Carrizo. Volvemos a su padre. ¿Quién era?
Borges. Mi padre era abogado y profesor de psicología. Era un hombre muy irónico y muy amigo de Macedonio Fernández; sentía una veneración por Macedonio y los dos se querían mucho. Luego yo heredé la amistad de Macedonio Fernández de mi padre. Mi padre ha dejado una novela que debo volver a revisar y a reescribir, anotando cómo quería que fuera el libro. Esa novela se titula El caudillo. Es una novela sobre Entre Ríos, en la época de Urquiza; un poco antes del asesinato de Urquiza. Es una linda novela. El me encargó... me dijo: “ Yo puse ahí muchas metáforas para hacerte el gusto, pero realmente son malas, hay que eliminarlas.” (Ríe) Y es verdad. De modo que yo voy a escribir el libro, o a reescribir el libro, tal como él me lo encargó, suprimiendo aquellas vanidades ultraístas o alusiones a Lugones.
Carrizo. ¿Qué edad tenía usted cuando murió su padre?
Borges. Hay que sacar una cuenta. Bastante difícil.
Carrizo. ¿Cuarenta años?
Borges. A ver... Mi padre murió el año 38, yo nací en el 99: tenía treinta y nueve años. Y llegué a tiempo para verlo morir.
Bertholomew. ¿Me perdona, Borges?
Borges. Sí.
Bartholomew. Tu quisiste morir enteramente/ la carne y la gran alma.
Borges. Sí.
Bartholomew. Tu quisiste/ entrar en la otra sombra, sin la triste/ plegaria del medroso y del doliente.
Borges. Sí.
Bartholomew. Te hemos visto morir con el tranquilo/ ánimo de tu padre ante las balas./
Borges. Sí.
Bartholomew. La guerra no te dio su ímpetu de alas,/ la lenta parca fue cortando el hilo/.
Borges. A ver cómo concluye, tengo mucha curiosidad.
Bartholomew. Te hemos visto morir sonriente y ciego/ nada esperabas ver del otro lado/ pero tu sombra, acaso, ha divisado/ los arquetipos que Platón, el griego/, soñó y que me explicabas. Nadie sabe/ de qué mañana el mármol es la llave.
Borges. Caramba, son lindos versos aunque sean míos, ¿eh?
Bartholomew. Es un soneto a su padre.
Borges. Sí. Un soneto a mi padre. Sí.
Bartholomew. ¿El proceso de la ceguera, de su padre, fue lento...
Borges. Sí, fue lento, como el mío...
Bartholomew. ...progresivo, como el suyo?
Borges. Sí, como el mío, sí.
Bartholomew. Y a su vez, ¿había algún antecedente?
Borges. Sí. Había mi abuela, que murió ciega y mi bisabuelo, que murió ciego, también. Sí, del lado inglés.
Carrizo. ¿De qué manera marcó el carácter de su padre su propio carácter, Borges?
Borges. Mi padre era un hombre muy valiente y yo no. Pero los los dos aceptamos la ceguera. La ceguera se acepta si viene con lentitud. Es un crepúsculo: de verano, así, lento. No tiene mayor importancia. En cambio, la ceguera brusca puede ser terrible; uno puede pensar en matarse.
Bartholomew. Probablemente su padre le dio los dos impulsos, el nacional y el cosmopolita.
Borges. Es cierto.
Bartholomew. Así como su padre era tan amigo de Macedonio y de las cosas argentinas. . .
Borges. Es cierto. Las dos cosas.
Bartholomew. ...lo llevó a Ginebra para que usted se preparara para ser un ciudadano del mundo: un gran cosmopolita, la educación cosmopolita, ¿verdad?
Borges. Es lo que espero ser. En todo caso es lo que le pasó a Henry James y a William James. Los mandaron a Europa para que no fueran... bueno, provincianos, digamos.
(...)
En Borges el memorioso. Conversaciones de Jorge Luis Borges con Antonio Carrizo
Fragmentos de Primera mañana (págs. 20-21)
México D.F. - Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1982
Jorge Luis Borges en la SDDRA al finalizar una conferencia en 1982
Foto Cortesía ©Ramón Puga Lareo
Al pie: cover de la primera edición de Borges el memorioso