Aldea *
Las esquilas reúnen la tristeza dispersa de los crepúsculos. El cielo está vacío.
Lápida de un silencio serio sobre el nihilismo ecuánime de la jornada.
Las fluviales lenguas frescas del viento lamen mis manos y mejillas.
En la barbería el reloj —sexagenario sistemático— sigue jugando al solitario con los minutos.
Ante la hipnosis rectilínea del caserío y curvilínea del camino y los montes, Sureda y yo somos las dos pirámides del pueblo. Culminantes sobre la democracia geométrica y encarrilada.
Apoyadas en la baranda nuestras manos tocan el piano de colores del paisaje.
En la caja del piano está enterrado Wagner. A veces se despierta y canta en la tumba. En la caja del cráneo saltan entonces crímenes crucifixiones golpes de estado pronunciamientos piras fornicios y pluralizados suicidios.
Hasta que nos estruja un flaco silencio sin entorchados ni estandartes.
Los acordes histrionizan las acumuladas angustias.
El aqueducto tiende su espinazo polvoriento de sol.
El trasnochador dejó dos palanganas llenas de sueño.
Los badajos ultiman otra jornada.
Los párpados picotean la madeja de viento y polvo.
El Sol que talaron los leñadores rueda a ras de los campos.
Las noches náufragas han tapado el aljibe.
Aguijoneando nuestro insomnio vuelan aureolas de nerviosos insectos.
Los árboles donde se diluye la fiebre del farol son árboles de teatro.
Durante la misa un perro menea la cola.
Incensario cuyo optimismo biológico asciende —único— a esa altitud azul donde reposa Dios
y cantan los pajaritos.
En Ultra, Madrid, Año 1, N° 2, 10 de febrero de 1921.
* "Yo acabo de corregir una prosa ultraísta que escribí en Valldemosa y que se titula 'Aldea'. ¿Qué titulo más ñoño, eh?". (Carta a Jacobo Sureda.) En esta carta Borges le envía la traducción del poema "Madurez", de Whilhelm Klemm. También escribe a Abramowicz: "He recibido el segundo número de Ultra; está muy bien. Publico allí una prosa titulada "Aldea": serie de anotaciones visuales o disparatadamente idiotas..."
Aldea
El poniente de pie como un Arcángel
tiranizó el sendero
La soledad repleta como un sueño
se ha remansado al derredor del pueblo
Las esquilas recogen la tristeza
dispersa de las tardes. La luna nueva
es una vocecita bajo el cielo
Según va anocheciendo
vuelve a ser campo el pueblo.
En Prisma Buenos Aires, N° 1, nov.-dic. 1921.
El número 1 de Prisma fue ilustrado por Norah Borges. Contiene "Caminos" dej. Rivas Panedas, "Naufragio" de Adriano del Valle, "El tren" de Eduardo González Lanuza, "Risa" y "Éxtasis" de Pedro Garfias, "Puerto" de Guillermo Juan, "Sol" de Isaac del Vando Villar y "Angustia" de Jacobo Sureda.
"Prisma, fundada en 1921 y con una vida de dos números, fue la primera de las revistas que edité. Nuestro pequeño grupo ultraísta estaba ansioso por poseer una revista propia, pero una verdadera revista era algo que estaba más allá de nuestros medios. Noté cómo se colocaban anuncios en las paredes de la calle, y se me ocurrió la idea de que podríamos imprimir también una 'revista mural', que nosotros mismos pegaríamos sobre las paredes de los edificios, en diferentes partes de la ciudad. Cada edición era una sola hoja grande y contenía un manifiesto y unos seis u ocho poemas breves y lacónicos, impresos con mucho blanco en derredor y con un grabado hecho por mi hermana. Salíamos de noche - González Lanuza, Pinero, mi primo y yo- armados de tarros de goma y de brochas que aportaba mi madre y caminando a lo largo de millas, los pegábamos en las calles Santa Fé, Callao, Entre Ríos y México". (Autobiografía, en Monegal, 1987, págs. 152 y 153.)
Y además en: Ultra, Madrid, Año 2, N° 21, 1 de enero de 1922.
Fervor de Buenos Aires, 1923. Es la primera estrofa del poema "Campos atardecidos", publicada con variantes.
Ambos poemas antologados en Textos recobrados 1919-1929 (1997)
Buenos Aires, Sudamericana, 2011
Imágenes: Pensión americana donde vivió Borges
en Puerta del Sol (Madrid), 1920
Fotos para este blog de Miguel Ruibal 2016