Hasta la hora del ocaso amarillo
cuántas veces habré mirado
al poderoso tigre de Bengala
ir y venir por el predestinado camino
detrás de los barrotes de hierro,
sin sospechar que eran su cárcel.
Después vendrían otros tigres,
el tigre de fuego de Blake;
después vendrían otros oros,
el metal amoroso que era Zeus,
el anillo que cada nueve noches
engendra nueve anillos y éstos, nueve,*
y no hay un fin.
Con los años fueron dejándome
los otros hermosos colores
y ahora sólo me quedan
la vaga luz, la inextricable sombra
y el oro del principio.
Oh ponientes, oh tigres, oh fulgores
del mito y de la épica,
oh un oro más precioso, tu cabello
que ansían estas manos.
East Lansing, 1972
* Para el anillo de las nueve noches, el curioso lector puede interrogar
el capítulo 49 de la Edda Menor.
En El oro de los tigres (1972)
Foto: Antonio Carrizo, Borges y Jorge Cutini en Zoológico de Ezeiza (detalle)
Fuente sin data de autor ni fecha: CEDOC Perfil.com