23/5/17

Jorge Luis Borges: Entrevista con Herbert Simon [Buenos Aires, diciembre de 1970]







Transitar los corredores y los anaqueles de la Biblioteca Nacional es, de algún modo, descubrir una verdad obvia: las ficciones de Jorge Luis Borges habitan ese edificio barroco. O son habitadas por él.
Al llegar al ascensor, que lleva al despacho de Borges, se prueba la sensación de que copia la imagen de una puerta, un punto de partida a un extraño laberinto.
Hace no muchos días, por allí se aventuró Herbert A. Simon, un científico norteamericano experto en problemas del pensamiento humano aplicados al diseño de modelos de computación. En una carta enviada al escritor, él mismo se definía: "Mi profesión es la de un científico social y busco comprender el comportamiento humano a través de modelos matemáticos (o, más recientemente, con modelos de simulación programados por computadoras)". Lo que es más, el experto norteamericano goza de un nombre de prestigio y es considerado uno de los pilares del conductismo. Esta disciplina, también conocida como behaviorismo, estudia las situaciones de elección que se le plantean a un individuo en cualquier circunstancia y pretende, a la vez, conocer los procesos psicológicos que llevan a elegir determinada alternativa frente a un problema (el caso de experimento típico es el de colocar una rata en un laberinto y observar su conducta frente a ramificaciones del mismo).
Simon llegaba a la Argentina, invitado por la Sociedad Argentina de Organización Industrial (SADOI), para dictar un ciclo de conferencias sobre "La dirección de empresas en una era tecnológica". Aparentemente, la distancia entre el escritor y el científico era enorme. Sin embargo, el estadounidense creía haber encontrado un notorio paralelo entre los laberintos borgianos y su propia línea de pensamiento. Para constatar ese paralelismo, esa convergencia o esa identidad, solicitó una audiencia al Director de la Biblioteca Nacional.
A su llegada supo que la iniciativa había sido entusiastamente acogida. No era para menos. Basta repasar algunas líneas de la carta de Simon a Borges. "En 1956 dice publiqué un artículo que describe a la vida como una búsqueda por los pasadizos de un laberinto muy ramificado y poblado por una gran cantidad de metas a alcanzar . Unos pocos años más tarde tropecé con Ficciones, en particular con el cuento La Biblioteca de Babel, para descubrir que usted también concibe a la vida como una búsqueda a través del laberinto".
El remate no puede ser más inquietante: "Me pregunto si alguna vez habrá ocurrido una transmigración comparable, desde el cuerpo inerte de un modelo matemático a la carne viva de la literatura".
En el encuentro entre Borges y Simon, Gabriel Zadunaisky testigo callado de Primera Plana optó por un silencio meditativo. Casi todo era dicho. El diálogo de los dos hombres era un continuo descubrimiento del otro, una continua autodefinición por el otro. Al final emergieron, efectivamente, laberintos paralelos.


JORGE LUIS BORGES: Me encuentra en plenos preparativos para un próximo viaje. Voy a Estados Unidos y luego a Escocia, Irlanda e Inglaterra. Pero lo que puede resultar más extraño de este viaje es una escala que voy a hacer entre el primero y el segundo de los lugares que mencioné. La escala es Islandia. Lo que ocurre es que hace quince años que me dedico al estudio de lenguas germánicas antiguas y medievales.

HERBERT SIMON: ¿Le interesa el medio social, digamos, conocer la carne viva de esas lenguas?

BORGES: No, en realidad voy invitado por la sociedad de escritores islandeses. Basado en mis estudios yo he escrito un manual de literatura en lenguas germanas medievales. Además, me interesa también el normando antiguo. Es un idioma con una estructura muy particular. Las palabras son, en realidad, las mismas que en el inglés antiguo. Lo que difiere es el orden de esas palabras. Por ejemplo, si en inglés se dice La saga de Erico el Rojo, en normando se diría De Erico saga del Rojo. (The saga of Eric the Red / Eric's saga the Red's). Bueno, pero quisiera saber cuál es su interés en esta entrevista.

SIMON: Me gustaría saber cómo fue que el laberinto entró en su campo de visión, en sus conceptos, hasta que lo adoptó en sus cuentos.

BORGES: Recuerdo haber visto un grabado del laberinto en un libro francés; ocurrió cuando yo era un niño. Era un edificio circular sin puertas pero con muchas ventanas. Solía mirar ese grabado y pensaba que si le acercaba una lupa podría descubrir el minotauro.

SIMON: ¿Lo encontró?

BORGES: En realidad mi vista nunca fue demasiado buena. Luego descubrí algo de la complejidad de la vida, como si fuera un juego. No me refiero al ajedrez en este caso. Quizá lo pueda decir con un poema:

Me he vuelto demasiado viejo para el amor
mi amor
me he puesto viejo
pero nunca estaré tan viejo
como para no ver
la inmensa noche que nos envuelve (...)
Algo oculto en el amor
y las pasiones aún me sorprende.

[Aquí hay un juego de palabras. En inglés la palabra para laberinto es maze y para sorpresa, amazement. También hay una clara connotación semántica.]*

Esta es la forma en que percibo la vida. Una continua sorpresa. Una continua bifurcación del laberinto.

SIMON: ¿Cuál es el vínculo entre el laberinto del minotauro y su laberinto, el que exige continuas decisiones? ¿La analogía va más allá del concepto general?

BORGES: Cuando escribo no pienso en términos de enseñar. Pienso que mis historias, de algún modo, me son dadas y mi tarea es narrarlas. Tampoco busco connotaciones implícitas ni parto de ideas abstractas, no soy un cazador de símbolos. Pero si hay alguna explicación trascendental de mis historias no me corresponde encontrarla, eso le corresponde a los críticos y a los lectores. Escribo por la narración misma, simplemente por interés en el personaje y pienso que quizá también le pueda interesar a otros. Los críticos y los estudiosos me han atribuido todo tipo de intenciones, de que tal o cual historia quiere evidenciar determinada ideología política o religiosa o, inclusive, metafísica. Quizás esa intención esté en mi subconsciente y no en un plano consciente; tampoco pretendo llevarla a ese plano. Supongo que esto puede decepcionarlo, pero yo creo que este tipo de cosas le corresponde dilucidarlas al pensador y yo no soy un pensador, excepto en la medida que lo son todos los hombres.

SIMON: Sin embargo se pueden encontrar claras diferencias de concepto entre los distintos laberintos que aparecen en sus obras. En el de La Biblioteca de Babel usted, claramente, parte de una abstracción.

BORGES: No es así. Le puedo contar cómo surgió esa historia. Yo trabajaba en una pequeña biblioteca pública en la zona oeste de Buenos Aires. Trabajé nueve años en esa biblioteca con un sueldo miserable y la gente que trabajaba allí era muy desagradable. Era gente muy tonta, estúpida realmente. Y eso me traía pesadillas. Un día me dije que mi vida entera estaba encerrada en esa biblioteca. ¿Y por qué no inventar un universo representado por una biblioteca interminable? Una biblioteca donde pudieran encontrarse todos los libros escritos. Al mismo tiempo leía algo acerca de permutaciones v combinaciones matemáticas y veía en esta biblioteca las posibilidades poco menos que infinitas. Y este es un ejemplo de historia en el que conocía el origen de esa temática. El concepto de esta biblioteca respondía a mi forma más intrínseca de alegría. Me sentía realmente feliz escribiendo. Y no era una felicidad meramente intelectual, uno siente ese tipo de felicidad.

SIMON: ¿Y por qué lo atrae tanto la idea del Minotauro?

BORGES: Es curioso. No me atrae tanto la idea sino otro nombre atribuido a ese ser mitológico. Encontré el nombre de Asterión en un diccionario. Tiene connotaciones de astro o estrellas. Es una imagen que pensé siempre que le podía gustar a los lectores.

SIMON: En definitiva, yo encuentro que el concepto de laberinto tiene una unidad, justamente conceptual, en sus escritos, pese á algunas diferencias que le dan matices particulares muy interesantes para cada cuento o narración.

BORGES: En realidad, creo que esa unidad se debe a que todos los cuentos míos que hablan del laberinto responden a un particular estado de ánimo en mí que me lleva precisamente a esa temática.

SIMON: En cuanto a sus ideas sobre análisis combinatorio, ¿cuáles fueron sus fuentes?

BORGES: Leí un libro muy interesante que es la Introducción a la Filosofía de las Matemáticas de Bertrand Russell. Luego me interesó mucho un libro llamado El Mundo del Individuo, que da un ejemplo muy extraño sobre el tema. Presentaba el caso de un mapa de Inglaterra a ser trazado en la escala del terreno mismo de la isla. Y por supuesto que el mapa tenía que estar dentro del mapa general. Y dentro del primero, el mapa del mapa y así en más. Lo que da una idea de infinito. De mi padre heredé el gusto por estas formas de razonamiento. Él solía llevarme aparte para hablar o hacerme preguntas sobre mis creencias. Una vez tomó una naranja y me dijo: ¿A tu juicio, el gusto está en la naranja? Yo le dije que sí. Entonces él me preguntó: ¿Bueno, entonces vos pensás que la naranja está continuamente saboreándose a sí misma?

SIMON: Se supone que la resolución de esos interrogantes lo llevaría a uno a profundizar en el campo de los solipsismos.

BORGES: En realidad mi padre no me refería a las fuentes filosóficas. Sólo me presentaba los problemas concretos. Luego de mucho tiempo me mostró una historia de la filosofía donde encontré el origen de todas esas preguntas. De la misma manera mi padre me enseñó a jugar al ajedrez... Aunque en realidad yo siempre he sido un pésimo jugador y él era muy bueno. También mi padre me transmitió el gusto por la poesía. Sus estantes estaban colmados de autores como Keats, Shelley y otros poetas. También los recitaba de memoria. Y aún ahora cuando repito versos de Fitzgerald, Omar Khayyam o algún otro, mi madre dice que le parece estar escuchando a mi padre.

SIMON: Alguna vez me dijeron que usted había leído en inglés por primera vez el Quijote.

BORGES: Sí, es cierto.

SIMON: Es curioso porque yo lo leí en castellano la primera vez. Luego encontré que en inglés el humor del Quijote perdía toda delicadeza.

BORGES: También es cierto, la experiencia con traducciones suele ser ésa. Me ocurrió algo interesante con Walt Whitman. Fue alrededor del año 1917. Yo estudiaba alemán. Entonces me tropecé con la traducción de algunos de sus versos a ese idioma. Luego leí los mismos versos en inglés y descubrí que Whiltman es fácilmente traducible al alemán, que sus poemas mantienen su valor. En cambio, la traducción al castellano se hace mucho más difícil.

SIMON: Es un problema de la facilidad con que es posible formar palabras compuestas en inglés y alemán y lo difícil que es hacerlo en castellano.

BORGES: Sí, eso es cierto. Pero ahora me gustaría que usted me explique algo sobre el llamado conductismo (behaviorismo). ¿Cuál es el fundamento? Es decir, ¿se habla de libre albedrío o más bien de predestinación?

SIMON: Bueno, yo siempre tengo que hablar de computadoras. Estoy enamorado de las computadoras. Lo podríamos plantear de la siguiente manera. Frente a determinado problema la computadora se comporta, también, de determinada manera. Y nos preguntamos si tuvo libre albedrío en ese comportamiento. Decimos que tuvo libre albedrío en el siguiente sentido. Si se le hubiera colocado otro programa hubiera actuado en distinta forma, hubiera tenido otro comportamiento.

BORGES: ¿Qué quiere decir con comportamiento? Porque éste sería un proceso mecánico, me refiero por supuesto al de la computadora.

SIMON: Sí, es un proceso mecánico. Pero yo pienso, al igual que muchos otros en mi especialidad, que el ser humano tiene también un comportamiento de tipo mecánico, similar al de la computadora.

BORGES: Es decir que actuamos así por fuerza de la costumbre.

SIMON: Más bien yo diría por fuerza de los programas que tenemos almacenados en nuestro cerebro. Y tenemos libre albedrío en el sentido de que el comportamiento resultante surge en función de nosotros mismos tanto como en función de la situación que enfrentamos. No todos se comportan de la misma manera frente a determinada situación.

BORGES: ¿Usted piensa, entonces, que frente a una disyuntiva, digamos, de dos comportamientos posibles frente a determinada situación, yo puedo elegir uno de esos comportamientos?

SIMON: Su programa elige. Sí, se puede elegir. Pero eso no es una causa incausada, uno no es una causa incausada.

BORGES: ¿Esto implicaría que si algún ser poderoso, algún dios, conociera todo mi pasado, mi infancia, inclusive antes de mi infancia, diría mis antepasados, esto implica que ese dios podría predecir mi comportamiento frente a cualquier situación?

SIMON: Mis creencias científicas me dicen que es así. Teniendo todos esos conocimientos sobre un individuo se puede predecir su comportamiento frente a determinada situación.

BORGES: Entonces lo que yo estoy diciendo en este preciso instante es...

SIMON: ...es una función de todo su pasado...

BORGES:  Es inevitable.

SIMON: Inevitable, sí, pero esa inevitabilidad no le quita a usted su identidad, su individualidad. Usted es la encarnación de su propio pasado.

BORGES: Comprendo. O por lo menos me plazco en pensar que entiendo. Ahora, ¿esto da cuenta de todas nuestras acciones? Es decir, si mi mano derecha está apoyada sobre mi mano izquierda, ¿es porque tenía que ser así? Yo pienso que hay muchas cosas que hacemos de una forma, diría, impensada.

SIMON: Cosas que ocurren en el subconsciente. Sí, es cierto, Si no fuera así no podríamos ni siquiera atarnos los cordones de los zapatos. La mayoría de las cosas ocurren así. Pero eso se debe a que tenemos muchas cosas programadas.

BORGES: Pero, ¿las cosas son inevitables en ese sentido también?

SIMON: Podrían ser distintas pero siempre en función de sus programas. Podría haber algún determinante que haga que su programa le indique otra acción a tomar. Y si hablamos del azar, el científico piensa siempre en última instancia que en esto no existe el azar. En algún momento quizá tenga que decir que no puede explicar determinado fenómeno pero igual trabaja con el supuesto de que hay causas que determinan una acción. Y por lo tanto, cuando estudiamos el comportamiento de una persona que está resolviendo un problema, partimos del supuesto de que cada ¡hmmm! o ¡ah!, de que cada exclamación, tiene su causa. No siempre podemos descubrir esa causa.

BORGES: Bueno, claro. Cuando estudian el comportamiento tienen que remontarse al pasado entero de esa persona. Inclusive al pasado, a los comienzos de la humanidad, inclusive del cosmos.

SIMON: No, no es así. Porque el pasado influye su comportamiento presente en la medida en que ese pasado ya está contenido en su persona. Por lo que siempre podemos encontrar un punto de partida. Y eso es como trabaja, por ejemplo, el físico. Si quiere estudiar la luna, no necesita conocer todo su pasado. Sólo necesita conocer su posición y velocidad actuales en relación con los demás planetas. Puede tomar eso como punto de partida. Necesita conocer las determinantes pasadas de unas pocas cosas. Y es sorprendente lo poco del pasado que influye en una acción determinada, ocurrida en un breve lapso de tiempo, es decir, una acción tomada por un hombre. Por ejemplo; si yo juego al ajedrez con un hombre, digamos, cinco meses, sin parar y sin tener otra actividad con ese hombre, es sorprendente lo poco que voy a saber o conocer de los contenidos de su mente. Lo poco que voy a conocer sobre los determinantes que actuarían en él, frente a otras situaciones.

BORGES: Es decir que hay lugar para el libre albedrío.

SIMON: Sí, ésta es la forma en que yo concibo el libre albedrío, en que yo soy el que actúa cuando tomo determinada acción. Y el hecho de que algo haya causado ese comportamiento de ninguna manera me hace sentir encerrado. Así que cuando llegamos a una bifurcación del camino o, digamos, del laberinto, "algo" elige cuál es la rama a tomar. Y la razón de mis investigaciones y también la razón por la que sus laberintos me han fascinado de tal forma, ha sido, justamente, observar individuos que se encuentran con bifurcaciones y tratar de entender por qué tornan el camino de la derecha o el de la izquierda.

BORGES: Me parece que ese tipo de cosas suceden continuamente en mis historias. Tendría que pedirle disculpas por haberlo enfrentado a nuevos interrogantes...

SIMON: Al contrario...

BORGES: Pero, es que si no escribiera esas historias en particular, todo sería artificial. Quiero decir, si escribo estas historias es porque tengo que hacerlo, o porque las necesito. Porque si no, podría inventar otras historias y esas historias no tendrían ningún significado para mí y quizá tampoco para el lector. Porque el lector sentiría que son ejercicios literarios artificiales.

SIMON: Yo pienso que estas historias son muy de nuestro siglo o de nuestros tiempos y por eso me interesó mucho lo que usted dijo sobre Bertrand Russell. La idea del laberinto ramificado. La idea de la combinatoria en grandes espacios como el de sus bibliotecas, estas ideas son extremadamente centrales para muchos de los avances de la lógica moderna y en la investigación operativa o ciencia de la computación.

BORGES: Es cierto que he sacado muchas de mis ideas de los libros de lógica y de matemática que he leído pero, en verdad, cada vez que me propuse la lectura de estos libros, ellos me han derrotado, no he logrado interpretarlos a fondo. Ahora, la mayoría de estas ideas yo las he sacado de la anotaciones de mi padre. Yo no he leído mucho, lo que sí he hecho es releer mucho. Porque siempre me ha parecido que se saca más releyendo un libro viejo que intentando la lectura de uno nuevo.

SIMON: Hay otro problema con los libros nuevos. Y eso es que hay que evaluarlos primero. Pero para evaluarlos hay que arriesgarse a perder tiempo leyéndolos. Y esto parece señalar una importante diferencia, diría, generacional. Es muy evidente que la gente que actualmente tiene alrededor de cincuenta años, pongamos por promedio, ha educado sus gustos literarios en los clásicos en tanto que los que están por debajo de esa edad han perdido el gusto inclusive, hablemos de mi país, por la Biblia o por las obras de Shakespeare.

BORGES: Sí, yo lo he notado en nuestro país también.

SIMON: No tengo en claro todas las razones por las que esto ocurre pero en mi experiencia he descubierto algunos datos. Estando en París, en algún momento me deprimió la idea de la cantidad de monumentos con los que conviven los franceses. Se me ocurrió que, de algún modo, habría que ordenar las cosas de forma que los monumentos no se eternicen sino que, en algún momento, fueran reemplazados para poder permitir un continuo flujo de nuevos símbolos, controlado en cierta medida. Y por supuesto que las mejores cosas serían las que permanecerían por más tiempo. Es decir, habría que darle a las nuevas generaciones la posibilidad de amalgamar cosas nuevas con las más antiguas. Claro que esto significa que muchas cosas, simplemente, tendrían que desaparecer.

BORGES: Volviendo a la literatura. Yo noto que muchos escritores argentinos leen uno o dos clásicos españoles y otro tanto de franceses, o en inglés, y después se dedican a leer autores argentinos. Es una lástima que se olviden otros clásicos tan importantes como Cervantes o los clásicos franceses. 


SIMON: Quizás ocurre que por las necesidades del momento los escritores argentinos han tenido que volcarse a la literatura de este país y por lo tanto descartan a la fuerza los clásicos. 


*Nota del editor, en original, ya que parte de la entrevista fue hablada en inglés y traducida por la revista para su publicación.

En revista Primera Plana, Buenos Aires
Año IX, Número 414, 5 de enero de 1971
Digitalización ©Mágicas Ruinas

22/5/17

Borges profesor. Clase 22: Vida de William Morris. Los tres temas dignos de la poesía








El Rey Arturo y el mito del regreso del héroe
Intereses de Morris. Morris y Chaucer
«The Defence of Guenevere»


Hoy hablaremos de un compañero de Rossetti que participó asimismo en la Pre-Raphaelite Brotherhood, en la Hermandad Prerrafaelista. Es el poeta William Morris. Sus fechas son 1834 y 1896. Fue muy amigo de Rossetti, de Burne-Jones, de Swinburne, de Hunt y de otros miembros del grupo. Morris fue un hombre esencialmente distinto de Rossetti. Sólo se parecieron en el hecho de que ambos fueron grandes poetas. Pero Rossetti, como ya hemos visto, era un hombre neurótico que llevó una vida trágica, a quien le ocurrieron hechos trágicos. Básteme recordar el suicidio de su mujer, su soledad final, su retiro final, y más verosímilmente su propio suicidio. Dicen además que Rossetti no fue nunca a Italia —insistía en ser inglés— y que oralmente, nunca por escrito, abundaba en el cockney, el slang de Londres. Y sin embargo se sintió encerrado en Inglaterra, aunque en Italia sin duda se hubiera sentido desterrado de Londres, una ciudad que él quería mucho.
En cambio, la vida de Morris es la vida de un hombre casi increíblemente activo, interesado en muchas cosas. Y no a la manera de un hombre como Goethe, por ejemplo, sino interesado prácticamente, activamente y aun comercialmente. Y si William Morris no hubiera ejercido el arte de la poesía, se lo recordaría todavía por sus muchas y enérgicas actividades en otros campos.
El apellido «Morris» es un apellido galense. El hecho parece no ser importante, pero luego veremos que hay algo paradójico en esta circunstancia, ya que William Morris acabó escribiendo en un inglés casi puramente sajón —dentro de lo que era posible hacer en el siglo XIX— e introdujo —o quiso introducir— voces escandinavas en el inglés literario de su tiempo. Morris pertenecía a una familia de lo que llamaríamos hoy la clase media.
Morris nació en las cercanías de Londres, estudió arquitectura y dibujo, y luego se dedicó a la pintura. Pero la mente de Morris era demasiado curiosa para detenerse mucho tiempo en una actividad. Se educó en Oxford, fue uno de los colaboradores del Oxford’s Magazine, donde publicó poemas y cuentos.439 Y según Andrew Lang, el ilustre crítico y helenista escocés, esas primeras producciones, hechas casi al azar de la pluma, escritas casi con indiferencia, como quien se abandona a un placer y no como quien ejecuta una labor escrupulosa, se cuentan entre las más felices suyas. Ya veremos algunas hoy. Aquí he traído un ejemplar de su primer libro, The Defence of Guenevere, La defensa de Ginebra.440 Ginebra es —«Genoveva» sería otra forma del nombre, supongo— la mujer del rey Arturo, y una versión de sus amores con Lancelote es lo que llevó a Paolo y Francesca, según imagina Dante, a cometer su pecado. Es decir, William Morris empieza sus poemas con los temas de lo que se llamó en la Edad Media la «matière de Bretagne». Hay unos versos de un poeta francés cuyo nombre he olvidado que afirman que hay tres temas dignos del poeta,441 y que esos temas son: «la matière de France» —es decir la historia de Rolando, de Carlomagno, de sus pares, la batalla de Roncesvalles442—. Luego «la matière de Bretagne»: la historia del rey Arturo, que combatió contra los sajones a principios del siglo VI y a quien se atribuyeron después muchas de las hazañas de Carlomagno, de suerte que el rey Arturo en la leyenda fue siendo, como Carlomagno casi lo fuera, una suerte de rey universal. Y le atribuyen asimismo la invención de la mesa redonda, una mesa hecha para que no hubiera cabecera, para que no hubiera ninguna primacía entre quienes la rodeaban, y que se adaptaba mágicamente al número de comensales: se achicaba cuando eran seis y podía agrandarse para hospedar cómodamente a sesentaitantos caballeros. Luego, también forman parte de la leyenda de la «matière de Bretagne» las historias relativas al Santo Grial, es decir, a la copa que contenía el vino que tomó Jesús durante la Ultima Cena. Y en esa misma copa —la palabra «grial» está relacionada con la palabra «cráter», que también tiene la forma de una copa—, en esa misma copa José de Arimatea habría recogido la sangre de Cristo. En otras versiones de la leyenda, el Grial no es una copa, es una piedra preciosa sobrenatural que los ángeles traen desde el Cielo. Y los caballeros del rey Arturo se dedican a la busca del Santo Grial. Lancelote pudo haber alcanzado esa copa, pero él no mereció alcanzarla porque él había pecado con la mujer de su rey. Y así es que un hijo suyo, Sir Galahad, el Galeotto443 de los famosos versos de Dante, fue el que llega a poseer la copa. En cuanto al rey Arturo, se le atribuyen doce batallas contra los sajones. Él habría sido vencido en la última. Esto llevó inevitablemente en el siglo XIX a la identificación del rey Arturo con un mito solar: el número doce es el número de los meses. Y en la última batalla él habría sido derrotado, herido y llevado por tres mujeres enlutadas en un esquife negro a la isla mágica de Avalón,444 y durante mucho tiempo se creyó que iba a volver para socorrer a su pueblo. Lo mismo se dijo en Noruega de Olaf,445 a quien se llamó Rex perpetuus Norvegiae. La misma creencia de que iba a volver la encontramos en Portugal. Pero ahí el personaje es el rey Don Sebastián, vencido por los moros en la batalla de Alcazarquivir,446 y que volverá algún día. Y es curioso que esa creencia mística, el sebastianismo, la idea de un rey que volverá, se encuentra asimismo en el Brasil: hubo a fines del siglo pasado un tal Antonio Conselheiro entre los «jagunços», los gauchos del norte del Brasil, que también dijo que volvería Sebastián.447
Todo esto, la «matière de Bretagne», forma un conjunto de leyendas que no fueron ignoradas por Shakespeare y fueron tratadas por William Morris y por su ilustre contemporáneo Tennyson, aquel Tennyson amigo de Browning, de quien no tendremos tiempo de hablar.
Había una tercera materia permitida a los poetas de la Edad Media. El verso dice «de France, de Bretagne et de Romme la grant».448 Pero la materia de Roma no era solamente la historia romana, sino —porque Eneas era troyano— la historia de Troya, la historia de Alejandro Magno. A Alejandro Magno se le atribuye el deseo de conquistar el Paraíso, después de haber conquistado la Tierra. Y en la leyenda Alejandro llega a una alta muralla, y desde la muralla dejan caer un grano de polvo, y entonces Alejandro comprende que ese grano de polvo es él, es la materia a que quedará reducido finalmente —corresponde a los seis pies de tierra que el rey sajón promete al rey noruego en la batalla de Stamford Bridge— y renuncia a la conquista del Paraíso.
Pero volvamos a William Morris. A William Morris le tocó la época victoriana, y lo que se llamó la Revolución Industrial. Es decir, en parte, el hecho de que la artesanía comenzó a desaparecer y a ser reemplazada por los productos de las fábricas. Y esto preocupó a William Morris, la idea de que se perdía la artesanía, es decir lo ejecutado con amor, y se reemplazaba por los productos impersonales y comerciales de las fábricas. Es curioso que al gobierno inglés también le haya preocupado esto. Esto lo vemos en el caso de Lockwood Kipling,449 padre de Kipling y amigo de Burne-Jones y de William Morris, a quien el gobierno británico envió a la India para que defendiera la artesanía hindú contra la inundación de productos comerciales de la misma Inglaterra. Lockwood Kipling fue por lo demás un excelente dibujante.
Morris se interesa, pues, en la artesanía y en los gremios. Pero no tanto en el sentido de que los obreros ganaran más —aunque esto le interesó— sino en el sentido de que a los obreros les interesara personalmente su labor y la tuvieran como una especie de obra de amor. Y así William Morris fue uno de los padres del socialismo en Inglaterra y uno de los primeros miembros de la «Fabian Society», de la Sociedad Fabiana, a la que perteneció Bernard Shaw, que fue discípulo suyo. La sociedad tomó ese nombre de Sociedad Fabiana porque durante las Guerras Púnicas hubo un general al que le dieron el nombre de Fabius Cunctator450 —era un romano—, «Fabio el demorador», pues creía que la mejor manera de vencer a los enemigos de su patria era a la manera de nuestros montoneros cuando guerrearon contra los generales de la independencia, o lo que hacen las guerrillas, o lo que hicieron los «boers» en Sudáfrica. Esto es, no ofrecer batalla, sino cansar a los ejércitos organizados contra los cuales luchaban llevándolos de un lugar a otro: cansándolos, llevándolos a lugares de malos pastos para los caballos, eso que los irlandeses hicieron con Essex.451 Entonces se funda esta sociedad socialista en Londres, porque los miembros de esa sociedad no creían en la revolución, creían que el socialismo debía ir imponiéndose poco a poco, sin actos forzosos.
En parte esto ha ocurrido. Estuve hace unos años en Londres. Tuvieron que hacerme una pequeña operación, y cuando le pregunté al médico cuáles eran sus honorarios, me contestó que tenía que firmar un documento, simplemente, que él era un médico encargado de atender y, en caso necesario, de operar a las personas que lo necesitaran dentro de cierto radio de Londres. Y que él era un empleado del gobierno. De modo que sólo corrieron a cuenta mía los remedios. Un pobre puede hacerse atender por el cirujano del rey.
De modo que tenemos a Morris como socialista, como uno de los padres del socialismo inglés. Además, habló muchas veces en Hyde Park para convencer a las gentes de las ventajas del socialismo. Dicen sus biógrafos que lo hacía con escaso tino, que una vez entró en conversación con un obrero y le dijo: «Yo he sido criado, he nacido como un caballero. Pero ahora, como usted ve, yo converso con personas de todas las clases». Lo cual no podía halagar al interlocutor.
Morris era —lo diré de paso— un hombre robusto, de barba rojiza, y alguien le preguntó si él era el capitán Fulano, el capitán de un barco que se llamaba, poéticamente, «Sirena». Y a él le gustó mucho que lo tomaran por el capitán de un barco. Luego a Morris le interesaron también las artes decorativas, las artes del carpintero, del ebanista, y fundó una firma para la decoración: Morris & Marshall, para la decoración de las casas. Y aún se encuentran en Inglaterra «Morris chairs», sillas de Morris, que fueron diseñadas y acaso ejecutadas por él, porque le interesaba el trabajo manual, le gustaba.452 Siendo un escritor, le interesaba también la tipografía, y fundó la Kelmscott Press.453 Yo tengo en casa algunos volúmenes de la Saga Library, que él fundó, de la Biblioteca de las Sagas, en la que fue publicando su traducción —hecha por él en colaboración con Eírik Magnússon— de las sagas de Islandia,454 que tradujo a un inglés un poco arcaico. Luego él publicó también una edición de Chaucer.455 Chaucer fue uno de sus ídolos. Hay un libro de él que está dedicado a Chaucer. Le dice al libro que si él se encuentra personalmente con Chaucer —habla con su libro como Ovidio lo hizo con alguno de los suyos— lo salude en su nombre y le diga: «Oh, master, who is great of heart and tongue», «Oh, maestro, grande de lengua y de corazón».456 Llegó a sentir una suerte de amistad personal por Chaucer.
De modo que ahí tenemos a Morris como innovador político —el socialismo era una novedad entonces—, como innovador en las artes decorativas —él edificó y dibujó muchas casas, su propia casa también, the red house, la casa roja, edificada en las cercanías de Londres, cerca del Támesis—. Y luego le interesó la tipografía también, y dibujó lo que se llama la «familia de letras». Dibujó letras latinas y letras góticas, que en inglés no se llaman así sino «black letters», «letras negras». Y tuvo, a pesar de ser un hombre esencialmente moderno, una pasión por la Edad Media. Le interesaban los instrumentos medievales de música —esos instrumentos de los cuales Morpurgo,457 creo, tiene una colección en Buenos Aires—, y cuando estaba muriéndose pidió que le tocaran antiguas músicas medievales inglesas en esos instrumentos.
Una de las personas que lo quiso más fue el entonces joven Bernard Shaw, hombre no muy dado a la pasión de la amistad. Cuando William Morris murió, honrado y famoso, en el año 1896, Bernard Shaw publicó un artículo que se ha conservado, en el cual decía lo contrario de todo lo que dijeron los contemporáneos de él: «Inglaterra y el mundo han perdido a un gran hombre», y dijo que un hombre como Morris no podía perderse con nuestra propia muerte, que la muerte corporal de Morris era un accidente, que Morris seguía siendo para él un amigo, un personaje viviente.
Hay un hecho en la vida de Morris que debe destacarse, y es un viaje que él emprendió, creo que hacia 1870 —tengo escasa memoria para las fechas— a Islandia.458 Mejor dicho, una peregrinación a Islandia. Los amigos le propusieron un viaje a Roma, y él dijo que «no hay nada en Roma que yo no pueda ver en Londres, pero yo quiero emprender una peregrinación a Islandia». Porque él creía que la cultura germánica, la cultura, digamos, de Alemania, de los Países Bajos, de Austria, de los países escandinavos, de Inglaterra, de la parte flamenca de Bélgica, había llegado a su culminación en Islandia, y que él, como inglés, tenía el deber de emprender una peregrinación a esa pequeña isla perdida, casi en los confines del círculo ártico, que produjo tan admirable prosa y tan admirable poesía.
Creo que ahora un viaje a Islandia es algo no demasiado heroico, es uno de los países frecuentados por el turismo. Pero entonces no ocurría así, y Morris tuvo que viajar a caballo por las serranías. Morris tomaba el té con el agua que sale de los geisers, de las altas columnas de aguas termales que salen en Islandia. Y Morris visitó, por ejemplo, el lugar en que se había guarecido el prófugo Grettir,459 y todos los lugares celebrados en las sagas históricas de Islandia. Morris tradujo asimismo el Beowulf al inglés,460 y Andrew Lang escribió que la traducción merecía la curiosidad del lector, ya que estaba escrita en un inglés ligeramente más arcaico que el anglosajón del siglo VIII. Y [Morris] escribió un poema, Sigurd the Volsung,461 en el que toma el argumento de la Völsungasaga,462 el argumento que Wagner tomaría para sus dramas musicales, para El anillo de los Nibelungos.463
Rossetti, a quien no le interesaban absolutamente lo germánico ni lo escandinavo, dijo que él no podía interesarse en la historia de un hombre hermano de un dragón, y rehusó leer el libro. Y esto no impidió que Morris siguiera siendo amigo suyo, aunque Morris era a veces un hombre de temperamento violento. He dicho que Morris empezó dedicándose a la poesía como un pasatiempo, y publicó cuentos, y después largas novelas escritas en una prosa ociosa, novelas cuyos títulos ya son poemas: The Wood at the World’s End, El bosque en el fin del mundo,464 Story of the Glittering Plain, La historia de la llanura resplandeciente, etc. Y además de esos libros puramente fantásticos, que ocurren en una vaga época prehistórica y desde luego germánica, escribió dos novelas para convertir a la gente al socialismo. Una, John Ball’s Dream,465 El sueño de John Ball. John Ball fue uno de los compañeros de Tyler, uno de los que en el siglo XIV capitanearon una rebelión de los siervos, de los campesinos de Inglaterra, y llegaron a quemar palacios y residencias episcopales.466 De modo que el sueño de John Ball es el sueño de la Inglaterra que este rebelde obligado del siglo XIV hubiera podido soñar. El otro libro se titula News from Nowhere,467Noticias de Nowhere. «Nowhere» es la traducción sajona de «utopía», y significa lo mismo, que no está en ninguna parte. Noticias de ninguna parte, en las cuales escribe el mundo feliz que producirá —según él creía entonces— un régimen socialista universal. Y luego él publicó folletos a favor de la reforma de la arquitectura, de la mueblería. Él ejecutó además de sus óleos, que se han conservado, grabados en madera, dibujos; edificó y amuebló muchas casas. Tenía una suerte de actividad sobrehumana.468 Y comercialmente le fue bien porque era un buen hombre de negocios también. Es decir, lo contrario de Rossetti, el que estaba como perdido en el infierno de Londres, como dijo Chesterton.
Los primeros poemas los publicó Morris en el Oxford and Cambridge Magazine, una revista escrita por estudiantes y para estudiantes. Y uno de sus compañeros oyó esos poemas y le dijo: «Topsy —porque así lo llamaban sus amigos, no sé por qué—,469 «you are a great poet», «eres un gran poeta». Y él dijo: «Bueno, si lo que yo escribo es poesía, esto no me cuesta nada, no tengo más que pensarlo y dejar que los poemas se escriban». Y durante toda su vida él guardó esa maravillosa facilidad. Se habla de un día en el que compuso —voy a verificar la fecha— cuatrocientos o quinientos versos pareados.
Cuando escribió El Paraíso Terrenal, The Earthly Paradise, quizás su obra más importante,470 y la epopeya Sigurd el Volsungo, escribía centenares de versos todos los días. De noche reunía a su familia, los leía, aceptaba las correcciones, las modificaciones que éstos le sugerían, y al día siguiente retomaba la labor, y mientras tanto estaba entregado también a tejer tapicería. Dijo que un hombre incapaz de tejer con una mano y de escribir una epopeya con la otra no podía entregarse ni a la tapicería ni a la poesía. Y según parece, no se trata de una mera jactancia, sino de un hecho verdadero.
Vamos a ver ahora un episodio que primero referiré, sin duda reformándolo al referirlo, de su primer libro.471 De este episodio dijo Andrew Lang que tenía una bizarrerie, palabra francesa difícilmente traducible que era nueva en la lengua inglesa. Esto nos recuerda la generosa carta que Víctor Hugo escribió a Baudelaire cuando éste publicó Les Fleurs du Mal:472 «Usted ha dado un nuevo merecimiento al cielo del arte». Y algo parecido dijo Andrew Lang de los primeros poemas de Morris.
Morris supone, imagina, en este poema, a un caballero medieval. Este caballero está muriendo, ha cerrado los ojos para morir, está muriendo en su amplia cama, y al pie de la cama hay una ventana. Y por esa ventana él ve su río y los bosques, sus bosques. Y de pronto él sabe que debe abrir los ojos, y entonces los abre y ve «a great God’s angel», un gran ángel de Dios. Y ese ángel, ese gran hálito, ese fuerte ángel, está contra la luz. Y la luz lo ilumina y hace que sus palabras parezcan órdenes de Dios. El ángel tiene en la mano dos telas, cada una de ellas sostenida por una vara. Y una de las telas, la de color más vivo, es roja, escarlata. Y la otra, un poco menos viva, es larga y azul. El ángel le dice al moribundo que debe elegir una de las dos. El poeta nos dice que «no man could tell the better of the two», nadie pudo haber dicho cuál era la mejor de las dos. Y el ángel le dice que su destino inmortal depende de esta elección, él no puede equivocarse. Y si él elige «the wrong colour», se irá al Infierno, y si él elige correctamente, al Cielo. Y el hombre está media hora. Sabe que su suerte depende de ese capricho, de ese acto al parecer caprichoso, y al cabo de estar temblando media hora dice: «Que Dios me ayude, el azul es el color del Cielo». Y el ángel le dice «El rojo», y el hombre sabe que se ha condenado para siempre. Y entonces él les dice a todos los hombres, a los muertos y a los vivos —porque él está solo con el ángel—: «Ah, Christ! if only I had known, known, known», «¡Cristo! Si yo lo hubiera sabido, sabido, sabido». Y se entiende que muere y su alma va al Infierno. Es decir que pierde su alma, como el género humano se pierde porque Adán y Eva comieron una fruta perdida en el misterioso Jardín.
Y ahora que yo he referido [el argumento] —y esto lo hago, no porque crea que lo hago mejor que el texto, sino para que ustedes puedan seguirlo bien—, ahora yo le pediría a alguna de ustedes que leyera este pasaje del poema. La vez pasada conté con una excelente lectora, espero que esté aquí, o que alguna otra quiera tomar su lugar. Y en cuanto a la lectura, sólo le pido que sea lenta, expresiva, para que ustedes puedan ir siguiendo las palabras y oyendo la música, que es tan importante en el verso.
A ver, yo me he animado a hablar todo este tiempo. ¿Cuál de ustedes se anima?

(Pasa una alumna)

Asistiremos a la agonía de un caballero medieval.

(Lee la alumna)
But, knowing now that they would have her speak,
She threw her wet hair backward from her brow,

Her hand close to her mouth touching her cheek,
As though she had had there a shamefal blow,
And feeling it shameful to feel ought but shame
All through her heart, yet felt her cheeks burned so,

She must a little touch it; like one lame
She walked away from Gauwaine, with her head
Still lifted up; and on her cheek of flame

The tears dried quick; she stopped at last and said:
«O knights and lords, it seems but little skill
To talk of well-known things past now and dead.473

«God wot I ought to say, I have done ill,
And pray you all forgiveness heartily!
Because you must be right such great lords —still

«Listen, suppose your time were come to die,
And you were quite alone and very weak;
Yea, laid a dying while very mightily

The wind was ruffing up the narrow streak
Of river through your broad lands running well:
Suppose a hush should come, then some one speak:

«One of those cloths is heaven, and one is hell,
Now choose one cloth for ever, which they be,
I will not tell you, you must somehow tell.»474
O sea,
Oye, supón que ha llegado la hora de tu muerte,
y tú estuvieras muy solo y muy débil;
y estarías muriendo mientras

el viento está agitando la alameda, está agitando
la corriente del río que atraviesa bien tus amplias tierras;
imagínate que hubiera un silencio,

—«Hush» es una palabra difícil de traducir—

y que entonces alguien hablaría:

Es decir, yo me equivoqué: el ángel habla antes de ser visto por el moribundo.

Una de las telas es el Cielo, y la otra el Infierno,
elige para siempre un color, cualquiera de los dos,
yo no te lo diré, tú de algún modo tienes que decirlo.

(Sigue leyendo la alumna)
«Of your own strength and mightiness, here, see
Yea, yea, my lord, and you to open your eyes,
At foot of your familiar bed to see

«A great God’s angel standing, with such dyes,
Not known on earth, on his great wings, and hands,
Held out two ways, light from the inner skies

«Showing him well, and making his commands
Seem to be God’s commands, moreover, too,
Holding within his hands the cloths on wands;

«And one of these strange choosing cloths was blue,
Wavy and long, and one cut short and red;
No man could tell the better of the two.

«After a shivering half hour you said,
"God help! Heaven’s colour, the blue;" and he said, "hell."
Perhaps you then would roll upon your bed,475

«And cry to all good men that loved you well,
"Ah Christ! If only I had known, known, known;"
Lancelot went away, then I could tell,

«Like wisest man how all things would be, moan,
And roll and hurt myself, and long to die,
And yet fear much to die for what we sown?476

Es decir:477
«Tú tienes que decirlo sabiéndolo por tu propia fuerza y por tu propio poderío,
Sí, sí, mi señor —Morris usa palabras anticuadas— que tú abrieras los ojos
y al pie de tu cama familiar verías
un gran ángel de Dios de pie, y con tales matices
desconocidos en la Tierra en sus grandes alas y manos»

Es un ángel muy real, muy fuerte.
«Y los brazos extendidos, y la luz desde los cielos ulteriores mostrándolo bien.»
El ángel no es un ángel nebuloso, es un ángel muy vívido.
«Y eso hacía que sus órdenes parecieran de Dios
Y teniendo en sus manos las telas sobre varas
Y una de esas extrañas telas para elegir era azul,
ondeada y larga y la otra breve y roja»
Él hace que el color más vívido corresponda a la tela más corta, un equilibrio.
«Nadie podía decir cuál era la mejor de las dos»
Luego de una media hora, más que temblorosa, trémula, dice:
«Dios me salve, el color del cielo es el azul.» Y el ángel dice: «Infierno».
Entonces tú te revolverías sobre tu lecho,

Y dirías, invitarías a todos los hombres buenos que te quieren:
«Ah, Christ! If only I had known, known, known.»
Las sílabas finales se acentúan un poco, como en Rossetti.

En la próxima clase veremos los libros más importantes de Morris, El Paraíso Terrenal y otros.


Viernes 9 de diciembre de 1966


Notas


439 En 1856. El nombre completo de esta revista estudiantil es Oxford and Cambridge Magazine.
440 Publicado en 1858.
441 Se trata de Jean Bodel, poeta épico, dramaturgo y autor de fabliaux francés (c. 1167-1210). La obra que Borges recuerda y más adelante cita es la Chanson des Saisnes, escrita por Bodel alrededor del año 1200.
442 Derrota de Carlomagno a manos de los vascos, ocurrida el 15 de agosto del año 778 en Roncesvalles, paso de los Pirineos occidentales, entre Francia y la provincia española de Navarra. Ha sido muy idealizada por los poetas como un ejemplo de glorioso martirio militar.
443 Dependiendo de la fuente de la que se recoja la leyenda, el nombre puede aparecer también como Galaor o Galehaut.
444 Avalón es un país mitológico regido por Morgana, la hermana del rey Arturo. Según la leyenda, Arturo fue trasladado allí tras su última batalla. La existencia histórica de Arturo, pese a los múltiples esfuerzos de varios investigadores en ese sentido, aún no ha podido ser fehacientemente probada.
445 Se refiere a Olaf II Haraldsson (995-1030), rey de Noruega desde el año 1016 hasta su muerte, llamado luego San Olaf. Dedicó su reinado a la unificación de Noruega y a la conversión de su pueblo al cristianismo. Su muerte en la batalla de Stiklestad, en el año 1030, lo convirtió en santo y rey eterno de Noruega y contribuyó a solidificar tanto a la monarquía como a las instituciones de la Iglesia en ese país.
446 La batalla ocurrió en las inmediaciones de la ciudad de Alcazarquivir, en Marruecos, en agosto del año 1578. Allí el rey de Portugal, Don Sebastián (1554- 1578), a pesar de la oposición de la gente de su reino, acudió en ayuda de Mohamed el Negro, destronado rey de Marruecos. Pese a contar con un ejército de 13.000 portugueses, 1.000 españoles, 3.000 alemanes y 600 italianos, no consiguió vencer a las fuerzas de Abd-el Melek, «El Moluco», quien comandaba a los insurrectos. Por una serie de calamidades, sólo sesenta soldados de Don Sebastián pudieron escapar a la muerte o la captura. Sebastián mismo murió a causa de las heridas de la batalla, aunque se corrió la leyenda sobre su misteriosa desaparición, asegurándose que podría volver en cualquier momento a salvar a su patria.
447 Antonio Conselheiro (1830-1897) era un campesino del nordeste de Brasil que lideró un grupo de unas doscientas personas en lo que fue un vano intento de rebelarse contra el gobierno de ese país. Aparentemente Conselheiro se creía de origen divino y se proponía restaurar la monarquía en el Brasil. Para ello enfrentó duramente a las fuerzas del ejército, entre las que se contaba el poeta Euclides da Cunha (1866-1909). Euclides se manifestó en principio contrario a los revolucionarios, pero pronto comprendió que su rebelión tenía por causa la miseria y se compadeció de su suerte. Reflejó sus experiencias en su obra Los Sertones. Aunque no fácilmente, el ejército logró doblegar a los campesinos de Conselheiro en la batalla de Canudos. Conselheiro, junto con sus compañeros que sobrevivieron a la batalla, fue degollado por las fuerzas del gobierno y sus cabezas fueron exhibidas colgadas de postes.
448 Séptimo verso de la Chanson des Saisnes de Jean Bodel. A continuación se citan las primeras líneas del poema: «Qui d’ oyr et d’entendre a loisir ne talent / Face país, si escout bonne chancon vaillant / Dont li livre d'estoire sont tesmoing et garant! / Jamais vilains jougleres de cesti ne se vant, / Car il n’en saroit dire ne les vers ne le chant. / N’en sont que trois materes a nul home vivant: / De France et de Bretaigne et de Romme la grant; / Ne de ces trois materes n’i a nule samblant. / Le conte de Bretaigne si sont vain et plaisant, / Et cil de Romme sage et de sens aprendant, / Cil de France sont voir chascun jour aparant. / Et de ces trois materes tieng la plus voir disant: / La coronne de France doir estre si avant / Que tout autre roi doivent estre a li apendant / De la loi crestienne, qui en Dieu sont creant.»
449 John Lockwood Kipling (1837-1911). Escribió un libro titulado Beast and Man in India.
450 Quintus Fabius Maximus, llamado «Cunctator», «El demorador». General y estadista romano, fallecido en el año 203 a.C. Enfrentó a Aníbal durante la Segunda Guerra Púnica (218-201 a.C.). Su estrategia consistía en mantener al enemigo ocupado mientras evitaba sostener grandes confrontaciones. Hoy en día, se llama «estrategia fabiana» a aquella que procede de manera gradual y cautelosa para llegar a sus fines.
451 Borges se refiere a las tácticas utilizadas por Hugh O’Neill (1550-1615), quien entre 1595 y 1603 lideró una revuelta contra el control inglés de Irlanda. En su Story of the Irish Race, Seumas MacManus escribe: «[La reina] Elizabeth, ya mayor, decidió enviar a Essex, a su favorito, a reconquistar Irlanda. Essex arribó con el ejército más grande que jamás fuera enviado a ese país. Pero O’Neill fue más listo que Essex en cada oportunidad: derrotó a sus tropas, lo redujo a impotencia. O’Neill y Essex mantuvieron entonces una entrevista en las márgenes del Lagan. O’Neill percibió sus ambiciones; adivinó sus pensamientos; dio prácticamente vuelta la mente de su enemigo. Dictó sus términos; Essex los aceptó hasta donde pudo sin contar él mismo con autoridad real. Cuando la reina Elizabeth se enteró de ello, retiró enfurecida a Essex, que fue luego ejecutado». (Cap. XLV, «The Nine Years War». Traducción de M.H.)
452 Morris fundó su primera empresa de decoración, Morris & Company, decorators, en 1859. Dos años después amplió el proyecto con la creación de Morris, Marshall, Faulkner & Co., que en 1875 se convirtió en Morris & Co.
453 La Kelmscott Press fue fundada a fines de 1890. El primer libro que Morris editó en su editorial fue su propia obra Story of the Glittering Plain, publicada en 1891.
454 Esta colección fue publicada en Londres por Bernard Quaritch entre 1891 y 1905. Comprende los siguientes volúmenes: Vol. 1: The Story of Howard the Halt, The Story of the Banded Men, The Story of Hen Thorir; Vol. 2: The Story of the Ere-dwellers (Eyrbyggja saga), with The Story of the Heath-Slayings (Heidarviga saga), as appendix; Vols. 3 a 6: The Stories of the Kings of Norway called the Round world (Heimskringla), by Snorri Sturluson.
455 Borges se refiere al libro titulado The Works of Geoffrey Chaucer, diseñado por Morris e ilustrado por Burne-Jones, que fue publicado en 1896. Este libro, considerado una verdadera obra maestra por la exquisitez y armonía de su diseño, tipografía e ilustraciones, representa la culminación del trabajo de Morris al frente de la Kelmscott Press
456 Los versos que Borges recuerda pertenecen al epílogo de The Earthly Paradise, en el que Morris se despide de su libro diciendo: «Here are we for the last time face to face / Thou and I, Book», Morris avisa a su libro que es posible que en sus viajes se encuentre con Chaucer: «Well, think of him, I bid thee, on the road / And if it hap that midst of thy defeat / Fainting beneath thy follies’ heavy load, / My Master, Geoffrey Chaucer, thou do meet, / Then shalt thou win a space of rest full sweet / Then be thou bold, and speak the words I say, /The idle singer of an empty day!» Véase la nota 493[*].
457 Adolfo Morpurgo (1889-1972), músico argentino naturalizado, nacido en Trieste, Italia. Fue violoncelista y director de orquesta. Estudió cello en Budapest con David Popper y luego hizo giras por Italia, Austria y Francia. Se instaló en Argentina en 1913, donde tocó con muchas orquestas y grupos de cámara y dirigió además opera y ballet. Compartió el escenario con Mascagni, Respighi, Wanda Landowska, Honegger y Villa-Lobos, entre otros. Organizó también ejecuciones de óperas y cantatas antiguas. Fue profesor del Conservatorio Nacional de Música, el Conservatorio Municipal de Buenos Aires y la Universidad de La Plata. En 1937 fundó la Agrupación Argentina de Instrumentos Antiguos, que condujo como intérprete de viola da gamba y de viola del perdón. (Este instrumento fue fabricado en París a fines del siglo XVI y, según la leyenda, su creador fue un condenado a muerte a quien se le perdonó su pena por haberlo inventado. Tiene 26 cuerdas: 7 reales y 19 que vibran por simpatía, produciendo un peculiar efecto sonoro.) Morpurgo poseía una excepcional colección de más de 2.000 instrumentos antiguos, que compró en sus viajes, le fueron regalados por distintas embajadas u obtuvo en curiosas situaciones. Un ejemplo es un antiquísimo oboe que Morpurgo encontró en un negocio de antigüedades de Buenos Aires, catalogado como «candelabro». Morpurgo aparece citado en el Grove’s Dictionary of Musicand Musicians, editado por Eric Blom.
458 Morris emprendió el viaje en 1871.
459 Grettir es el personaje central de la Grettir’s saga o Saga de Grettir el fuerte. Esta saga, de autor anónimo, ha sido fechada alrededor del año 1300 y es la más tardía de las llamadas sagas de islandeses. Grettir fue un personaje histórico; la saga que lleva su nombre combina como muchas otras hechos reales con la ficción. Borges transcribe algunos párrafos de esta saga y la comenta en Literaturas germánicas medievales, OCC págs. 934 y 938.
460 La traducción de Morris del poema de Beowulf fue publicada por primera vez en 1895.
461 Story of Sigurd the Volsung and the Fall of the Niblungs (1876).
462 Borges analiza la Völsunga Saga en Literaturas germánicas medievales, OCC págs. 966-970.
463 Véase, Clase N° 1, nota 30.
464 Este título recuerda tanto a The Wood Beyond the World (1894) como a The Well at the World’s End (1896).
465 El título original es A Dream of John Ball. Fue publicado en The Commonwealth entre noviembre de 1886 y enero de 1887 y por primera vez en forma de libro en abril de 1888.
466 John Ball fue un sacerdote inglés que ya desde joven predicó contra los nobles, prelados y el Papa, argumentando que los hombres son todos iguales. En 1381 se unió a la revuelta de Kent, en la que un grupo de siervos y agricultores capitaneados por Wat Tyler se rebeló en forma violenta contra las instituciones. Ball pronunciaba sermones y alentaba a los rebeldes, utilizando una conocida frase popular: «When Adam delved and Eve span, / Who was then the Gentleman?» («Cuando Adán araba y Eva hilaba, ¿quién era entonces el noble?»). Tras la muerte de Tyler, Ball se puso al frente de la rebelión, que fue finalmente sofocada. Vencido, Ball debió someterse a Ricardo II. Fue condenado a muerte y en ese mismo año de 1381 fue ahorcado y descuartizado en Saint Albans.
467 Publicado en 1890.
468 Poco antes de morir Morris en 1896, a la edad de 62 años, uno de sus médicos hizo el siguiente diagnóstico: afirmó que la aflicción que padecía el escritor era «simplemente el hecho de ser William Morris y haber hecho en vida el trabajo de diez hombres».
469 Los amigos cercanos de Morris lo llamaban así porque sus cabellos desordenados les recordaban a los del personaje «Topsy» de la obra La cabaña del Tío Tom, de Harriet Beechter Stowe.
470 En 1868 o 1869.
471 A continuación y hasta el final de la clase, Borges se referirá al largo poema «The Defence of Guenevere», el primero del libro del mismo título, publicado en 1858. Como en las clases anteriores, las lecturas de poemas en inglés, suprimidas de la transcripción original, han sido repuestas para dar contexto a los comentarios de Borges y reconstruir el clima general de la clase.
472 En 1857.
473 Primeras cuatro estrofas del poema. «Pero, sabiendo que querrían escucharla, / Echó hacia atrás sus húmedos cabellos, // La mano en su boca, rozando apenas su mejilla, / Como si hubiera recibido allí un golpe vergonzoso, / Avergonzada de no sentir otra cosa que no fuera vergüenza / En su corazón, y sin embargo, sintiendo que sus mejillas ardían tanto, // Que debía tocarlas; y como un rengo / Se alejó de Gawain, con su cabeza / Aún erguida; y en sus mejillas ardientes // Las lágrimas se secaron pronto; finalmente se detuvo y dijo: / “Oh caballeros y señores, parece tal vez tonto / Hablar de cosas conocidas hoy pasadas y muertas.”»
474 Estrofas cinco a ocho. «¡Dios, qué puedo decir, he actuado mal, / Y ruego a todos el perdón de corazón! / Ya que vosotros debéis tener razón, tan grandes señores —pero // Oíd, suponed que ha llegado la hora de vuestra muerte, / Y estuviérais muy solos y muy débiles; / Y estaríais muriendo mientras // El viento está agitando la alameda, está agitando / La corriente del río que atraviesa bien vuestras amplias tierras: / Imaginad que hubiera un silencio, y que entonces alguien hablaría: // “Una de las telas es el cielo, y la otra el infierno, / Elige para siempre un color, cualquiera de los dos, / Yo no te lo diré, tú de algún modo tienes que decirlo.”» A continuación Borges traduce, comenzando su comentario por la sexta estrofa, donde se inicia la trama narrada anteriormente.
475 Estrofas nueve a trece del poema. “¡Tú debes darte cuenta por tu propia fuerza y por tu propio poderío!» / Sí, sí, mi señor, y al abrir los ojos, / Al pie de tu cama familiar verías // Un gran ángel de Dios de pie, y con tales matices, / Desconocidos en la tierra, en sus grandes alas, y manos, / Extendidos en dos direcciones, y la luz de los cielos ulteriores // Mostrándolo bien, y haciendo que sus órdenes / Parezcan además las órdenes de Dios, / Sosteniendo con las manos las telas en dos varas; //Y una de esas extrañas telas era azul, / Larga y ondulada, y la otra breve y roja; / Ningún hombre podría decir cuál era la mejor de las dos. // Luego de una media hora trémula dirías / “¡Dios me salve! el color del cielo es el azul”. Y el ángel dice: “Infierno”. / Entonces tú te revolverías tal vez sobre tu lecho».
476 Estrofas catorce y quince. «Y dirías a todos los hombres buenos que te quisieron: / «¡Ah Cristo! Si sólo hubiera sabido, sabido, sabido; / Lancelot se alejó, entonces pude entender, // Como los más sabios de los hombres, cómo serían las cosas, y lamentar, / Y revolcarme y lastimarme, y desear la muerte, / Y temerle al mismo tiempo, por lo que habíamos sembrado.»
477 En la siguiente sección Borges paralelamente traduce y comenta. Por momentos, su traducción es en realidad más conceptual que literal. Borges recita además el último verso en inglés.

[* Viene de nota 456] 493 «O Master, O thou great of heart and tongue, / Thou well mayst ask me why I wander here, / In raiment rent of stories oft besung! /But of thy gentleness draw thou anear, / And then the heart of one who held thee dear / Mayst thou behold! So near as that I lay /Unto the singer of an empty day»


En Borges profesor 
Curso de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires 
Edición, investigación y notas: Martín Arias & Martín Hadis 
Buenos Aires © María Kodama, 2000


Foto: William Morris at work in his study

Archive and Rare Books Library
University of Cincinnati


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