1/7/18

Adolfo Bioy Casares: "Borges" (Jueves, 7 de julio de 1960)








Jueves, 7 de julio. Come en casa Borges. Leemos cuentos. BORGES: «En no sé qué revista francesa de cinematógrafo, se dijo algo sobre un festival celebrado en un pequeño país tropical sudamericano: el Uruguay. Ni corto ni perezoso, Sabato escribió una carta de protesta. ¿Te das cuenta, qué imbécil? Aseguraba que el país no era tropical y en cuanto a lo de pequeño preguntaba si sabían que tres grandes poetas franceses habían nacido en él: Laforgue, Lautréamont y Supervielle. Yo le dije que de
verdad éramos, el Uruguay y la Argentina, prácticamente tropicales y que el hecho de que tres poetas franceses hubieran nacido por casualidad no probaba que el país fuera grande; no probaba nada. Debí preguntarle por qué cometía el galicismo de creer que Lautréamont y Supervielle eran grandes poetas. Lo que molesta es que Sabato siempre habla para que lo aplaudan. Espera que uno comente: "Qué bien. Qué valiente. Qué gracioso. Qué agudo". Y naturalmente dice idioteces. Esos libros, Heterodoxia y Uno y el universo, no son otra cosa que colecciones de frases que esperan el aplauso, la exclamación admirativa del lector. Pertenecen a la peor tradición francesa. Que en un país nazca un poeta de otro país, que escribe en otra lengua y está en otra tradición, no significa mucho. Sin querer entrar en un contrapunto: si no supiéramos que Hudson vivió muchos años aquí y empleó sus recuerdos como tema de sus libros, no lo consideraríamos un escritor argentino. Pero a Supervielle el Uruguay lo único que le da, de vez en cuanto, es un elemento decorativo y exótico, generalmente equivocado, para uno de esos poemas que son cuadritos ridículos, como cuando habla del ombú encorvado por la pena, que piensa acaso en un sauce».

BORGES: «Con el tiempo, todas las convenciones literarias parecerán absurdas: quiero decir que a cada una le llegará el momento de parecer absurda. Un día parecerá absurdo el recurso, inventado por Whitman, de poner nombres propios; nombres de personas y de lugares. Dirá la gente que esos nombres, que ahora se ponen con propósitos nostálgicos, quitan toda realidad y convierten los cuentos y las novelas en guías y planos. Así es Peyrou en su novela: el protagonista no da un paso en Buenos Aires sin mencionar la calle; no bebe una cerveza sin nombrar el bar. Parecería una persona que acaba de llegar a una ciudad y se fija en todo para no perderse; tiene un ratito, porque va a embarcarse de nuevo, y tiene miedo de perderse y quedarse ahí. En su propia ciudad uno anda más distraídamente y no recuerda con tanta precisión si iba por Suipacha, si entró en el bar de Rodríguez o en el de Pérez».

Hablamos de Baroja, cuyos libros de memorias estuve leyendo, y de los cuales le leí párrafos. Él, pensando que divertiría a su madre, compró El escritor, según él y según él y los críticos; con su madre anoche leyeron algunos capítulos. BIOY: «¿Seguís leyendo a Baroja?». BORGES: «No. No se puede leer. Es inútil. Uno lee y lee un libro así y no saca nada. Más aceite da un ladrillo. Baroja es la decadencia de Montaigne. O de Whitman. El libro se basa en la suposición de que todo lo que le pasa a un hombre es encantador. Pero Montaigne, o Whitman, o Bloy, están más estilizados». BIOY: «Baroja, como decía Weibel-Richard de Luc Durtain, il est là. Está como un asado en el asador». BORGES: «Coexiste en el espacio. Está como un objeto. Sí, como un asado en el asador. Y no creas que tiene rigor para pensar. Dice que la vida de un carpintero puede ser más interesante que la de un militar, escrita (esta última) con una retórica manida. Lo de la retórica manida es inútil; está de más; perjudica su argumento. Si quiere decir que la vida más simple puede ser más interesante que la más compleja, no debe agregar lo de la retórica manida; yo creo que él quiere decir que a veces, y escritas de igual modo, la más simple puede ser la más interesante. ¿O quiere decir que la vida militar sólo puede escribirse con una retórica manida? ¿Por qué? La vida de Lawrence, en Los siete pilares de la sabiduría, está escrita con retórica, pero no manida. Se ve que ha leído muy poco. Todo el tiempo uno cree que la frase lo va a llevar a determinada cita, a determinado verso o párrafo; uno los espera, Baroja pasa muy cerca, pero pasa de largo».



En Bioy Casares, Adolfo: Borges
Edición al cuidado de Daniel Martino
Barcelona: Ediciones Destino ("Imago Mundi"), 2006
Fotos de la muestra Borges por Bioy Casares
Teatro Colón de Buenos Aires, junio de 2016

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