15/12/18

Jorge Luis Borges: En forma de parábola (1946)







Imaginemos un astrónomo que negara la corriente doctrina de los ocasos. Este renovador empieza por observar (con toda razón) que la palabra ocaso es una petición de principio, ya que postula una relación entre resplandor que algunas personas creen advertir en el occidente (¡otra petición de principio!) y la cotidiana puesta de sol. Observa luego que no tiene la intención de negar que esos resplandores han existido y acaso existan, sino que se proponen explicarlo, uno por uno, cosa que sus adversarios no han hecho. Acto continuo explica, no sin gran aparato documental, declaraciones de testigos, etc., que el resplandor "accidental" de la tarde del sábado se debía a una festividad religiosa, el del viernes a las iluminaciones decretadas por el intendente para festejar el centenario de Marx, el del jueves al día del reservista, el del miércoles al patriótico incendio de Villa Crespo, el del martes al incendio del Reichstag, el del lunes al brillo de la prosa del doctor Martínez Zuviría*. Agrega que se propone seguir dilucidando así todos los "ocasos" pretéritos y los que el porvenir le depare.

Ahora bien: por satisfactoria que sea cada explicación del astrónomo de mi fábula ¿quién no siente que el hecho de que sean tantas, las debilita y las anula? Algo parecido acontece con quienes tratan de explicar los actos oficiales que repetidamente nos sorprenden y nos consternan. Cada uno de esos actos llega provisto de su improvisado sofisma; lo grave es que todos ellos —y la suma total es casi tan vasta como la de los ocasos de mi parábola— son asimismo capaces de una explicación, que algunos llaman injusticia y otros nazismo.

La expoliación de que Ricardo Rojas** ha sido víctima es un ejemplo más de esa melancólica serie.


* La ironía de Borges de mencionar a Martínez Zuviría (seudónimo: Hugo Wast) se reitera varias veces en su obra y misceláneas. Adolfo Bioy Casares registra en su Borges, páginas imperdibles: 151, 184, 221, 433, 540, 761. [Nota de PD]

** En 1945 se otorga a Ricardo Rojas el Premio Nacional de Historia, pero el dictamen es anulado, y la SADE, cuyo jurado estaba integrado por Jorge Luis Borges, León Benarós, Ricardo Sáenz Hayes, Ulyses Petit de Murat y José Luis Romero, le adjudica el 18 de octubre de 1946, el Gran Premio de honor de 1945, por El profeta de la  pampa. Vida de Sarmiento.

Boletín de la Sociedad Argentina de Escritores
Buenos Aires, Año XIV, N° 29, diciembre de 1946

Luego en Textos recobrados 1931-1955
© María Kodama 2001
© Emecé Editores 2001




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