Entre las fiestas y la música hay una inmemorial amistad. Los antiguos poetas anglosajones daban a las arpas el nombre de “madera del júbilo” o de “madera de las fiestas”.
El lenguaje común basta para las ocasiones comunes, pero cuando se trata de algo esencial; cuando alguien tiene que decir que está enamorado o cuando quiere declarar su gratitud y su maravilla por la milagrosa circunstancia de que Dios haya resuelto alguna vez nacer como un hombre y morir en la cruz como un culpable, entonces debe recurrir a la música o a esa otra música menor, que es el verso.
En Textos Recobrados 1956-1986 (1997)
Primera publicación en revista Notas
Primera publicación en revista Notas
Año II, Nº 13, nov /dic de 1959
Retrato de Jorge Luis Borges, 1976
© Alvaro Alves de Faria vía