Creo que uno sólo puede enseñar el amor de algo. Yo he enseñado, no literatura inglesa, sino el amor a esa literatura. O mejor dicho, ya que la literatura es virtualmente infinita, el amor a ciertos libros, a ciertas páginas, quizá de ciertos versos. Yo dicté esa cátedra durante veinte años. Disponía de cincuenta a cuarenta alumnos, y cuatro meses.
Lo menos importante eran las fechas y los nombres propios, pero logré enseñarles el amor de algunos autores y de algunos libros. Es decir, lo que hace un profesor es buscar amigos para los estudiantes. El hecho de que sean contemporáneos, de que hayan muerto hace siglos, de que pertenezcan a tal o cual región, eso es lo de menos. Lo importante es revelar belleza y sólo se puede revelar belleza que uno ha sentido.
Curso de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires
Edición, investigación y notas Martín Arias y Martín Hadis
© María Kodama, 2000
Buenos Aires, Emecé Eitores, 2002
Estas clases fueron grabadas por un pequeño grupo de alumnos de literatura inglesa con el fin de que estudiaran aquellos otros alumnos del curso que por su trabajo no podían asistir a las clases en el horario establecido. De las grabaciones originales en cinta magnetofónica (aún no existían las cassettes), ese grupo de estudiantes realizó las transcripciones que fueron la base para la confección de este libro.
Las cintas se han perdido; probablemente hayan sido luego utilizadas para grabar otras clases, quizá de otras materias. Semejante descuido puede parecer hoy imperdonable. Sin embargo, debemos tener en cuenta que en 1966 —año en que fueron dictadas estas clases— Jorge Luis Borges aún no era considerado en su país un genio indiscutido como hoy. Los constantes cambios políticos de la Argentina hacían resaltar más sus declaraciones sobre la actualidad que su labor literaria. Para muchos de los estudiantes de su curso, Borges, aunque escritor eminente y director de la Biblioteca Nacional, debía de ser sólo un profesor más. Las transcripciones de las clases, por lo tanto, no fueron preparadas sino para el estudio de la materia, transcriptas a máquina con prisa para cumplir, seguramente, con los tiempos de los exámenes.