Lunes, 14 de septiembre
Come en casa Borges
Borges: «Se ve mucho
el esquema en los cuentos de Henry James. En los de Kipling también
hay un esquema, pero luego el autor imagina las cosas, da realidad.
¿Qué libros leería Henry James? ¿Muy malas novelas inglesas? Sus cuentos,
aun los excelentes, sugieren ilustraciones de revistas como El Hogar y
Atlántida, de los treinta: un caballero de smoking o frac conversando con
una dama. Tienen dos dimensiones; los cuentos de Kipling o de Conrad
tienen tres: con ellos entra en nuestra conciencia una realidad rica, precisa.
En los diálogos, los personajes de James advierten sobreentendidos,
reticencias y toda suerte de matices, que el lector no descubre y que no
cree que valga la pena descubrir; a veces hay rasgos burdos. Nada parece
muy imaginado y el lector, en el fondo de todos esos cuentos, imagina únicamente a James: lo que es una pobreza. Wells observó que los personajes
de James, si tuvieran que llegar al momento de la pasión, harían a
few appropiate gestures y nada más. Para llevar adelante su argumento, James
no tiene inconveniente en recurrir a hechos melodramáticos: en The
American una dama comete un asesinato del todo improbable; tampoco
tiene inconveniente en recurrir a circunstancias ficticias: en "The Real
Thing", un ilustrador de novelas fracasa cuando toma como modelo de
gentleman y de lady a Fulanos, y triunfa cuando toma a Zutanos. Casi el
único relato vivido de James es The Turn of the Screw: por algo es el que
más gustó. No creo que toda la gente se equivoque».
Bioy: «Kipling y
Conrad parecen muy realistas con relación a James; James parece muy
realista con relación a Kafka. Pero la deficiencia de realismo de James con
relación a los primeros es un defecto; la de Kafka con relación a él, una
virtud, porque sus cuentos son parábolas y todo realismo hubiera sido innecesario;
los cuentos realistas de James, comparados con los de Kafka,
parecen obras de calidad inferior, con propósitos inferiores. James probablemente
viera cierta vulgaridad en Kipling: desgraciadamente, la hay.
Kipling inventaba mejores detalles circunstanciales que James; como los
dragones de la alfombra, que después de fumada la segunda pipa de opio
se ponían a pelear ("The Gate of the Hundred Sorrows") o las invenciones
de "The Finest Story in the World"». Borges dice que éste no es de los
mejores cuentos de Kipling; yo lo tengo por maravilloso.
Bioy: «Hay un
humorismo en James; casi siempre es el mismo; se trata de personas que
en el afán de estar en una situación no advierten lo que puede haber en
ella de canallesco (The Reverberator). James había inquirido cada una de
las ambigüedades de sus relatos; sin duda tenía una opinión sobre ellas;
Kafka no, no sabía más de lo que estaba escrito en el texto; pero cada uno
cumplía correctamente con las exigencias de su género; está bien que James
conociera las ambigüedades y previera respuestas, porque escribía
cuentos sobre personas que actuaban en la sociedad humana; está bien
que Kafka se limite a plantearlas, porque escribía parábolas sobre la relación
del hombre con el universo».
Borges: «Kafka seguramente pensaba
por parábolas. Seguramente no tenía más explicación de sus cuentos que
la que había puesto en el texto; está bien: su tema es la relación del hombre
con un dios y con un cosmos incomprensibles. Dios, al final del libro
de Job, el Dios que manda al Leviatán, es el dios de Kafka, el dios totalmente
incomprensible... Mi padre decía que había gente, como los gauchos,
que sólo podía pensar por imágenes, y que las famosas parábolas de
los Evangelios prueban que Cristo era una de esas personas. Como los gauchos, como los argentinos, no quería comprometerse. Ahí tenés el
ejemplo de la pecadora y la primera piedra. Dar la otra mejilla es condenar
metafóricamente la venganza. Hablaba por imágenes, porque sólo
podía pensar por imágenes».
Bioy Casares, Adolfo: Borges
Edición al cuidado de Daniel Mariño
Adolfo Bioy Casares © Emecé Argentina
Buenos Aires, Destino, 2006
Para leer.
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