Es una insípida y notoria verdad que el arte no debe estar al servicio de la política. Hablar de arte social es como hablar de geometría vegetariana o de artillería liberal o de repostería endecasílaba.
Tampoco el Arte por el Arte es la solución. Para eludir las fauces de ese aforismo, conviene distinguir los fines del arte de las excitaciones que lo producen. Hay excitaciones formales, id est artísticas. Es muy sabido que la palabra azul en punta de verso produce al rato la palabra abedul y que ésta engendra la palabra Estambul que luego exige las reverberaciones de tul. Hay otros menos evidentes estímulos. Parece fabuloso, pero la política es uno de ellos. Hay constructores de odas que beben su mejor inspiración en el Impuesto Único, y acreditados sonetistas que no segregan ni un primer hemistiquio sin el Voto Secreto y Obligatorio. Todos ya saben que éste es un misterioso universo, pero muy pocos de esos todos lo sienten.
En: Contra, la revista de los franco-tiradores, Buenos Aires, Año 1, № 3, Julio de 1933*.
Y en: La Rosa Blindada, Buenos Aires, Año I, № 2, noviembre de 1964.
Luego en: Textos Recobrados 1931-1955 (2007)
Caricatura de Borges en Revista Sudestada, Nro. 9, Edición Especial
*En este número responden la encuesta Nydia Lamarque y Luis Waismann.