosotros ha sido escrito en verso, pero podría ser un cuento en prosa, un cuento fantástico. Es de origen narrativo.

We two, she said, will seek the groves
Where the lady Mary is,
With her five handmaidens, whose names
Are five sweet symphonies,
Cecily, Gertrude, Magdalen,
Margaret and Rosalys.

Circlewise sit they, with bound locks
And foreheads garlanded;
Into the fine cloth, white like flame,
Weaving the golden thread,
To fashion the birth-robes for them
Who are just born, being dead.419

«Y buscaremos dónde está Lady Mary con sus cinco doncellas», sus cinco azafatas, de las que luego da los nombres. Ellas están tejiendo los trajes natales para aquellos que acaban de nacer porque han muerto, es decir, acaban de nacer en el Cielo.

He shall fear, haply, and be dumb:
Then I will lay my cheek
To his, and tell about our love,
Not once abashed or weak:
And the dear Mother will approve
My pride, and let me speak.

Herself shall bring us, hand in hand,
To Him round whom all souls
Kneel, the clear-ranged unnumbered heads
Bowed with their aureoles:
And angels meeting us, shall sing
To their citherns and citoles.420

Ella dice que va a juntar mirra con laurel y le dirá a la Virgen su amor, sin ninguna vergüenza, y la querida madre rogará por ellos. Es decir, la Virgen va a dejar que fructifiquen por el amor. «Y ella misma nos ayudará ante Aquel frente a quien se arrodillan todas las almas», es decir, Jesucristo.

There will I ask of Christ the Lord
Thus much for him and me: —
Only to live as once on earth
With Love, —only to be
As then awhile, for ever now
Together, I and he.421

«Yo le preguntaré a Cristo, el Señor, esto para él y para mí.» Ella no quiere pedir ninguna otra cosa. Ella lo único que quiere es ser feliz en el Cielo como alguna vez fue feliz en la Tierra. Hay un soneto de Unamuno sobre el mismo tema, que no quiere otra felicidad que la felicidad que ha conocido en la Tierra, y esto es lo que ella le va a pedir a Jesucristo, que sean felices en el Cielo como lo fueron en la Tierra. Es algo muy apasionado: «que para siempre estemos juntos».

She gazed, and listened, and then said,
Less sad of speech than mild,
«All this is when he comes.» She ceased.
The light thrilled towards her, fill’d
With angels in strong level flight.
Her eyes prayed, and she smil’d.

(I saw her smile.) But soon their path
Was vague in distant spheres:
And then she cast her arms along
The golden barriers,
And laid her face between her hands,
And wept. (I heard her tears.)422

Y al fin: «Todo esto ocurrirá cuando llegue», y el aire estaba «lleno de ángeles en fuerte vuelo», «Sus ojos rezaron, y sonrió». «Yo vi su sonrisa pero pronto su camino fue vago y luego ella puso sus brazos sobre las barreras de oro. Y lloró»: «I heard her tears.»
Bueno, hay otro poema paradisíaco y terrible también, que se llama «Eden Bower». Ahora, «bower» lo traducen en el diccionario por «glorietas», pero hay que traducirlo por «alcoba», salvo que «alcoba» sugiera un lugar cubierto. Pero «bower» es un lugar en el cual se juntan dos amantes. Y aquí, en este poema, Rossetti ha tomado una tradición judía, porque creo que en algún texto judío dice: «Antes que Eva fue Lilith», y Lilith era en el Paraíso una serpiente, que fue la primera mujer de Adán antes de su mujer humana, Eva. Pero en el poema de Rossetti esta serpiente tiene la forma de una mujer y le da dos hijos a Adán. Y Rossetti no nos dice directamente cómo eran esos hijos, pero entendemos que los hijos eran serpientes, porque dice: «shapes that coiled in the woods and waters», formas que se enroscaban en las selvas y en las aguas, «glittering sons and radiant daughters», hijos resplandecientes e hijas radiantes. Luego Dios hace dormir a Adán, saca a Eva de su costilla, y entonces Lilith naturalmente siente envidia, tiene que vengarse. Y entonces ella busca a su primer amante, que era una serpiente, y ella se entrega a él y le pide que le dé su forma, que le dé forma de serpiente. Y luego ella tomará la forma de la serpiente y tentará a Eva, y entonces Adán y Eva serán expulsados del Paraíso. «Y donde hubo árboles habrá cizaña», Adán y Eva errarán por la Tierra, y luego Eva dará a luz a Caín, y después a Abel. Caín matará a Abel «y entonces tú —le dice a la serpiente— beberás la sangre del muerto».
Ahora vamos a oír algunas estrofas —no todas, porque es un poema largo— de este poema de Rossetti. Vuelvo a pedirle su voz, señorita.

(Pasa la alumna y empieza a leer)
It was Lilith the wife of Adam
(Eden bower’s in flower)
Not a drop of her blood was human,
But she was made like a soft sweet woman.

Hay estribillos que se repiten. Tiene un ritmo fuerte:

Era Lilith la mujer de Adán,
(la alcoba de ellos está en flor).

Hay una rima interna: «bower», «flower». Lilith:

En sus venas no había una gota de sangre humana,
pero ella era como una dulce mujer.

(Sigue leyendo la alumna)

Lilith stood on the skirts of Eden;
(And O the bower of the hour!)
She was the first that thence was driven,
With her was hell and with Eve was heaven.

In the ear of the Snake said Lilith:
(Eden bower’s in flower)
«To thee I come when the rest is over;
A snake was I when thou wast my lover».

»I was the fairest snake in Eden;
(And O the bower and the hour!)
By the earth’s will, new form and feature
Made me a wife for the earth’s new creature.

«Take me thou as I come from Adam:
(Eden bower’s in flower)
Once again shall my love subdue thee,
The past is past and I am come to thee».423

«Y ella estaba en los confines del Paraíso.» Cuando a ella la expulsan del Paraíso, porque la han creado a Eva, «con ella está el Infierno y con Eva está el Cielo». Y eso es lo que ella no podía tolerar, porque ella estaba enamorada de Adán. Y entonces le dice a la serpiente que ha sido su primer amante: «He aquí, vuelvo a ti cuando ha pasado lo demás, yo era una serpiente cuando tú eras mi amante, yo era la serpiente más hermosa del Edén». Esto es un poco terrible pero es lindo, porque también debe haber belleza en las serpientes. «Pero me dieron nueva forma y fui una mujer para la nueva criatura del Cielo», esto es, para el hombre. «Tómame, cuando vuelvo de Adán.» Porque ella no le oculta que ella vuelve de Adán y que ha tomado la forma de una mujer. Es un poco una bruja, de acuerdo a la superstición judaica de las brujas de la noche. «De nuevo te subyugará mi amor, el pasado ha pasado y yo vuelvo.»

O but Adam was thrall to Lilith!
(And O the bower and the hour!)
All the threads of my hair are gold
And there in a net his heart was holden.424

«Pero Adán fue un vasallo para Lilith», y sigue: «Todas las hebras de mi pelo son de oro, y en esa red estaba atado su corazón».

O and Lilith was queen of Adam!
(Eden bower’s in flower)
All the day and the night together
My breath could shake his soul like a feather.425

Y ahora... Lilith fue «la reina de Adán», «todo el día y toda la noche podía mi respiración sacudir su alma como una pluma».

What great joys had Adam and Lilith!
(And O the bower and the hour!)
Sweet close rings of the serpent’s twining,
As heart in heart lay sighing and pining.426

Vean ustedes el amor monstruoso de Lilith en estos versos y los que siguen. La repetición del estribillo le da un tono de fatalidad:

What bright babes had Adam and Lilith!
(Eden bower’s in flower)
Shapes that coiled in the woods and waters,
Glittering sons and radiant daughters.427

Ustedes ven que este poema tiene mucho del otro, pero hay diferencias estéticas. Aquí hay algo, el poema tiene algo de obsesión, porque tenía algo de locura este hombre al imaginarse los amores del primer hombre con una serpiente, hay algo monstruoso: «¡Qué resplandecientes niños tuvieron Lilith y Adán!», etcétera.
Ahora, hay otro poema, es un poema erótico también. No sé qué ocurre hoy, pero a Rossetti le gustaban. Este poema es un poema sobre Helena de Troya. Ahora, Helena, como ustedes saben, fue robada por Paris. Luego Paris la lleva a Troya —París es el hijo de Príamo, el rey de Troya—, y ésa es la causa de la guerra de Troya y de la destrucción de la ciudad.
Entonces, este poema podemos verlo. En la primera estrofa, que dice «Helena, de origen celestial, reina de Esparta», y luego «Oh, ciudad de Troya», porque a medida que Rossetti va diciendo esta fábula que ha inventado él, la fábula del origen del amor del príncipe Paris por Helena, él sabe que el resultado de este amor es la destrucción de la ciudad. Y en el poema él nos da simultáneamente los dos tiempos: el origen del amor, de los amores de Helena y de Paris, y luego la ciudad que será destruida. Es como si el poema se diera en la eternidad, como si se dieran a un tiempo las dos cosas, aunque muchos años las separan. Ahora, lo que se refiere al porvenir, lo que para nosotros es el pasado, eso está entre paréntesis también.
Entonces, empieza así:

Helena, de origen celestial, reina de Esparta,
(¡oh, ciudad de Troya!)
tenía dos senos de resplandor celestial,
el sol y la luna del deseo del amor.

Y luego él ya sabe, ya previó lo que ocurrirá y dice: «Troya ha caído, la alta Troya está en llamas». Luego Helena está sola y ella se arrodilla ante el santuario de Venus y le ofrece una copa, una copa que ha sido moldeada sobre sus pechos, que tiene la forma de sus pechos. Este tema lo toma Lugones en un poema titulado «La copa inhallable»,428 pero en el poema de Lugones es un escultor que quiere hacer una copa perfecta, y que sólo la hace cuando toma de modelo los senos de una doncella. Pero aquí, Helena se arrodilla ante Venus, le dice que ella necesita, ella requiere amor, y le ofrece esa copa. Y explica la razón de las formas de esa copa, y le recuerda aquel día ya lejano en que Paris, que era un príncipe y un pastor, tuvo que dar una manzana a la más hermosa de las diosas. Y ahí estaba Minerva, y ahí estaba Juno, y ahí estaba Venus. Y él le dio la copa a Venus.
Y ella le pide a Venus que le dé el amor de Paris, y Venus le dice: «Tú, que estás arrodillada ahí, haz que el amor te levante». Y luego le dice: «Tu don ha sido aceptado». Entonces ella llama a su hijo, a Eros, a Cupido, y le dice que lance una flecha. Y esa flecha llega muy lejos, adonde está durmiendo Paris, entra en su corazón, y entonces se enamora de Helena, a quien no ha visto nunca. Y dice: «Oh, abrazar su cabeza de oro». Y el poeta vuelve con el estribillo: «Troya ha caído, la alta Troya está en llamas». Es decir, desde el momento en que Paris se enamora de Helena, ya preexiste el porvenir, ya Troya está en llamas.
Y ahora vamos a oír este poema con circunstancias que yo sin duda habré olvidado. En este poema los paréntesis no corresponden a los pensamientos de otra persona, sino a lo que fatalmente ocurrirá cuando llegue el futuro. Se llama «Troy Town». Esto es una forma medieval. Actualmente no se diría «Troy Town», sino «the town of Troy». Pero en la Edad Media se decía «Troy Town», en francés también. Y nosotros en anglosajón hemos visto que para decir «Londres» decían Londonburh, y para decir «Roma», Romeburh.429 Aquí hay una forma análoga.
Ahora, Andrew Lang dijo que esta balada no era, evidentemente, una balada popular, porque Rossetti evidentemente no ha pretendido que lo fuera. Es un poema culto y artificial en el buen sentido de la palabra.

(La alumna empieza a leer el poema)

Heavenborn Helen, Sparta’s queen,
(O Troy Town!)
Had two breasts of heavenly sheen,
The sun and moon of the heart’s desire.
All Love’s lordship lay between,
(O Troy’s down,
Tall Troy’s on fire!)

Helen knelt at Venus’s shrine,
(O Troy Town!)
Saying, «A little gift is mine,
A little gift for a heart’s desire.
Hear me speak and make me a sign!
(O Troy’s down,
Tall Troy’s on fire!)»430

Cuando dice: «Óyeme hablar y hazme una seña», ya al decir eso Troya ha caído, ya Troya está en llamas.

Look, I bring thee a carven cup
(O Troy Town!)
See it here as I hold it up,
Shaped it is to the heart’s desire,
Fit to fill when the gods would sup.
(O Troy’s down,
Tall Troy’s on fire!).431

Helena a Venus: «te traigo una copa esculpida, digna de llenar el banquete de los dioses».
It was moulded like my breast;
(O Troy Town!)
He that sees it may not rest,
Rest at all for his heart’s desire
Or give me my heart’s behest!
(O Troy’s down,
Tall Troy’s on fire!)432

«No podrá escapar al anhelo de mi corazón.» Y el estribillo: «Troya en llamas».

See my breast, how like it is;
(O Troy Town!)
See it bare for the air to kiss!
Is the cup to thy heart’s desire?
O for the breast, O make it his!
(O Troy’s down,
Tall Troy’s on fire!)433

«Mira mi pecho, cómo se parece. Aquí está desnudo, para que el aire lo bese.»

Yea, for my bosom here I sue;
(O Troy Town)
Thou must give it where’tis due,
Give it three to the heart’s desire.
Whom do I give my bosom to?
(O Troy’s down,
Tall Troy’s on fire!)

Each twin breast is an apple sweet!
(O Troy Town!)
Once an apple stirred the beat
Of thy heart with the heart’s desire:
Say, who brought it then to thy feet?
(O Troy’s down,
Tall Troy’s on fire!)434

«Oh, Troy Town, tienes que dármelo, porque me corresponde. ¿A quién le daré mi pecho?» —porque ella no sabe todavía—. Aquí entra el tema de la manzana.

They that claimed it then were three:
(O Troy Town!)
For thy sake two hearts did he
Make forlorn of the heart’s desire.
Do for him as he did for thee!
(O Troy’s down,
Tall Troy’s on fire!)435

«Los que pretendieron esta copa eran tres.» Son rivales, al final quedaría uno solo. «¿Por qué hay derecho de que dos corazones sean despojados del anhelo del amor?»

Mine are apples grown to the south,
(O Troy Town!)
Grown to taste in the days of drouth,
Taste and waste to the heart’s desire:
Mine are apples meet for his mouth!
(O Troy’s down,
Tall Troy’s on fire!)436

«Las mías son manzanas que crecen hacia el sur, para gustar en los días de la sequía. Las mías son manzanas dignas de su boca.»

Venus looked on Helen’s gift,
(O Troy Town!)
Looked and smiled with subtle drift,
Saw the work of her heart’s desire:
«There thou kneel’st for love to lift
(O Troy’s down,
Tall Troy’s on fire!)

Venus looked in Helen’s face,
(O Troy Town!)
Knew far off an hour and place,
And fire lit from the heart’s desire;
Laughed and said, «Thy gift hath grace
(O Troy’s down,
Tall Troy’s on fire!)437
Cupid looked on Helen’s breast,
(O Troy Town!)
Saw the heart within its nest,
Saw the flame of the heart’s desire
Marked his arrow’s burning crest.
(O Troy’s down,
Tall Troy’s on fire!)

Cupid took another dart,
(O Troy Town!)
Fledged it for another heart,
Winged the shaft with the heart’s desire,
Drew the string and said, «Depart
(O Troy’s down,
Tall Troy’s on fire!)

Paris turned upon his bed,
(O Troy Town!)
Turned upon his bed and said,
Dead at heart with the heart’s desire,
«O to clasp her golden head
(O Troy’s down,
Tall Troy’s on fire!)438

En estos versos está apasionado, solicita el amor. Luego está Paris dormido, y al fin dice: «Oh, ¡quién pudiera abrazar su cabeza de oro!» Y por fin llega el estribillo final: «Oh, Troy Town! Tall Troy’s on fire!»
En la próxima clase hablaremos de William Morris.

Miércoles 7 de diciembre de 1966



Notas


399 Borges se refiere en detalle a esta leyenda en la página que dedica a Burak en su Libro de los seres imaginarios, OCC 599.
400 Max Nordau. Escritor y médico húngaro de origen hebreo nacido en Pest en 1849 y fallecido en París en 1923. Su obra más conocida es Die Konventionellen Lügen der Kulturmenschheit, «Las mentiras convencionales de nuestra civilización» (1883).
401 El título original del libro es Entartung. Fue publicado en 1893 y proponía el estudio del genio artístico como producto de la degeneración y la enfermedad.
402 A partir de aquí, como queda claro, una alumna leía el poema y Borges lo iba comentando estrofa por estrofa. Las lecturas en inglés habían sido omitidas de la transcripción original, pero se las repone aquí para permitir una mejor apreciación de los comentarios y traducciones de Borges.
403 «La Doncella Bienaventurada se inclinó / Sobre la baranda de oro del Cielo; / Sus ojos eran más profundos que la hondura / De aguas aquietadas al atardecer; / Tenía tres lirios en la mano, / Y las estrellas de su pelo eran siete.»
404 En Don Juan, de Lord Byron, Canto II, LUI, «A solitary shriek, the bubblingcry / Of some strong swimmer in his agony».
405 Se pronuncia «cam». Lo que Borges da a entender como «rima visual» es la combinación de dos palabras cuya terminación se escribe igual, pero se pronuncia distinto. Esto es posible en el idioma inglés por la complejidad de su pronunciación, a la que Borges ya hizo referencia en la clase 7.
406 Segunda estrofa del poema. «A su vestido, suelto desde el broche al dobladillo, / No lo adornaba ninguna flor, / Excepto una rosa blanca, regalo de María, / llevada convenientemente para el oficio / Su cabello, que caía a lo largo de su espalda / Era amarillo como el trigo maduro.»
407 Tercera estrofa del poema. Borges traduce la estrofa a continuación.
408 Estrofas cuatro y cinco. «(Para uno, son diez años de años. / ... Y sin embargo, en este mismo lugar, / Ella se inclinó una vez sobre mí, —sus cabellos / Caían sobre mi rostro... / Nada: la caída otoñal de las hojas. / El año entero pasa veloz.) // Sobre la muralla de la casa de Dios / Ella estaba de pie; / Edificada por Dios sobre la profundidad vertical / Donde empieza el Espacio; / Tan alta, que mirando desde allí hacia abajo / Ella apenas podía ver el sol.»
409 Estrofa seis. «[La casa] está en el Cielo, más allá del torrente / De éter, como un puente. / Abajo, las mareas del día y de la noche / Con llamas y oscuridad forman / El vacío, que llega hasta el fondo donde este mundo / Gira como un mosquito irritado.»
410 Séptima estrofa del poema. «A su alrededor, amantes reencontrados / Entre las aclamaciones inmortales del amor, / Pronunciaban entre sí, / Sus nombres recordados en el corazón; / Y las almas, que iban subiendo hacia Dios / Pasaban a su lado como delgadas llamas.»
411 Octava estrofa del poema. «Pero ella seguía inclinándose, y observando / Hacia abajo desde aquel balcón; / Hasta que su pecho debió / Entibiar el metal de la baranda, / Y los lirios quedaron como dormidos / A lo largo de su brazo doblado.»
412 Novena estrofa. «Desde ese lugar fijo en el Cielo ella vio / Que el tiempo se agitaba como un pulso intenso / A través de todos los mundos. Su mirada se esforzaba, / Por alcanzar a través de ese gran abismo / Su camino; y luego ella habló una vez como / Cuando las estrellas cantaron en sus esferas.»
413 Décima estrofa. «El sol se había ido ahora; la rizada luna / Era como una pequeña pluma / Revoloteando en el abismo; y ahora / Ella habló a través del aire inquieto. / Su voz era como la voz que tenían las estrellas / Cuando cantaron juntas.»
414 Estrofas once y doce. «(¡Ah, cuán dulce! Incluso ahora, en esa canción de pájaro, / ¿No intentaban acaso sus palabras, / Alcanzar la lejanía? Cuando esas campanillas / Poseyeron el aire del mediodía, / ¿No intentaban acaso sus pasos llegar a mi lado / Bajando aquella resonante escalera?) // “Deseo que él venga a mí, / Porque él vendrá”, dijo ella. / “¿Acaso no he rezado al Cielo? —en la tierra, / Señor, Señor, ¿acaso él no ha rezado? / ¿No son dos ruegos una perfecta fuerza? /¿Y debo sentir miedo?”»
415 Estrofa trece. «Cuando la aureola rodee su cabeza, / Y él esté vestido de blanco, / Yo lo tomaré de la mano y lo llevaré / A los hondos pozos de luz; / Y bajaremos hasta la corriente, / Y nos bañaremos a la vista de Dios.»
416 Estrofas catorce y quince. «Estaremos de pie al lado de ese santuario, / Oculto, alejado, no hollado, / Cuyas lámparas están agitadas continuamente / Con las plegarias que suben hacia Dios; / Y veremos nuestras viejas plegarias cumplirse y disolverse / Como si fuesen nubecitas. // Y dormiremos a la sombra / De ese místico árbol viviente / En cuyo secreto ramaje / Se siente que a veces está la Paloma, / Y cada hoja que tocan Sus plumas / Dice audiblemente Su nombre.»
417 Estrofa dieciséis. «Y yo misma le enseñaré, / Yo misma, yaciendo así, / Las canciones que canto aquí, en las que su voz / Se detendrá en murmullos, lentamente; /Y él encontrará sabiduría en cada pausa, / Y algo nuevo para aprender.»
418 Estrofa diecisiete. «(¡Ay! ¡Nosotros dos, nosotros dos, dices tú! / Si tú eras una conmigo / En el pasado. ¿Pero acaso elevará Dios / Hacia la unidad eterna / Al alma cuya similitud con la tuya / Consistía en su amor hacia ti?)»
419 Estrofas dieciocho y diecinueve. «Los dos, dijo ella, buscaremos el bosqueci11o / Donde está María, / Con sus cinco doncellas, cuyos nombres / Son cinco dulces sinfonías, / Cecilia, Gertrudis, Magdalena, / Margarita y Rosalía. // En círculo sentadas, con sus rizados cabellos / Y sus frentes adornados con guirnaldas; / En fina tela, blanca como la llama, / Bordando el hilo dorado / Para hacer el traje natal de aquellos / Que acaban de nacer, porque han muerto.»
420 Estrofas veinte y veintiuno. «Él temerá, feliz, y quedará callado: / Entonces yo apoyaré mi mejilla / En la suya, y diré acerca de nuestro amor, / Sin vergüenza y sin temor: / Y la querida Madre aprobará / Mi orgullo, y me dejará hablar. // Ella nos llevará, la mano en la mano, / Hasta a Aquél junto a Quien todas las almas / Se arrodillan, la fila de cabezas sin número / Agachadas con sus aureolas: / Y los ángeles al encontrarse con nosotros, tocarán / Sus cítaras y cítolas.»
421 Estrofa veintidós. «Allí yo le pediré a Cristo, el Señor / Sólo esto para él y para mí: — / Vivir como una vez vivimos en la tierra / Con Amor, — nada más estar / Como una vez estuvimos por un tiempo, ahora por siempre / Juntos, él y yo.»
422 Estrofas veintitrés y veinticuatro, conclusión del poema. «Ella miró, y escuchó, y dijo, / Su voz más apacible que triste, / “Todo esto sucederá cuando él venga”. Ella calló. / Y la luz la iluminó, lleno / Estaba el aire de ángeles en fuerte y parejo vuelo. / Sus ojos rezaron, y ella sonrió. // (Yo vi su sonrisa.) Pero pronto su camino / Fue vago en distantes esferas: /Y luego ella apoyó sus brazos / Sobre aquella baranda de oro, / Y dejó caer su rostro entre las manos, / Y lloró. (Yo oí sus lágrimas.)»
423 Estrofas dos a cinco del poema. «Lilith estaba en los confines del Paraíso; / (Y, ¡oh la alcoba de la hora!) / Ella fue la primera desde allí conducida, / Con ella estaba el infierno y con Eva el cielo. // Al oído de la Serpiente dijo Lilith: / (La alcoba del Edén está en flor) / “A ti acudo cuando lo demás ha pasado; / Yo era una serpiente cuando tú eras mi amante. // Yo era la serpiente más hermosa del Edén; / (Y, ¡oh la alcoba de la hora!) / Por designio de la tierra, nuevo rostro y forma / Me hicieron esposa de la nueva criatura terrenal. // Tómame, ya que vengo de Adán: / (La alcoba del Edén está en flor) / Una vez más te subyugará mi amor, / Lo pasado es pasado y yo acudo a ti.”»
424 Sexta estrofa. «¡Oh, pero Adán era vasallo de Lilith! / (Y, ¡oh la alcoba de la hora!) / Todas las hebras de mi cabello son doradas / Y en esa red fue atrapado su corazón.»
425 Séptima estrofa. «¡Oh, y Lilith fue la reina de Adán! / (La alcoba del Edén está en flor) / Día y noche siempre unidos / Mi respiración sacudía su alma como a una pluma.»
426 Octava estrofa. «¡Cuántas alegrías tuvieron Adán y Lilith! / (Y, ¡oh la alcoba de la hora!) / Dulces íntimos anillos del abrazo de serpiente, / Al yacer dos corazones que suspiran y anhelan.»
427 Novena estrofa. «¡Qué niños resplandecientes tuvieron Adán y Lilith! / (La alcoba del Edén está en flor) / Formas que se enroscaban en los bosques y las aguas, / Hijos relucientes y radiantes hijas.»
428 «La copa inhallable» es una extensa égloga perteneciente al libro de Leopoldo Lugones Lunario sentimental (1909).
429 Borges se refiere al descubrimiento de estas dos palabras en su conferencia sobre «La Ceguera», en Siete noches, OC vol. III, pág. 280.
430 Primera y segunda estrofas. «Helena, de origen celestial, reina de Esparta, / (¡Oh ciudad de Troya!) / Tenía dos senos de resplandor celestial, / El sol y la luna del deseo del amor. / Todo el poder del Amor entre ellos, / (¡Oh Troya ha caído, / La alta Troya está en llamas!) // Helena se arrodilló ante el altar de Venus, / (¡Oh ciudad de Troya!) / Diciendo: “Un pequeño don me pertenece, / Un pequeño don para el deseo de un corazón. / ¡Oye mis palabras y hazme una seña! / (¡Oh Troya ha caído, / La alta Troya está en llamas!)”»
431 Tercera estrofa. «Mira, te traigo una copa tallada, / (¡Oh ciudad de Troya!) / Mírala mientras la sostengo, / Su forma es la del deseo amoroso, / Lista para ser llenada en la cena de los dioses. / (¡Oh Troya ha caído, / La alta Troya está en llamas!)»
432 Cuarta estrofa. «Fue moldeada con la forma de mi pecho; / (¡Oh ciudad de Troya!) / Quien la contemple no podrá descansar, / No podrá escapar al anhelo de su corazón / O deberá obedecer a las órdenes del mío! / (¡Oh Troya ha caído, / La alta Troya está en llamas!)»
433 Quinta estrofa. «Contempla mi pecho, cómo se le asemeja; / (¡Oh ciudad de Troya!) / ¡Míralo desnudo para que lo bese el viento! / ¿Se ajusta la copa al deseo de tu corazón? / ¡Oh este pecho, oh, haz que a él pertenezca! / (¡Oh Troya ha caído, / La alta Troya está en llamas!)»
434 Sexta y séptima estrofas. «Sí, por mi pecho aquí suplico; / (¡Oh ciudad de Troya!) / Debes entregarla donde corresponde, / Entregarla allí al deseo amoroso. / ¿A quién le daré mi pecho? / (¡Oh Troya ha caído, / La alta Troya está en llamas!) //¡Cada pecho gemelo es una dulce manzana! / (¡Oh ciudad de Troya!) /Cuando una manzana agitó el latido / De tu corazón con el deseo amoroso: / Di, ¿quién lo llevó entonces a tus pies? / (¡Oh Troya ha caído, / La alta Troya está en llamas!)»
435 Octava estrofa. «Los que entonces la pretendieron eran tres: / (¡Oh ciudad de Troya!) / Por tu causa a dos corazones / Él despojó del deseo amoroso. / ¡Haz por él lo que él hizo por ti! / (¡Oh, Troya ha caído, / La alta Troya está en llamas!)»
436 Novena estrofa. «Mías son las manzanas que crecen en el sur, / (¡Oh ciudad de Troya!) / Para ser saboreadas en los días de sequía, / Saboreadas y sacrificadas al deseo amoroso: / ¡Mías son las manzanas dignas de su boca! / (¡Oh Troya ha caído, / La alta Troya está en llamas!)»
437 Estrofas diez a once. «Venus observó el don de Helena, / (¡Oh ciudad de Troya!) /Lo miró y sonrió de forma sutil, / Vio la obra del deseo de su corazón: /“Allí te arrodillas, para que lo eleve el amor” / (¡Oh Troya ha caído, / La alta Troya está en llamas!) // Venus observó el rostro de Helena, / (¡Oh ciudad de Troya!) / Supo de lejos una hora y un sitio, / Y encendió el fuego del deseo amoroso; / Rió y dijo: “¡Tu don goza de mi favor!” / (¡Oh Troya ha caído, / La alta Troya está en llamas!)»
438 Estrofas doce a catorce, conclusión del poema. «Cupido observó el pecho de Helena, / (¡Oh ciudad de Troya!) / Vio el corazón en su nido, / Vio la llama del deseo amoroso / Apuntó el extremo ardiente de su flecha. / (¡Oh Troya ha caído, / La alta Troya está en llamas!) // Cupido tomó otra flecha, / (¡Oh ciudad de Troya!) /La preparó para otro corazón, / Dio a la saeta el deseo amoroso, / Estiró el arco y dijo: “¡Vuela!” / (¡Oh Troya ha caído, / La alta Troya está en llamas!) // Paris se revolvió en su lecho, / (¡Oh ciudad de Troya!) / Se revolvió en su lecho y dijo, / Muerto su corazón por el deseo amoroso, / “¡Oh quien pudiera abrazar su cabeza de oro!” / (¡Oh Troya ha caído, / La alta Troya está en llamas!)»







En Borges profesor
Curso de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires
Edición, investigación y notas: Martín Arias & Martín Hadis
Buenos Aires © María Kodama, 2000

Imagen arriba: Portrait Dante Gabriel Rossetti by George Frederic Watts
Vía NPG
Foto al pie: Max Nordeau (sin atribución) via.lib.harvard.edu



11/3/17

Jorge Luis Borges: Cansinos y "Las mil y una noches"







Dos tareas encomendó la suerte a los árabes. Una fue predicar a un orbe de idólatras que no hay otros dioses que Dios o (como quiere Burton) que no hay más dios que el Dios; otra fue salvar para el Occidente el pensamiento de Aristóteles, varón profetizado, en opinión de algunos comentadores, por un versículo del eterno Corán, libro que consideran un atributo de la mente divina, anterior al idioma en que se escribió y aun al primer instante del tiempo. Una tercera misión, acaso no menos fatal y sin duda más deleitable, fue soñar y guardar para nuestros sueños el Libro de las mil y una noches, cuyo título parece contraponer a la unidad de Dios la vasta y numerosa variedad de sus criaturas. Los orientalistas opinan que esta compilación casi accidental fue redactada en Egipto durante el siglo XIII; Antoine Galland, hacia 1704, la reveló a los pueblos de Europa y hoy forma parte de la memoria general de los hombres. España, que fue alguna vez un centro famoso de la cultura arábiga, no poseía hasta el día de hoy una versión directa y literal de ese libro esencial de la gente islámica y se había resignado a traducir las incompletas traducciones de Galland o de Weil o la decorativa y licenciosa (en ambos sentidos de la palabra) paráfrasis del doctor Mardrus. Rafael Cansinos Assens nos da, por fin, el libro esperado.
El azar puede ser, entre tantas cosas, profético; en 1934 me fue dado vincular al nombre de Burton, el más ilustre de los traductores ingleses de Las mil y una noches, el de Rafael Cansinos Assens. El nexo, en aquel caso, era el don de lenguas con que los agració el Espíritu; Burton soñaba en diecisiete; Cansinos, en una curiosa figura cuyo poder está en la sugestión del espacio estelar, ha declarado que puede saludar a las estrellas en diecinueve idiomas clásicos y modernos. Cansinos, ahora, ha dado a los lectores hispánicos lo que Burton dio a los ingleses. Un examen de las “simpatías y diferencias” de ambas versiones requeriría tiempo y espacio: básteme señalar que Burton, que era un hombre de acción, cedió a la tentación literaria de un estilo barroco y de un vocabulario excesivo, en tanto que Cansinos, hombre de letras, maneja sabiamente un estilo llano. Ambos, por lo demás, reproducen los ocasionales pasajes de prosa rimada que marcan en el original cierto énfasis.
Hay libros —recordemos el Orlando furioso o la Anatomía de la melancolía del otro Burton— de cuya esencia misma es inseparable la idea de extensión; quien los recorre o los hojea debe sentir que puede perderse en su ámbito, como en un sueño o una música. Tal vez no los leeremos íntegramente, desde la primera página hasta la última, pero conviene a su peculiar sabor que sintamos, a izquierda y a derecha, la gravitación de lo desconocido y lo indefinido, como se siente, allende el horizonte visible, la presencia de la llanura. Cada página exige la continuidad de las otras y es necesario que sean muchas las maravillas y que las galerías de los sueños no tengan fin. No en vano son mil y una las noches.
Tres volúmenes de mil cuatrocientas páginas cada uno integran esta obra que acaba de publicar Aguilar. Burton y Payne dieron a sus versiones el nombre de Libro de las mil noches y una noche; Cansinos prescinde de ese ligero asombro sintáctico y su obra se titula Libro de las mil y una noches. Incluye todas las historias referidas por Shahrazad y otras de incierto origen que Antoine Galland intercaló y que hoy forman parte del canon. Algunas de estas últimas son merecidamente famosas; no sin sorpresa oímos que las historias de Aladino y de Alí Babá faltan en los manuscritos arábigos y que los textos orientales que las registran son traducciones del francés. Cansinos ha prefijado a su libro un estudio literario-crítico de las Noches, que abarca problemas tan diversos como el origen persa o indostánico de los cuentos, su parte de realidad y de irrealidad, los géneros representados y la posible interpretación esotérica del conjunto. Este prólogo, que bien podría ser otro libro, consta de más de cuatrocientas páginas. Merece atención la dedicatoria que, más allá de las conjeturales y probables fuentes foráneas, atribuye el principal honor a los árabes. Reza de esta manera:
“Al noble pueblo árabe, que dio a Las mil y una noches lo que un padre da a sus hijos: sangre, nombre y lengua. Selám!”
El arte del traductor es tenido en poco por los años que corren. No lo entendió así la Edad Media y en el siglo XIV un poeta francés pudo llamar a Chaucer gran traductor —grand translateur— sin que nadie sintiera un desnivel entre el adjetivo y el nombre o sospechara un propósito malicioso. Cansinos Assens, irónico padre del ultraísmo, poeta de secretas y profundas raíces bíblicas y maestro de una prosa feliz que siempre logra la belleza y nunca parece buscarla y cuya evolución no es menos ligera que amplia, consagra ahora sus vigilias y su fervor a esa abnegada tarea de traducir, que el desdén juzga subalterna. De este gran escritor judeo-andaluz podemos decir que una sola cosa le falta: la plena gloria literaria que tan abundantemente merece y que hasta ahora le escatima un azar hostil, pese a la resonancia que su palabra alcanza en tantos corazones y a la piedad filial que le profesamos sus antiguos discípulos.
Quienes usamos, de este o del otro lado del mar, el dilatado idioma español, debemos alegrarnos de poseer definitivamente esta delicada y rigurosa versión del libro famoso.

En diario La Nación, Buenos Aires, 10 de julio de 1960

Luego en Textos recobrados (1956-1986)
Edición al cuidado de Sara Luisa del Carril y Mercedes Rubio de Zocchi
© 2003 María Kodama
© Emecé editores Buenos Aires 2003


Véase también JLB: Las mil y una noches

Foto de Rafael Cansinos Assens cedida por su hijo Rafael Manuel
a Eduardo Montes Bradley [+] en Madrid ca.1997 durante el rodaje de Harto de Borges


10/3/17

Roberto Calasso: Un día con Borges







Vi a Borges sólo un día, un bellísimo día, primero en Masone, cerca de Fontanellato, en casa de Franco Maria Ricci. Después cenamos en un restaurante de camioneros sobre la vía Emilia. ¿Cuándo? En algún momento de los años setenta, seguramente en primavera. Yo recordaba el andar ondulante, fascinante, a la vez familiar y astralmente distante de la conversación, que avanzaba sobre todo a través de conjunciones de palabras, de sonidos. Cada tanto, Borges se detenía a enumerar cómo se decía cerveza en distintos idiomas. Pero todo está dominado por una imagen, por un momento: Borges que sale del restaurante, en un playón desolado, entre cemento, asfalto y una estación de servicio y levanta los ojos hacia la luz de neón, muy fuerte, chocante, de una lámpara que debería desalentar los robos. Borges la confunde con la luna. De su boca, como obedeciendo a un llamado invencible, salen sonidos que tienen un timbre distinto, una sonoridad hueca y remota: "Marble like solid moonlight, gold like frozen fire". Así le había parecido la antigua Roma a un bárbaro germánico, me dijo cuando terminó de recitar esas palabras. Que en mi mente quedaron como si fuesen de Kipling. Hoy, por casualidad, encuentro unos papeles donde había hecho algunas anotaciones de ese día (con una fecha: 30 de abril de 1977) y descubro que no se trataba de Kipling sino de Chesterton. Por años la busqué en vano hojeando los poemas de Kipling. Siguen otras anotaciones que encontré sobre aquél día.

"Marble like solid moonlight, gold like frozen fire". Chesterton.*

Se encuentra con el Papa. Hablan. Cuando sale del coloquio, se ríe para sí. Está contento. Le piden que diga de qué hablaron, ríe. Nunca dirá una palabra.

Beda desliza un verso de Virgilio en su crónica. Sonidos que hace descender de Héctor: sus reyes, una generación antes de Dios.

"Wakefield" de Hawthorne, el mejor relato.

Macedonio Fernández. Habituarse al dolor físico: antes de ir al dentista entraba a menudo a las farmacias (por el olor), conseguía catálogos de instrumentos de cirugía (por la forma). Finalmente, aterrorizado, no iba al dentista. 

Macedonio. El diente: pensaba que podía hacerlo caer ejercitando una leve y continua presión con la mano. Eso hacía, cubriéndose la boca, mientras conversaba con sus amigos.

Saliendo del restaurante cercano a Fontanellato (Manini). Una farola en lo alto irradia una luz pálida y fría. B. alza la mirada y pregunta qué es. Una farola, le dice. ¿Y la luna?, pregunta. Le indican que en dirección opuesta. B. vuelve la mirada hacia allí: "No la veo". Después, vuelve a mirar la farola: "Creía que era la luna... Too English to be true".

En el auto canta en inglés. Y repite "Arma virumque cano", le vino a la mente del título de una de las primeras comedias de Shaw.**

América, salida de una área pequeña de New England, de un pequeño grupo de personas que, directamente o no, se conocen.

Poema sobre Suiza. La locura suiza. No puede ser en estilo sublime.

Macedonio atribuía a sus interlocutores más toscos presupuestos místicos para cada frase.

Flagorner. La alegría de decir flagorner.

La rosada.***

"¿El futuro en Sudamérica? ¿Por qué no en Tasmania?"

¿Qué aspecto tenía Momigliano? (Refiriéndose a Attilio, no a Arnaldo Momigliano).

Ofendido por ser comparado, por el aspecto físico, con Valéry. Macedonio quería parecerse a Mark Twain.

Entusiasmado al hablar de las traducciones de Las mil y una noches. Ama a Burton, condena a Mardrus (c'est modern style), la mejor, en el fondo, es la de Galland.

Carlyle. Ama también el Hero Worship. El mundo moderno detesta a los héroes. Pero Carlyle pensaba en Homero. Y Homero pensaba en Héctor y en Aquiles, no en el Soldado Desconocido. 

Vulgaridad espiritual en Rilke.

Macedonio: junto con mi padre, el hombre que más he querido en mi vida.

El torso, siempre muy derecho, se sacude un poco hacia atrás cuando siente mencionar ciertos nombres que lo tocan, cuando escucha determinadas frases.


Notas

* Del poema The Ballad of the White Horse, III. 
** Arms and the Man, de 1894
*** En español en el original

En el catálogo Borges: el mismo, otro. Una lógica simbólica: 
manuscritos de Jorge Luis Borges en la Biblioteca Nacional (2016)
Sin datos de traducción. Notas por faf.
Foto de la exposición citada (en el fondo retrato de JLB por Grete Stern)


9/3/17

Jorge Luis Borges: Cuestionario Proust*






1) ¿Cuál considera usted el colmo de la infelicidad?
—Ya que vamos a jugar, juguemos a este juego. Sobre la pregunta, le diré que podría depender de las circunstancias o de personas; claro que es muy difícil…
2) ¿Dónde le gustaría vivir?
—Inexplicablemente, en Buenos Aires.
3) ¿Cuál es su ideal de felicidad terrenal?
—Poder pensar y trabajar.
4) ¿Para qué índole de faltas siente mayor indulgencia?
—Para las que son excepciones, para las que no corresponden al carácter general de quien las comete.
5) En la novela, ¿cuáles son sus héroes?
—No quisiera ser un payador, pero ponga: los que no se interesan —vamos a atenuar esto— demasiado en su felicidad o su desventura.
6) En la historia, ¿cuál es su personaje favorito?
—Spinoza, que vivió entregado al pensamiento abstracto.
7) ¿Cuáles son sus heroínas en la vida real?
—Sucesivamente, las muy distintas mujeres de las que me enamoro o, espere, quizás, las muy distintas mujeres, ya que soy viejo, de las que sigo enamorándome. ¡Tengo setenta y nueve años!
8) En la novela, ¿cuáles son sus heroínas?
—Cándida, de la comedia de Bernard Shaw, u otras análogas.
9) ¿Su pintor predilecto?
—Entiendo poco y nada de pintura, pero querría nombrar a Rembrandt y a Turner.
10) ¿Su músico?
—Soy musicalmente sordo, pero querría mencionar o destacar tal vez el nombre de Brahms.
11) ¿Qué cualidad prefiere en el hombre?
—Esto es un poco difícil, me refiero al cuestionario. Cuando a uno le preguntan cuánto es siete más cuatro, sabe responder once. Cuando le preguntan la prolongación de la calle Bolívar, se sabe que es San Martín. Sobre la pregunta en sí, le contesto: yo diría el no tomarse demasiado en serio.
12) ¿Y en la mujer?
—La indulgencia, la cortesía.

13) En los demás, ¿cuál es la virtud que prefiere?
—Dos: el hábito de la inteligencia y el hábito de la ética.
14) ¿Su ocupación favorita?
—En primer término, concebir obras literarias; en segundo término, ejecutarlas. También me interesa la germanística; en particular el estudio del inglés antiguo y del escandinavo antiguo, que no aprenderé nunca.
15) ¿Quién le hubiera gustado ser?
—Cualquier otro, salvo ciertos dictadores de cuyo nombre no quiero acordarme. No excluyo a mi pariente Rosas.
16) ¿Cuál es el principal rasgo de su carácter?
—La indecisión.
18) ¿Su principal defecto?
—La invencible tendencia a obrar de modo que sea injustificable.
19) ¿Qué es lo que más le gusta soñar con los ojos abiertos?
—Con escribir un libro que realmente me justifique.
20) ¿Cuál sería para usted la mayor desdicha?
—Perder la integridad mental que no tengo.
21) ¿Cuál es su color favorito?
—El amarillo, el único que la ceguera me ha dejado.
22) ¿Cuál es su flor favorita?
—Supongo que la rosa, que es símbolo de todas las otras.
23) ¿Cuál es el pájaro que más le gusta?
—No tengo preferencias ornitológicas.
24) ¿Cuáles son sus autores favoritos en prosa?
—Alfonso Reyes, Paul Groussac, Flaubert, Emerson, Shaw, Kipling, Stevenson, Chesterton, Schopenhauer y Hume. Sarmiento fue un hombre de genio, pero no suelo frecuentarlo.
25) ¿Sus poetas favoritos?
—Tantos que no puedo nombrarlos sin incurrir en imperdonables omisiones.
26) ¿Cuáles son sus héroes en la vida real?
—Los hombres de coraje.
27) ¿Sus heroínas favoritas en la historia?
—Si la historia significa lo político, no recuerdo a ninguna.
28) ¿Qué es lo que más detesta?
—Creo que la estupidez y la crueldad, que suelen ir juntas.
29) ¿Cuáles son los caracteres históricos que más desprecia?
—En general, los políticos.
30) ¿Cuál es el hecho militar que más admira?
—Las derrotas de quienes han combatido sin esperanza alguna de vencer.
31) ¿Cuál es la reforma que más admira?
—Las no acaecidas todavía, las que abolirán el culto del dinero y el de la fama.
32) ¿Cuál es el don de la naturaleza que le gustaría poseer?
—Me gustaría ser valiente. Mi dentista asegura que no lo soy.
33) ¿Cómo le gustaría morir?
—Bruscamente, hoy mismo.
34) ¿Cuál es el estado presente de su espíritu?
—Vivo desconcertado por tantas cosas…
35) ¿Cuál es su divisa?
—No poseo ese talismán.
Terminado el Cuestionario Proust, Borges agrega:
“Qué lástima que el juego no siga, pero si me acompaña hasta casa iremos charlando”. Añade en seguida: “Estoy preocupado por mi enfermedad —¿cuál?— mi edad; observe usted y verá que la longevidad es una forma de enfermedad”. […] Después dice: “Ahora no firmaría Jorge Luis Borges; fíjese que suena mal, es cacofónico, eso de Jorge y Borges. Firmaría Luis Acevedo o bien Luis Borges. El apellido tiene un poco de significado también, es de origen portugués y es una deformación de burgués, es decir hombre de ciudad. Hay una especie de doble implicancia en mi apellido, incluso me recuerda a los Borgia”. Surge el tema del premio Nobel y él agrega sonriendo: “Seré candidato vitalicio al premio Nobel y me moriré como candidato”.




Notas



[*] Originariamente el Cuestionario Marcel Proust fue un juego de salón de la época victoriana que Proust descubrió y puso de moda, convirtiéndolo en una prueba de sinceridad, entre curiosa y reveladora. Sin embargo, el filósofo francés Bernard-Henri Lévy dice en el diario El Mundo, Madrid, Año XIII, Nº 4355, 2 de noviembre de 2001: “Descubro en un viejo número de la revista Europa, que fue Mallarmé quien, en la Última moda, su periódico, inventó el famoso Cuestionario que suele atribuirse a Marcel Proust”.
El Cuestionario Proust consta de 36 preguntas. El texto de la revista Argencard, que aquí reproducimos, saltea la pregunta 17: “¿Qué es lo que más aprecia en sus amigos?” Falta también una pregunta: “Su nombre favorito”.

[**] En una nota titulada “Una mujer muy bella…”, Borges relata esta anécdota: “Estaba en Montevideo en un almuerzo de escritores. En realidad no sé cuántos años hace de esto, treinta o más, no recuerdo. Había mucha gente importante, entre ellos Fernán Silva Valdés, Pedro Leandro Ipuche y Emilio Oribe. / Me llamó la atención una señora de belleza casi alarmante. Me senté a su lado. / Hablamos de todo. De la Argentina y de la República Oriental, de nuestros escritores y poetas. Por supuesto, no sé si por mera cortesía o por congraciarme con ella hice el panegírico de Herrera y Reissig. Ella, por no ser menos, el de Lugones. / Era una carrera de virtudes literarias que no paraba. Mientras mi interlocutora se empecinaba en las dotes del argentino, más insistía yo en el oriental. Y así durante dos horas que no resultaron largas. / La competencia no cejaba. Para mí Herrera y Reissig era extraordinario —en realidad no sé si lo creía así— porque uno no es dueño de lo que dijo ayer, ni de lo que dirá mañana. Lo cierto es que casi la tenía convencida, un capricho, no sé. / La discusión llegaba a su fin. A los postres, y quizá un poco cansado, le pregunté: —¿Y usted, quién es? / —Me llamo Juana de Ibarbourou, ¿y usted? / —Yo me llamo Jorge Luis Borges. / No nos veríamos nunca más”. Véase Clarín, 19 de julio de 1979.
Sobre el Cuestionario Proust léase a Borges con Esteban Peicovich

En revista Argencard, Buenos Aires, mayo de 1979**


Luego antologado en Textos recobrados (1956-1986)

Edición al cuidado de Sara Luisa del Carril y Mercedes Rubio de Zocchi 
© 2003 María Kodama 
© Emecé editores Buenos Aires 2003


Imagen: Manuscrito original (y traducción) Cuestionario Proust (1890)





8/3/17

Jorge Luis Borges: Atlas [Prólogo]







Creo que Stuart Mill fue el primero que habló de la pluralidad de las causas; en lo que se refiere a este libro, que ciertamente no es un Atlas, puedo señalar dos, inequívocas. La primera se llama Alberto Girri. En el grato decurso de nuestra residencia en la tierra, María Kodama y yo hemos recorrido y saboreado muchas regiones, que sugirieron muchas fotografías y muchos textos. Enrique Pezzoni, la segunda causa, las vio; Girri observó que podrían entretejerse en un libro, sabiamente caótico. He aquí ese libro. No consta de una serie de textos ilustrados por fotografías o de una serie de fotografías explicadas por un epígrafe. Cada título abarca una unidad, hecha de imágenes y de palabras. Descubrir lo desconocido no es una especialidad de Simbad, de Erico el Rojo o de Copérnico. No hay un solo hombre que no sea un descubridor. Empieza descubriendo lo amargo, lo salado, lo cóncavo, lo liso, lo áspero, los siete colores del arco y las veintitantas letras del alfabeto; pasa por los rostros, los mapas, los animales y los astros; concluye por la duda o por la fe y por la certidumbre casi total de su propia ignorancia.

María Kodama y yo hemos compartido con alegría y con asombro el hallazgo de sonidos, de idiomas, de crepúsculos, de ciudades, de jardines y de personas, siempre distintas y únicas. Estas páginas querrían ser monumentos de esa larga aventura que prosigue.

J.L.B.



Texto y foto  de Borges y Kodama en Chichen Itzá, en Atlas (1984)

7/3/17

Jorge Luis Borges - María Kodama: El relato de Ottar







Ottar dijo a su señor Alfredo el Rey que de todos los hombres de Noruega el que habitaba más al norte era él. Dijo que habitaba hacia el norte en la tierra que orilla el mar occidental. Dijo que esa tierra se alargaba todavía más hacia el norte y que toda ella era desierta, salvo en pocos lugares donde residen, aquí y allá, los fineses, que se mantienen de la caza en el invierno, y de la pesca, junto a ese mar, en el verano. Dijo que había querido averiguar hasta dónde la tierra seguía alargándose o si algún hombre moraba al norte del yermo. Navegó entonces hacia el norte, junto a esa tierra, y durante tres días tuvo a estribor el desierto y el abierto mar a babor. Alcanzó entonces el extremo boreal a que llegan los cazadores de ballenas. Durante tres días más navegó todo lo que pudo hacia el norte. Hacia el este la tierra penetra en el mar o el mar entra en la tierra, él no sabía cuál de las dos cosas, pero esperó ahí vientos del oeste o del norte y navegó junto a la costa lo que se puede navegar en cuatro días. Tuvo que esperar un viento del norte porque la tierra se inclinaba hacia el sur o el mar penetraba en la tierra, él no sabía cuál de los dos. Cinco días navegó hacia el sur costeando la tierra. Remontando un gran río entró en la tierra, pero no prosiguieron más, porque sentían el temor de enemigos, ya que otra margen de la tierra estaba cultivada. No había encontrado tierra habitada desde que salió de su patria, durante todo el trayecto había tierra yerma a estribor y a babor mar abierto, con excepción de algunos cazadores y pescadores y pajareros y todos eran fineses.

Los beormas le dieron muchas noticias de la tierra que habitan y la de sus vecinos pero acaso no eran verdad ya que él no las vio con sus ojos. Le pareció que los fineses y los beormas hablaban más o menos la misma lengua.

Emprendió aquel viaje no sólo para descubrir esas tierras, sino en busca de morsas, porque sus colmillos son de muy noble hueso. De éstos le trajo algunos al rey. El cuero sirve para hacer cordajes de navío. Esa ballena (la morsa) es menor que las otras. Tienen siete codos de largo y los mejores balleneros son los de su tierra. Las ballenas tienen cincuenta codos de largo y las mayores ochenta y cuatro. Dijo que él era uno de seis balleneros que en dos días mataron sesenta ballenas (morsas).

Era un hombre muy poderoso y sus bienes eran de animales salvajes y también cuando vino el rey de seiscientos ciervos mansos que había criado. Esos ciervos se llaman renos, de los cuales seis eran señuelos, que los fineses aprecian porque atraen a los renos salvajes. En su tierra era uno de los primeros, aunque no tenía más que veinte cabezas de hacienda y veinte ovejas y veinte cerdos y la poca tierra que araba, la araba con caballos, pero sus bienes eran principalmente el tributo que le rendían los fineses. Este tributo era de pieles de ciervo y de plumas de pájaro, de huesos de ballena (marfil) y de cordajes que se entrelazan con piel de morsa y con piel de foca.



Nota


Alfredo el Grande (849-901), rey de los sajones occidentales, hizo traducir del latín al anglosajón el De Consolatione de Boecio y la Historia Universal del español Orosio, para la educación de sus nobles. Agregó como apéndice de la última el relato de los viajes del explorador noruego Ottar, que era súbdito suyo.
Los sajones podían componer versos memorables, pero su prosa, como lo prueba este pasaje, era vacilante y pesada.
En esta página el intrínseco interés del relato logra sobreponerse a las torpes y repetidas palabras del escriba. El mundo no era hospitalario; Ottar renuncia a explorar el río cuando sabe que en su margen hay hombres.
Longfellow ha usado este relato para escribir el hermoso poema que se titula The Discoverer of the North Cape.



En Breve antología anglosajona (1978)
En colaboración con María Kodama

Foto: Borges y M. Kodama (1975) by Willis Barnstone 
at Borges at Eighty: Conversations, AA.VV., 1982 
Edition, foreword and photographs: Willis Barnstone 
Contributing authors: Willis Barnstone, Alastair Reid, 
Dick Cavett, Alberto Coffa, Kenneth Brechner & Jaime Alazraki




5/3/17

Jorge Luis Borges: Santísima Trinidad






Uno de los hábitos de la mente es la invención de imaginaciones horribles. Ha inventado el Infierno, ha inventado la predestinación al Infierno, ha imaginado las ideas platónicas, la quimera, la esfinge, los anormales números transfinitos (donde la parte no es menos copiosa que el todo), las máscaras, los espejos, las óperas, la teratológica Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espectro insoluble, articulados en un solo organismo…

«La biblioteca total», 1939


La divinidad de Cristo es una cosa tan rara… Yo recuerdo que mi padre me decía que el mundo es tan raro que todo es posible… hasta la Santísima Trinidad. Como si hubiera dicho el unicornio.

Fernández Ferrer, 1986







En Borges A/Z

A. Fernández Ferrer y J. L. Borges, 1988
Imagen arriba: Captura Borges: El eterno retorno (1985)
Dirección Patricia Enis/Fernando Flores
Imagen abajo: A. Fernández Ferrer y M. Kodama 
Foto Bernardo Pérez Madrid, 2005 (detalle) Vía


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