21/12/18

Jorge Luis Borges: Apunte férvido sobre las tres vidas de la milonga (1927)







Juan de Dios Filiberto —que es un par de patillas y un acordeón que andan entristeciendo el Riachuelo— ha formulado, como quien no quiere la cosa, una desunión tripartita de la milonga: léase del tango. En los fondos de la revista El Hogar del quince de julio, le prescribe esta trinidad: A la milonga —nos dice Filiberto— yo la divido en tres grupos: 1°, la milonga agreste, que es la de pulpería (la de Martín Fierro con el negro); 2°, la milonga compadrona que es la entrerriana, peleadora y buscapleitos, y 3°, la milonga porteña, que es la milonga mía, del dolor y del trabajo; la milonga de la necesidad, de la fatiga, del obrero que trabaja todo el día y que, de noche, le limpia la cara roñosa a las penas, cantándole a la novia todas las angustias de ese perro flaco que se llama Destino...

Paso sobre el estilo alegórico-basurero de la formulación, tan sintomático del ultraísmo abaratado de los repórters, y pienso en lo que en ella se dice.

Vamos por partes. La primera que a la historia de la milonga aquí le recetan, la agreste que es la de pulpería, no es demasiado clara. Decir agreste es aludir al campo nomás; decir de pulpería es pasarse a las orillas también, cosa que no está mal, puesto que de las orillas fue la milonga. El mostrador de madera y el changango del compadrito la generaron y fue tal vez una decantación del cantar por cifra, aunque distinta de él. El Cancionero bonaerense de Lynch empieza por adjudicársela al gaucho, pero a los dos renglones escribe que sólo la practican el compadraje de la capital y de la campaña y que no hay bailecito de medio pelo en que no figure y que la bailan en los casinos de los mercados Once de Setiembre y Constitución. Añade que los organistas la han arreglado y la hacen oír con aire de danza o habanera. Esto lo notició Lynch el ochenta y tres. Rossi (Cosas de negros, páginas 121-124) también la ve orillera a la milonga y no de la pampa. Ese par de pareceres nos insinúan que la milonga agreste no es tal.

Ya nos encara la segunda vida de la milonga, la milonga compadrona que es la entrerriana, peleadora y buscapleitos, según el definidor nos anuncia. Esa milonga feliz de atropellar es la consabida, es la que se insolentó en bravatas de lugares de Buenos Aires allá por el ochenta. Es la que se llevó muy bien con las coplas:
Soy del barrio e Monserrá
donde relumbra el acero;
lo que digo con el pico
lo sostengo con el cuero.
Parao en las Cinco Esquinas
con toda mi contingencia
por ver si te rompo el… alma
ando haciendo diligencia.
Yo soy del barrio del Alto,
soy del barrio del Retiro,
yo soy el que nunca miro
con quién tengo que pelear
y en trance de milonguear,
nadies se me puso a tiro.
Esa alma varona y sobradora de la milonga es la que está en los tangos antiguos —en Rodríguez Peña, en Don Juan, en El entrerriano, en El apache argentino, en Las siete palabras, en Pinta brava, en El caburé— además en La payanca y en Don Esteban. ¿Dónde lo entrerriano de esa alma? La respuesta es de ingrata facilidad: a esa alma la precisa entrerriana el definidor, para que la tercera milonga, la suya, la de ese perro flaco que le lava la cara a la novia que se llama Destino, sea la verdadera porteña. Y eso, ya sabemos que no lo es. Es una rezongona quejumbre itálica y no otra cosa.

Alguna vez —si los primitivos tangos no engañan— una felicidad sopló sobre las tapias rosadas del arrabal y estuvo en el empaque dominguero del compadrito y en la jarana de las chiruzas en el portón. ¿Qué valentías la gastaron, qué generosidades, qué fiestas? Lo cierto es que pasó y que el bandoneón cobarde y el tango sin salida están con nosotros. Hay que sobrellevarlos, pero que no les digan porteños.



Revista Martín Fierro, año 4, no. 43, Bs.As., 07/1927
En El idioma de los argentinos
Buenos Aires, Manuel Gleizer, 1928
Viñetas de A. Xul Solar

Luego:
© 1995 María Kodama
© 2016 Buenos Aires, Penguin Random House

Imagen: Edición facsimilar de El idioma de los argentinos con ilustraciones de Xul Solar,iniciativa conjunta del Museo Nacional Bellas Artes, la Fundación Pan Klub y la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, y acompañó la muestra “Xul Solar. Panactivista”, que pudo verse hasta el 18 de junio de 2018 en el Pabellón de Exposiciones Temporarias del MNBA. Vía


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