Dóciles medias los halagan de día y zapatos de cuero claveteados los fortifican, pero los dedos de mi pie no quieren saberlo. No les interesa otra cosa que emitir uñas: láminas córneas, semitransparentes y elásticas, para defenderse ¿de quién? Brutos y desconfiados como ellos solos, no dejan un segundo de preparar ese tenue armamento. Rehúsan el universo y el éxtasis para seguir elaborando sin fin unas vanas puntas, que cercenan y vuelven a cercenar los bruscos tijerazos de Solingen. A los noventa días crepusculares de encierro prenatal establecieron esa única industria. Cuando yo esté guardado en la Recoleta, en una casa de color ceniciento provista de flores secas y de talismanes, continuarán su terco trabajo, hasta que los modere la corrupción. Ellos, y la barba en mi cara.
En El hacedor (1960)
Foto ©Amanda Ortega, tomada por ella misma en su casa, durante una visita de Borges en 1982
Junto a Freyja, gata de Abisinia llamada así por la diosa de la belleza y el amor de la mitología nórdica
Cuanto talento e inteligencia tremenda!!.....ese hombre.... y cuanta sagacidad y fidelidad, de entendimiento mutuo, de su gata Abisinia. Tienen los gatos un gran sentimiento de pertenencia infinita con su dueño, y aunque se vayan, siempre vuelven
ResponderBorrary siempre están vigilando al dueño aunque sea de lejos.
Que genio el gran Borges, América latina se enorgullece de la estatura de su alma...
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