10/10/16

Borges secreto [Entrevista de Jorge Montagnaro, 1980]





Desde hace un tiempo proliferan en las librerías obras cuya temática, de algún modo, tiene que ver con el ocultismo, o con el Oriente, al menos: yoga, parasicología, tarot, magia, etc., etc. ¿A qué causa atribuye este fenómeno?
—A la decadencia de Occidente. Indudablemente Occidente está sufriendo una decadencia.
Octavio Paz escribió que los Estados Unidos están padeciendo una decadencia. También dijo que Estados Unidos es la proa de Occidente…
—Desgraciadamente sí. En el siglo XIX Estados Unidos era un país muy rico en progreso, en experimentos; dio hombres como Poe, Emerson, Melville; fíjese que la ballena blanca data de 1851. Actualmente los Estados Unidos es un país muy pobre, pero sigamos con la decadencia de Occidente. A ella contribuyeron esas dos guerras civiles que tuvo Europa; no sé por qué las llamaron guerras mundiales.
¿A esa decadencia se debe entonces que busquemos las llamadas reservas espirituales en Oriente?
—Podría ser. Pero no es tan así. Hace poco estuve en el Japón. Los japoneses ejercen el Occidente mejor que nosotros. Yo me compré una máquina de afeitar japonesa, que era mucho mejor que la que tenía antes, que era inglesa. En cuanto al ocultismo, le diré que es posible. Mi padre dijo una vez que en este mundo todo es posible. Yo pienso también que la magia es posible. No creo que la razón alcance para explicar todas las cosas…
Magia es una palabra que usted usa frecuentemente.
—¿Sí?
Sí. Y hasta se me ocurre que usted debe tener algún talismán escondido. Es una sospecha nomás…
—Qué raro. Ayer escribí algo sobre los talismanes. Aunque no voy a revelar qué escribí; y a mi próximo libro lo voy a titular “Los talismanes”.
Pero no me dijo si tiene talismanes, o no.
—Tengo varios talismanes. Uno de ellos es una pesa de bronce, una pesa de balanza que me regaló Delia Ingenieros. Esa pesa me impresiona, es de un kilo. Tengo otra, muy linda, de medio kilo, que no me impresiona. Una vez tuve un sueño. En ese sueño me encontraba con algo que se llamaba “el peso”. Era un objeto muy pequeño, infinitamente pesado. Creo que escribí un cuento con eso…
Sería un cuento muy borgiano, sin duda…
—Qué vamos a hacer. Trato de no ser borgiano. Ser borgiano es una mala costumbre…
Además de las pesas ¿qué otro talismán tiene?
—Una brújula. Una brujulita, ¿no? La brújula es un objeto misterioso. El hecho de que una aguja propenda al Norte… Como digo yo en ese poema: “Con algo de reloj visto en un sueño / Y algo de ave dormida que se mueve”. La brújula es como un reloj visto en un sueño, modificado. Me gustaría tener una brújula más grande…
Alguna vez leí que usted tiene un facón del cual prefiere no hablar. Ese facón no se lo ha mostrado a nadie…
—Un facón no. Es un puñal toledano que le regaló Álvaro Lafinur a mi padre. Lafinur cometió dos pecados imperdonables en Montevideo: hablar mal de Artigas y hablar mal del gaucho. A propósito de magias y de gauchos, Xul Solar, que era astrólogo, le quiso hacer creer a Lugones que en el entierro de Güiraldes había muchos dioses. Lugones miró por la ventanilla del tren y dijo: “La pampa es atea”. Nosotros vimos lo mismo que Lugones: pocas vacas, algunos charcos y ningún dios.
¿Ha tenido alguna experiencia telepática?
—La transmisión de pensamiento es un fenómeno no sólo común sino continuo. Continuamente sentimos si nuestro interlocutor es hostil, si es amigo nuestro o si es indiferente. De una mujer nos enamoramos no porque sea linda, eso es superficial. De una mujer nos enamoramos a pesar de las palabras.
Pero no ha contado ninguna experiencia en particular…
—He soñado con alguna persona determinada y al otro día la he encontrado. Hablo de personas que hacía años que no las encontraba. Con mi hermana me ocurrieron muchas cosas de este tipo y con Bioy Casares me ocurrió otro tanto. Estábamos preparando un trabajo sobre sir Thomas Browne, cuando encontramos una frase de San Agustín, creo, que decía “Defiéndeme Dios de mí”. “Defiéndeme” tenía una errata. Tres veces y en tres ediciones distintas, en el mismo día, encontré la misma errata. Eso no fue una coincidencia. Quizá esa errata no la hubiera encontrado nunca.
Usted, reacio a todo disfraz, siendo niño insistió en que su madre lo disfrazara de diablo, ¿eso fue una diablura o una simetría mágica?
—Me sentí lindísimo con ese disfraz colorado. Lo cual fue un error. Es que cometí muchos errores. Otro error fue hacerme ultraísta.
Es curioso que Adolfo Bioy Casares, con quien usted compartió el seudónimo de Bustos Domecq, y lo que es más, con quien escribió El libro del cielo y del infierno, también, siendo chico, se disfrazó de diablo: “Era un diablo con cuernos y cola y yo me desilusioné por la falta de poderes de ese diablo. Además, era un diablo muy triste, muy desventurado, porque me disfracé en Las Flores, en el medio del campo, donde no había ni corso ni bailes de disfraz”. Me lo contó Bioy Casares, por teléfono.
—No conocía ese disfraz de Bioy. Nunca me lo había contado. Es muy curioso ¿no?
Cosa e’Mandinga. También debe ser cosa e’ Mandinga que uno de sus libros preferidos, la Divina Comedia, haya sido escrito por Dante, un ocultista. Un Rosacruz, según René Guénon; y según los rosacruces, también.
—Los rosacruces tienen el origen en el siglo XIII. Dante no era Rosacruz. Seguramente los rosacruces se inventaron un pasado. También se dice que Shakespeare era ocultista, y eso es erróneo. Las brujas de Macbeth tienen una explicación. En Macbeth el paisaje es escocés. El rey Jacobo I era escocés y había escrito un tratado de demonología, asunto que, al parecer, le preocupaba mucho. Shakespeare incluyó a las brujas para complacer a ese rey escocés.
Da la impresión que usted sabe mucho de magia, pero calla. Usted estudió la cábala, egiptología, tuvo acceso a los libros sagrados…
—Lamentablemente desconozco el hebreo; también he estudiado otros asuntos: cálculo infinitesimal, por ejemplo; pero lo que me ha atraído siempre son las metáforas, las mejores metáforas, sean de quien sean, no tienen explicación. Son mágicas.
Borges seguramente hubiera preferido hablar de cuchilleros. Por eso al filo de la despedida, masculló algo de un compadrito apellidado Muraña. Y hay más: cuando al cumplir con una elemental norma de cortesía el cronista pronunció —subrayando la palabra— “encantado”, el viejo y astuto escritor sonrió sobradoramente, y dijo:
—Ese talismán, ese puñal toledano del cual prefiero no hablar… Capaz que lo perdí en alguna mudanza…



* En revista Siete Días, Buenos Aires, 30 de septiembre de 1980
Entrevista de Jorge Montagnaro

Luego en Textos recobrados 1956-1986
Edición al cuidado de Sara Luisa del Carril y Mercedes Rubio de Zocchi
© 2003 María Kodama
© Emecé editores
Buenos Aires, 2003

Foto: Borges (1975) by Willis Barnstone 
at Borges at Eighty: Conversations, AA.VV., 1982 
Edition, foreword and photographs: Willis Barnstone 
Contributing authors: Willis Barnstone, Alastair Reid, 
Dick Cavett, Alberto Coffa, Kenneth Brechner & Jaime Alazraki




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