5/5/18

Jorge Luis Borges: Boletín de una noche toda*







Atrasado el chambergo hacia la nuca a lo trasnochador, para que [en] la frente haya brisa, vengo de la calle despacio. Abro, calza bien el candado su cadenita, vuelve a vincularse al portón, la casa interrumpe hasta mañana sus esperanzas. Ya la casa está segura contra la noche. Me demoro algún instante en el patio (bajo cielo casero, cielo sobre baldosas) viendo el otro cielo de enfrente con estrellerío cuyo nombre ignoro como él. Aspiro noche, en asueto serenísimo de pensar. Entro y hay otro pasador: la casa está en vísperas de un secreto. Arriba, cada persona es soledad en su cuarto aislado y algún deseo de buenas noches es repartido como aliento para una empresa. Me desnudo. Soy (un instante) esa bestia vergonzosa, furtiva, ya inhumana y como estrañada de sí que es un ser desnudo. (Furtivo es propio de ladrón: desnudos y de resbaladizo aceite untados iban los ladrones chinos sobre las tejas.) Doy vuelta el conmutador. Me apuro: a la cama, me dejo en ella como para morir. Casi me escamotea la oscuridad. La oscuridad es incomprensible por mi entender; pavorosa, a mi sentimiento. Nadie ha pensado la oscuridad. En oscuridad soy oscuro (me digo) y no pasa de labios adentro la frase. Soy hombre palpable (me digo) pero de piel negra, esqueleto negro, encías negras, sangre negra que fluye por íntima carne negra, imposible para la ternura, hombros negros. En oscuridad soy oscuro... (me digo) y si lo realizara, sería cosa de enloquecerme. Hombre que se vuelve bulto de oscuridad en un santiamén y yace en lecho renegrido, entre sábanas retintas como bayetas... y respira bocanadas de aire negro como de sótano y verifica oscuridad con ojos que empujándola, indagan noche ¿quién lo realiza? Peor que un leproso, soy. A mi alrededor la casa se va de la vida, despacio... De la ciudad sólo queda una campanada, que imagino alta. Así voy entrando en mi nadería como ya entré en mi sombra. Tal vez no soy intrínseca luz e intrínseco pensar, sino sombra interior y muerte interior. ¡Ah! pero yo creeré siempre (cuando el dolor físico no me anonade) que mi entraña no es de tiniebla, es de luz... El Tiempo —maquinaria incansable— sigue funcionando, o quizá fluyendo de mí. Soy limosnero de recuerdos un rato ¿largo, breve? que los relojes no gobiernan y que se ancha casi en eternidad. Después, voy despojándome de mi nombre, de mi pasado, de mi conjetural porvenir. Soy cualquier otro. Ya me dejó la visión, luego el escuchar, el soñar, el tacto. Soy casi nadie: soy como las plantas (negras de oscuridad en negro jardín) que no despertará el pleno día. Pero no en día, sino en tenebrosidad soy yacente. Soy tullido, ciego, desaforado, terrible en mi cotidiano desaparecer. Soy nadie. 


Texto manuscrito de un cuaderno de notas que Borges entregó 
al profesor Donald A. Yates. Mediados de 1924 a 1926.122

* Citado en Monegal, 1987, pág. 252

122 El profesor Donald A. Yates, en un artículo titulado "Behind Borges and I", publicado en Modera Fiction Studies, volumen 19, número 3, West Lafayette, Indiana, otoño de 1973, explica que éste sería uno de los primeros textos de Borges en el que reflexiona sobre su propio yo. Dice Yates que "Boletín de una noche toda" fue probablemente escrito en la casa de Quintana 222, donde la familia Borges vivió al volver por segunda vez de Europa, desde mediados de 1924 hasta 1930. Agrega Yates que "Boletín de una noche" figura en una lista manuscrita de títulos que Borges consideró para publicar en El tamaño de mi esperanza, 1926, motivo por el cual debe de haberlo escrito con anterioridad a la publicación de este libro


Luego incluido en Textos recobrados 1919/1929
© 1997, 2007 María Kodama
© 2011 Buenos Aires, Editorial Sudamericana



Imagen: Otro Borges de Miguel Ruibal [FB] [TW] Blog
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