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6/12/17

Jorge Luis Borges: Una llave en East Lansing









A Judith Machado

Soy una pieza de limado acero.
Mi borde irregular no es arbitrario.
Duermo mi vago sueño en un armario
que no veo, sujeta a mi llavero.
Hay una cerradura que me espera,
una sola. La puerta es de forjado
hierro y firme cristal. Del otro lado
está la casa, oculta y verdadera.
Altos en la penumbra los desiertos
espejos ven las noches y los días
y las fotografías de los muertos
y el tenue ayer de las fotografías.
Alguna vez empujaré la dura
puerta y haré girar la cerradura.


En La moneda de hierro (1976)
©1976, Borges, Jorge Luis
©1976, Buenos Aires, Ediciones Emecé

Imagen: Retrato de Borges expuesto en Biblioteca Nacional Mariano Moreno de Buenos Aires 2017
(No tengo autor ni otra data: Agradeceremos si alguien la brinda)



16/11/17

Manuel Pinedo*: El compadre (1943)






Hombre de las orillas: perdurable.
Estaba en el principio y será el último.
Estará donde un trágico boliche,
sin revocar, humilde y colorado,
ante el vértigo inmóvil de los huecos
aventura su caña y su baraja;
estará donde un hombre de voz áspera,
al compás de seis cuerdas trabajosas,
frangolle con desdén una milonga
más trivial y modesta que el silencio,
pero que hable de vida, tiempo y muerte;
estará donde el último retrato
de Irigoyen** presida austeramente
el vano comité que clausuraron
con rigor las virtuosas dictaduras,
negando al pobre el ínfimo derecho
de vender la libreta del sufragio;
estará donde esté el despedazado
suburbio, los calientes reñideros
donde giran los crueles remolinos
de acero y aletazo, grito y sangre.

Mientras haya un clavel para la oreja
del cuarteador; mientras perdure un tango
que sea feliz y pendenciero y límpido;
mientras, desde la altura del pescante,
el carrero gobierne taciturno
el lento río de los tres caballos,
y mientras el coraje o la venganza
prefieran al revólver tumultuoso
el tácito puñal, estará el hombre.

Oscuro y lateral, vivió sus días.
Se llamó Isidro, Nicanor, Amalio.
Admitió sin asombro los rigores,
el goce, la traición (ajena o propia).
Intuyó que a la larga son iguales
la precaria costumbre de la dicha
y la costumbre que se llama Infierno.
En los días pretéritos fue el hombre
de Soler, de Dorrego, de Balcarce,
de Rosas y de Alem; fue siempre el hombre
que se juega por otros hombres, nunca
por una causa abstracta; fue el anónimo
que se desangra en el barrial, vaciado
el vientre a puñaladas, como un perro.
(Murió en el Paraguay; murió en los atrios;
murió la numerada muerte pública
del hospital; murió en los pendencieros
burdeles de Junín; murió en la cárcel;
murió al margen del turbio Maldonado;
murió en los carnavales de Barracas;
murió en los carnavales, con careta).

Cesan los versos. La epopeya sigue
en Gerli, en el Rosario, en Ciudadela.
Los prontuarios registran el retrato
de un enlutado de mirada aviesa.
La sangre silenciosa del indígena
perdura en él. Prefiere la ironía
al insulto, el rencor a la esperanza.
Las noches de la dársena y del hueco,
las albas que desolan y denigran,
lo verán acechar, sexo y cuchillo.




*Seudónimo de Jorge Luis Borges
Luego lo utilizaría Norah Borges como crítica de arte

** Se refiere a Hipólito Yrigoyen


En El compadrito. Su destino, sus barrios, su música
Selección de Sylvina Bullrich Palenque y Jorge Luis Borges
Buenos Aires, Emecé Editores, 1945. 

Antologado en Textos recobrados 1931-1955 (2001)



Foto arriba: Captura entrevista de Borges por Jorge Gómez Fuentes 1979

Imágenes abajo:

Cover (ilustración H. Basaldúa) y portada (ilustración Silvia Peyrou) de la primera edición (Emecé, 1945)


      








Cover de la Edición 2000 de Emecé, y portada con ilustración de Jorge Luis Borges






10/11/17

Jorge Luis Borges: Un patio






Con la tarde
se cansaron los dos o tres colores del patio.
Esta noche, la luna, el claro círculo,
no domina su espacio.
Patio, cielo encauzado.
El patio es el declive
por el cual se derrama el cielo en la casa.
Serena,
la eternidad espera en la encrucijada de estrellas.
Grato es vivir en la amistad oscura
de un zaguán, de una parra y de un aljibe.



En Fervor de Buenos Aires (1923)


Foto: Borges en su casa, 1984 © Susana Mulé


23/10/17

Jorge Luis Borges: Versos con ademán de recuerdo (1926/7)







Recuerdo mío del jardín de casa:
vida cortés de misteriosa
vida benigna de las plantas,
y lisonjeada por los hombres.

Palmera la más alta del cielo de Palermo
y conventillo de gorriones;
parra con uvas negras,
los días del verano dormían a tu sombra.

Molino colorado
que amparaba el lugar como un abuelo;
honor a nuestra casa, pues a las otras
iba el río bajo la campanita del aguatero.

Negro sótano de agua clara
que hacías vertiginoso el jardín,
¡qué lindo ver por una hendija
tu calabozo de agua sutil!

Jardín, frente a tu virtud retumbaron
los heroicos carreros criollos
y también el carnaval charro
con el ranchito y el candombe y el susto de agua.

El almacén, hermano del malevo,
dominaba la esquina;
pero tenían tus bambúes para hacer lanzas
y tus gorriones para la oración.

Tus contadas varas de fondo
se nos volvieron geografía:
un alto era la montaña de tierra,
y una heroicidad su declive.

Yo pondré mi canto ahora
para seguir siempre acordándome:
voluntad buena de dar sombra
fueron tus árboles.


Revista Áurea, 1926-1927
Y además en Cuaderno San Martín, 1929, con variantes, bajo el título "Curso de los recuerdos"

Incluido en Textos recobrados 1919/1929
© 1997, 2007 María Kodama
© 2011 Buenos Aires, Editorial Sudamericana

Foto captura de Jorge Luis Borges. Imágenes inéditas



11/10/17

Jorge Luis Borges: A Rafael Cansinos Assens *







Larga y final andanza sobre la exaltación arrebatada del ala del viaducto.
A nuestros pies, busca velajes el viento, y las estrellas —corazones absueltos— laten intensidad.
Bien paladeado el gusto de la noche, traspasados de sombra, vuelta ya una costumbre de nuestra               carne la noche.
Noche postrer de nuestro platicar, antes de que se levanten entre nosotros las leguas.
Aun es de entrambos el silencio donde como praderas resplandecen las voces.
Aun el alba es un pájaro perdido en la vileza más lejana del mundo.
Ultima noche resguardada del gran viento de ausencia.
Grato solar del corazón; puño de arduo jinete que sabe sofrenar el ágil mañana.
Es trágica la entraña del adiós como de todo acontecer en que es notorio el Tiempo.
Es duro realizar que ni tendremos en común las estrellas.
Cuando la tarde sea quietud en mi patio, de tus cuartillas surgirá la mañana.
Será la sombra de mi verano tu invierno y tu luz será gloria de mi sombra.
Aún persistimos juntos.
Aún las dos voces logran convenir, como la intensidad y la ternura en las puestas del sol.




En Proa, segunda época, Buenos Aires, Año 1, N° 1, agosto de 1924. 

Y además en: Luna de enfrente, 1925, con variantes. 

Exposición de la actual poesía argentina (1922-1927), de Pedro Juan Vignale y César Tiempo, Buenos Aires, Minerva, 1927. (Se publicaron "Singladura" y "A Rafael Cansinos Assens".)

Incluido en Textos recobrados 1919/1929
© 1997, 2007 María Kodama
© 2011 Buenos Aires, Editorial Sudamericana



* Rafael Cansinos Assens (1883-1964) se afilió al movimiento poético modernista, liderado por Rubén Darío. Colaboró en las revistas Helios, Prometeo, Renacimiento y Ultra, difundiendo las innovaciones del dadaísmo, futurismo y ultraísmo. De 1918 a 1922 dirigió la revista Cervantes. Borges, que se consideraba su discípulo, le profesaba una gran admiración y lo ayudó a publicar en Buenos Aires. (Pléiade, 1993, pág. 1349.) Borges recuerda: "Luego marchamos a Madrid y allí el mayor acontecimiento para mí fue la amistad de Rafael Cansinos Assens. Aún me gusta pensar en mí como su discípulo. Había venido de Sevilla donde había iniciado los estudios sacerdotales, pero habiendo encontrado el nombre de Cansinos en los archivos de la Inquisición, decidió que él era judío. Esto lo llevó al estudio del hebreo y más tarde llegó a hacerse circuncidar. [...] Era un hombre alto, con el desdén andaluz por todo lo castellano. El hecho más notable de Cansinos era que vivía enteramente para la literatura, sin preocuparse del dinero o de la fama. Era un excelente poeta y escribió un libro de salmos -mayormente eróticos- titulado El candelabro de los siete brazos, publicado en 1915. También escribió novelas, cuentos, ensayos, y cuando yo le conocí, presidía un círculo literario". ("Autobiografía", 1970, en Monegal, 1987, pág. 144.) 

Borges escribió otros artículos sobre Rafael Cansinos Assens: "Definición de Cansinos Assens", Martín Fierro, Buenos Aires, N° 12/13, 10 de noviembre de 1924, recogido en Inquisiciones, 1925.

Las luminarias de Hanukah, reseña publicada en El tamaño de mi esperanza, 1926

"R. Cansinos Assens", Síntesis, Buenos Aires, junio de 1927

"La traducción de un incidente", Inicial, Buenos Aires, N° 5, 1924, recogido en Inquisiciones, 1925

Imagen: Rafael Cansinos Assens
Cortesía de Fundación Rafael Cansinos Assens, con testimonio de Rafael Manuel Cansinos Assens [+]


8/10/17

Jorge Luis Borges: Guardia Roja (dos versiones)






Guardia Roja* 

El viento es la bandera que se enreda en las lanzas
La estepa es una inútil copia del alma
De las colas de los caballos cuelga el villorrio incendiado.
La planicie rendida
no acaba de morirse

                                                     Durante los combates
    el milagro terrible del dolor estiró los instantes
Ya grita el sol
Por el espacio trepan hordas de luces.
En la ciudad lejana
        donde los mediodías tañen los tensos viaductos
y de las luces pende Jesús-Cristo
como un cartel sobre los mundos
se embozarán los hombres                                      en los torsos desnudos.



Guardia Roja**



El viento es la bandera que se enreda en las lanzas
La estepa es una inútil copia del alma
De las colas de los caballos cuelga el villorrio incendiado.

Y la estepa rendida
no acaba de morirse

                        Durante los combates
el milagro terrible del dolor estiró los instantes

Ya grita el sol
Por el espacio trepan hordas de luces.
En la ciudad lejana
                      donde los mediodías tañen los tensos viaductos
y de las luces pende el Nazareno
como un cartel sobre los mundos
se embozarán los hombres                                      
                      en los cuerpos desnudos.




*En Ultra, Madrid, Año 1, Número 5, 17 de marzo de 1921, página 4
**En Tableros, Madrid, Número 1, 15 de noviembre de 1921
Luego en Rythmes rouges (bajo el título Garde rouge), Pleiáde, 1993, pág.38
Y en Textos Recobrados 1919-1929 (2007)
Foto: Jorge Luis Borges en el año 1924


7/10/17

Jorge Luis Borges: Al horizonte de un suburbio (1925)








Pampa:
Yo diviso tu anchura que ahonda las afueras,
yo me estoy desangrando en tus ponientes.
Pampa:
Yo te oigo en las tenaces guitarras sentenciosas
y en altos benteveos y en el ruido cansado
de los carros de pasto que vienen del verano.
Pampa:
El ámbito de un patio colorado me basta
para sentirte mía.
Pampa:
Yo sé que te desgarran
surcos y callejones y el viento que te cambia.
Pampa sufrida y macha que ya estás en los cielos,
no sé si eres la muerte. Sé que estás en mi pecho.



Luna de enfrente, 1925
© 1995, 1996 María Kodama
Buenos Aires, Sudamericana, 2011

Imagen: Borges en 1976


25/9/17

Jorge Luis Borges: Barrio recuperado






Nadie vio la hermosura de las calles
hasta que pavoroso en clamor
se derrumbó el cielo verdoso
en abatimiento de agua y de sombra.
El temporal fue unánime
y aborrecible a las miradas fue el mundo,
pero cuando un arco bendijo
con los colores del perdón la tarde,
y un olor a tierra mojada
alentó los jardines,
nos echamos a caminar por las calles
como por una recuperada heredad,
y en los cristales hubo generosidades de sol
y en las hojas lucientes
dijo su trémula inmortalidad el estío.





En Fervor de Buenos Aires (1923) -cover abajo-.





En la edición de 1923 se tituló Barrio reconquistado
En la reedición de 1969, Barrio recuperado

Imagen arriba: Borges (detalle) con iniciadores revista Sur en 1930
Fundación Sur. Fotografía Estudio Forero
en Victoria Ocampo: Diálogo con Borges
Buenos Aires, Editorial Sur/El Ateneo, 2014


7/9/17

Jorge Luis Borges: Por los viales de Nîmes









Como esas calles patrias
cuya firmeza en mi recordación es reclamo
esta alameda provenzal
tiende su fácil rectitud latina
por un ancho suburbio
donde hay despejo y generosidad de llanura.
El agua va rezando por una acequia
el dolor que conviene a su peregrinación insentida
y la susurración es ensayo de alma
y la noche es benigna como un árbol
y la soledad persuade a la andanza.
Este lugar es semejante a la dicha;
I yo no soy feliz.
El cielo está viviendo un plenilunio
y un portalejo me declara una música
que en el amor se muere
y con alivio dolorido resurje. [sic]
Mi oscuridá difícil mortifica la calma.
Tenaces me suscitan
la afrenta de estar triste en la hermosura
y el deshonor de insatisfecha esperanza.




Luna de enfrente, Buenos Aires, Editorial Proa, 1925
Poema excluido por Borges en la edición de 1943 y siguientes

En Textos recobrados 1919-1929 (1997)
Buenos Aires, Sudamericana, 2011


Nota de esta edición:

Luna de enfrente, 1925, contenía veintisiete poemas. Al reeditar su poesía en 1943 Borges excluyó: "Tarde cualquiera", "La vuelta a Buenos Aires", "A la calle Serrano", "Patrias", "Soleares", "Por los viales de Nîmes", "El año cuarenta" y "En Villa Alvear". Incluimos a continuación estos ocho poemas que no fueron publicados en revistas antes de la primera edición del libro. Publicamos también las primeras versiones editadas de "Los llanos" (pág. 182), "Jactancia de quietud", "Singladura" y "A Rafael Cansinos Assens" (págs. 196-197), "Montevideo" (pág. 199), "Dualidá en una despedida" (pág. 203) y "Antelación de amor" (pág. 204). Los restantes poemas que integraban la primera edición de Luna de enfrente fueron corregidos por Borges a lo largo del tiempo; puede encontrarse su última versión en Luna de enfrente y Cuaderno San Martín, Buenos Aires, Emecé Editores, 3a edición, 1995.
El colofón de Luna de enfrente dice: "Este libro se acabó de imprimir el día 4 de Noviembre de 1925 en los talleres de G. Ricordi e C. que tienen su residencia en Buenos Aires. Calle Bolívar, 1610".


Entrevista de los periodistas Paloma Chamorro, José Luis Jover y el poeta y biógrafo del autor, Marcos Ricardo Barnatán, a sus 77 años.


2/9/17

Jorge Luis Borges: Versos de catorce








A mi ciudad de patios cóncavos como cántaros
y de calles que surcan las leguas como un vuelo,
a mi ciudad de esquinas con aureola de ocaso
y arrabales azules, hechos de firmamento,

a mi ciudad que se abre clara como una pampa,
yo volví de las viejas tierras antiguas del naciente [occidente]*
y recobré sus casas y la luz de sus casas
y esa modesta luz que urgen [y la trasnochadora luz de]** los almacenes

y supe en las orillas, del querer, que es de todos
y a punta de poniente desangré el pecho en salmos
y canté la aceptada costumbre de estar solo
y el retazo de pampa colorada de un patio.

Dije las calesitas, noria de los domingos,
y el paredón que agrieta la sombra de un paraíso,
y el destino que acecha tácito, en el cuchillo,
la noche olorosa como un mate curado.

Yo presentí la entraña de la voz las orillas,
palabra que en la tierra pone el azar del agua
y que da a las afueras su aventura infinita
y a los vagos campitos un sentido de playa.

Así voy devolviéndole a Dios unos centavos
del caudal infinito que me pone en las manos.



Nota:
Los asteriscos indican los cambios que hizo el autor en 1969 a la edición de 1925
*     yo volví de las viejas tierras antiguas del Occidente
**  y la trasnochadora luz de los almacenes


En Luna de enfrente (1925)

Foto: Ficheros que registran obras de Jorge Luis Borges 
en los archivos de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires


30/8/17

Jorges Luis Borges: La Recoleta









Convencidos de caducidad
por tantas nobles certidumbres del polvo,
nos demoramos y bajamos la voz
entre las lentas filas de panteones,
cuya retórica de sombra y de mármol
promete o prefigura la deseable
dignidad de haber muerto.
Bellos son los sepulcros,
el desnudo latín y las trabadas fechas fatales,
la conjunción del mármol y de la flor
y las plazuelas con frescura de patio
y los muchos ayeres de la historia
hoy detenida y única.
Equivocamos esa paz con la muerte
y creemos anhelar nuestro fin
y anhelamos el sueño y la indiferencia.
Vibrante en las espadas y en la pasión
y dormida en la hiedra,
sólo la vida existe.
El espacio y el tiempo son formas suyas,
son instrumentos mágicos del alma,
y cuando ésta se apague,
se apagarán con ella el espacio, el tiempo y la muerte,
como al cesar la luz
caduca el simulacro de los espejos
que ya la tarde fue apagando.
Sombra benigna de los árboles,
viento con pájaros que sobre las ramas ondea,
alma que se dispersa en otras almas,
fuera un milagro que alguna vez dejaran de ser,
milagro incomprensible,
aunque su imaginaria repetición
infame con horror nuestros días.
Estas cosas pensé en la Recoleta,
en el lugar de mi ceniza.



En Fervor de Buenos Aires (1923)

Foto: Isaías Garde: Cementerio de La Recoleta, 2012 
Fuente: Visto en Baires


19/8/17

Jorge Luis Borges: Sábados






A C.G.
Afuera hay un ocaso, alhaja oscura
engastada en el tiempo,
y una honda ciudad ciega
de hombres que no te vieron.
La tarde calla o canta.
Alguien descrucifica los anhelos
clavados en el piano.
Siempre, la multitud de tu hermosura.

A despecho de tu desamor
tu hermosura
prodiga su milagro por el tiempo.
Está en ti la ventura
como la primavera en la hoja nueva.
Ya casi no soy nadie,
soy tan sólo ese anhelo
que se pierde en la tarde.
En ti está la delicia
como está la crueldad en las espadas.

Agravando la reja está la noche.
En la sala severa
se buscan como ciegos nuestras dos soledades.
Sobrevive a la tarde
la blancura gloriosa de su carne.
En nuestro amor hay una pena
que se parece al alma.


que ayer sólo eras toda la hermosura
eres también todo el amor, ahora.


En Fervor de Buenos Aires (1923)
Foto: Jorge Luis Borges
© Museo Carlos Páez Vilaró, Sala Nicolás Guillén



18/8/17

Jorge Luis Borges: Hilario Ascasubi (1807-1875)








Alguna vez hubo una dicha. El hombre
aceptaba el amor y la batalla
con igual regocijo. La canalla
sentimental no había usurpado el nombre
del pueblo. En esa aurora, hoy ultrajada,
vivió Ascasubi y se batió, cantando
entre los gauchos de la patria cuando
los llamó una divisa a la patriada.
Fue muchos hombres. Fue el cantor y el coro;
por el río del tiempo fue Proteo.
Fue soldado en la azul Montevideo
y en California, buscador de oro.
Fue suya la alegría de una espada
en la mañana. Hoy somos noche y nada.




En La moneda de hierro (1976)
Foto: Hilario Ascasubi (dominio público/sin atribución) Vía

Véase también JLB, El coronel Ascasubi



17/8/17

Jorge Luis Borges: Montevideo (Dos versiones)






I

Mi corazón resbala por la tarde como el cansancio por la piedad de un declive.
La noche nueva es como un ala sobre tus azoteas.
Eres el Buenos Aires que tuvimos, el que en los años se alejó quietamente.
Eres remansada y clara en la tarde como el recuerdo de una lisa amistad.
El cariño brota en tus piedras como un pastito humilde.
Eres festiva y nuestra, como la estrella que duplica un bañado.
Puerta falsa en el tiempo, tus calles miran al pasado más leve.
Claror de donde la mañana nos llega, sobre la dulce turbiedad de las aguas.
Antes de iluminar mi celosía su bajo sol bienaventura tus quintas.
Ciudad que se oye como un verso.
Calles con luz de patio.*


II

Resbalo por tu tarde como el cansancio por la piedad de un declive.
La noche nueva es como un ala sobre tus azoteas.
Eres el Buenos Aires que tuvimos, el que en los años se alejó quietamente.
Eres nuestra y fiestera, como la estrella que duplican las aguas.
Puerta falsa en el tiempo, tus calles miran al pasado más leve.
Claror de donde la mañana nos llega, sobre las dulces aguas turbias.
Antes de iluminar mi celosía tu bajo sol bienaventura tus quintas.
Ciudad que se oye como un verso.
Calles con luz de patio.**


*Primera publicación en Martín Fierro, Periódico Quincenal de Arte y Crítica Libre, Segunda época, 
Buenos Aires, Año 1, N° 8-9, 6 de septiembre de 1924.
Luego en Índice de la nueva poesía americana, Buenos Aires, El Inca, 1926
Y en Textos Recobrados 1919-1929 (2007)

**En Luna de enfrente (1925), suprimido en ediciones ulteriores

Foto: Borges en la Sala Verdi, Montevideo, 1984

9/8/17

Jorge Luis Borges: El conquistador





Cabrera y Carbajal fueron mis nombres.
He apurado la copa hasta las heces.
He muerto y he vivido muchas veces.
Yo soy el Arquetipo. Ellos, los hombres.
De la Cruz y de España fui el errante
soldado. Por las nunca holladas tierras
de un continente infiel encendí guerras.
En el duro Brasil fui el bandeirante.
Ni Cristo ni mi Rey ni el oro rojo
fueron el acicate del arrojo
que puso miedo en la pagana gente.
De mis trabajos fue razón la hermosa
espada y la contienda procelosa.
No importa lo demás. Yo fui valiente.

En La moneda de hierro (1976)
Retrato de Borges por Enrique Hernández D´Jesús

31/7/17

Jorge Luis Borges: La clepsidra







No de agua, de miel, será la última
gota de la clepsidra. La veremos
resplandecer y hundirse en la tiniebla,
pero en ella estarán las beatitudes
que al rojo Adán otorgó Alguien o Algo:
el recíproco amor y tu fragancia,
el acto de entender el universo,
siquiera falazmente, aquel instante
en que Virgilio da con el hexámetro,
el agua de la sed y el pan del hambre,
en el aire la delicada nieve,
el tacto del volumen que buscamos
en la desidia de los anaqueles,
el goce de la espada en la batalla,
el mar que libre roturó Inglaterra,
el alivio de oír tras el silencio
el esperado acorde, una memoria
preciosa y olvidada, la fatiga,
el instante en que el sueño nos disgrega.


En La moneda de hierro (1976)

30/7/17

Jorge Luis Borges: Elegía de la patria






De hierro, no de oro, fue la aurora.
La forjaron un puerto y un desierto,
unos cuantos señores y el abierto
ámbito elemental de ayer y ahora.
Vino después la guerra con el godo.
Siempre el valor y siempre la victoria.
El Brasil y el tirano. Aquella historia
desenfrenada. El todo por el todo.
Cifras rojas de los aniversarios,
pompas del mármol, arduos monumentos,
pompas de la palabra, parlamentos,
centenarios y sesquicentenarios,
son la ceniza apenas, la soflama
de los vestigios de esa antigua llama.


En La moneda de hierro (1976)
Retrato de Jorge Luis Borges
Fundación Internacional Jorge Luis Borges


25/7/17

Jorge Luis Borges: Atardeceres






La clara muchedumbre de un poniente
ha exaltado la calle,
la calle abierta como un ancho sueño
hacia cualquier azar.
La límpida arboleda
pierde el último pájaro, el oro último.
La mano jironada de un mendigo
agrava la tristeza de la tarde.
El silencio que habita los espejos
ha forzado su cárcel.
La oscuridá es la sangre
de las cosas heridas.
En el incierto ocaso
la tarde mutilada
fue unos pobres colores.




En Fervor de Buenos Aires (1923)
Imagen: Borges por Zdravko Dučmelić, 1986 [+]
Sobre Zdravko Dučmelić véase



24/7/17

Jorge Luis Borges: El Perú






De la suma de cosas del orbe ilimitado
vislumbramos apenas una que otra. El olvido
y el azar nos despojan. Para el niño que he sido,
el Perú fue la historia que Prescott ha salvado.
Fue también esa clara palangana de plata
que pendió del arzón de una silla y el mate
de plata con serpientes arqueadas y el embate
de las lanzas que tejen la batalla escarlata.
Fue después una playa que el crepúsculo empaña
y un sigilo de patio, de enrejado y de fuente,
y unas líneas de Eguren que pasan levemente
y una vasta reliquia de piedra en la montaña.
Vivo, soy una sombra que la Sombra amenaza;
moriré y no habré visto mi interminable casa.



En La moneda de hierro (1976)
Fotografía:  Jorge Luis Borges y María Kodama recibidos en Lima a la salida del aeropuerto Jorge Chávez 
junto a estudiantes de las Universidades San Marcos y La Católica, c. 1980


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