A Judith Machado
La rosa,
la inmarcesible rosa que no canto,
la que es peso y fragancia,
la del negro jardín en la alta noche,
la de cualquier jardín y cualquier tarde,
la rosa que resurge de la tenue
ceniza por el arte de la alquimia,
la rosa de los persas y de Ariosto,
la que siempre está sola,
la que siempre es la rosa de las rosas,
la joven flor platónica,
la ardiente y ciega rosa que no canto,
la rosa inalcanzable.
En Fervor de Buenos Aires (1923)
Foto: Jorge Luis Borges por Pepe Fernández
Publicada en el suplemento Borges por Borges
Diario La Nación, Buenos Aires, 11 de agosto de 1999