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8/8/17

Borges profesor. Clase 24: «Sigurd the Volsung», por W. Morris - Vida de Robert Louis Stevenson






En las historias de la literatura y en las biografías de Morris, se lee que la obra capital de Morris fue Sigfrido de los Volsungos.504 Este libro, más extenso que el Beowulf, se publicó en 1876. Por aquellos años se pensaba que el género más gustado de la literatura era la novela. La idea de escribir en pleno siglo XIX un poema épico es bastante audaz. Milton había escrito El Paraíso Perdido, pero lo hizo en el siglo XVII. El único contemporáneo de Morris que pensó en algo parecido fue el poeta francés Hugo en La leyenda de los siglos.505 Pero esta leyenda es, más que una epopeya, que un poema épico, una serie de relatos. Morris no creía en la necesidad de que el poeta inventara argumentos nuevos. Creía que los argumentos en que podían tratarse las pasiones esenciales de la humanidad ya habían sido encontrados y que cada nuevo poeta podía darles su entonación particular. Morris había indagado mucho en el estudio de la literatura escandinava medieval, que él juzgaba como la flor de la antigua cultura germánica, y allí había encontrado la historia de Sigfrido. Él tradujo la Saga de los Volsungos, obra en prosa del siglo XIII compuesta en Islandia. Hay una versión anterior de la misma historia que ha alcanzado mayor fama, que es el Cantar de los Nibelungos. Poema alemán, que data del siglo XII pero que es, contrariamente a la cronología, una versión posterior de la misma historia. Porque en la primera se conserva el carácter mitológico y épico de la historia. En cambio en el Cantar de los Nibelungos, compuesto en Austria, de lo épico se ha pasado a lo romántico, y la versificación ya tiene un carácter latino, se trata de estrofas rimadas. Es raro que en Inglaterra se perdiera la antigua materia germana y se conservara el verso germano, y así tenemos en el siglo XIV en Inglaterra el poema aliterativo de Langland.506 En Alemania se conserva la tradición germánica pero se toman las nuevas formas estróficas que han llegado del sur, el verso con un número determinado de sílabas y rimados, no aliterados.
La historia de Sigfrido era conocida por toda la gente germana. En el Beowulf se alude a ella, aunque el autor del Beowulf prefirió otra historia para su epopeya del siglo VIII. Morris se basó en la versión escandinava, no en la alemana. Por eso su héroe se llama Sigurd y no Sigfrid o Sigfrido. Se conservan los nombres escandinavos en general. Es verdad que él escribió en versos pareados, pero en versos que no excluyen el empleo frecuente de la aliteración germánica. El poema, muy extenso, se titula Sigurd the Volsung. El personaje central no es el héroe sino Brunilda,507 aunque la historia continúa más allá de su muerte. Utiliza los elementos míticos que la versión alemana ignoraba, y así tenemos al principio y al final de la historia al dios Odín. La historia es complicada y larga. Hay en ella elementos antiguos y bárbaros. Por ejemplo, Sigurd mata a un dragón que guarda un tesoro, y luego se baña en la sangre caliente del dragón. Y ese baño lo hace invulnerable, salvo en un lugar de su espalda en el cual cae la hoja de un árbol. Y por ahí Sigurd puede morir. Esto nos recuerda el talón de Aquiles.
Sigurd es el más valiente de los hombres, rey de Borgoña y amigo de Gunnar, rey de los Países Bajos. Gunnar ha oído hablar de una doncella, cuya versión moderna conocemos en los cuentos de la bella durmiente. Esa doncella ha sido sometida a un sueño mágico y duerme en una isla lejana de Islandia rodeada por una muralla de fuego. Y ella sólo se entregará al hombre que pueda atravesar la muralla de fuego. Sigurd acompaña a su amigo Gunnar y llegan a la muralla, y Gunnar no se atreve a penetrar en ella. Entonces Sigurd, por artes mágicas, toma el aspecto de Gunnar. Va a ayudar a su amigo, venda los ojos de su caballo y lo obliga a atravesar la muralla de fuego. Llega a un palacio y allí está Brunilda durmiendo. La besa, la despierta y le dice que él es el héroe predestinado a esa proeza. Ella se enamora de él y le da su anillo. Pasa tres noches con ella, pero como no quiere ser desleal a su amigo interpone su espada entre él y ella. Ella le pregunta por qué lo hace, y él le responde que si no lo hace ambos sufrirán de mala suerte. Este episodio de la espada entre el hombre y la mujer lo encontraremos en un cuento de Las Mil y Una Noches.
Luego de pasar tres noches juntos, él se despide de ella. Se entiende que él volverá a buscarla. Le dice que su nombre es Gunnar porque no quiere traicionar a su amigo. Y ella le da su anillo, y luego ella se desposa con Gunnar, que la lleva a su tierra. Y Sigurd, por una obra mágica, olvida durante un tiempo lo que ha ocurrido y se casa con la hermana de Gunnar, que se llama Gudrun, y hay una rivalidad entre Brunilda y Gudrun. Entonces Gudrun ha llegado a conocer la verdad de la historia, y cuando Brunilda le dice que su marido es el rey más noble, ya que ha atravesado la muralla de fuego y la ha conquistado, ella le muestra el anillo que le ha dado a Sigurd, y Brunilda comprende el engaño. Brunilda comprende en ese momento que ella no está enamorada de Gunnar, está enamorada del hombre que ha atravesado la muralla de fuego, y ese hombre es Sigurd. Y sabe también que hay un lugar en la espalda de Sigurd que lo hace vulnerable. Y ella se vale de un tercero para que éste asesine a Sigurd. Cuando ella oye el grito que él da cuando lo matan, ella se ríe con una risa cruel. Una vez muerto Sigurd, ella comprende que ella ha matado al hombre que quiere, llama a su marido y le dice que levante una alta pira funeraria. Y luego ella se hiere de muerte y pide que la extiendan al lado de Sigurd, con la espada entre los dos, como antes. Es como si ella quisiera volver al pasado.
Ella dice que cuando Sigurd haya muerto su alma subirá al Paraíso de Odín. Este paraíso está iluminado por espadas, y ella dice que lo seguirá a ese paraíso: «yaceremos juntos los dos y no habrá una espada entre nosotros». La historia continúa, se entrevera con la muerte de Atila, y el poema concluye con la venganza de Gudrun.508 Luego vuelve a perderse el tesoro de los Nibelungos, que es el que ha causado toda esta historia trágica.
Pensar todo esto en el siglo XIX fue algo ambicioso. Algunos críticos contemporáneos dicen que Sigurd es una de las obras capitales del siglo XIX. Pero la verdad es que por alguna razón que ignoramos, la epopeya en verso es algo ajeno, por momentos, a nuestras exigencias literarias. La obra de Morris obtuvo lo que los franceses llaman «un éxito de estima». El defecto de que adolecía Morris era la lentitud: las descripciones de batallas, la muerte del dragón, son un poco lánguidas. Después de la muerte de Brunilda el poema decae. Con esto dejamos la obra de Morris.





Vamos a hablar ahora de Robert Louis Stevenson. Nace en Edimburgo en 1850 y muere en 1894. Su vida fue una vida trágica, porque vivió huyendo de la tuberculosis, que era una enfermedad incurable. Esto lo llevó de Edimburgo a Londres, de Londres a Francia, de Francia a los Estados Unidos, y murió en una isla del Pacífico. Stevenson ejecutó una vasta tarea literaria. Sus obras abarcan unos doce o catorce volúmenes. Escribió, entre ellos, un famoso libro para niños, La Isla del Tesoro.509 Escribió también fábulas, una novela policial, El comprador de naufragios510 La gente piensa en Stevenson como autor de La Isla del Tesoro, obra para niños, y lo tiene un poco en menos. Olvida que fue un admirable poeta, y que además es uno de los maestros de la prosa inglesa.
Los padres y los abuelos de Stevenson habían sido constructores de faros, y en la obra de Stevenson encontramos un trabajo bastante técnico sobre la construcción de faros.511 Hay un poema suyo en el cual él parece considerar que su tarea de escritor, esa tarea por la cual el linaje de los Stevenson es famosa, era en algún modo inferior a la obra de sus padres y abuelos. En ese poema habla de «las torres y las lámparas que encendimos».512 Un poco como nuestro Lugones cuando en ese poema a los mayores dice: «Que nuestra tierra quiera salvarnos del olvido / por estos cuatro siglos que en ella hemos servido». Como si sus mayores, los de la Independencia, fueran más importantes que él, Leopoldo Lugones.513
En el poema, Stevenson habla de un linaje arduo que al final se sacó de las manos el polvo de granito, y que en su declinación jugó como un niño con papeles. Ese niño es él, y ese juego es su admirable obra literaria. Stevenson comenzó los estudios de abogacía, y luego sabemos que su vida pasó por una etapa oscura. Stevenson en Edimburgo frecuentó la sociedad de ladrones, de mujeres de mala vida, pero al decir «mujeres de mala vida» y «ladrones» debemos pensar en una ciudad esencialmente puritana. Edimburgo fue, junto con Ginebra, una de las dos capitales del calvinismo en Europa. Ese mismo ambiente era un ambiente que tenía conciencia de sus culpas, era un ambiente de pecadores que se sabían pecadores. Y esto lo vemos en el famoso relato El extraño caso del Doctor Jekyll y el Señor Hyde,514 sobre el cual volveremos.
A Stevenson empezó por interesarle la pintura. Stevenson consultó a un médico. Este le dijo que estaba tuberculoso y que fuera al sur, pensaba que el sur de Francia podía ser benéfico para su salud. Escribió un artículo corto sobre el sur en el cual refiere este hecho. Luego pasa a Londres, que debe haber sido para él una ciudad fantástica.
El artículo se llamaba «Ordenado hacia el sur».515 Y en Londres escribió sus Nuevas Mil y Una Noches.516 Tendremos que hablar de un cuento en especial, «El Club de los Suicidas». Igual que en Las Mil y Una Noches tenemos a un califa llamado Harun el Ortodoxo,517 que disfrazado recorre las calles de Bagdad, aquí, en Las Nuevas Mil y Una Noches de Stevenson, tenemos al príncipe Florizel de Bohemia, que recorre disfrazado las calles de Londres.
Luego Stevenson va a Francia y se dedica a la pintura, en la que no logra mayor fortuna, y con su hermano llegan a un hotel, creo que en Suiza,518 en una noche de invierno, y adentro hay un grupo de gitanas sentadas junto a la chimenea. Y en vez de estar solas, hay también una muchacha joven, una señora mayor—que después resulta ser la madre de la niña. Y entonces Stevenson le dice a su hermano: «¿Ves a esa mujer?» Y su hermano le dice: «¿A la muchacha?» «No, no —dice Stevenson—, la mayor, la que está a la derecha, voy a casarme con ella». El hermano se ríe, piensa que se trata de una broma. Entran al hotel. Se hace amigo de esa señora, que se llama Fanny Osbourne, y que le dice que sólo se queda unos días allí, ya que tiene que volver a los Estados Unidos, tiene que volver a San Francisco, California. Stevenson no le dice nada, pero él ya ha tomado la decisión de casarse con ella. No se escriben, pero al cabo de un año Stevenson se embarca como inmigrante, llega a los Estados Unidos, atraviesa el vasto continente, trabaja como minero en un lugar. Luego llega a San Francisco. Allí está la señora, que es viuda, y él le propone que se casen, y ella acepta.
Mientras tanto, Stevenson vive de colaboraciones literarias. Esas colaboraciones estaban escritas en una prosa admirable, aunque no llamaban la atención del público.
Después Stevenson vuelve a Escocia, y para distraer los días lluviosos, tan frecuentes en Escocia, dibuja con tiza en el suelo un mapa. Ese mapa tiene forma triangular, hay colinas, hay bahías, hay golfos. Y su hijastro, Lloyd Osbourne,519 que luego colaboraría con él en The Wrecker, le dice que le cuente sobre la isla del tesoro. Cada mañana, él escribe un capítulo de La Isla del Tesoro y luego se lo lee a su hijastro. Creo que consta de veinticuatro capítulos,520 no estoy seguro. Es la obra más famosa, aunque no la mejor.
Stevenson intenta el teatro también, pero el teatro fue en el siglo XIX un género inferior. Escribir para el teatro era como escribir para la televisión ahora, o para el cine. Escribe en colaboración con W. E. Henley, editor de El Observador, varias obras de teatro. Hay una que se titula La vida doble.521
Stevenson conoció la ciudad de San Francisco. La ha descrito admirablemente. Luego los médicos le dicen que California no lo salvará, que es necesario que él viaje por el Pacífico. Stevenson entendía mucho de marinería, y viaja en un velero por el Pacífico. Y finalmente se radica en un lugar llamado Vailima,522 y allí se hace amigo del rey de la isla. Y aquí ocurre una cosa que tiene algo de mágico, y es que Stevenson había publicado unos años antes El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, y había un padre, un jesuita francés, que había expuesto su vida en la leprosería de la región, el padre Damien. Y un pastor protestante con el cual cenó una noche Stevenson, llamado por esas cosas Dr. Hyde, le descubrió ciertas irregularidades, digamos, en la vida del padre Damien, y por razones sectarias lo atacó. Vale decir que Stevenson escribió una carta en la cual elogia la labor del padre Damien, y dice que el deber de todos los hombres era arrojar una capa sobre su culpa, y que lo que había hecho el otro atacando su memoria era una bajeza. Es una de las páginas más elocuentes de Stevenson.523
Stevenson muere cuando ya empezaba la discordia entre los africanos del sur y los ingleses, y Stevenson creyó que los holandeses tenían razón, y que el deber de Inglaterra era retirarse. Y publicó en el Times una carta diciendo esto, lo cual lo hizo muy impopular. Pero a Stevenson no le importaba eso. Stevenson no era un hombre religioso, pero tenía un gran sentido ético. Creía, por ejemplo, que uno de los deberes de la literatura era el de no publicar nada que pudiera deprimir a los lectores. Esto fue como un sacrificio de parte de Stevenson, ya que Stevenson poseía una gran fuerza trágica. Pero le interesaba sobre todo lo heroico. Hay un artículo de Stevenson titulado «Polvo y Sombra»,524 en el cual dice que no sabemos si existe o si no existe Dios, pero sabemos que hay una sola ley moral en el Universo. Empieza describiendo lo extraordinarios que son los hombres: «¡Qué raro —dice— que la superficie del planeta esté poblada por seres bípedos, ambulantes, capaces de reproducirse, y que esos seres tengan un sentido moral!» El cree que esa ley moral rige a todo el Universo. Dice por ejemplo que nada sabemos de las abejas o de las hormigas. Sin embargo, las abejas y las hormigas forman repúblicas, y podemos conjeturar que para una abeja y para una hormiga hay algo prohibido, algo que no debe hacer. Y luego él asciende a los hombres, y dice: «Pensemos en la vida de un marinero —aquella vida de la cual el Dr. Johnson dijo que tenía la dignidad del peligro—, pensemos en la dureza de su vida, pensemos que él vive expuesto a las tempestades, jugándose la vida. Que luego pasa unos días en el puerto emborrachándose en compañía de mujeres de lo último. Sin embargo ese marinero —dice— está listo a jugarse la vida por un compañero». Luego agrega que él no cree ni en el castigo ni en la recompensa. Él cree que el hombre muere con su cuerpo, que la muerte corporal es la muerte del alma. Y se anticipa al argumento que dice: «De una lección cualquiera nada bueno puede esperarse. Si nos dan un golpe en la cabeza no mejoramos, y si morimos no hay que suponer que algo surge de nuestra corrupción». Y Stevenson dice lo mismo, pero dice que a pesar de todo eso no hay hombre que no sepa íntimamente cuándo ha obrado bien y cuándo ha obrado mal.
Hay otro ensayo de Stevenson, del cual querría hablar, sobre la prosa.525 Stevenson dice que la prosa es un arte más complejo que el verso. Tenemos una prueba de ello en el hecho de que la prosa es posterior al verso. En el verso, cada verso —dice Stevenson— crea una expectativa y luego la satisface. Por ejemplo, si decimos: «Oh, dulces prendas por mí mal halladas, / dulces y alegres cuando Dios quería, / conmigo estáis en la memoria mía, / y con ella en mi muerte conjuradas».526 El oído espera ya el «conjuradas» que rima con «halladas». Pero la tarea del prosista es mucho más difícil —dice Stevenson—, porque la tarea del prosista consiste en crear una expectativa en cada párrafo; el párrafo tiene que ser eufónico. Luego, defraudar esta expectativa, pero defraudarla de un modo que sea eufónico también. Así, Stevenson analiza un pasaje de Macaulay para demostrar que desde el punto de vista de la prosa es un pasaje pobre, porque hay sonidos que se repiten demasiadas veces. Y luego analiza un pasaje de Milton en el cual descubre un solo error, pero que en todo lo demás, en el manejo de las vocales y de las consonantes, es admirable.
Mientras tanto, Stevenson sigue en correspondencia con sus amigos de Inglaterra, y como él es un escocés, está lleno de la nostalgia de Edimburgo. Hay un poema al cementerio de Edimburgo. Desde ese destierro en el Pacífico, él manda todos sus libros a Londres. Allí sus libros se publican, le valen una gran fama, le traen dinero. Pero él vive como un desterrado en su isla, y los aborígenes lo llaman «Tusitala», «el narrador de cuentos», «el narrador de historias». De modo que Stevenson, sin duda, aprendió también el idioma del país. Allí él vivió con su hijastro, con su mujer, y recibió alguna visita. Una de las personas que lo visitó fue Kipling. Kipling dijo que él podía pasar un examen en toda la obra de Stevenson, que si le mencionaban un personaje secundario o episodio de su obra, él lo reconocería inmediatamente.
Stevenson era un hombre de marcado tipo escocés: alto, muy delgado, sin mayor fuerza física, pero con un gran [espíritu]. Una vez se encontraba en un café de París y oyó a un francés decir que los ingleses eran cobardes. En ese momento Stevenson se sintió inglés: en ese momento, puesto que creyó que el francés lo decía por él. Entonces se levantó y le dio una bofetada al francés. Y el francés le dijo: «Señor, usted me ha dado una bofetada». Y Stevenson le dijo: «Así parece». Stevenson fue siempre un gran amigo de Francia. Tiene artículos sobre poetas franceses, y artículos admirativos sobre la novela de Dumas, sobre Verne, sobre Baudelaire.
La bibliografía sobre Stevenson es muy extensa. Hay un libro de Chesterton sobre Stevenson, publicado a principios de siglo.527 Hay otro libro, el de Stephen Gwynn,528 hombre de letras irlandés, publicado en la colección «Hombres de letras ingleses».529
En la próxima clase trataremos un tema que fue caro a Stevenson: el tema de la esquizofrenia. Veremos eso y una de las historias de Las Nuevas Mil y Una Noches, y algo de la poesía de Stevenson.

Prob. miércoles 14 de diciembre


Notas


504 Borges traduce el título de este libro al castellano. Se refiere obviamente a The Story of Sigurd the Volsung.
505 La légende des Siécles, quizá la más importante obra poética de Víctor Hugo, publicada en tres series en los años 1859, 1877 y 1883. Hugo afirmó que pretendía allí «expresar la humanidad en una especie de obra cíclica» y «cantar el desarrollo del género humano de siglo en siglo, el hombre que asciende desde las tinieblas al ideal».
506 Borges se refiere al ya mencionado Piers Plowman, atribuido a William Langland.
507 Borges opta en estas clases por la versión castellana de este nombre. En Literaturas germánicas medievales, Borges se refiere al personaje utilizando la forma original, Brynhild.
508 En la saga, Gudrun compromete en matrimonio a su hija Svanhild —a quien se describe como una mujer de mirada aguda y excepcional belleza— con un poderoso rey llamado Jormunrek. Pero luego Svanhild es acusada injustamente de haberlo engañado y condenada a morir aplastada por caballos. Los capítulos finales de la saga relatan cómo Gudrun planea la venganza de Svanhild e incita a sus demás hijos a matar al rey Jormunrek.
509 Treasure Island, publicada en forma de libro en 1883.
510 The Wrecker. Escrita en colaboración con Lloyd Osbourne. Publicada en Scríbner’s Magazine 10-12 (agosto 1891-julio 1892), y en forma de libro ese mismo año.
511 «On a New Form of Intermittent Light and Lighthouses», leído ante la Real Sociedad Escocesa de las Artes el 27 de marzo de 1871 y premiado con la medalla de plata de dicha sociedad.
512 El poema es el que lleva el número XXXVIII en el libro de poemas Underwoods, publicado en 1887. Dice así: «Say not of me, that weakly I declined / The labours of my siers, and fled to sea, / The towers we founded and the lamps we lit, / To play at home with paper like a child. / But rather say: In the afternoon of time / A strenuous family dusted from his hands, / The sand of granite, and beholding far / Along the sounding coast its pyramids / And tall memorials catch the crying sun, / Smiled well content, and to bis childish task / Around the fire adressed its evening hours».
513 Borges cita los dos versos finales de la «Dedicatoria a los Antepasados (1500- 1900)», primer poema del libro de Lugones Poemas Solariegos (1927). El texto completo del poema es el siguiente: «A Bartolomé Sandoval, / Conquistador del Perú y de la tierra / Del Tucumán, donde fue general, / Y del Paraguay, donde como tal, /A manos de indios de guerra / Perdió vida y hacienda en servicio real. // Al maestre de campo Francisco de Lugones, / Quien combatió en los reinos del Perú y luego aquí, / Donde junto con tantos bien probados varones, / Consumaron la empresa del Valle Calchaquí. / Y después que hubo enviudado, se redujo a la iglesia, tomando en ella estado, / Y con merecimiento digno de la otra foja, / Murió a los muchos años vicario en La Rioja. // A Don Juan de Lugones el encomendero, / Que, hijo y nieto de ambos, fue quien sacó primero / A mención las probanzas, datas y calidades / De tan buenos servicios a las dos majestades; / Conque del rey obtuvo, más por carga que en pago, / Doble encomienda de indios en Salta y en Santiago. // Al coronel don Lorenzo Lugones, / Que en el primer ejército de la Patria salió, / Cadete de quince años, a libertar naciones, / Y después de haber hecho la guerra, la escribió, / Y como buen soldado de aquella heroica edad, / Falleció en la pobreza, pero con dignidad. // Que nuestra tierra quiera salvarnos del olvido, / Por estos cuatro siglos que en ella hemos servido». Tomado de Lugones, Obras poéticas completas.
514 The Strange Case of Dr. Jekyll and Mr. Hyde, publicado en 1886.
515 «Ordered South», ensayo incluido en el libro Virginibus puerisque, and other papers, publicado en 1881.
516 Estos relatos fueron reunidos en el libro The New Arabian Nights, que se publicó en 1882.
517 Harun Al-Rashid (766-809), quinto califa de la dinastía abasida. Se lo recuerda por haber sido un gran mecenas de las artes y por el lujo de su corte en Bagdad. Su figura fue inmortalizada en las leyendas que conforman el Libro de Las Mil y Una Noches.
518 En realidad estaban en la Colonia Internacional para Pintores de Barbizon, en Fontainebleau, Francia.
519 Lloyd Osbourne, escritor norteamericano (1868-1947).
520 Los capítulos son treinta y cuatro.
521 La obra se titula Deacon Brodie or The Double Life y fue escrita en 1879 en colaboración con su amigo William Ernest Henley. Juntos escribieron además Beau Austin (1884), Admiral Guinea (1884) y Macaire (1885). Henley fue agente de Stevenson y le sirvió de modelo para su personaje Long John Silver del libro Treasure Island.
522 En Samoa. Stevenson mismo le dio ese nombre a la localidad, que significa «cinco ríos». Allí fue enterrado, en la cumbre de una montaña, mirando al océano Pacífico.
523 La carta tiene por título «Father Damien: An open letter to the reverend Dr. Hyde of Honolulu» y fue escrita en Sydney el 25 de febrero de 1890. Se citan a continuación algunos párrafos de la misma: «Usted puede preguntar en qué autoridad me baso para hablar. Fue mi inclemente destino el haberme encontrado, no con Damien, sino con el Dr. Hyde. Cuando visité el lazareto, Damien ya descansaba en su tumba. Pero la información que tengo la adquirí sobre la marcha conversando con aquellos que lo trataron y lo conocieron bien: algunos, en efecto, que veneraban su figura. Pero también con otros que se cruzaron con él en forma más circunstancial, que no percibieron en él ningún halo, quienes quizá lo juzgaron con menores consideraciones, y a través de cuyas informaciones espontáneas y fragmentadas, las francas características humanas del hombre brillaron para mí en forma convincente. Así adquirí los conocimientos que tengo (...) Podemos ahora (si usted desea) ir paso a paso a través de las diferentes frases de su carta y examinar sinceramente cada una desde el punto de vista de su verdad, su conveniencia y su caridad. “Damien era tosco”. Es muy posible. Usted nos hace sentir pena por los leprosos, que tenían sólo a un tosco campesino por amigo y padre. Pero usted, que es tan refínado, ¿por qué no estaba ahí para alegrarlos con las luces de la cultura? (...) “Damien era sucio”. Lo era. ¡Piensen en los pobres leprosos, incómodos por la suciedad de su compañero! Pero el pulcro Dr. Hyde estaba cenando en una hermosa casa. “Damien era cabezadura”. Creo que usted acierta nuevamente y le agradezco a Dios por la dureza de la cabeza de Damien y de su corazón». Tomada de Lay Moráis and other papers (Traducción de M.A.).
524 «Pulvis et umbra», ensayo incluido en el libro Across the plains: with other memories and essays, de 1892.
525 El ensayo que Borges recuerda aquí se titula «On some technical elements of style in literature» y es el primero del libro Essays in the art of writing de Robert Louis Stevenson.
526 Primera estrofa del Soneto X de Garcilaso de la Vega.
527 Robert Louis Stevenson, por G.K. Chesterton. Publicado en Londres por Hodder Stoughton.
528 Stephen Lucius Gwynn (1864-1950). Poeta, escritor y crítico irlandés nacido en Dublín. Entre sus principales obras se cuentan Masters of English Literature (1904), y sus estudios o vidas de Tennyson, Thomas Moore, Sir Walter Scott, Horace Walpole, Mary Kingsley, Swift y Goldsmith. Sus Collected Poems aparecieron en 1923. Su autobiografía, titulada Experiences of a Literary Man, fue publicada en 1926.
529 La biografía de Stevenson escrita por Stephen Gwynn corresponde al volumen X de esta colección.




En Borges profesor 
Curso de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires 
Edición, investigación y notas: Martín Arias 
& Martín Hadis 
Buenos Aires © María Kodama, 2000



Imágenes 

William Morris. Dibujo a lápiz de Dante Gabriel Rossetti
Archive and Rare Books Library
University of Cincinnati

Robert Louis Stevenson sobre foto de James Notman de 1880
Gutemberg Project Australia

25/6/17

Borges profesor. Clase 23: «The Tune of Seven Towers», «The Sailing of the Sword» y «The Earthly Paradise» de William Morris






«The Tune of Seven Towers», «The Sailing of the Sword»
y The Earthly Paradise de William Morris
Las sagas de Islandia. Historia de Gunnar



Proseguiremos hoy con el estudio de la obra de William Morris. Ahora, antes de considerar las dos grandes obras de él, podríamos leer alguno de los poemas de su primer libro, La defensa de Ginebra.
¿Alguno de ustedes no querría repetir lo que hicimos la otra vez, leer no un fragmento sino un poema breve del libro?
Podemos ver un poema que se llama «La melodía de siete torres».478 Es un poema claro, esencialmente musical, aunque tiene argumento. Hay una mujer que podemos suponer muy linda, que se llama «fair Yoland of the flowers», «la hermosa Yolanda de las flores», y que lleva a los caballeros —todo esto ocurre en una vaga época medieval— a un castillo en el que mueren, y que los mata, sin duda por artes mágicas.

(Pasa un alumno y empieza la lectura del poema)

No one goes there now:
For what is left to fetch away
From the desolate battlements all arow,
And the lead roof heavy and grey?
«Therefore» said fair Yoland of the flowers,
«This is the tune of Seven Towers.»479
No one walks there now;
Except in the white moonlight
The white ghosts walk in a row;
If one could see it, an awful sight,
«Listen!» said fair Yoland of the flowers,
«This is the tune of Seven Towers.»

But none can see them now,
Though they sit by the side of the moat,
Feet half in the water, there in a row,
Long hair in the wind afloat.
«Therefore» said fair Yoland of the flowers,
«This is the tune of Seven Towers.»

If any will go to it now,
He must go to it all alone,
Its gates will not open to any row
Of glittering spears —will you go alone?
«Listen!» said fair Yoland of the flowers,
«This is the tune of Seven Towers»480

Las estrofas terminan en estribillo, «This is the tune of Seven Towers». Es un poema casi puramente musical y decorativo: «Oíd, dijo la hermosa Yolanda de las flores, ésta es la melodía de las siete torres». Pero al mismo tiempo hay algo ominoso y terrible. La hechicera le propone a un caballero que vaya solo, para morir, se entiende.

«Be my love go there now,
To fetch me my coif away
My coif and my kirtle, with pearls arow,
Oliver, go to-day
«Therefore» said fair Yoland of the flowers,
«This is the tune of Seven Towers.»

I am unhappy now,
I cannot tell you why;
If you go, the priests and I in a row
Will pray that you may not die.
«Listen!» said fair Yoland of the flowers,
«This is the tune of Seven Towers.»

If you will go for me now,
I will kiss your mouth at last;
(She sayeth inwardly.)
(The graves stand grey in a row,)
Oliver, hold me fast!
«Therefore» said fair Yoland of the flowers,
«This is the tune of Seven Towers.»481

Estos poemas corresponden a la juventud de Morris. Después veremos las obras de su madurez, el ciclo de cuentos, The Earthly Paradise, El Paraíso terrenal, y una epopeya, Sigurd the Volsung. Pero éstas las escribió luego, una es del año 68 a 70, y la otra es del año 76. Y luego vinieron otros poemas menos importantes, para convertir a la gente al socialismo.
Ahora leeremos otro poema, «The Sailing of the Sword».482 El «Sword» es una nave que lleva a tres guerreros, creo que a las cruzadas, que dejan a tres hermanas y les dicen que van a volver. Hay un tema que siempre se repite, un verso, «When the Sword went out to sea». Hay aliteración. Una de las hermanas habla. Ha sido abandonada, porque puedo adelantar que el caballero volverá, pero volverá con una mujer espléndida a su lado.

(El alumno comienza la lectura del poema)483

Across the empty garden-beds,
When the Sword went out to sea;
I scarcely saw my sisters’s heads
Bowed each beside a tree.
I could not see the castle leads,
When the Sword went out to sea.

Alicia wore a scarlet gown,
When the Sword went out to sea;
But Ursula’s was russet brown:
For the mist we could not see
The scarlet roofs of the good town,
When the Sword went out to sea,

Green holly in Alicia’s hand,
When the Sword went out to sea;
With sere oak-leaves did Ursula stand—
O! yet alas for me!
I did but bear a peel’d white wand,
When the Sword went out to sea,484
O, russet brown and scarlet bright,
When the Sword went out to sea;
My sisters wore; I wore but white:
Red, brown, and white, are three;
Three damozels; each had a knight
When the Sword went out to sea,

Sir Robert shouted loud, and said,
When the Sword went out to sea;
«Alicia, while I see thy head,
What shall I bring for thee
«O, my sweet lord, a ruby red»
The Sword went out to sea.

Sir Miles said, while the sails hung down,
When the Sword went out to sea;
«O, Ursula! While I see the town
What shall I bring for thee
«Dear knight, bring back a falcon brown:»
The Sword went out to sea.

But my Roland, no word he said
When the Sword went out to sea;
But only turn’d away his head,
A quick shriek came from me:
«Come back, dear lord, to your white maid»
The Sword went out to sea,485
The hot sun bit the garden beds,
When the Sword came back from sea;
Beneath an apple tree our heads
Stretched out toward the sea;
Grey gleam’d the thirsty castle leads,
When the Sword came back from sea.

Lord Robert brought a ruby red,
When the Sword came back from sea;
He kissed Alicia on the head
«I am come back to thee
Tis time, sweet love, that we were wed,
Now the Sword is back from sea

Sir Miles he bore a falcon brown,
When the Sword came back from sea;
His arms went round tall Ursula’s gown,
«What joy, O love, but thee?
Let us be wed in the good town,
Now the Sword is back from sea!»

My heart grew sick, no more afraid,
When the Sword came back from sea;
Upon the deck a tall white maid
Sat on Lord Roland’s knee;
His chin was press’d upon her head,
When the Sword came back from sea!486

Las dos hermanas mayores reciben un regalo. A través de las estrofas, se ve que él está empezando a olvidarla. Ella está vestida de rojo. Luego, de pardo. Esto prefigura o profetiza que algo va a ocurrir. El nombre de la nave es «Sword», y quiere decir «espada». Al fin, cuando él vuelve, vuelve con una doncella blanca, y ella estaba vestida de blanco al principio. Ustedes ven que éste es un poema como un cuadro, además de la música de los versos.
Bueno, como ustedes ven, Morris empezó haciendo poemas pictóricos, musicales, vagamente medievales. Pero luego fueron pasando los años, él se dedicó a sus otras actividades de arquitectura, de decoración, de tipografía, y él planeó una gran obra. Y esa gran obra —yo creo que es la más importante de las suyas— se llamó El Paraíso Terrenal, y se publicó en dos o tres volúmenes desde el año 68 al año 70. Ahora, a Morris le habían interesado siempre los cuentos, pero Morris creía que los mejores cuentos ya habían sido inventados, que un escritor no tenía que inventar nuevos cuentos. Que la verdadera labor del poeta —y él tenía un concepto épico de la poesía— era repetir o recrear las historias antiguas. Esto puede parecemos raro en lo que se refiere a la literatura, pero los pintores, por ejemplo, no lo han entendido así. Casi podríamos decir que durante siglos los pintores han repetido la misma historia, la historia de la Pasión por ejemplo. ¿Cuántas crucifixiones hay en la pintura? Y en cuanto a la escultura exactamente lo mismo. ¿Cuántos escultores han hecho estatuas ecuestres? Y la historia de la guerra de Troya ha sido referida muchas veces y las Metamorfosis de Ovidio vuelven a contar mitos que los lectores ya conocían. Y Morris, al promediar el siglo XIX, pensó que ya existían los cuentos esenciales y que su tarea era reimaginarlos, recrearlos, contarlos de nuevo. Y además él admiraba a Chaucer, que tampoco había inventado argumentos, sino que había tomado argumentos italianos, franceses, latinos, algunos de fuente desconocida pero que sin duda existió, como la historia del vendedor de bulas. Entonces Morris se propuso escribir una serie de cuentos como los Cuentos de Canterbury, y los situó en la misma época, en el siglo XIV. Ahora, este libro, que consta de veinticuatro cuentos y que Morris pudo terminar en unos tres años, está escrito como una imitación de Chaucer. Pero al mismo tiempo —y esto los críticos no parecen haberlo notado— como una suerte de desafío a Chaucer, no sólo en lo que se refiere a las fuentes sino al lenguaje. Porque Chaucer busca, según ustedes saben, un inglés en el cual abundan muchas palabras latinas. Esta intención de Chaucer es lógica, puesto que con la invasión normanda Inglaterra se llenó de palabras latinas. En cambio Morris —Morris, que tradujo el Beowulf— estaba enamorándose de la literatura escandinava, y quiso que el inglés volviera, dentro de lo posible, a su primitiva raíz germánica. Entonces él escribió El Paraíso Terrenal.
Estoy pensando que Chaucer pudo haber hecho algo parecido si hubiera querido, salvo que Chaucer estaba atraído por el sur, por el Mediterráneo, por la tradición latina. Tradición que Morris ciertamente no desdeñó, ya que la mitad de los cuentos de El Paraíso Terrenal son de fuente helénica. Hay once que son de fuente helénica, hay otro que es de fuente árabe, ya que Morris lo tomó del libro medieval de Las Mil y una Noches, que fue compilado en Egipto aunque sus fuentes son más antiguas, son hindúes o persas. Chaucer había encontrado un marco para sus cuentos, la idea de la famosa caminata al santuario de Becket,487 y Morris necesitaba todo un marco, necesitaba un pretexto para que se contaran muchos cuentos. Entonces él inventó una historia, inventó una historia más romántica —diremos— que la de Chaucer. Porque entre Chaucer, del siglo XIV, y Morris, del siglo XIX, habían ocurrido muchas cosas. Entre otras, el movimiento romántico. Y además Inglaterra había redescubierto su raíz germánica, que había olvidado. Creo que Carlyle, al hablar de Shakespeare, lo llama «nuestro Guillermo sajón». Esto hubiera sorprendido a Shakespeare, pues Shakespeare no pensó nunca en la raíz sajona de Inglaterra. Cuando Shakespeare pensaba en el pasado inglés, pensó más bien en la historia inglesa posterior a la conquista normanda, o si no en el pasado celta de Inglaterra. Y hasta que no escribió Hamlet, se sentía tan lejos de todo aquello que, fuera de Yorick, el bufón —creado para siempre en aquel diálogo de Hamlet con la calavera— y los dos cortesanos Rosencrantz y Guildenstern, todo eso viene de otros países. Los soldados que aparecen en la primera escena de Hamlet tienen nombres españoles, se llaman Francisco y Barnardo. La novia de Hamlet se llama Ofelia; su hermano se llama Laertes, el nombre del padre de Ulises. Es decir, lo germano estaba muy lejos de Shakespeare. Sin duda estaba en su sangre, y en buena parte de su vocabulario, pero no tenía mayor conciencia de ello. Él buscó casi todos sus argumentos en Grecia, Roma, en Macbeth lo buscó en Escocia, en Hamlet lo buscó en un argumento danés. En cambio Morris tenía una conciencia de lo germánico, y sobre todo de lo escandinavo, del pasado inglés. Y así él inventó este argumento. Él toma el siglo XIV, la época de Chaucer, y en esa época hay una peste que está arrasando a Europa y especialmente a Inglaterra: la peste negra. Entonces él imagina a un grupo de caballeros que quieren huir de la muerte. Entre ellos hay un bretón, también hay un noruego, un caballero alemán —pero éste muere antes de llegar al fin de la aventura—. Estos caballeros resuelven buscar el Paraíso Terrenal, el paraíso de hombres inmortales. Al Paraíso Terrenal solía situárselo —hay un poema anglosajón que tiene este título—488 en el Oriente. Pero los celtas lo habían situado en el Occidente, hacia la puesta del sol, en el confín de los mares desconocidos que lindaban con América, no descubierta entonces. Los celtas imaginaron toda suerte de maravillas, por ejemplo islas en las que lebreles de bronce perseguían a los ciervos de plata o de oro, islas sobre las cuales pendía como un arco iris un río, un río que no se volcaba, con naves y con peces, islas rodeadas por murallas de fuego, y entre esas islas una que sería el Paraíso Terrenal.
Esos caballeros del siglo XIV resuelven buscar las islas bienaventuradas, las islas del Paraíso Terrenal, y salen de Londres. Y al salir de Londres pasan por la aduana, y en la aduana hay un señor que está escribiendo. Y no se nos dice su nombre, pero se nos da a entender que ese señor era Chaucer, que fue vista de aduana. Así que Chaucer aparece silenciosamente en el poema, así como Shakespeare aparece y no dice una palabra en la novela Orlando de Virginia Woolf. En esa novela hay una fiesta en un palacio, y hay un hombre que está mirando y observando todo y no dice nada, porque tanto Morris como Virginia Woolf no se creyeron capaces de crear palabras dignas de estar en la boca de Chaucer o de Shakespeare.
Luego la nave que lleva a los aventureros se hace a la mar, y se cruzan con otro barco. En ese barco hay un rey, uno de los reyes de Inglaterra que va a pelear contra Francia en la larga Guerra de los Cien Años. Y el rey invita a los caballeros a subir a su barco, y él está en la cubierta, rodeado de caballeros, solo y desarmado. Entonces les pregunta quiénes son. Uno le dice que es bretón, el otro que es noruego, y el rey les pregunta qué fin persiguen, y ellos le dicen que van a buscar la inmortalidad. Y al rey no le parece absurda esta aventura. El rey cree que puede existir un Paraíso Terrenal, pero al mismo tiempo comprende que él es un hombre viejo, que su destino no es la inmortalidad, que su destino es la batalla y la muerte. Y entonces les desea buena suerte, les dice que ellos tienen mejor destino que el suyo, que a él lo único que le queda es morir entre las cuatro paredes de un lugar de batalla.489 Les dice que sigan. Luego él piensa que él es un rey, y que ellos son desconocidos, pero ellos —quizás está dentro de la fe de la época— llegarán a ser inmortales. «Y quizá —dice— puede ocurrir que yo, un rey, seré recordado por una sola cosa, seré recordado porque una mañana, antes que atravesaran el mar, ustedes conversaron conmigo.» Y luego piensa que, a pesar de que ellos verosímilmente serán inmortales, y él será olvidado y morirá como todos los reyes y todos los hombres, él tiene que regalarles algo. Es una manera de demostrar su superioridad. Él es un rey. Él le da a uno un cuerno, al bretón, y dice: «Para que recuerdes esta mañana. Y a ti, noruego, te doy este anillo, para que me recuerdes a mí, que soy de la sangre de Odín».490 Porque ustedes recordarán que los reyes de Inglaterra creían ser descendientes de Odín.
Luego ellos se despiden del rey y emprenden el viaje. El viaje dura muchos años. Los navegantes desembarcan en islas maravillosas, pero envejecen. Y así llegan a una ciudad desconocida en una isla, donde se quedan hasta el fin de sus días. Esa isla está habitada por griegos que han conservado el culto de los antiguos dioses. El padre del noruego ha sido miembro de la escolta escandinava del emperador de Bizancio, de modo que él sabe griego —esa famosa escolta de los emperadores de Bizancio, hecha de suecos, de noruegos, de daneses,491 a la cual se incorporaron muchos sajones después de la conquista normanda a Inglaterra, en el año 1066. Es raro pensar que en las calles de Constantinopla fueron idiomas familiares. En las calles de Constantinopla se hablaron el antiguo danés y, al promediar el siglo XI, el anglosajón.
La ciudad de la isla está gobernada por griegos. Reciben amablemente a los viajeros, y aquí ya tenemos el marco que necesitaba Morris: los mayores de la ciudad proponen a los navegantes que todos se encontrarán dos veces al mes y entonces se contarán cuentos. Los cuentos que los isleños cuentan son todos mitos griegos. Allí están las historias de Eros, de Perseo, todos tomados de la mitología griega. Y los otros cuentan historias de origen diverso, entre ellos una historia islandesa que Morris había traducido al inglés. Se titula «Los amantes de Gudrun». Hay una historia árabe, una historia que el padre le había contado al hijo del noruego, tomada de Las Mil y Una Noches. Hay otras historias escandinavas y persas. Se cuentan así, a lo largo del año, veinticuatro cuentos. Morris ha tomado los metros de la obra de Chaucer. Hay además, como en los cuentos de Chaucer, intervalos entre los doce cuentos de los navegantes y los doce cuentos de los griegos. En esos intervalos se va describiendo el cambio de las estaciones, y por una convención —Morris no buscaba el realismo, desde luego— los paisajes que se describen son paisajes de Inglaterra que corresponden a la primavera, al verano, al otoño, al invierno.
Al fin habla el poeta, y el poeta dice que él ha contado esos cuentos, esos cuentos que no son suyos, pero que él los ha recreado para su tiempo y que, sin duda, otros los contarán después como los contaron antes de él. Luego dice que él no puede cantar sobre el Cielo o el Infierno492 —sin duda estaba pensando en Dante al decir esto—, que él no puede hacer que la muerte parezca una cosa baladí, que él no puede detener el curso del tiempo, que lo arrastrará a él como arrastrará a los lectores. Vemos que no tiene ninguna fe en otro mundo. Dice que él es simplemente «el ocioso cantor de un día vacío». Luego él habla con su libro y le dice al libro que si en alguna parte se encuentra con Chaucer, que lo salude y que en su nombre le diga:«¡Oh, Maestro!, ¡Oh, tú, grande de lengua y de corazón!»493 Y así el libro termina de un modo melancólico.
Este libro está lleno de invenciones fantásticas: hay un aquelarre, por ejemplo, y hay un rey de los demonios que cabalga sobre un caballo de fuego esculpido y cambiante, de modo que en cada momento las facciones del rey y de su cabalgadura tienen una forma precisa, pero esa forma sólo dura un instante.494
Antes de publicar este libro, Morris publicó otro poema extenso que se titula «La vida y la muerte de Jasón».495 Sin duda tenía que ser uno de los cuentos griegos de El Paraíso Terrenal, pero ese cuento fue tan extenso que Morris lo publicó aparte. Uno de los rasgos notables de ese poema anterior a El Paraíso Terrenal, es que en las primeras páginas aparecen los centauros de Thessalia. Nos parece imposible que un poeta del siglo XIX hable de centauros, porque nosotros y él descreemos de los centauros.
Es extraordinario ver cómo Morris prepara al centauro. Primero habla de la selva de Thessalia, luego habla de los leones y de los lobos de esa selva, y luego nos dice que «los centauros de ojos vivos disparan allí sus flechas».496 El empieza por esa parte del cuerpo en que se nota más la vida, los ojos.497 Después tenemos a un esclavo que espera a un centauro. Y de igual modo que Dante en la Divina Comedia se muestra trémulo, no porque fuera cobarde sino porque tiene que comunicar a sus lectores que el Infierno es un lugar terrible, así el esclavo siente una especie de horror cuando, en medio de la selva —que es una selva espesa—, siente los cascos del centauro que se aproximan a él.498 Luego el centauro se acerca y Morris hace que el centauro tenga una guirnalda de flores en la parte en que lo humano cesa y empieza lo equino.499 Morris no nos dice que hay algo terrible con el esclavo, pero nos muestra al esclavo que cae de rodillas ante el monstruo.500 Luego el centauro habla, habla con palabras humanas, y esto el esclavo lo siente como terrible también, porque el centauro es mitad hombre, mitad caballo. En este largo poema, que concluye con la muerte de Medea, todo está contado de modo que, mientras leemos el poema, creemos en él o, como diría Coleridge, cuando habla del drama de Shakespeare, «suspendemos voluntariamente nuestra incredulidad si no creemos».
Morris publica desde el 68 al 70 su Paraíso Terrenal. Este poema es reconocido por todos sus contemporáneos —aun por aquellos que estaban lejos de él— como un gran poema. Pero él, mientras tanto, había iniciado una biblioteca de sagas.501 Son novelas compuestas en su mayor parte en Islandia durante la Edad Media. Morris se hizo amigo de un islandés, Eirik Magnusson, y entre los dos tradujeron varias partes de las novelas. Esto se haría después en los países escandinavos y en Alemania. En Alemania hay una colección famosa, la Biblioteca Thule, nombre que los romanos daban a unas islas que algunos han identificado con las islas Shetland, pero que en general se identifican con Islandia. Morris emprende su peregrinación a Islandia y traduce grandes poemas al inglés, y entre esos poemas está la Odisea. Yo voy a recordar los dos primeros versos de la Odisea de Pope y los dos primeros de la Odisea de Morris. Pope lo hizo en un inglés latino, en un sonoro inglés, y los versos dicen así:

The man, for wisdom’s various arts renown’d,
Long exercis’d in woes, oh muse! resound
Al hombre famoso por las diversas artes de la sabiduría,
Largamente ejercitado en pesares, ¡oh musa, resuena!, ¡oh musa, canta!

Pero Morris quiso limitar, dentro de lo posible, su vocabulario a palabras germánicas. Entonces, fuera de la palabra «musa», que tuvo que retener, tenemos estos extraños versos:

Tell me, o Muse, of the shifty, the man who wandered afar,
after the holy burg, Troytown, he had wasted with war.

Háblame musa del astuto, el hombre que erró muy lejos,
después de haber destrozado con guerra la ciudadela sagrada.

Morris tradujo también la Eneida y el Beowulf. Tradujo las sagas. Las versiones de las sagas son admirables, porque en su versión de la Odisea sentimos cierta incongruencia entre el hecho de que Morris está traduciendo una epopeya griega y el inglés germánico que usa. En cambio, no sentimos ninguna incongruencia en el hecho de que Morris traduzca con palabras germánicas cuentos y novelas escandinavos medievales.
Voy a recordar un episodio de las sagas. La palabra «saga» tiene que ver con sagen, «decir» en alemán. Son cuentos, relatos. Empezaron siendo orales y luego fueron escritos, pero como tenían un origen oral, estaba prohibido al narrador entrar en la conciencia de los héroes. Él no podía contar lo que un héroe soñó; no podía decir que una persona odiaba o quería: eso era entrometerse en la mente de los personajes. Sólo podía contar lo que los personajes hacían y obraban. Las sagas están contadas como reales, y si abundan en hechos fantásticos es porque los narradores y los oyentes creían en ellos. Aparecen en las sagas cincuenta o sesenta personajes, todos personajes históricos, personajes que vivieron y murieron en Islandia y que fueron famosos por su valentía o por sus cualidades. El episodio que voy a recordar es éste: hay una mujer muy linda, con cabellos largos y rubios que le llegan a la cintura.502 Esa mujer ejecuta un acto mezquino y el marido le da una bofetada. Y el narrador no nos dice qué sintió ella, porque eso le está vedado por las reglas de su arte. Y luego pasan doscientas o trescientas páginas y nosotros nos hemos olvidado de la bofetada. Y el marido que le ha dado la bofetada, también. Y luego él está sitiado en su casa y lo atacan. Y el primero que lo ataca logra escalar la torre. Y Gunnar, el marido, desde adentro, lo mata, lo hiere de un lanzazo. El hombre cae al suelo, los compañeros lo rodean. No sabemos nada sobre el carácter del hombre, y uno de sus compañeros le pregunta: «¿Está Gunnar en la casa?» Y el hombre —y esto nos revela que es valiente— muere con una broma en los labios. Dice: «Él, no sé, pero está su lanza», y muere con esa broma. Luego los otros han rodeado la casa, siguen atacando a Gunnar, él se defiende a flechazos. Está con su perro y su mujer. Ya han matado a los otros. Pero él sigue defendiéndose con las flechas, y una de las flechas de los que rodean la casa rompe la cuerda del arco de Gunnar. Gunnar necesita otra cuerda, la necesita inmediatamente y le pide a su mujer —se ha hablado muchas veces de su larga y rubia cabellera— que le teja una cuerda con su pelo.503

«Téjeme una cuerda con tu pelo» —le dice a Hallgerd.
«¿Es cuestión de vida o muerte?» —pregunta ella.
«Sí» —responde Gunnar.
«Entonces recuerdo esa bofetada que me diste una vez y te veré morir» —dice Hallgerd.

Así Gunnar murió, vencido por muchos, y también mataron a Samr, su perro, pero antes el perro mató a un hombre.
El narrador no nos había dicho que Hallgerd guardase rencor a su marido; ahora lo sabemos bruscamente, como suelen revelarse las cosas en la realidad.

Prob. Lunes 12 de diciembre de 1966



Notas


478 «The Tune of Seven Towers», decimonoveno poema del libro.
479 Primera estrofa del poema. «Nadie va hacia allí ahora: / ¿Qué queda allí para traer / De las filas de almenas desoladas, / Y el pesado techo de plomo gris? / “Por tanto”, dijo la bella Yolanda de las flores, / “Ésta es la melodía de las Siete Torres.”»
480 Segunda, tercera y cuarta estrofa. «Nadie camina ahora; / Excepto bajo la pálida luz de la luna / Los fantasmas que pasean en fila; / Si uno pudiera verlos, sería una terrible visión, / “¡Oye!”, dijo la bella Yolanda de las flores, / “Ésta es la melodía de las Siete Torres”. // Pero nadie puede verlos ahora / Aunque están sentados a lo largo del foso, / Con sus pies sumergidos en el agua y en fila, / Sus largos cabellos flotando al viento. / “Por tanto”, dijo la bella Yolanda de las flores, / “Ésta es la melodía de las Siete Torres”. // Si alguien va allí ahora, / Debe ir hacia allí solo, / Las puertas no se abrirán a ninguna fila / De lanzas relucientes —¿irás entonces solo? / “¡Oye!”, dijo la bella Yolanda de las flores, / “Ésta es la melodía de las Siete Torres".»
481 Estrofas cinco a siete. «“Sé mi amor, ve hacia allí ahora, / A traer mi cofia de allí, / Mi cofia y mi manto, adornado con perlas, / ¡Oliver, ve hoy mismo! ” / “Por tanto”, dijo la bella Yolanda de las flores, / “Ésta es la melodía de las Siete Torres”. // No soy feliz ahora, / No puedo decirte por qué; / Si vas, los curas y yo en fila, / Rezaremos para que no mueras. / “¡Oye!”, dijo la bella Yolanda de las flores, / «Esta es la melodía de las Siete Torres”. // Si vas por mí ahora, / Besaré por fin tu boca; / (Ella dijo para sí) / (Las tumbas se yerguen grises en fila,) / ¡Oliver, abrázame fuerte! / “Por tanto”, dijo la bella Yolanda de las flores, / “Ésta es la melodía de las Siete Torres.”»
482 Decimoquinto poema del libro The Defence of Guenevere.
483 Para una mejor apreciación y dado que Borges no traduce sino sólo comenta, se transcribe a continuación el poema completo, con su traducción.
484 «A través de los canteros vacíos, / Cuando el Sword se hizo a la mar; / Apenas alcancé a ver las cabezas de mis hermanas, / Agachadas, detrás de un árbol, cada una. / No pude ver el castillo, / Cuando el Sword se hizo a la mar. // Alicia llevaba un largo vestido escarlata, / Cuando el Sword se hizo a la mar; / Pero el de Úrsula era marrón rojizo: / La niebla no nos permitía ver / Los techos escarlatas del buen pueblo, / Cuando el Sword se hizo a la mar, // Verde acebo en las manos de Alicia, / Cuando el Sword se hizo a la mar; / Y hojas de encina en las de Úrsula — / ¡Oh, qué pena para mí! / Yo sólo tenía una simple vara blanca, / Cuando el Sword se hizo a la mar.»
485 «¡Oh! marrón rojizo y escarlata, / Cuando el Sword se hizo a la mar; / Vestían mis hermanas; pero yo vestía de blanco: / Rojo, marrón y blanco, son tres; / Tres doncellas; cada una tenía un caballero / Cuando el Sword se hizo a la mar, // Sir Robert alzó la voz y dijo, / Cuando el Sword se hizo a la mar; / “Alicia, mientras veo aún tu cabeza, / ¿Qué debo traer para tí?” / “Oh, mi dulce señor, un rubí rojo” / Y el Sword se hizo a la mar. // Sir Miles dijo, mientras las velas estaban bajas, / Cuando el Sword se hizo a la mar, / “¡Oh, Úrsula! Mientras veo aún la ciudad / ¿Qué debo traer para tí?” / “Mi querido caballero, tráeme un halcón marrón:” / Y el Sword se hizo a la mar. // Pero mi Roland no dijo una palabra / Cuando el Sword se hizo a la mar; / Sólo giró su cabeza, sin mirar hacia atrás, / Entonces salió de mi un grito: / “Vuelve, mi querido señor, a tu blanca muchacha.”/ Y el Sword se hizo a la mar.»
486 «El sol ardiente mordía los canteros, / Cuando el Sword volvió del mar; / Bajo un manzano nuestras cabezas / Se estiraban hacia el mar; / Grises brillaban las sedientas ventanas del castillo, / Cuando el Sword volvió del mar. // Lord Robert trajo un rubí rojo, / Cuando el Sword volvió del mar; / Besó a Alicia en la frente y dijo / “He vuelto a ti, / ¡Es hora, mi dulce amor, que nos casemos, / Ahora que el Sword ha vuelto del mar!” // Sir Miles trajo un halcón marrón, / Cuando el Sword volvió del mar; / Sus brazos rodearon a Úrsula y dijo: / “¿Qué otra alegría, mi amor, que tú? / ¡Casémonos en el buen pueblo, / Ahora que el Sword ha vuelto del mar!” // Mi corazón se enfermó, ya sin más miedo, / Cuando el Sword volvió del mar; / Sobre el casco una alta muchacha blanca / Sentada en las rodillas de Roland, / El mentón de él se apoyaba en su cabeza / Cuando el Sword volvió del mar!»
487 La tumba de St. Thomas Becket, en la catedral de Canterbury.
488 Se trata de la primera sección del poema anglosajón del Fénix, que contiene una descripción del neorxnawango «paraíso terrenal». Borges se refiere a este poema y lo describe brevemente en la clase 7.
489 «For you the worldis wide / For you I say, —forme a narrow place / betwixt the four walls of a fighting place.» The Earthly Paradise, «Prologue —The Wanderers».
490 «Farewell, it yet may hap that I a king / Shall be remembered but by this one thing / That on the mom before ye crossed the sea / Ye gave and took in common talk with me; / But with this ring keep memory of the mom / O Bretón, and thou Northman, by this horn / Remember me, who am of Odin’s blood», The Earthly Paradise, «Prologue —The Wanderers».
491 Borges se refiere a la ya mencionada Guardia Varangia. Ver nota 64.
492 «Of Heaven or Hell I have no power to sing, / I cannot ease the burden of your fears, / Or make quick-coming death a little thing, / Or bring again the pleasure of past years, / Nor for my words shall ye forget your tears, / Or hope again for aught that I can say, /The idle singer of an empty day». The Earthly Paradise, «Apology».
493 «O Master, O thou great of heart and tongue, / Thou well mayst ask me why I wander here, / In raiment rent of stories oft besung! /But of thy gentleness draw thou anear, / And then the heart of one who held thee dear / Mayst thou behold! So near as that I lay /Unto the singer of an empty day». Véase también la nota 456.
494 Borges traduce estos versos en la página titulada «Un rey de fuego y su caballo» de su Libro de los seres imaginarios, OOCC pág. 688.
495 The Life and Death of Jason, publicado en 1867.
496 «In Thessaly, beside the tumbling sea,/ Once dwel taf olk, men called the Minyae; / For, coming of Orchomenus the old, Bearing their wives and children, beasts and gold, / Through many a league of land they took their way, / And stopped at last, where in a sunny bay / The green Anaurus cleaves the white sea-sand, / And eastward inland doth Mount Pelion stand, / Where bears and wolves the centaurs’ arrows find». Primera estrofa de The Life and Death of Jason.
497 «There shall the quick-eyed centaurs be thy friends.» The Life and Death of Jason, Libro 1, línea 87.
498 «But mid this noise the listening man could hear / The sound of hoofs, whereat a little fear / He felt with his heart, and heeded nought the struggling of the child, who ever sought / To gain the horn all glittering with gold / Wrought by the cunning Daedalus of old // But louder still the noise he hearkened grew / Until at last in sight the Centaur drew», op. cit., líneas 132-140.
499 «For to the waist was man, but all below / A mighty horse, once roan, now well-nigh white / With lapse of years; with oak-wreaths was he dight / Where man joined unto horse». Op. cit., líneas 145-147.
500 «So, when he saw him coming through the trees / The trembling slave sunk down upon his knees». Op. cit., líneas 151-152.
501 Se refiere a la ya mencionada Saga Library. Ver nota 16, pág. 302.
502 Este episodio pertenece a la Brennu Njáls saga o Saga de Njal (cap. 77). La mujer era Hallgerd, hija de Hauskuld.
503 En este punto termina la transcripción original de esta clase. Las últimas palabras de Borges probablemente no llegaron a grabarse. La conclusión del episodio de Gunnar y el comentario final de Borges fueron tomados de la primera edición de Antiguas literaturas germánicas (1951), pág. 71.


En Borges profesor 
Curso de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires 
Edición, investigación y notas: Martín Arias
& Martín Hadis 
Buenos Aires © María Kodama, 2000



Foto: William Morris, March 1877
Archive and Rare Books Library
University of Cincinnati


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