La historia corre pareja,
La historia siempre es igual;
La cuentan en Buenos Aires
Y en la campaña oriental.
Siempre son dos los que tallan,
Un propio y un forastero;
Siempre es de tarde. En la tarde
Está luciendo el lucero.
Nunca se han visto la cara,
No se volverán a ver;
No se disputan haberes
Ni el favor de una mujer.
Al forastero le han dicho
Que en el pago hay un valiente.
Para probarlo ha venido
Y lo busca entre la gente.
Lo convida de buen modo,
No alza la voz ni amenaza;
Se entienden y van saliendo
Para no ofender la casa.
Ya se cruzan los puñales,
Ya se enredó la madeja,
Ya quedó tendido un hombre
Que muere y que no se queja.
Sólo esa tarde se vieron.
No se volverán a ver;
No los movió la codicia
Ni el amor de una mujer.
No vale ser el más diestro,
No vale ser el más fuerte;
Siempre el que muere es aquel
Que vino a buscar la muerte.
Para esa prueba vivieron
Toda su vida esos hombres;
Ya se han borrado las caras,
Ya se borrarán los nombres.
En Historia de la noche (1977)
Foto: Borges por Jorge Aguirre, 1960