Un tiempo antes de que sea aprobada la Ley de Divorcio, tenemos con Borges este diálogo en el que habla de su propia experiencia matrimonial y de la controvertida ley.
—Yo estuve casado cerca de tres años y mi experiencia en el matrimonio no fue demasiado feliz —me comenta—. Una mañana, con la ayuda de Norman Thomas di Giovanni, el traductor, me fui de mi casa. No soportaba más a Elsa, mi mujer. El matrimonio es lindo los primeros quince días; después empieza la declinación, y al cabo de un año puede convertirse en una condena insoportable.
—Volviendo a Wilde —interrumpo—, él decía que en el matrimonio las mujeres buscan su felicidad y los hombres pierden la suya.
—Bueno, la separación le enseña a uno que nunca más debe contraer matrimonio —sentencia Borges—. El matrimonio, también como decía Wilde, arruina al hombre como el alcohol y el tabaco. Sólo se diferencia en que cuesta mucho más caro.
—Sí. También, decía que sólo hay una cosa más horrenda que el matrimonio sin amor. El matrimonio con amor —completo con una sonrisa.
—Ah, yo recuerdo otra frase muy graciosa de Wilde: «Ella no me debe querer tanto ya que se casó conmigo» —agrega Borges muerto de risa—. Y otra: «El matrimonio es el único tema sobre el cual todas las mujeres están de acuerdo y todos los hombres en desacuerdo». ¡Qué graciosas e inapelablemente ciertas son esas frases que inventó Wilde!, ¿no?
—Esperemos que ésta no sea otra broma de Wilde… ¿Sabe que se está por aprobar la Ley de Divorcio? —le informo.
—Oí hablar de eso. Yo creo que el divorcio debe existir, porque eso de que el matrimonio es para toda la vida me parece un disparate; si un matrimonio no se lleva bien, creo que lo más juicioso es separarse.
—Sin embargo, hay sectores que se oponen…
—La Iglesia católica, sin duda —anticipa Borges—. El hecho de que no se admita el divorcio me parece injustificable. En Europa, en Estados Unidos y yo creo que en todos los países civilizados existe. Es una cosa de sentido común, algo beneficioso para ambas partes. Muchas veces el único modo de que haya buenas relaciones entre dos personas que han estado casadas y ya no se llevan bien es divorciándose.
—Sí. Y muchas veces hace posible que se vuelvan a hablar.
—Bueno, una amiga mía, la escritora María Luisa Bombal, se casó con el pintor Jorge Larco, y el matrimonio no funcionó.
—Yo la conocí en Chile a María Luisa, una excelente persona…
—Y a Larco, ¿usted lo conoció a Larco?
—No. Conozco su obra. A él no lo conocí.
—También una excelente persona. Era amigo de mi madre… Bueno, ellos estuvieron casados, tuvieron una discusión, al parecer bastante seria, se lo contaron a amigos comunes; éstos trataron de reconciliarlos, pero no fue posible. María Luisa me dijo: «El matrimonio es como un buen vino; cuando está a punto produce un gran placer beberlo. Si se pica es intomable». Yo creo que tenía razón, y como eran personas inteligentes se separaron de muy buena manera y tuvieron después una excelente relación. En mi caso no puedo hablar de esa suerte; yo no quise verla nunca más, y el hecho de ser ciego en este caso me favoreció, ya que podía pasar por su lado y no enterarme.
Texto y foto en: Alifano, Roberto; El humor de Borges (1995)