26/7/17

Adolfo Bioy Casares: "Borges" (Martes, 2 de noviembre de 1971)







Martes, 2 de noviembre. Me entero de que Palazzi, editor italiano, publicó (o va a publicar) Seis problemas. Llamo a la Sudamericana; me dicen que Sur intervino en el contrato. Llamo a Fryda, que me tutea y me pregunta por Silvina y por Marta. El contrato se firmó este año, estando yo en el país. En ningún momento se creyó necesario consultarme o avisarme. Cuando protesto: «Yo había firmado un contrato con Bompiani», responde: «Pero antes habías firmado un contrato con nosotros. Somos tus editores, tus administradores». Acaso sea irrelevante, pero le hago notar que lo esencial de estos contratos es lo económico; con Sur hemos firmado el contrato de Seis problemas y el del Libro del cielo y del infierno; por Seis problemas, Sur nunca nos pagó nada. Es decir: Sur no observó su obligación —impuesta por el contrato que firmó— de pasar liquidaciones semestrales y de pagar: ¿por qué yo me consideraré atado si Sur no se considera atada en lo esencial del contrato? Aquí me dice que la culpa es mía, que nunca voy a Sur, que no reclamo el pago. Le contesto que existe el correo y que por ser la editorial de una cuñada no me parece delicado presentarme a exigir el pago; si no me pagan, me aguanto, pero no considero a Sur mi editor ni mi administrador. En el 68, el editor Ditmar pagó el adelanto por la edición holandesa de Seis problemas y Sur no nos pagó a nosotros, ni siquiera nos informó del hecho; hay un segundo pago holandés, igualmente sin rastros para nosotros; Denöel pagó a Sur el adelanto de Six problèmes, con el mismo resultado para nosotros; sospecho de la existencia de una edición checa, tramitada por Sur, y ahora está la italiana, de cuya existencia me entero en esta conversación. Digo a Fryda que no quiero que tramiten nada sobre nuestros libros y que ante cualquier ofrecimiento lo primero que deben hacer será informarme. Por enojoso que sea, pienso después, debo aclarar las cosas, para que el hecho no se repita (por ejemplo, con el Libro del cielo y del infierno). O de nuevo con Seis problemas, que Hanser me pide. No nos engañemos: habrá que ser Daniel y enfrentar a los leones, a pride of lions, en la persona de Victoria.

Por la noche, come en casa Borges. Planeamos un nuevo cuento. BORGES: «Podríamos escribir el cuento de un hombre que se enamora de una mujer horrible, muy cursi, con gatos de porcelana y Betties Boop de celuloide». BIOY: «Quién sabe si podremos. Resultará el cuento de dos autores d'un goût très surque se mofan de la gente cursi: una miseria. Mejor sería que el Baulito Pérez, para dar celos y dominar del todo a una chica que lo quiere, trate de enamorar a una mujer fea, vieja, pobre, mersa, avara, egoísta, estúpida, mala; no lo consigue, se empecina, se enamora y se suicida».1 A Borges primero le parece muy complicado; después bien, pero insiste, yo creo que por instintivo puritanismo, en que sea seria: «Si tiene a otro, hay un motivo. Tiene que desairarlo porque sí, porque no le gusta». Acepto su criterio, pero me digo: «Ya veremos». Más gracioso sería que fuera como la puestera de Pardo: «Puta pero no suya».2 Es decir, además de todo: puta, es decir fácil. BORGES: «El Baulito tendría que obtener un triunfo, que le diera seguridad, y no le sirviera para nada en su conquista». BIOY: «Podría aspirar a la presidencia de la Asociación Argentina de Box». BORGES: «Fracasar y recibir, como consuelo, el puesto de Gancedo...». BIOY: «...la subsecretaría de Cultura». BORGES: «Ahí está medio perdido, porque no pesca nada, pero como conoce a un poeta...». BIOY: «No, a un coronel». BORGES: «Es claro: al coronel Godel, que vive en la calle Coronel Díaz». Después convenimos en que hay que buscar otro nombre, para no herir a Godel. BORGES: «Conoce a la mujer fea en una reunión en casa de una tía de la joven. La joven se llama Tejedor y la tía, inexplicablemente, Tejerina».

Hablamos de la candidatura de Peyrou a la Academia. BORGES: «Le pregunté a Peyrou si quería que lo propusiera. Asombrosamente, me contestó que sí». BIOY: «Hay un riesgo en que lo rechacen». BORGES: «Bueno. Qué le importa: no pierde nada. No le dan lo que no tiene». BIOY: «SÍ, pero para un deprimido y perseguido como Peyrou, el rechazo podría ser un desastre». Por un momento trata de contestarme con sofismas; después se preocupa mucho. BORGES: «En la Academia soy bastante impopular. Me aguantan, pero no me quieren. I'm rather disliked. El criterio para elegir nuevos miembros para la Academia es que sean clubable,id est: la Academia es inútil, reunamos personas con las que no sea desagradable pasar el rato; evitar, asimismo, peronistas y comunistas, que mañana propongan un homenaje a Rosas y Perón y lo manden a uno a la cárcel porque no participó».


1. «La salvación por las obras» (1977).
2. «Don Leandro Álvarez tenía el campo cerca del canal. [... ] Mi abuelo lo embromaba recordándole la vez que doña Francisca Fredes lo corrió, revoleando una argolla. Álvarez la había llamado "puta". Doña Francisca le contestó: "Puta, pero no suya". Álvarez decía que doña Francisca había tenido razón» [BC (1997)]. Cf. BIOY, ADOLFO (1958): 46-50.
3. [apto para formar parte de un club] Alusión a la expresión de Johnson: «Boswell is a very clubable man» [BOSWELL, Life of Johnson, «4 de diciembre de 1783»].


En Bioy Casares, Adolfo: Borges
Edición al cuidado de Daniel Martino
Barcelona: Ediciones Destino ("Imago Mundi"), 2006
Retrato de Jorge Luis Borges en su despacho de la Biblioteca Nacional durante una entrevista en 1971
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