27/9/16

Jorge Luis Borges: Un porvenir posible






Suele hablarse del porvenir, como si éste fuera uno, lo cual es evidentemente un error. Del porvenir o de los muchos porvenires cuyas simientes —la imagen es de Shakespeare— aguardan en el seno del tiempo nada nuevo es dable prever, salvo que no se parecerán al presente. A nuestro siglo le interesa con singular pasión lo político, la física nuclear y la exploración astronómica; esas cosas influirán en el porvenir, que se interesará en otras. Aventuro aquí dos o tres módicas profecías. 

La función política será anónima, como ya empieza a serlo en Suiza, nación injustamente menospreciada. Nadie se cuidará de las opiniones o viajes de un presidente, si los hay. Este desvío será parte de la desaparición de un género literario que hoy nos domina y nos rebaja: el periodismo. La humanidad se librará alguna vez de la extraña superstición de que cada doce o veinticuatro horas ocurren hechos importantes y dignos de que el mundo los sepa. Morirá la industria de fabricar noticias efímeras. Leeremos para la memoria, como los antiguos y los medievales lo hicieron, no para el olvido inmediato. Caducarán esos palimpsestos, los diarios. Con ellos los avisos, que corresponden a la ingenuidad de admitir que tales cigarrillos son los mejores, porque así lo declara la firma A, que es precisamente la que los vende. 

En cuanto a las diversas artes, estoy seguro de que cada individuo producirá la literatura, la música, el dibujo, etcétera, que requiere, y que éstas morirán con él. Cada cual será su propio Tiziano y su propio Shakespeare; nadie será un gravamen o un ídolo para las generaciones futuras. No habrá historias de la poesía, ni bibliotecas, ni piadosos museos. Samuel Butler temió que los catálogos del Museo Británico acabaran por abarrotar el planeta. 

Esto es lo que, esta lluviosa noche, preveo. 


[*] En noviembre de 1967, Borges escribió para la revista Selecciones del Reader’s Digest una nota titulada “Une lo útil a lo agradable”, que dice así: “Hay un curioso placer en lo heterogéneo; por ejemplo, en los índices, en los atlas, en las enciclopedias, en las antologías, en las ‘silvas de varia lección’, en las notas de la Divina Comedia o del Libro de las mil y una noches. Ese placer, que podríamos definir como un ejercicio libre del ocio, como un feliz vagabundeo de la mente, es el que depara a nuestra época, en todas las latitudes del orbe, una publicación como Selecciones. Está hecha de resúmenes, lo cual me parece muy bien, ya que casi todos los escritores tienden (tendemos) a la difusa palabrería y al ripio. Une lo útil a lo agradable, como querían los latinos, y cumple en nuestro tiempo apresurado una deleitable y eficaz misión pedagógica”. Recogida luego en El escarabajo de oro, Buenos Aires, Año IX, Nº 36-37, mayo-junio de 1968. (N. del E.)



En revista Janus, Buenos Aires, Nº 6, Julio-Septiembre de 1966[*]
Luego en Textos Recobrados 1956-1986 (1997)
Foto ©Stuart Klipper, Borges de pie frente a las Minnehaha Falls, 1983



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