En los Estados Unidos, no sé si en Yale o en Columbia, Emir me dijo que él pensaba escribir una biografía, fantástica, mía, es decir, no una biografía de lo que había ocurrido sino de lo que pudo haber ocurrido.
Y yo le dije que él podría hacerlo, mejor que yo, ya que se había pasado buena parte de su vida estudiándome, no sé porqué, a mí me parece una perversión, una manera notoria de perder el tiempo, en todo caso. Bueno, en fin. Él, sin duda, conocía lo que se ha dado en llamar mi obra, yo lo digo entre comillas, porque yo no tengo obra, solo unos cuantos borradores que se han publicado. Él se ha pasado la vida estudiándolos, leyéndolos, releyéndolos, analizándolos, inventándoles méritos que ciertamente no existen y conoce también todas las fechas de mi vida. Yo solo conozco la fecha 1899 pero tampoco la recuerdo ya que nadie puede recordar el momento de su nacimiento aunque, según los psiquiatras, el recuerdo incluye también la vida prenatal lo cual me parece excesivo. Bueno, yo le dije que podría hacerlo muy bien, dicen que lo ha hecho admirablemente. Yo no leí ese libro porque es incómodo leer un libro sobre uno, del mismo modo que es incomodo oír hablar de uno. De modo que en esta casa no hay un solo libro mío ni tampoco un libro sobre mí, salvo uno que es del todo inofensivo porque fue publicado en Japón y fue escrito en cayis, en los ideogramas chinos. De modo que yo no conozco ese libro y los que lo han leído afirman que es excelente, y tiene que ser excelente ya que se refiere no a mi, relativamente, pobre vida actual, sino a una vida imaginaria que tiene que ser mucho más rica; de modo que yo le agradezco a Emir ese libro y, además, puedo hablar de él no solo como estudioso y como escritor sino como algo mucho más importante, como amigo. Yo creo que la amistad es realmente una de las pasiones de nuestros países. Quizás la mejor; cuando Eduardo Mallea publicó un libro titulado Historia de una pasión argentina, yo decía, pero qué puede ser esa pasión, tiene que ser la amistad, ya que la amistad es lo que se siente a lo largo de nuestra literatura. Por ejemplo, en el Fausto de Estanislao del Campo, ¿qué importa la parodia de la ópera? absolutamente nada, lo que importa es la amistad de los dos aparceros. Y en el Martín Fierro, qué puede interesar la vida de un desertor y de otro, un desertor del ejército y el otro, un desertor de la policía, que misteriosamente se pone de parte del reo que viene a arrestar. Pero, sin embargo, se siente entre esos dos criminales que existe una amistad. Bueno, yo quería agregar que tendría muchas ganas de volver a ver a Emir, y agradecerle ese libro que soy indigno de leer y que quisiera estar en Montevideo, pronto, para volver a verlo.
Buenos Aires, 22 de octubre de 1985
Texto publicado como "Borges y Emir"
Entrevista a Borges extractada en Diseminario
Montevideo, XYZ, 1987, p. 117-118
Foto Selma Calasanz Rodríguez
Foto Selma Calasanz Rodríguez
Borges y Rodríguez Monegal en Bs. As., 1984
Portada de Borges, una biografía literaria
Emir Rodríguez Monegal, México, FCE
Colección Tierra Firme (1987)Emir Rodríguez Monegal, México, FCE
Lo buscaré...
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